Corría 1955 cuando un gallego llamado Ramón González decidió lanzarse a la aventura de emigrar. Se marchó lejos, a las Américas, para levantar un negocio con el que poder mantener a su familia en aquella época de posguerra. Lo hizo en Trujillo, una localidad a 600 kilómetros al oeste de Caracas (Venezuela), donde el buen hombre abrió una panadería llamada La Española. Este negocio, a fin de cuentas, sería “el motor económico” de los inicios de la bodega Ramón do Casar, la cual ha producido el mejor vino de España.
Un vino galardonado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), que le ha otorgado el reconocimiento al Mejor Vino en los Premios Alimentos de España de 2022. Se trata, concretamente, del vino Ramón do Casar Nobre, de la añada de 2020. “Para nosotros, es un orgullo que un vino blanco con D.O. Ribeiro esté en el top. Que los vinos gallegos vuelvan a ser reconocidos. Eso significa que vamos por el buen camino”, dice a EL ESPAÑOL Javier González Sabucedo, uno de los tres hermanos que dirigen la bodega a día de hoy.
Celebra, como era de esperar, que el departamento de Luis Planas haya premiado a su vino después de una época dorado en la que el Ribeiro Ramón do Casar Nobre ha conseguido reconocimientos en certámenes como el Challenge International du Vin, el Decanter, el Mundus Vini, el Bacchus, el Premio especial Vinofed, el VinEspaña y las Catas de Galicia. “Nos enorgullece que el vino haya sido reconocido por muchos jurados”, añade González Sabucedo. Aun así, probarlo esta Navidad no será fácil. Aunque cuesta 25 euros, las 5.000 botellas de la añada ya escasean y sólo se pueden conseguir en tiendas especializadas o en la web de la bodega.
Esta circunstancia, sin embargo, no nubla el reciente éxito obtenido por la familia González Sabucedo. Un éxito que era inimaginable cuando Ramón y Aúrea, los padres de Javier, se tuvieron que afincar a 7.000 kilómetros del municipio gallego de Castrelo de Miño, su hogar.
Fue en aquella Venezuela en blanco y negro donde nacerían los dos hermanos mayores de Javier, Ramón (1965) y Etelvino (1966) –los otros dueños de la bodega–, quienes pronto vendrían a la Galicia natal de sus padres.
Allí crecieron cuidados por sus abuelos y sus tíos, “estudiando la primaria y la secundaria”, mientras que Ramón y Aúrea trabajaban duro en Venezuela en la panadería para reunir algunos bolívares para convertirlos en las antiguas pesetas. “Pero mi padre siempre tenía la morriña por su tierra. Quería regresar y su sueño siempre había sido montar una bodega”, explica a este medio Javier (Orense, 1976), el menor de los hermanos.
Pan y vino
Aunque el refrán Con pan y vino se anda el camino es uno de los más populares de España, también sirve para resumir la vida de los González Sabucedo. Los padres, Ramón y Aúrea, regentaban la panadería La Española. Los hijos, Ramón hijo y Etelvino, permanecían en Galicia. Hasta que rozaron la veintena.
“En 1985 mi padre decidió jubilarse de la panadería con 50 años y mis hermanos recogieron el testigo de la panadería de Venezuela”, recuerda Javier. La misma panadería que le había permitido a Ramón padre ahorrar un dinero “para comprar, junto a sus cuñados, unas 12 ó 13 hectáreas de terrenos en Orense”, cuenta su hijo. Esos mismos terrenos, poco a poco, fueron pasando a las manos de Ramón, quien, cuando podía, iba adquiriendo a sus familiares el resto de hectáreas.
Y, para ello, la panadería venezolana seguía siendo fundamental, seguía siendo “el motor económico” que permitía a los González Sabucedo adquirir esos terrenos gallegos. Como si el pan financiara al futuro vino. Como si con el pan se comprara el vino para seguir haciendo el camino. El camino de los González Sabucedo.
El siguiente hito fue cuando, en el año 2000, con Ramón hijo y Etelvino “yendo y viniendo de Venezuela” y Javier afincado en España, los tres hermanos montaron ya los viñedos. “Entonces sólo producíamos uvas para venderlas a las bodegas cercanas de la D. O. Ribeiro para hacer sus vinos. Nosotros no elaborábamos vino y así estuvimos durante 13 años, desarrollando los viñedos y las uvas”, revela el menor de los González Sabucedo. La panadería, así, había dejado ya de ser el motor económico de la familia que centró ya todos sus esfuerzos en el mundo vitivinícola.
El nacimiento de la bodega
Y llegó el momento. El momento en el que Ramón González padre vería cómo sus hijos habían cumplido su sueño: tener una bodega. Ramón hijo, Etelvino y Javier, que había dejado su puesto como ingeniero industrial por apostarlo todo por el proyecto, abrieron la bodega Ramón do Casar en 2013.
Una bodega ubicada en el borde noroccidental de la provincia de Orense, en las confluencias de los valles formados por los ríos Miño, Avia y Arnoia. Ésta tiene la capacidad de producir, en la actualidad, 223.700 botellas y facturar anualmente alrededor de un millón y medio de euros, aunque esperan llegar “en los próximos tres o cuatro años a las 300.000”, lo que les haría facturar más.
Los vinos de esta bodega, por regla general, emanan de las uvas que cultiva la familia en cada una de sus 25 hectáreas. “Cada año, procuramos comprar algún terreno y crecer un poquito”, dice Javier a este diario. Y, en menos de 10 años, ese crecimiento ha llevado a la bodega de tener tres trabajadores a tener nueve en plantilla más un enólogo. Eso sí, en época de vendimia la cifra de empleados puede ascender hasta los 50.
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El mejor vino de España
Todos ellos son necesarios para la producción de los vinos de Ramón do Casar. Todos ellos han sido fundamentales en el largo camino de la familia González Sabucedo hasta obtener el Ramón do Casar Nobre 2020, el mejor vino de España. “Un vino que fue creado en homenaje a mi padre, que falleció en 2015. De hecho, la tipografía de la palabra Nobre de la etiqueta es la que usaba mi padre. Extrajimos su letra de varios textos y es como si él mismo hubiese escrito esas cinco letras”, explica Javier.
Este vino, de hecho, no ha sido premiado por casualidad. Los expertos del MAPA han dicho de él que “sensorialmente destaca su aspecto limpio y brillante con un color amarillo limón con destellos oliváceos”. Además, “cuenta con alta intensidad aromática donde se entremezclan aromas de ligera crianza (nuez moscada, clavo, mantequilla) con sutiles recuerdos de fruta madura. En boca es persistente, con buena estructura y con perfecto equilibrio entre untuosidad y frescura”.
Una grata calificación para un vino blanco de crianza envejecido en barrica de roble francés durante tres meses elaborado con uva Treixadura. Este vino, además, “rinde homenaje a los vinos de antaño producidos en pequeñas bodegas de la zona que eran conservados en barricas de roble o castaño gallego, proporcionándoles unas características únicas”, sentencia el Ministerio. Un vino del que se sienten “orgullosos” los González Sabucedo.
–Javier, ¿le gustaría que la siguiente generación de su familia, hijos o sobrinos, continuara con el legado de esta bodega?
–La bodega es demasiado joven para vaticinar nada, y más en estos tiempos tan cambiantes. Pensar ahora en eso puede ser en vano. Cuando mis hermanos y yo cogimos el negocio teníamos arraigo a nuestro pueblo, pero mis hijos y sobrinas no lo tienen tanto. Comprendería que buscaran otras alternativas. Si les gustara continuar sería genial, pero de momento son demasiado jóvenes.