Hace una semana las calles de Torrecaballeros se inundaron de lágrimas. El recuerdo de Olivia, la niña de 6 años asesinada en Gijón presuntamente por su madre después de que un juez decidiese retirarle la custodia para devolvérsela a su exmarido, impregnaba de dolor un ambiente marcado por el desconcierto. Su padre, Eugenio, tuvo 28 procedimientos abiertos por presuntos malos tratos y una sentencia condenatoria por violencia de género datada de 2020 que le impidió que los juzgados le dieran la custodia de su hija. Él aseguró siempre que las denuncias fueron falsas. ¿Qué había fallado entonces en el sistema judicial –se preguntaban vecinos, familiares y amigos– para que todo desembocase en un fatal desenlace?
El suceso, jurídicamente complejo, ha reabierto el debate sobre la legislación del Código Penal en torno a la violencia de género. ¿Pudo una presunta filicida haber interpuesto numerosas denuncias manipuladas contra su marido? El padre de Olivia tenía casi una treintena de procesos judiciales abiertos. Sólo uno llegó a materializarse en condena, pero el propio juez reconoció que se basó únicamente en el testimonio de la presunta asesina y en un parte médico.
"En este caso existe una sentencia, así que hay que aceptarla, aunque seguro que más de un juez estará reflexionando qué se podría haber hecho distinto", asegura la abogada Helena Echeverri Aznar, cofundadora del despacho de abogados HM&A. Ella y su socia, Matilde Izquierdo Orcajo, son dos mujeres que se dedican mañana, tarde y noche a defender principalmente a hombres víctimas de potenciales denuncias falsas.
"Nuestro trabajo es estar del lado del más débil, y aquí siempre hemos tenido claro que, por encima de todo, los más débiles son los niños y los hombres heterosexuales, muchos de los cuales son víctimas inocentes de la rueda del sistema". Aunque ambas advierten de que no siempre defienden a varones que presuponen inocentes: por su despacho también han pasado mujeres víctimas de violencia de género, maltratadores y criminales convictos como Alfredo Galán, 'el asesino de la baraja', al que Echeverri defendió personalmente ante los tribunales.
Estas dos abogados –ellas mismas se refieren a sí mismas en masculino– saben que hablar de denuncias falsas es políticamente incorrecto y genera incomodidad en la sociedad. "Cuando trabajas con la violencia y defiendes tanto a mujeres como a hombres, ves que se ha dotado de muchos medios a las primeras pero que ellos están desprotegidos", afirma Matilde Izquierdo. "La mujer denuncia unos hechos y su declaración es suficiente como prueba. Así comenzó la idea de HM&A: de esa desigualdad, de que hay una ley que no trata como iguales a hombres y mujeres".
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Otro de los impulsos que tuvieron para erigir este despacho fue la aprobación de la Ley de Violencia de Género de 2004, propuesta por el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Según Echeverri, esta ley "trata de manera desigual a los iguales y perjudica a homosexuales, trans, binarios, queer y a todos, ya que en el mismo momento que uno llega a la comisaría es obligado a decir si su novio o novia le ha pegado, y en base a eso se deriva al investigado a un juzgado u a otro", lo que considera injusto.
Sin embargo, la constitucionalidad de esa ley fue ratificada ese mismo año por el Tribunal Constitucional. "Fue un gran disgusto personal y profesional, porque, a mi modo de ver, el TC separaba a hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales". Eso hizo, siempre según la versión de la abogada, que las denuncias falsas se dispararan. "El derecho se empezó a utilizar, cada vez más, de una manera perversa", asegura. "Empezaron a interponerse denuncias para evitar que la otra parte tuviese posibilidad de tener, por ejemplo, la custodia compartida".
"El uso del derecho se ha convertido en un abuso del derecho", asegura Elena Echeverri, abogada de HM&A
El debate es espinoso y las estadísticas oficiales compartidas por la Fiscalía y el Gobierno sugieren que la situación es la opuesta: las denuncias falsas son muy reducidas, pura anécdota utilizada de forma ideológica por grupúsculos reaccionarios que batallan contra el feminismo. Sin embargo, las dos abogados de HM&A consideran que la mayoría de los casos –"hasta un 90%– que llegan a su despacho proceden de personas que han sido víctimas de una legislación desigual que "cree más a la mujer que al hombre"..
El dilema de las denuncias falsas
Ambas especialistas aseguran que las cifras de denuncias falsas por violencia de género compartidas por la Fiscalía General del Estado –el organismo sostiene que sólo hay un 0,0015% de denuncias de este tipo– es errónea. Según ellas, no hay una cifra real porque no existen unos criterios de contabilización. Ese ínfimo porcentaje compartido por la Fiscalía sólo cuenta las denuncias como falsas cuando han llegado a los juzgados y han sido, primero, desestimadas o sobreseídas por falta de pruebas, y, segundo, han procedido a ser investigadas por falsedad. Finalmente, las denunciantes tienen que ser condenadas mediante sentencia firme, pero ese proceso de perseguir las denuncias falsas no es habitual. De ahí que sólo haya un 0,00015%.
Un ejemplo. En 2020 hubo 150.785 denuncias por violencia de género y ninguna se demostró que fuera falsa, pero eso no implica que algunas pudieran serlo después de haber sido archivadas o sobreseídas. "En este tipo de casos sólo cuentan las condenas en firme. ¿Qué pasa? Que cuando hay una denuncia que puede ser falsa los propios fiscales tienen instrucciones de no perseguir [a las mujeres]", argumenta Echeverri. Esa laxitud, según estas abogadas, "viene de arriba", ya que la Fiscalía es un órgano jerarquizado y muy "politizado" y algunos fiscales tienen "orden de no investigar".
Si el juez o el fiscal no deducen testimonio, es decir, si ante unas declaraciones contradictorias por parte de la persona denunciante no se abre un procedimiento de investigación por posible denuncia falsa, el caso queda archivado. El problema es que un hombre que ha sido denunciado por violencia de género y no ha sido condenado tampoco es exculpado. Simplemente se considera que no hay pruebas suficientes para condenarlo, pero sobre él nunca deja de pesar la sombra de la duda.
Matilde Izquierdo pone como ejemplo un caso que ahora mismo tiene entre manos: un cliente ha sumado ya 52 denuncias por violencia de género. "El otro día fuimos a por la 53", adelanta la jurista. "La mujer pedía una orden de protección, pero la juez, tras escuchar las declaraciones de ambos, no se la concedió. Claro, hay casos que se archivan sin pruebas, muchas veces con sobreseimientos provisionales. Hay que cambiar la Ley de Violencia de Género. El hombre ahora tiene que demostrar que no ha hecho algo, pero es la parte que acusa la que tendrías que demostrar que la otra es culpable".
Del "uso" al "abuso" del derecho
Helena Echeverri es tajante: "El uso del derecho se ha convertido en un abuso del derecho. Antes había mujeres indefensas ante auténticos monstruos que las golpeaban. Los típicos 'la maté porque era mía'. En este país la mujer ha sido casi propiedad del padre y del marido. Tenían que pedir autorización para sacar dinero del banco o salir del país. ¿Qué pasa? Que hemos pasado de un extremo a otro, y ahora se da pie a un abuso del derecho y de los recursos".
La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, es el punto de fricción entre los sectores progresistas más escorados hacia la izquierda –entre ellos el ministerio de Igualdad de Irene Montero– y quienes reclaman una mayor igualdad en la legislación y arguyen que, bajo las leyes vigentes, el hombre está desprotegido. "Nunca debemos negar la realidad de las mujeres maltratadas", asegura Echeverri, pero tampoco la "de los niños ni la de los hombres maltratados". Por eso exige una Ley de Violencia Intrafamiliar.
Aunque su compañera Matilde Izquierdo añade, y es un matiz importante, que el concepto 'intrafamiliar' no es una cuestión ideológica. Partidos como Vox han instrumentalizado este concepto con fines políticos. "No tenemos corrientes ideológicas. Yo no soy de Vox. Lo digo porque siempre me acusan de serlo cuando menciono la palabra 'intrafamiliar'. No, no, no. En absoluto. No comparto para nada sus ideas. Debemos dejar de hablar de política y mirar hacia el origen del problema y tener en cuenta todo los tipos de violencia que se pueden ejercer". Este debate, señalan, no debería verse como una lucha entre hombres y mujeres.
Caso extremo: expulsado en 24 horas
Helena Echeverri pone un ejemplo extremo de hasta qué punto las leyes de violencia de género pueden incurrir en la criminalización prematura de un hombre inocente: "Imagínate que tienes dos hijos, una casa y un perro", explica. "Si te denuncian por violencia de género te detienen, te llevan a comisaría, llaman a tu abogado particular o el Colegio de Abogados te designa uno del turno de oficio".
El juzgado de instrucción y el de violencia sobre la mujer tienen que decidir en ese momento si procede la puesta en libertad del detenido. Y, en caso de que quede en libertad, qué medidas se le imponen. Estas pueden ser medidas penales, como un auto de alejamiento y prohibición de comunicación, o medidas civiles, que se deciden en ese mismo momento por el juzgado de instrucción o el de violencia sobre la mujer. Estas son: atribución de guarda y custodia de los hijos menores a la madre; la pensión de alimentos, que debe abonar mensualmente el padr; la atribución del domicilio familiar a los menores y a la madre de los mismos y, en su casa, las visitas del progenitor paterno a los menores.
Sin embargo, con la reciente modificación del artículo 94 del Código Civil se especifica que si hay una denuncia por violencia de género, el hombre también pierde la posibilidad de realizar visitas a los hijos. "Por supuesto, a ti te han prohibido acercarte a tu casa con una orden de alejamiento y tú ya te has ido de tu hogar. Aunque vas a seguir pagando el alquiler y la hipoteca de tu casa, además de una pensión de alimentos para los hijos menores. Todo esto en 24 horas, al menos si piensan que lo que dice ella es verdad. El viernes te detienen y el sábado a mediodía sales de tu casa con una orden de alejamiento".
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Y continúa: "Si el caso sigue por el trámite de juicio rápido y te declaras inocente en el juzgado de violencia sobre la mujer y no quieres conformarte con la petición de condena del fiscal y del abogado de la mujer, te pueden juzgar en el juzgado de lo penal competente en 15 días, pero si se tramita por el procedimiento de diligencias previas y quieres demostrar que eres inocente, tienes pruebas y puedes demostrarlo, todo esto se puede demorar más. O la juez puede pedir un informe psicológico continuado porque no haya pruebas de agresión física, pero sí de maltrato psicológico, como insultos reiterados o vejaciones. Puedes estar 4 o 5 años pendiente de que se celebre tu juicio". Echeverri está relatando el caso de un hombre que llevaba 4 años en espera de juicio y que acaba de ser declarado inocente.
La abogada también narra el ejemplo de una mujer que ha interpuesto cinco denuncias contra su exmarido, otra contra el hermano de este por presuntos abusos sexuales a una niña de tres años, ha denunciado a la abuela paterna y a la mujer del tío paterno. "Todo con tal de limitar las visitas y que la familia del padre no pueda ver a la niña". Sin embargo, tras años en los tribunales, la juez ha archivado los casos y le ha dado la custodia al padre. "Yo me intenté querellar con ella por injurias y calumnias, pero si un juez dice que no hay denuncia falsa es casi imposible", advierte Echeverri.
No es un caso anecdótico. Existen denuncias por violencia de género que, tras no poder ser demostradas en juicio, vienen seguidas de otra por abusos sexuales de los padres hacia los hijos. "Sólo para intentar que el padre desaparezca de la vida de los niños", asegura la abogada.
Así lo explica a EL ESPAÑOL su compañero de oficio Jesús Lorenzo González, del despacho Aboga2, también centrado en casos de hombres maltratados: "Madrid, denuncia falsa contra un hombre. La juez lo archiva y él sale absuelto. ¿Qué hace ella? Pone otra denuncia. Como no funciona, el siguiente paso es lo que se llama silver bullet, la bala de plata: violencia sexual y maltrato infantil. El juez inmediatamente pone una orden de protección para evitar el contacto con el menor. Luego, cuando llega el procedimiento de divorcio, el juez de familia dice que como el padre no tiene contacto con la familia se queda sin custodia".
"Hemos recibido amenazas"
"Cuando haya sospechas de que un señor o una señora está mal de la cabeza, se le debe quitar la custodia, porque lo que hay que proteger por encima de todo es a los menores", matiza Helena Echeverri.
"Se está viendo que la madre, al igual que algunos padres, puede ser capaz de todo [...] También que existe habitualmente un trasfondo económico detrás. Hay mujeres que quieren mantener la custodia de los hijos para no perder la casa o tener una pensión de alimentos". Y recuerda que hace tan sólo unos días la Fiscalía de Asturias, en su Memoria de 2021, pedía la retirada de la reforma del Código Civil que prohíbe establecer un régimen de visitas para los padres investigados por maltrato ante el supuesto auge de denuncias falsas.
Las abogadas piden la reforma del Código Penal, del Código Civil y un pacto de Estado en el que los diferentes partidos políticos se pongan de acuerdo para abogar "por una igualdad real y no sectaria" y dejar atrás las diferencias y los intereses –"porque la violencia de género mueve muchísimo dinero"– para desarrollar una ley de violencia dioméstica "similar a la de Inglaterra". También piden "no demonizar al hombre heterosexual".
Luchar contra las denuncias falsas ha sido un camino pedregoso para Matilde y Helena. Han recibido presiones e insultos, incluso de sus compañeros abogados. "Mi socia y yo hemos sufrido amenazas por decir que los hombres también son maltratados". Sin embargo, ellas no desisten. Echeverri resume su filosofía con unas palabras similares a las que compartió con los medios Eugenio, el padre de la pequeña Olivia, la niña de seis años asesinada, presuntamente, por su madre: "Esto no va de hombres ni de mujeres, sino de buenas personas y malas personas. Porque la maldad, no debemos olvidarlo, no tiene género".