Esta semana se han cumplido 100 años desde que Edith Thompson y su amante, Frederick Bywaters, fueron ejecutados por matar al marido de Thompson a pesar de la inexistencia de pruebas sólidas contra ella.
El responsable de ejecutar a los sentenciados acudó a la prisión a la pena capital para llevar a cabo el mandato judicial. Por un lado, aparecieron en la cárcel de Holloway, en Londres, donde esperaba a ser ejecutada Edith Thompson. Por su parte, su supuesto cómplice en el asesinato, su amante, Frederick Bywaters, hacía lo propio a tan solo 800 metros de su amante, en la prisión de Pentonville. Ambos fueron ejecutados, sin posibilidad de conmutar su pena.
Este trágico final se desató después de que, unos meses antes, el hombre hubiera apuñalado al cónyuge de Thompson, Percy, cuando ambos volvían a casa después de una noche de teatro. Y aunque reconoció los hechos, siempre sostuvo la inocencia de su amada.
Edit Graydon, una mujer adelantada a su época
Graydon nació en el barrio de Manor Park, al este de la ciudad de Londres, en 1893. Edit fue la mayor de cinco hermanos y fue la principal responsable de ayudar a sus padres con el cuidado de sus cuatro hermanos.
Graydon tenía muchos sueños y entre ellos alejarse de la clase trabajadora en la que nació y progresar socialmente. Por eso, cuando acabó sus estudios, se marchó a la capital para trabajar en una sombrerería, un puesto que le duró poco, porque pronto ascendió dentro de la empresa y se convirtió en la principal compradora de la empresa.
En 1916, después de conocer a Percy Thompson, se casa con él y ambos adquieren una casa, no demasiado lejos del lugar que los vio nacer y crecer. A pesar de ganar mucho más que su marido, quién trabajaba en una empresa de envíos, y contribuir, por tanto, con más dinero para comprar la casa del matrimonio, la propiedad quedó a nombre de Percy
La señora Thompson fue una adelantada a su tiempo, en uno de sus documentos, escribió acerca de sus ideas sobre asuntos, tan espinosos a principios del Siglo XX, como el aborto, el sexo o, incluso, llegó a relatar sus postura sobre el suicidio.
Una relación prohibida
Frederick Bywaters conocía a Edit por la relación de éste con los hermanos de la chica. Con 13 años, Bywaters abandonó el barrio para alistarse en la Marina Mercante. En 1921, al joven le invitan a las vacaciones de la familia Thompson - Geaydon a la que acuden el matrimonio y la hermana de Edith, Avys Graydon. En aquel viaje a la Isla de Wight se forja un amor imposible entre Edith y Frederick.
Esta relación prohibida aflora tiempo después, cuando el matrimonio invita al joven a pasar unas semanas en casa. Es durante ese periodo cuando Percy se da cuenta de lo que ocurre y tras una fuerte discusión, en la que la mujer es agredida por su marido, Frederick abandona la casa familiar. Ni la discusión, ni la heridas de Edit Thompson hicieron que ambos quisieran acabar con la relación. Ambos aprovecharon el trabajo de Percy, el cual se encontraba fuera de casa con frecuencia, para enviarse cartas expresándose su amor. Ella siempre dejaba por escrito, que aquellos documentos debían ser destruidos una vez leídos.
El asesinato de Percy Thompson
El asalto a la pareja se produjo la noche del 3 de octubre de 1922 cuando un hombre invadió a la pareja y atacó a Percy, quién recibió varias puñaladas en el cuello, las cuales fueron completamente mortales. En tan solo unos segundos estaba muerto, yacía en el suelo. Murió con 32 años.
Percy y Edith caminaban por Belgrave Road dirección su casa, después del trayecto en tren que les devolvía a su barrio desde la ciudad. Volvían de disfrutar de una obra de teatro, The Dippers.
Con el cuerpo sin vida en plena calle y con la luz del sol mostrando los restos de sangre del ataque, comenzó la investigación sobre lo sucedido. Las primeras investigaciones se centraron, gracias al hermano de la víctima que dirigió a la policía hacia Frederick. El testimonio de su hermano fue clave para encontrar las cartas que se mandaban Freddy y Edith, cuestión que obligó a la policía a introducir a la mujer del asesinado en la lista de sospechosos.
Las fuerzas de seguridad interrogaron a Edith que se sorprendió de la posibilidad de que su amante hubiera podido asesinar a su marido y aseguró que nunca quiso que Frederick le matara. Al no reconocer los hechos, la policía registró el barco del matrimonio y encontró todas las cartas de la mujer, incluidos algunos textos en los que fantaseaba con la muerte de Percy.
[¿Sabes cuál es el metro más antiguo del mundo?]
Cuando Frederick fue interrogado, en ningún momento negó el ataque aunque sí defendió que había sido en defensa propia tras ser golpeado por Percy. Sin embargo, no sirvió de nada para evitar la sentencia a muerte, igual que Edith. Cuando el amante es consciente de los cargos que la policía acusa a Edith, él niega con rotundidad que estuviera al corriente de sus planes.
Acusados de asesinato y condenados a muerte
Las cartas que halló la policía acabaron en la prensa y fueron usadas como prueba en el juicio contra ambos. Los amantes se vieron completamente involucrados en una campaña mediática en la que los medios de comunicación les llegaron a situar en el centro de la actualidad.
En diciembre de 1922 comenzó el juicio con una presencia de público impresionante. Las clases medias y trabajadoras de Londres se concentraron a las puertas de la corte de justicia de Londres desde temprano, para poder ser testigos de la entrada de los acusados. El juicio fue seguido también por cientos de periodistas y medios como la BBC.
Como se apuntaba antes, una de las principales pruebas del juicio fueron las cartas que los amantes se intercambiaron. Durante las sesiones, se leyeron algunas con reacciones en directo del público presente, se armó tal revuelo en la sala que se exigió a los miembros del jurado que leyeran los extractos en silencio.
La sentencia social, tal y como explican algunos historiadores, llegó en un contexto histórico muy específico en el que, tras la I Guerra Mundial, Gran Bretaña se había quedado lleno de viudas y Edith era la viva imagen de una mujer, que aún teniendo un marido, una buena casa y con posibilidad de acudir a bailes, teatros y cenas, Edith no se conformaba.
Sobre quién recayó el caso, el juez Shearman, como parte de la sociedad, también compartía esta visión crítica hacia Edith Thompson, quién no tardó demasiado en actuar a favor de la acusación. El magistrado llegó a preguntar a los miembros del jurado cómo se sentían ante el adulterio de la mujer.
Contra Edith tan solo había en su contra las cartas encontradas tanto en el barco del matrimonio, como en la habitación del amante. Tal y como se apuntaba en las cartas, Edith comentaba la posibilidad de envenenar o añadir vidrio a las comidas de Percy. Sin embargo, tras el análisis de la sangre y el estómago de la víctima, no se encontró ningún tipo de resto que apoyara la idea de que la mujer hubiera intentado matar a su esposo.
Edith, en un intento de demostrar, una vez más, su inocencia, subió al estrado para declarar. Fue inutil, la fiscalía decidió manipular a la acusada para intentar restarle credibilidad, punto que logró apuntar a favor del ministerio fiscal.
Finalmente, el día 11 de diciembre, el jurado se retiró a deliberar sobre el veredicto. La decisión llegó tan solo dos horas después de abandonar la sala del juez Shearman. El jurado sentenció la culpabilidad de ambos y Frederick replicó, insistiendo que ella no tenía nada que ver. La declaración no fue suficiente para evitar que el magistrado condenara a muerte a ambos.