Eugenio llevaba cinco años pugnando por la custodia de su hija Olivia, de seis, con su expareja. Noemí, la madre, perdió la lucha judicial el pasado viernes. Este pasado lunes, la Policía Nacional entraba en su casa de Gijón, donde yacía junto al cadáver de la pequeña. El padre se trasladó rápidamente hasta el lugar del suceso y poco después lo dejaba claro: "Esto no va de hombres ni de mujeres, esto va de que no se le puede hacer esto a un niño, por Dios".
Este martes, Olivia era enterrada en Torrecaballeros, localidad segoviana de la que es oriunda su familia paterna y en la que se guardaban hasta cinco minutos de silencio. El objetivo, según el propio Eugenio, no era otro que "rendir homenaje a la 'pirata' (como se conocía a la pequeña) que enredaba por todos lados. Espero haberla ayudado todo lo que he podido en el poquito tiempo que he podido estar con ella".
Durante el homenaje, Eugenio hablaba de los últimos momentos compartidos con su hija. "Ayer me la comía a besos en el tanatorio de Oviedo. Le pusimos su unicornio, le pusimos su almohadita en las piernas, como le gustaba viajar", dijo.
[A Olivia, de 6 años, la mató su madre después de que el juez le diera la custodia a su padre]
El hombre, destrozado y con lágrimas en los ojos durante toda la jornada, atendía a posteriori a los medios de comunicación. En el programa de Y ahora Sonsoles respondía la pregunta cuya respuesta a todos les gustaría tener.
—¿Ha fallado algo en esta historia suya con la madre de su hija? ¿Ha fallado algo? ¿Se podría haber evitado? —cuestionaba Ónega.
—Sonsoles, es muy sencillo. Falla el sistema y fallan los prejuicios, eso es lo que falla. Y luego ya si le quitamos el sentido común y le metemos rencor, el cóctel es explosivo. Y al final lo paga una menor. Podría ser mi hija, pero podría ser cualquier otra hija. Lo que quiero ser es un padre raro, raro, y ser el último padre que entierre a su hija por un acto de este tipo de barbarie que no... Esto es una sinrazón. Ojalá sea el último padre que tiene que enterrar a sus hijos por este motivo y me pongan en una vitrina como algo raro y del pasado. Ese sería el mayor regalo que le podríamos hacer a Olivia.
El calvario judicial
Cinco años de calvario judicial ha sufrido Eugenio. El pasado viernes, recibía la que catalogaba como "mejor noticia de la vida". Su abogado, Daniel Labrador, le llamaba para comunicárselo: le habían dado la custodia de su hija.
Ese mismo día, Eugenio debía recoger del colegio a Olivia. Iban a pasar el puente juntos, pero la noticia trastrocaba todos los planes, ya que ahora el régimen de visitas no debía cumplirlo él, sino Noemí, la madre. Sin embargo, ella no contestaba al teléfono.
Según El Comercio, el padre entregó la resolución judicial en el colegio e informó de que Olivia no volvería al centro: volvía a Segovia con su padre y estaba todo hablado para que accediera al Claret.
La niña viajó a Segovia con su padre el viernes. La madre la recogió el sábado y volvió con ella a Gijón. Al día siguiente, Noemí mataría a su hija haciéndola tomar una gran cantidad de barbitúricos.
Fuentes cercanas al caso explicaron a El Comercio que el calvario judicial comenzó para Eugenio el mismo día que trasladó a su mujer su intención de divorciarse. Ella presentó una denuncia por violencia de género y él tuvo durante meses una orden de alejamiento. El caso acabó siendo sobreseído, pero ella se marchó a Gijón sin comunicárselo a nadie. Los juzgados le obligaron a devolver a su hija a su vida, pero volvió a mudarse a Gijón posteriormente. Al final, la custodia acabó siendo entregada al padre.
La familia paterna se plantea pedir la prisión permanente revisable para la madre de la menor. Tal y como afirmó el padre el pasado viernes, "una madre tiene que cuidar a la niña, no tiene que matarla, la niña se fiaba de ella porque era su madre...".