En el año 2020, bajo el oscuro telón de la pandemia que paralizó el país, Raquel Domínguez consiguió trabajo de lo suyo antes de acabar la carrera. No le hizo falta esperar a conseguir el título que un año después la acreditaría como egresada en Matemáticas por la Universidad de Sevilla, su lugar de nacimiento. “Decidí compaginar mi último año de universidad con mi entrada a la vida laboral, tuve bastantes ofertas”, explica Raquel en conversación con EL ESPAÑOL.
Ni la pandemia, ni tampoco los elevados índices de paro juvenil, dificultaron que esta joven sevillana de 25 años consiguiese trabajo de forma indefinida. Actualmente forma parte de la plantilla de FI Group, una multinacional que se dedica al asesoramiento de empresas para proyectos de I+D+I. “Asesoramos a las empresas de distintos incentivos como pueden ser deducciones fiscales, bonificaciones o ayudas para la consecución de proyectos de I+D+I”, comenta.
A pesar de su juventud, ya ocupa el puesto de senior consulting. A su mando hay un equipo de diez personas. Su ascenso fue meteórico. “Entré como consultora técnica y al año siguiente ya me ascendieron a senior”, dice. Su función es la de revisar la documentación técnica de diferentes proyectos, muchos de ellos de matemáticas, aunque también los hay de física, ingeniería o química.
Pero su caso no es una excepción. Así lo demuestran los datos. Según una Encuesta de Inserción Laboral de los Titulados Universitarios del INE del año 2019, la tasa de paro de los estudiantes del grado de Matemáticas es tan sólo del 3,7%, siendo esta carrera una de las que más empleabilidad tienen. “De mis compañeros de promoción, todos ellos han empezado a trabajar recién salidos de la universidad”, asegura Raquel.
En los últimos años, el análisis de datos ha supuesto un cambio de paradigma. Cada vez más empresas demandan a matemáticos, ya que es una forma bastante eficaz de optimizar recursos. “El análisis de datos y la inteligencia artificial permiten inferir en todas las variables que pueden girar en torno a un proyecto, lo cual consigue que haya un mayor beneficio económico y que se obtengan mejores resultados, y eso cada vez las empresas lo tienen más en cuenta”, dice Raquel.
Las salidas laborales para un titulado en Matemáticas es muy amplia y abarca desde el análisis de datos y big data, pasando por la estadística demográfica y la propia IA. “Si encima la persona tiene inquietud a nivel técnico, un matemático también se puede dedicar al tema de programación y desarrollo de software. Muchos de mis compañeros están trabajando de eso", explica Raquel Domínguez.
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La docencia es otra de las salidas laborales más frecuentes de los graduados en esta carrera. Muchos de ellos acaban siendo profesores de Matemáticas (hace 15 años, casi el 80% de los graduados acababan en la enseñanza, según el INE). Sin embargo, tras el auge de las nuevas tecnologías, los que antes desechaban la docencia como opción y por ello elegían estudiar ingeniería ahora se decantan por las matemáticas. “Hay veces que se cree que estudiar matemáticas es querer dedicarse a la docencia y no es así. Hay un sinfín de posibilidades”, apunta.
Sin matemáticos en paro
Raquel siempre tuvo claro que quería dedicarse al mundo empresarial, y ella, al igual que sus compañeros que eligieron el mismo camino, encontraron trabajo enseguida. “Ninguno está en paro”, afirma. “Es muy difícil que un egresado en Matemáticas esté en paro, si está buscando trabajo es porque busca expandir su carrera profesional en otras direcciones, no porque le falten ofertas”, asegura.
Asimismo, la completa formación que se le da a los estudiantes de matemáticas es fundamental para su posterior desarrollo profesional. “La carrera de matemáticas te da las herramientas suficientes para que seas capaz de resolver cualquier tipo de problema que te encuentres en el mundo laboral, por muy complejo que sea. Por ello, un matemático suele destacar bastante en su entorno laboral y promociona bastante rápido”, dice.
"Si una persona es buena en algo y ha estudiado algo que le motiva, y saca su mayor potencial, va a encontrar un trabajo que le llene"
Ante la emergente demanda laboral de puestos relacionados con las matemáticas, los grados de esta materia ofertados por las universidades españolas han pasado de 40 a 54 en los últimos seis años, provocando que las plazas disponibles se hayan incrementado un 27%, según los datos del Sistema Integrado de Información Universitaria del Ministerio de Universidades.
Como consecuencia, al multiplicarse las salidas laborales y viendo que las empresas cada vez tienen mayor interés en contratar estos perfiles, la nota de corte para el grado de Matemáticas en la Universidad de Sevilla, donde estudió Raquel, también se ha elevado. Mientras que en 2015, año en el que se matriculó la sevillana, pedían un 5, ahora la nota de corte es de un 12. En el caso de la Universidad Complutense de Madrid, el doble grado en Matemáticas y Física exige, en la actualidad, un 13,85 sobre 14.
Esfuerzo y vocación
Para Raquel, las matemáticas siempre han sido su vocación. Ya en la escuela destacaba en dicha materia, lo cual le despertaba una curiosidad que la ha llevado a ostentar el puesto que tiene ahora. “En el instituto quería saber lo que había detrás de todas esas fórmulas”, cuenta. Así, cuando llegó a selectividad y se tuvo que decantar por una carrera, lo tuvo claro. “Quería seguir aprendiendo más sobre todo lo que se escondía detrás de esas operaciones que había aprendido hasta ahora”.
Sin embargo, se trata de una carrera muy complicada que “requiere mucho esfuerzo y mucha concentración, y si no es algo que realmente te apasione, cuesta todavía más”, explica Raquel, quien anima, al igual que hizo ella, a estudiar lo que realmente te haga feliz. “Una persona de letras no debería obligarse a estudiar una carrera de ciencias porque tenga más salidas, si una persona es buena en algo y ha estudiado algo que le motiva, y saca su mayor potencial, va a encontrar un trabajo que le llene. Y eso es lo más importante”, concluye.