Somos un país de tradiciones y eso, cuando llegan las fiestas navideñas, se demuestra con creces. No hay diciembre sin turrón, que vuelve a nuestras casas por Navidad y desaparece de los lineales el resto del año. Una presencia corta la de este manjar que, a pesar de subir su precio entre un 5 y un 15% estas navidades, se prevé que aumente sus ventas hasta un 6%.
Su origen, aunque no está del todo claro, se remonta a los árabes, quienes habrían llevado su producción a España e Italia durante el siglo XV, sobre todo a Jijona y Alicante, donde actualmente se concentra la mayor parte de la producción turronera de nuestro país. Diferentes empresas familiares que han pasado de generación en generación son las encargadas de elaborar este producto. La más antigua: Confectionary Holding, dueña de marcas tan conocidas como El Lobo, 1880, Clair de Lune, Imperial Toledana, Memorable y Museo del Turrón.
Casi 11 generaciones después han sabido mantenerse e innovar, con una previsión de producción para este año de tres millones y medio y de 34 millones de facturación. Así lo relata a EL ESPAÑOL José Manuel Sirvent, actual presidente de la empresa, y que forma parte de la décima generación.
Su hija Isabel y su sobrina Beatriz son de la posterior y se encargan de la gestión del negocio, siendo la primera vez que dos mujeres de la familia se encuentran en esta situación. Lo llevan en la sangre: “Yo nací y me crié en una fábrica de turrón y además llevo 30 años dedicado a la gestión de la empresa”, detalla a este diario José, que además es presidente de la Asociación de Fabricantes de Turrón, Derivados y Chocolates de la Comunidad Valenciana.
Al turrón
1725 es el año al que se remontan los orígenes de este grupo turronero, “cuando Lorenzo Sirvent y su hijo eran agricultores y se empiezan a dar cuenta de que la producción de los almendros que tenían no era suficiente para sostener las necesidades familiares”. Es entonces cuando empiezan a comercializar con este dulce que tenía tanta tradición en Jijona y que esta Navidad prevé facturar 300 millones de euros.
Cuando le tocó el turno a la generación de José Manuel, eran tres hermanos: “Por desgracia, mi hermano falleció muy joven en un accidente de tráfico y mi hermana estuvo un tiempo con nosotros en la empresa, pero actualmente ya no tiene participación”. El fallecido era el padre de Beatriz, que no llegó a conocer a su progenitor, y que ahora se encarga del departamento de marketing del negocio. A partir de entonces, la familia decidió elaborar un protocolo familiar que regulaba la transmisión de la empresa de generación en generación.
Pero a pesar de las instrucciones o reglas, para Sirvent la clave es la educación. “Hay que tener formadas a las siguientes generaciones, que tengan amor por el producto y que sea algo un poco pasional, porque si no, si es como una obligación, es muy difícil que eso llegue a buen puerto. Si no estás formado en capacidades y valores, es difícil que funcione bien. Los sacrificios de las empresas tienen que ir relacionados con valores humanos, porque esto no es un tema puramente económico”.
Y para ellos, no hay más clave que esta, dando por hecho la del trabajo y el sacrificio. “En casa decimos que para nosotros, la clave ha sido 95% traspiración y el resto inspiración. Es decir, la transpiración es sudar, sudar y sudar y trabajar, trabajar, trabajar. Y por supuesto, la constancia”.
EL concepto de familia también se extrapola al resto de trabajadores de la empresa. “Hay un equipo muy bueno, siempre lo resalto”, señala Sirvent. Y es que existen trabajadores que vienen de cuatro o cinco generaciones anteriores, “por eso cuando digo lo de familia, es que somos una familia de verdad, y el objetivo no es solo económico, sino que los valores humanos son muy importantes para que los proyectos salgan adelante”.
La receta sigue siendo la misma
Existen escritos de 1582 en los que se detalla que en la zona de Alicante se pagaba el salario de los trabajadores con dinero y un “arroba de turrones”, por lo que la asociación del dulce con las fiestas navideñas podría venir de estos hechos. La receta, desde entonces, si es de Jijona o Alicante, sigue siendo la misma para los Sirvent, y además está protegida. Xixona es una EGT (Indicación geográfica protegida), y eso, según nos explica José Manuel, “no solo protege la calidad de las materias primas, sino el neto de fabricación e incluso algunas de las máquinas que están sujetas a esa denominación de origen”.
Los ingredientes son simples: almendra, miel y azúcar, y los procesos, los artesanales con los que comenzaron los primeros Sirvent. “Usamos El Boixet, que es una especie de emulsionador que dota al turrón de jijona de esa cremosidad, y eso también está certificado. Hay otras maneras de elaborarlo, claro, y hay otros turrones que no están protegidos que no lo usan, pero nosotros mantenemos ese estándar también en los métodos de producción”. Además, cuentan con un maestro turronero, “una figura clave para nuestra empresa” y que José nos asegura que no va a desaparecer.
A pesar de la subida de costes, “sobre todo en energía y gas, que ha sido tremendo”, en los turrones que elaboran no se ha modificado ni un solo gramo, ni tampoco se han sustituido ingredientes. “Normalmente, las empresas que tienen marca y una reputación que sostener, eso no lo hacen. Lo que sí pasa con algunas, y que nosotros no hemos hecho, es bajar el peso, es decir, sigo vendiendo al mismo precio que tenía el año pasado pero, en vez de ofrecer 250 gramos de turrón, ofrezco 200 gramos”.
Pero la conservación de los estándares no se lo está poniendo nada fácil a una empresa cuyos métodos de fabricación se basan en el vapor: “Está siendo muy difícil, hemos aquilatado los costes todo lo que podemos, subiendo el mínimo posible, porque sabemos que tenemos un consumidor español que tiene una situación más compleja y que aun así, necesitamos llegar a él”. Entonces, ¿vamos a dejar de comer turrón una vez al año porque no nos lo podemos permitir?
La respuesta de José Manuel es un no rotundo: “De hecho, creo que vamos a ir a más, ahí están los resultados del crecimiento del 6% de esta Navidad. El consumidor aprecia la calidad de un buen producto para una vez al año. Si el consumo fuera de forma continuada probablemente no sería sostenible, pero creo que las personas a lo mejor consumen algo menos pero de mayor calidad, es decir, si tenemos que elegir comprarnos seis barras de turrón, igual compramos cinco, pero que sean buenas”.
El turrón más caro del mundo
Tengas la edad que tengas, te sonará el jingle de “El Lobo… ¡Qué gran turrón!” o “1880: el turrón más caro del mundo”. El primero, valga la redundancia, supuso el primer registro sonoro de marca a nivel europeo y el segundo, y al contrario de lo que vende, no es el que tiene el precio más elevado, pero sí que cuenta con una historia. “1880 es el año en el que se escribe la receta, pero realmente es un turrón que no se comercializa hasta 1939, puesto que antes era una receta que solo se utilizaba para regalar a la familia y a los empleados de la casa, algo especial para cuando ya se había elaborado todo lo demás. Pero cuando se decide comercializarlo, hacen el escandallo de costes y se dan cuenta de que los ingredientes son carísimos y dijeron: “¿Pero esto quién lo va a comprar si es el turrón más caro del mundo?”. Y se quedó con ese eslogan, en una época muy difícil, además”.
A partir de ahí, la innovación ha sido clave para renovarse. Acaban de recibir el Premio a Producto del año en la 23 edición del Gram Premio a la innovación por El Lobo: Turrón de Jijona con un 39% menos de azúcar y Turrón de Alicante con un 37% menos de azúcar.
“Nos vamos adaptando a las necesidades del consumidor, que va cambiando conforme pasa el tiempo.También hemos hecho alianzas determinadas con marcas como Puerto de Indias con 1880, elaborando un turrón de ginebra. Entendemos que somos proveedores globales de Navidad, podemos hacer grageas de chocolate, mazapanes, turrones, chocolates, pralinés…Pero todo está orientado a dar una atención a nuestro cliente que demanda producto de Navidad artesano, bueno y de calidad”.
Y eso pasa, inevitablemente, por mantener la receta a consta de toda novedad. “En las recetas no somos flexibles porque tenemos un sistema también de forma de pensar que no podemos cambiar, podemos hacer un producto nuevo pero nuestros estándares de calidad son altos, no hacemos productos de innovación para calidades que no sean supremas”.
Exportar la Navidad
Como para cualquier empresa turronera, los meses de producción más importantes son los del tercer trimestre. Al menos, para España, porque para el resto de países la burbuja del turrón dura todo el año, tal y como cuenta a este diario Sirvent. “Exportamos a más de 50 países, y aunque los más importantes son Estados Unidos y Latinoamérica, cada vez tenemos más demanda fuera de España, por lo que eso ayuda a que podamos mantener de forma ortodoxa la calidad, y podamos ser flexibles a la hora de presentarlo”.
Son conscientes de que son productores de “Navidad y tradición navideña” y su fabricación este año ha superado todas las expectativas como señalábamos. “La exportación ha superado todos los cálculos, estábamos siendo cautos pensando que cerraríamos el año en 30 millones de facturación, pero ya lo hemos sobrepasado y creo que estaremos en 34”. Aun así, recalca lo cautos que son con las estimaciones “como todas las familias que hacen en una fábrica de turrón y conocen el valor del esfuerzo”.