"Nos pusieron a dos chicas enfrente la una de la otra y nos hicieron pegarnos bofetadas, hostias en la cara, primero una y luego otra hasta que nos dijeran basta. Yo recuerdo que empecé pegando una bofetada floja, y la directora me gritó en la oreja: "¡Fuerte!". Entonces tuve que pegarle hostias con todas mis fuerzas a mi compañera, y ella a mí, sin que pudiéramos apartar la cara ni hacer ningún gesto de dolor; tenías que aguantar firme. No recuerdo cuánto duró aquello, solo sé que cuando llevaba cuatro bofetadas tenía la cara dormida, ya no sentía nada". Es el testimonio de Ana (nombre ficticio), una española que pasó diez años en Nueva Acrópolis (NA), y que relata a EL ESPAÑOL pormenorizadamente su paso por la que está considerada como una peligrosa secta de carácter internacional.
La de las bofetadas es una de las pruebas que tuvo que superar para entrar a forma parte de las llamadas Fuerzas Vivas, el círculo interno y más peligroso de la organización. Pero vayamos al principio.
En su página web, Nueva Acrópolis se define como una "Organización Internacional que propone un ideal de valores permanentes para contribuir a la evolución individual y colectiva, a través de sus líneas de acción en filosofía, cultura y voluntariado". Refiere que tienen presencia en 50 países de los cinco continentes, por los cuales tiene desplegados a sus más de 15.000 voluntarios. Se definen como una asociación sin ánimo de lucro, con sede en Bruselas, y en España están en 20 ciudades.
Fundada en 1957 en Buenos Aires (Argentina) por Jorge Ángel Livraga Rizzi, a nuestro país llegó en 1973 de la mano de Delia Steinberg Guzmán, que de 1992 a 2020 fue la directora internacional de la organización. Su premisa siempre ha sido la siguiente: "La aplicación del conocimiento trae como consecuencia un individuo mejor, capaz, por consiguiente, de construir un mundo mejor".
Con miras a lograr esta aspiración, en apariencia pura y elevada, en los centros de Nueva Acrópolis repartidos por toda la geografía española se realizan innumerables cursos de lo que llaman Filosofía para la Vida, así como semanas temáticas con la misma nomenclatura. En las fotos de su página web y de sus redes sociales puede apreciarse a decenas de participantes de estas actividades que posan sonrientes ante las cámaras.
Sin embargo, en 1995 la Asamblea Nacional Francesa señaló a Nueva Acrópolis como una "secta destructiva". A partir de entonces, varias instituciones y también gobiernos regionales han resuelto disolver cualquier conexión con la organización. Además, en el año 2005 la UNESCO ordenó a NA la retirada de cualquiera de sus emblemas de todas las publicaciones que utilizan para promocionarse.
La historia de Ana
Los mencionados cursos de entrada a la organización fueron el reclamo por el que Ana se acercó a la sede de Nueva Acrópolis de su ciudad natal, situada en una provincia del norte de España: "Yo los conocí por una de las actividades externas que tienen, una conferencia de un psiquiatra suizo, Carl Gustav Jung. Al salir me informaron de que también hacían cursos de filosofía y me pareció interesante porque me gustaban esos temas. Además tenía 19 años, parecían majos y pensé incluso que era un buen sitio para conocer gente".
Tras el primer contacto, Ana empezó a frecuentar la sede de Nueva Acrópolis en su ciudad. Al principio, recuerda, todo fue muy poco a poco: "Me dijeron que todos eran voluntarios, que los profesores lo hacían por vocación, y por eso te ves en la obligación moral de colaborar de algún modo. Entonces empiezas haciendo alguna cosa de voluntariado, o limpiando".
Lentamente, se fue implicando más y teniendo mayor relación con el resto de voluntarios, que le hacían sentir feliz. En el argot de las sectas a esta práctica se la conoce como bombardeo de amor: "Al principio te tratan maravillosamente, yo tenía 19 años y ves gente adulta que se preocupa por ti, que se muestra amable para escucharte, ayudarte, y eso también te engancha. Los ves como maestros o hermanos mayores que están ahí para cuidarte: de personas así no te puedes esperar nada malo. Pero cuando entras en el círculo interno entras en contacto con los directores de tu sede, y los que te dan las primeras clases se alejan: llega el entrenamiento duro y se acaban las sonrisas".
Ana tardó un año en tener acceso a lo que llaman "el círculo interno", y reconoce que fue poco tiempo para lo que se estila actualmente en la organización, que se muestra más cauta a la hora de introducir nuevos miembros "para protegerse de las críticas recientes". Con esta última afirmación, la exadepta se refiere a la creación de un blog por parte de otros exmiembros de Nueva Acrópolis, en el que reúnen testimonios e información contra la organización de la que formaron parte.
Ana, como ellos, también ha decidido alzar la voz "para que la gente entienda lo que pasa en Nueva Acrópolis y lo que pasa en otras sectas". Dice que siente "cierto miedo" porque "NA no deja de ser un grupo paramilitar", pero aun así da el paso yrelata cómo fue su rito de iniciación.
Los ritos iniciáticos
"Por una parte están las pruebas de campo. A mí por ejemplo me taparon los ojos, me subieron a un coche, me llevaron a la montaña y allí tuve que desnudarme y entrar en un río helado, en pleno invierno. Me dijeron ‘quítese toda la ropa’, y yo pregunté si la ropa interior también, a lo que me contestaron: ‘Todo’. Tuve que entrar en una cascada que tenía hasta escarcha y permanecer allí metida hasta el cuello hasta que me dijeron que saliera. Al salir me ayudaron a vestir y me dieron una infusión caliente porque si no cogía una hipotermia".
Aterida como estaba, Ana fue vendada de nuevo. La feroz prueba no había terminado: "Me volvieron a tapar los ojos y empezaron a empujarme, a insultarme y a zarandearme entre varias personas. Luego me hicieron cogerme a una cuerda y me ordenaron que la siguiera con total confianza aunque llevara los ojos cerrados, tenía que seguirla sin dudar. Como si te tiran por un precipicio".
A pesar de la extrema dureza, Ana siguió al pie de la letra todos los mandatos. También permaneció durante "una hora o dos" sentada a oscuras en el bosque. Y, finalmente, su obediencia fue recompensada: "Ya vinieron a por mí y me metieron en una cueva que habían adornado con luces, estaban todas en fila y yo tenía que pasar por medio; luego hicimos una oración a Isis. Después acababa todo y la gente me abrazaba y me decían ‘cómo me ha costado tener que empujarte e insultarte’. Todo había pasado, comíamos juntos y te daban la bienvenida a la hermandad. Tú te sentías como ¡dios mío, qué mal lo he pasado!, pero ahora formo parte de un grupo".
"Esto es lo que la gente no entiende, a veces relatas cosas muy traumáticas, pero lo vives como que lo hacen por tu bien, que te están cuidando aunque te estén pegando. Pasas mucho miedo, sientes hasta parálisis, pero tú lo estás asociando a algo bueno", dice con la claridad que le otorga llevar seis años alejada de la organización.
La prueba de las bofetadas descrita al principio de este reportaje también formaba parte de este singular ritual. El propósito de todas estas experiencias era siempre el mismo: que los aspirantes a formar parte del círculo interno de Nueva Acrópolis aprendieran convenientemente a dominar sus emociones.
"Te dicen que no hay que hacer caso a las emociones porque son lo que llaman el astral, y es parte de la personalidad inferior. Dicen lo mismo de la mente, que es el kama manas, considerada la mente materialista donde surgen las dudas. Te insisten en que nunca hay que escuchar a esa mente que hace juicios y tiene dudas y que solo hay que hacer caso a lo que llaman la tríada espiritual, la parte más intuitiva, la capaz de captar los grandes ideales y valores, como la generosidad o el amor".
Simbología nazi
Una vez superadas las "pruebas de campo", Ana fue investida oficialmente como miembro de las Fuerzas Vivas durante una ceremonia en la que afirma que tuvo que recitar el siguiente juramento de adhesión: "Ante el Aguila Solar, ante el Estandarte del Cuerpo de Brigadas Femeninas, ante el Fuego Sagrado, ante mi alma inmortal y la de mis compañeros en la búsqueda de la sabiduría; yo, conocida hoy como Ana, me comprometo a servir con lealtad y eficacia como miembro integrante del Cuerpo de las Brigadas Femeninas, y si así no lo hiciere que mi alma, el destino, mi Jefe de Fuerzas Vivas y mi Mando Nacional me lo demanden. ¡Ave!". Esa última interjección, aclara la exmiembro, es el grito a modo de saludo que la organización realiza siempre con el brazo en alto, al estilo del nazismo.
Y son más los puntos en común de toda la parafernalia de Nueva Acrópolis respecto a la doctrina totalitaria alemana: "Dentro del círculo interno hay tres cuerpos: el de seguridad, que también llaman camisas negras porque llevan esta prenda y un brazalete rojo con un rayo, muy parecido al de las SS nazis; las brigadas masculinas, que son camisas pardas; y las brigadas femeninas, que vestimos con una falda azul marino, una camisa blanca, pañuelo azul y zapatos negros. Y para las ceremonias además llevábamos una capa azul".
Los roles de unos y otros están plenamente definidos: "Las brigadas femeninas se encargan de la belleza, de poner amor en todas las cosas, de atender a las personas… Ahora también hay hombres que se dedican a las Relaciones Públicas, pero al principio solo había mujeres", cuenta Ana.
En conversación con Luis Santamaría, investigador de la Red Iberoamericana del Estudio de las Sectas (RIES), este aclara a EL ESPAÑOL por qué la organización Nueva Acrópolis comparte con el nazismo tanta simbología: "NA bebe de la sociedad teosófica, la organización esotérica más importante del siglo XIX. De ella han nacido muchas sectas, como los Gnósticos. Y el nazismo también bebió de la teosofía, de esa fuente común, a la hora de desarrollar la parafernalia, el simbolismo y esa idea de algo oculto que solo conocen unos pocos elegidos".
Es por eso que, tal como aclara el investigador, los miembros de la organización citada se consideran a sí mismos "una especie de aristocracia espiritual e intelectual" capacitada para "llevar al mundo a una situación mejor, de más claridad y conocimiento". Eso sí, "siempre desde arriba, desde ese creerse por encima de los demás". Su reflexión concuerda con la definición que la propia asociación realiza en su página web: "En la Antigua Grecia, la Acrópolis designaba la parte más elevada de la ciudad. Allí se establecía el contacto entre lo visible y lo invisible. Se trata de un lugar simbólico para nuestra imaginación, que sugiere ascender hacia lo más elevado de uno mismo".
Dinero y supuesta ausencia de lucro
Al respecto de lo económico, la exmiembro de Nueva Acrópolis recuerda que pertenecer al grupo no era algo gratuito: "La cuota no era muy alta, de unos 50 euros más o menos al mes, pero no solo pagas eso, porque cada X tiempo tienes que dar otras cuotas: la cuota de Fuerza Viva, la cuota para pagar la casa de Chinchilla (Albacete) donde se hacen las ceremonias, la cuota para celebrar los aniversarios… Y además estás continuamente trabajando. Yo iba de lunes a sábado y a veces los domingos y hacía de todo: desde limpiar a comprar una vez a la semana bocadillos para venderlos allí, aunque luego eran ellos los que se quedaban con el dinero de su venta. También me he dedicado mucho a las redes sociales, a la página web, a las bases de datos con instituciones… Era una actividad constante".
Con el dinero que la organización recaudaba y según los documentos recabados por exmiembros de la misma, se sustentaba a varios dirigentes nacionales e internacionales. Eso, a pesar de proclamarse como una asociación sin ánimo de lucro.
Para poder mantener la doble vida que durante una década entera llevó, Ana trabajaba exclusivamente en horario de mañana y consagraba el resto de su tiempo a la organización: "Trabajaba de administrativa, y allí te insinúan que no es importante desarrollar una profesión, también están con el tema de no tener hijos, no perder tiempo con relaciones familiares… Toda la gente que está en NA tiene incorporado ese esquema: dedicarlo casi todo a la organización". Como la mayoría de sus compañeros, Ana se alejó progresivamente de sus amigos y familiares hasta perder por completo el contacto con cualquier persona que no formara parte del grupo.
Caída psicológica
El desarraigo progresivo de cualquier otra realidad terminó pasándole factura, y esta fue de un precio muy alto: "Me sentía tan mal internamente que llegó un punto en que sentía que no valía nada. Era consciente de que había recibido maltrato psicológico por parte de los directores, pero pensé que era cosa de esos directores en concreto; fue al cabo de los años cuando me di cuenta de que era algo sistematizado en la organización, este tipo de maltrato era el que se hace a cualquier persona del círculo interno que se muestre un poco rebelde".
Y Ana lo era, pues cuestionaba algunos procedimientos y en ocasiones demostraba "un cierto orgullo". Por ejemplo, le parecía abusivo tener que entregar, cada dos meses, un informe pormenorizado en el que debía explicar toda su vida interior: "Había que contar cómo llevabas el instinto sexual, si te habías dejado llevar por la pereza, por la gula, si habías cumplido con el regalo que debes hacer mensualmente a tu sede…".
Ante el estado de ánimo que Ana mostraba, los dirigentes tomaron una resolución: debía acudir a Madrid a ser tratada por Antonio Alzina, el que fuera director de Nueva Acrópolis en España y también de su instituto Sherapis de Nueva Medicina: "Este hombre me diagnosticó agujeros energéticos que tenía que tratarme con laserterapia, que era una técnica que me hacían dentro de la propia Nueva Acrópolis. Cuando ellos te veían mal por alguna razón, te mandaban a Madrid y te trataba este Antonio Alzina que te daba este tipo de diagnósticos y tratamientos. Es decir, ellos te generaban el daño psicólogico y a la vez te hacían el diagnóstico. Era para volverse absolutamente loco".
Universitas, su universidad online
Buceando en Internet encontramos el nombre de Antonio Alzina, ahora asociado a Universitas, una supuesta universidad que Nueva Acrópolis ha abierto recientemente en nuestro país. En el claustro figura su nombre bajo el cargo de Responsable del Área de Estudios para la Salud. Como director general del centro figura Juan Manuel de Faramiñán Gilbert, y María Dolores Fernández-Fígares Romero de la Cruz es la coordinadora. Ambos son marido y mujer y ostentan cargos de gran importancia en la organización, tal y como informan a EL ESPAÑOL exmiembros de la misma. Así, Faramiñán es el denominado Guardián de los Sellos y dirige también un centro de abogados de NA, que es su centro jurídico. María Dolores, por su parte, es la directora internacional de comunicación.
En su página web, Universitas define así su propuesta académica: "Nos inspiramos en las iniciativas que se produjeron en la llamada Antigüedad tardía para transmitir y recoger los diferentes legados de la sabiduría grecolatina y de oriente que desembocaron en las universidades de la Edad Media. Universitas Estudios Generales es una propuesta académica, avalada por la Organización Interna de Nueva Acrópolis". Entre los cursos ofertados, correspondientes a un amplio abanico de disciplinas, puede encontrarse uno de Gestión de conflictos y comunicación no violenta, otro de Economía global en el tercer milenio o el de Estética aplicada a la fotografía de calle.
En opinión de Ana, el cometido de esta suerte de universidad es triple: por un lado, "les sirve como lavado de imagen", dice, al igual que otras actividades que realizan durante el año, como las llamadas Olimpiadas del voluntariado. "Y también para captar a miembros de una manera muy directa, además de para ganar dinero". Aunque el dominio de internet correspondiente a Universitas se creó el pasado diciembre, los exmiembros de la organización creen que lleva funcionando "cuatro meses a lo sumo".
Versión de Nueva Acrópolis
EL ESPAÑOL, tras solicitar una entrevista con algún miembro de Nueva Acrópolis con el que poder contrastar la información recibida, mantuvo una conversación con María Dolores Fernández-Fígares, la coordinadora de comunicación de la organización y coordinadora académica de Universitas. En un primer momento arguyó que ella simplemente colaboraba con la organización y que no había encontrado a ningún dirigente disponible. Después accedió a responder a nuestras preguntas:
—¿Tú querías hablar de NA como secta?
—Quería contrastar con ustedes algunas informaciones de personas que consideran que detrás de NA hay una secta.
—Pero, mira, escúchame una cosa. Tenemos página web por todos lados, internacional, nacional… Ahí están los hechos de NA para que mires y deduzcas si somos una secta. Si estamos todo el día haciendo cosas, ¿qué tiempo tenemos para tapar? Hay una especie de fantasmagoría detrás de NA, pero detrás no hay nada. ¡Si está todo ya en Internet!
—Ya, bueno, como mi trabajo no es deducir, lo que quiero es trasladarles en concreto un testimonio al que he tenido acceso para que ustedes me digan si consideran que es cierto o no. Una persona denuncia que sufrió pruebas físicas de gran dureza para acceder al círculo interno.
—No sé a qué le llamará pruebas físicas, pero de eso en la cantidad de años que yo llevo participando en NA te juro que nunca he visto cosa así. Y lo sabría, porque estas cosas los primeros que lo saben son los de dentro.
—¿No es cierto que sea necesario entrar a un río helado para formar parte del círculo interno de NA?
—(Ríe) ¿A un río helado? Eso no es cierto, no.
—¿Existen las Fuerzas Vivas?
—Sí, ¿y qué problema hay? No se oculta, son gente más identificada con la idea y tienen muchas cargas de funcionamiento. En una asociación tan grande como esta, que está en 60 países, necesitas gente que apoye, pero todo es voluntariado. Eso lo hace gente que quiere.
—¿Y cuál es el cometido de las Fuerzas Vivas?
—Recibir una instrucción con más continuidad, y se encargan de mil cosas que hacen falta. Gente que está para ayudar. Por ejemplo, si queremos hacer una limpieza ecológica están liderando eso como monitores, o cualquier otra actividad. Gente que tiene más tiempo o más interés, como pasa en todas las asociaciones, no hay nada fantasmagórico.
—¿Cuál es la indumentaria que visten los integrantes de estas Fuerzas Vivas? ¿Tiene que ver con la simbología nazi?
—No, no, en absoluto, no tiene que ver con la simbología nazi porque tampoco tienen una indumentaria. Si hay una actividad, una conferencia o congreso, se ponen un distintivo, como una credencial, para que se sepa que son de la sede. O una camiseta. Nada más.
—¿Existen los llamados Camisas negras y Camisas pardas?
—¿Camisas negras y camisas pardas? ¿Eso qué es? (Ríe). Los principios de NA no tienen nada que ver con el nazismo. Abrimos a todo tipo de personas, no le preguntamos a nadie de dónde viene, la gente entra y sale, no perseguimos a nadie que se quiera ir… A nuestras actividades el que quiera va y el que no, no. A lo mejor tú no me crees, prefieres creer a otras personas que no conocen NA como yo.
—Yo solo le pregunto y además agradezco que me responda. ¿Existe algún tipo de prueba de acceso para formar parte de esas Fuerzas Vivas?
—A ver, cómo te lo explico yo esto… En Nueva Acrópolis hay algo propio de nuestra filosofía, y es que somos muy rituales, nos gustan los ritos, y eso hoy en día no es ningún pecado, no tienes que ser una secta para que te gusten los ritos. Cuando hay alguien que quiere comprometerse un poco más se le hace una bienvenida. Se hacen una serie de pruebas en el campo, como hacen los deportistas. Los más jóvenes quieren más caña.
—¿En qué consisten esas pruebas?
—En general están relacionadas con los cuatro elementos: el aire, la tierra, el fuego y el agua. Ya depende de donde estés... Pueden ser más de tipo poético, como leer una poesía y decir algo que piensas… Es irrelevante, no sé por qué preguntas tanto esas cosas.
—Por lo que me han contado. Por ejemplo, porque me han dicho que hay otra prueba que consiste en abofetearse mutuamente sin mostrar ningún gesto de dolor.
—Eso sí que es verdad que es mentira, te lo digo yo. A lo mejor se ha sacado de contexto gente que estaba boxeando o que estaba haciendo artes marciales, hay gente que las practica en NA y eso no es delito.
—No, no se referían a un contexto de artes marciales, sino a una prueba ordenada por un superior en la que tenían que abofetearse.
—Pues de eso sí que no tengo la menor idea, no te puedo decir. Eso no lo he visto nunca en NA, y todas nuestras actividades están reguladas entre comillas para que a nadie se le vaya la pinza y empiece a hacer cosas raras. Si eso ha ocurrido, soy la primera que diría que es un disparate.
—¿Se hace un juramento para entrar a formar parte de las Fuerzas Vivas?
—No, no se hace ningún juramento.
—¿No hay una ceremonia…?
—Sí, pero qué problema hay en que haya una ceremonia de ingreso a algo que es importante para esa persona. ¿Es que está mal comprometerse con una causa que te parece buena? ¿O tú crees que está mal comprometerse?
—¿En qué consiste esa ceremonia?
—Nosotros también tenemos una intimidad en NA. Es cierto que tenemos algunas actividades internas, ¿no podemos tener actividades internas para miembros que están integrados, eso lo ves tú mal?
–No tengo más intención que la de contrastar la información obtenida.
—Sí, pero ¿sabes qué pasa? Lo que te han dicho, que no sé quién te lo ha dicho, es probable que venga de alguien que no estaba bien en NA. Lo que no sé es qué hizo esa persona que aguantó diez años, no estaría tan mal y no sería tan terrible NA si siguió cuando le obligaban a dar bofetones… Es un poco raro, ¿no te parece? ¿No has pensado que está gente que dice estas cosas las magnifica para tener un protagonismo social? Eso lo llevamos viendo desde los años 80. Desde entonces tenemos este rollo.
—¿Se fomenta el desarraigo de las relaciones personales a los miembros de Fuerzas Vivas?
—Eso sí que no. Esto ya es el colmo. Yo me he casado, tengo mi trabajo, a mis hijos, mis amigos, joder. La gente se inventa cosas.
—¿Hay alguno de los dirigentes de NA en cualquiera de sus sedes que perciba un sueldo de ella o que viva de la organización?
—Vamos a ver. En España desde luego no. En España no hay nadie que cobre por estar en NA. Ahora bien, puede haber algún tipo de trabajo profesional puntual, que no es mi caso, y eso pasa por Hacienda. Pero el 99,9% es voluntariado.
—¿Y cuál es el propósito de Universitas?
—Con Universitas pretendemos tener una rama académica, que tampoco pasa nada. ¿Qué pasa con la universidad ahora, también hay una secta ahí o cómo es la cosa?
—Quería preguntarle si detrás de esta universidad o escuela existe la intención de captar nuevos miembros para las Fuerzas Vivas.
—Vamos a ver. Cuando a alguien le gusta algo, ¿te parece mal que haya nueva gente que venga a este sitio estupendo? Es curioso que de todas las cosas que me has preguntado no me hayas preguntado qué estudiamos y por qué esto nos engancha. A mí lo que me engancha es la búsqueda de conocimiento. NA también fomenta eso a través de sus centros de estudio y eso no es ningún pecado, no sé si me explico, que ya me pongo un poco desesperada. También hay una página web en la que puedes ver los cursos que ofertamos.
—Sí, los he visto.
—Cuéntame, y qué te han parecido. ¿Me lo puedes decir? Estoy muy interesada.
—No, no le tengo que dar mi opinión. Recogeré los cursos que ustedes hacen y daré esa información, pero mi opinión personal al respecto no es relevante. Lo que sí quiero preguntarle por último es por qué considera que tanto en España como en el mundo los señalan a ustedes como una secta.
—Por lo que yo sé hay miles de exmiembros, no te puedes ni imaginar. Hay países con cinco mil o seis mil socios. Y de todos esos miles, incluidos los de España, hay unos pocos (que hablan en contra), tres, cuatro, cinco… En todas las instituciones hay gente que de golpe es como un divorcio, estamos muy contentos y de pronto hay un oleaje, ¿entiendes? ¿Por qué hacemos periodismo de investigación? Porque hay gente que se ha cabreado, ¿sí o no? Es propio de las sociedades y de los seres humanos, que somos retorcidos a veces y no sabemos convivir bien.
—Recogeré su opinión. Gracias por haberme atendido.
—Recoge lo menos que puedas, porque ya me imagino lo que estás preparando. No te conozco, no sé cómo eres profesionalmente hablando, pero es lo que siempre pasa.
—Al revés, yo recogeré todo lo que me ha contado. Gracias, María Dolores, cuídese.
—Gracias a ti.
Ana tras Nueva Acrópolis
A las puertas de la Navidad, Ana trata de disfrutar de estas fiestas celebrando que, desde hace un año, han mejorado por fin sus relaciones personales. Y empieza a salir del túnel oscurísimo en el que ahora sabe que se adentró: "Ha sido muchísimo trabajo desde entonces. Cuando salí empecé a estudiar una carrera con 30 años, empecé a leer, a informarme sobre sectas y manipulación psicológica, he ido a psicólogos… He tenido que hacer mucho trabajo propio para entender todo esto", repasa.
Para todos aquellos que, al leer su historia, crean que está faltando a la verdad, desea aclarar algo: en la sede de Nueva Acrópolis en la que ella pasó diez años de su vida había unas 120 personas, pero el círculo interno, asegura, estaba compuesto únicamente por 50.
"Más de la mitad de la gente que está allí son voluntarios que no se enteran de nada, y eso les sirve también a ellos para limpiar su imagen. Mucha gente que lea este artículo dirá ‘a mí nunca me han hecho nada de eso’, porque a esa persona no la han introducido y quizá no lo hagan nunca. Por fuera está la fachada de escuela de filosofía y voluntariado, pero en el interior de Nueva Acrópolis está el peligroso círculo interno".