Desde hace un tiempo se está viviendo en Madrid un verdadero boom de locales de restauración que ofrecen hamburguesas muy elaboradas y sabrosas. En todos estos lugares se nos promete que este será el mejor bocado que hemos probado nunca. Sin embargo, se nos ha olvidado por completo el perrito caliente, los hemos desechado como opción para comidas y cenas. Pero en este mundo siempre quedan irreductibles que prefieren ir contracorriente y combatir las modas. Este es el caso de Javier Kirschner, joven inquieto y empredendor, que desde 2019 abrió las puertas de Döggo, un lugar en el que saborear su propio, y original, concepto de hot dog: el primer perrito caliente sin salchicha (van desde los 13 euros a los 15).
Para conocer este local antes hay que saber algo más de la persona que hay detrás. Javier es un verdadero amante de cualquier comida y reconoce venir de una casa en la que hay un gran amor y respeto por la cocina. Según cuenta a EL ESPAÑOL, fue sobre todo su padre quien le fue introduciendo en el arte del buen comer en casa. Gracias a él empezó a descubrir platos y recetas de diferentes puntos del planeta, de manera que un día cualquiera sorprendía a toda la familia preparando un ceviche peruano o un curry verde con arroz como plato principal. Javier, de hecho, prefiere hacer comida en casa para las celebraciones antes que irse a cualquier restaurante.
¿Pero cómo empieza todo este proyecto? Podríamos decir que es una función teatral dividida en dos actos. En primer lugar, un buen día el padre de Javier se inventó las salchichas que sentarían la ilusión de su hijo por crear su proyecto: salchichas de carne picada frescas y de gran calidad, con un gran sabor, cero aditivos y elaboradas de manera artesanal. En segundo lugar, un viaje sabático que hizo nuestro protagonista por Sudamérica, y que incluyó el trabajo como camarero en un chiringuito en Perú. Estas dos experiencias aumentaron las ganas de ofrecer un formato de perrito caliente con verdadera calidad. Años después, el concepto dio un paso más allá y se convirtió en realidad.
Así empezó todo
Fue en el año 2018 cuando Javier, gracias a la finaciación de 29 amigos, pudo hacer realidad su deseo de montar un restaurante. Meses más tarde, a finales de 2019, se abrieron las puertas de su pirmer local, situado en la calle Juan de Austria 25, en pleno corazón del barrio madrileño de Chamberí. Unas semanas después, estallaría la pandemia de la Covid-19, y como todos los locales, se vieron obligados a cerrar. Según nos cuenta Kirschner, pudieron sobrevivir, sin pasar demasiados apuros, gracias al pequeño colchón económico que les otorgaron los socios del local. Sin embargo, en cuanto fue posible reabrieron el local para ofrecer sus productos y el mejor servicio. Tras meses de mucho rodaje y trabajo en este local, Kirschner ha abierto, desde abril de este año, un nuevo local situado en la calle Atenas 2, en el municio madrileño de Pozuelo de Alarcón.
"Lo que yo busco no es venderte toda la carta, yo quiero que mis clientes se sientan como en casa. Por eso me gusta hacer recomendaciones, y saber que es lo que vienes buscando". Para hacerte sentir como en tu hogar, Javier también da mucha importancia a la ambientación del restaurante. En cada turno, la música la selecciona él en función de la edad de los clientes. "Si es un domingo al mediodía y veo que nuestros clientes son en su mayoría familias completas, procuro poner música más oldie, y entonces suenan The Beatles, The Rolling... Si es un viernes por la noche, y veo que los clientes son sobre todo jovenes, entonces procuro poner música indie. Hago todo lo posible por que el que viene aquí esté a gusto". Además, las bandejas en las que se sirven sus Döggos son de fabricación propia, las hace él mismo con la ayuda de su madre y sus tías. Al igual que los vasos, que provienen de botellas de vino y cerveza recicladas, que están perfectamente adaptadas por el propio Javier.
Unos Döggos muy originales
Entrando ya por fín en materia, y hablando de lo que hay que hablar, que es de la comida, hay que decir que la oferta de Döggo está muy meditada. Lo que se ofrece en este local no es el típico perrito caliente, de hecho, de esa idea solo se mantiene el pan, que encargan a un obrador a las afuera de Madrid. El interior son platos de diferentes partes del mundo, que ha comido siempre Javier en su casa, elaborados a fuego lento, con mucho esmero y cariño.
Entre todos ellos, algunos de los más destacados son el Pato Chun Lee, que con influencias chinas, este döggo se compone de confit de pato, lechuga, queso havarti, pepino y cebolleta. Está acompañado de salsa pekinés y un toque mágico de ralladura de naranja. También cabe destacar el Gamba Cosmica, que tiene ciertas reminiscencias estadounidenses, y cuyos ingredientes son: gambón a la plancha con cebolla morada, base de lechuga, crema cajún y cilantro. Para terminar, el que quizá sea la estrella de la casa, el reputado Miss Bolas, que con cierto aire berlinés esta compuesto por albóndigas guisadas en su propia salsa de tomate dulce tipo curry wurst, queso havarti y cebollita morada. A todo ello, hay que añadir que en Döggo son también unos verdaderos especialistas en cócteles, y en función de tu elección te recomendarán cuál de todos sus cócteles marida mejor con lo que has pedido, para que así te sientas como en tu casa.
Cuando procemos a probar la carta del restaurante, lo primero que se nos ofrece como entrantes, son las alitas de pollo estilo tai (marinadas durante 48 horas) y el hummus de tomate seco, que se acompaña con un pan de pita. Nos decantamos por esta segunda opción, y hay que decir que acertamos de pleno. Se nota que la elaboración es totalmente casera por su buen sabor, además viene acompañdo por un pan de pita que, —según nos explica Javier—lo traén desde Israel.
A la hora de decantarnos por qué döggo elegir, después de que nos explique Javier toda la oferta, nos acabamos decidiendo por probar el Pato Chun Lee. Se nos permite entrar en la cocina para que veamos como elaboran sus platos y podamos fotagrafiarlos. Allí el cocinero elabora con mucho mimo y cuidado el producto que luego probaremos.
El plato se presenta de una manera muy original, emplatado en unas bandejas de madera, viene acompañado de unas patatas fritas y una melosa ensalada de col. Le damos un primer bocado, y la boca se nos hace agua. El sabor es inigualable. Se nota que el pan es un brioche elaborado con masa madre, es esponjoso, pero no se rompe entre las manos. El interior del döggo es de una creatividad y de una inteligencia culinaria inaudita. El pato está muy bien cocinado, jugoso y sabroso, y el resto de los condimentos se mezclan de una manera única haciendote dar otro buen bocado a la delicia que tienes entre manos.