Comenzaron con La Gioconda de Leonardo da Vinci en el mes de mayo. Por aquel entonces, un visitante del Museo del Louvre, en silla de ruedas y completamente disfrazado, lanzó una tarta contra una de las obras de arte más reconocidas de la historia. Después continuaron con La primavera de Botticelli. En esta ocasión fue en el mes de julio y la acción corrió a cargo de tres activistas de Ultima Generazione que pegaron sus manos al lienzo.
Un mes más tarde, los miembros del mismo grupo volvieron a las andadas y colgaron una pancarta gigante en el Laocoonte y sus hijos en la que podía leerse de forma bien clara: "Ni gas ni carbón". Y así sucesivamente. Después vinieron Masacre en Corea, de Picasso, Los girasoles de Van Gogh y el mismísimo Monet. Todos ellos víctimas de una nueva fórmula de actuación por parte de activistas climáticos que buscan denunciar que el mundo no se está tomando con la seriedad que merece la seguridad del planeta.
Ahora, el activismo mundial ha dejado a un lado los museos y los cuadros y está buscado nuevos espacios para plasmar sus reivindicaciones. Este mismo sábado, catorce miembros del grupo 'Animal Rebellion' ocuparon el interior del restaurante de tres estrellas Michelin del chef Gordon Ramsay, en el barrio de Chelsea, en Londres. Como cualquier otro comensal, entraron al restaurante, se sentaron en mesas que estaban reservadas e hicieron una muestra de un "menú" con el que explicaban los costes ambientales que supone el hecho de consumir ciertos productos del restaurante.
Tras la acción, a todo el mundo le ronda por la cabeza la misma cuestión. ¿Se ha cansado el activismo de reivindicarse en museos y está buscando nuevos espacios para exigir justicia climática? Tal y como afirman desde el propio colectivo 'Futuro Vegetal', el movimiento climático atraviesa "un momento de pánico" ante la gestión que están haciendo las instituciones y grandes corporaciones en torno a la crisis que vive el mundo actual.
"Estamos todas las personas que participamos en él intentando rompernos la cabeza a ver si encontramos una forma en la que todas las protestas que hacemos tengan la máxima repercusión posible. Es razonable esperar que veamos de nuevo ocupaciones en este tipo de espacios y que llevemos la protesta a otros lugares donde normalmente no la vemos, como eventos deportivos o espacios culturales", explica Bilbo Bassaterra, portavoz de Futuro Vegetal. Por ello, tal y como él mismo afirma, durante este mismo año y el siguiente, la sociedad será testigo de una serie de actos reivindicativos donde nunca antes se habían realizado.
[Así es 'Futuro vegetal', el colectivo activista contra la ganadería pegado a 'Las Majas' de Goya]
Este martes 22 de noviembre, el emblemático Palacio de Congresos El Greco, en Toledo, acogerá la gala de la Guía Michelín España y Portugal 2023. En ella, se conocerán los nuevos restaurantes galardonados. La pregunta que todo el mundo se hacía hasta el momento era si, en esta ocasión, habría algún nuevo restaurante español que consiguiera la tercera estrella Michelín. De hecho, se espera que, tras dos temporadas consecutivas sin nuevos triestrellados, este año pueda sumarse algún restaurante más a la lista de los once establecimientos que cuentan ya con las tres estrellas.
Sin embargo, tras lo ocurrido en Londres con el chef Gordon Ramsay, la pregunta se cambia: ¿sería posible que el movimiento activista climático utilizase la gala como premisa perfecta para llevar a cabo acciones en este tipo de establecimientos?
'Futuro Vegetal' lo tiene claro. "Las acciones podrían llegar aquí a España. Es muy probable que haya un grupo de gente que vea que se ha hecho esto allí en Londres y lo quiera replicar en Madrid o cualquier otra ciudad", cuenta Bilbo en conversación con este periódico. Sin ir más lejos, el joven activista asegura que, no sólo correrían peligro los restaurantes, sino también otros espacios como grandes compañías de lujo.
Por ello, desde la organización apoyan la acción desarrollada por sus compañeros en la capital londinense y entienden los motivos. “El 1% más rico de la población mundial contamina más que el 50% más pobre. En términos de movimiento climático, son un objetivo a señalar. No solo por la desigualdad entre las personas, sino también por la forma en la que contribuyen de forma desigual al desarrollo de la crisis climática”, comenta.
La acción la califican como “justa” y, además, la entienden como un modo de poder visibilizar que la crisis climática está más relacionadas de lo que se piensa con la inseguridad alimentaria. “Expresaron la contradicción que es que se estén sirviendo menús o platos por 150 euros al mismo tiempo que hay muchísima gente que no tiene seguridad alimentaria. Es un poco grotesco pensar que haya restaurantes de lujo reservados a este tipo de público”, concluyen desde la organización.
Fueron precisamente dos miembros de su grupo quienes, hace apenas dos semanas, se pegaron a los marcos de los cuadros de ‘La maja desnuda’ y de ‘La maja vestida’ de Francisco de Goya en el Museo Nacional del Prado, en Madrid. En la acción, además de pegarse a los lienzos, realizaron grandes pintadas en las paredes del museo haciendo referencia al calentamiento global escribiendo con una brocha y pintura negra: "+1,5º".
Y también fueron ellos los autores de la acción realizada sobre una réplica de Tutankamón en el Museo Egipcio de Barcelona. En esta ocasión, otros dos activistas arrojaron líquido sobre la vitrina que custodia la momia, justo ocho días después de su intervención en El Prado. Además de utilizar el líquido, con el que trataron de simular petróleo, los jóvenes desplegaron una pancarta con el siguiente mensaje: "COPCA COLA +2.5º". Con aquel mensaje, tenían como principal objetivo hacer referencia a la cumbre COP27 que se ha celebrado en Egipto.
Su reivindicación les ha salido cara. Por el momento, los dos activistas están acusados de un delito de desobediencia a la autoridad, un delito de daños generales por la pintura en la pared y un delito de daños al Patrimonio por haberse pegado al cuadro. Además, hay otras dos personas, las dos periodistas, que también están acusadas de estos delitos. Según informan desde ‘Futuro Vegetal’, Vox y una asociación de artistas en defensa por el Patrimonio se han personado como denunciantes particulares en la causa.
El caso 'Ramsay'
Ocurrió el sábado alrededor de las 18:00 horas. Varios activistas de 'Animal Rebellion' entraron en el interior del restaurante de tres estrellas del chef Michelin de Gordon Ramsay, en el barrio de Chelsea, en Londres. Como si fueran unos comensales más, se sentaron en las mesas que estaban reservadas para los clientes asiduos al local.
Sin embargo, su intención no era la misma que la de las personas que se encontraban en aquel mismo momento en el restaurante de Ramsay. Sentados en las mesas, mostraron al público un menú con el que detallaban los costes ambientales que suponen el consumo de los platos de lujo que ofrecen en el interior del local.
Fue cuando el restaurante cerró sus puertas cuando los manifestantes abandonaron el local de forma pacífica por la puerta principal. Sin embargo, la situación no fue tan pacífica horas antes, cuando la policía londinense recibió una alerta por la presencia de un grupo de activistas que se negaban a abandonar el local.
"Entrar a la fuerza en un restaurante, molestar al personal que trabaja arduamente y arruinar la noche de los invitados que han esperado meses por sus reservas es increíblemente inapropiado", explicaron desde el restaurante.
Por medio de un comunicado, los activistas han asegurado que la acción tiene como principal objetivo hacer ver a la población la necesidad de un sistema alimentario basado en plantas. “Este restaurante es el ejemplo perfecto de la desigualdad que enfrentamos en el Reino Unido en este momento. Gordon Ramsay sirve alimentos que cuestan 155 dólares, mientras más de dos millones de personas dependen de los bancos de alimentos", añadió una de las activistas.
El grupo activista Animal Rebellion se define como "un movimiento de masas que utiliza la desobediencia para pedir un sistema alimentario justo y sostenible basado en plantas". Sus acciones han sido muy notables en los últimos meses, hasta el punto de que, hace apenas una semana, uno de los activistas fue detenido por acercarse David Attenborough en un restaurante con estrella Michelin.