Fernando Gómez Ortiz es uno de los investigadores más prometedores de España. Tiene 27 años, estudió Matemáticas y Física en la Universidad de Cantabria e hizo un máster en Química Teórica y Modelización Computacional. Sus vastos conocimientos científicos y su pasión por la topografía lo llevaron a realizar una tesis doctoral llamada Fases topológicas en intercaras de óxidos ferroelectricos. Su investigación sienta las bases para mejorar la eficacia de cientos de dispositivos electrónicos y abre la puerta a crear memorias densas y robustas de bajo consumo.
Es tal la brillantez de su investigación y tan relevantes las posibles aplicaciones de su descubrimiento, que la Materials Research Society, la institución más importante en la rama de ciencia de materiales del mundo, ha escogido su proyecto de doctorado entre los de 25 finalistas internacionales para galardonarlo con su prestigiosa Medalla de Oro. Es el segundo español en recibirla en la historia de los premios. Gómez ha quedado por delante de genios de las universidades de Stanford, Cambridge, Berkeley o del mismísimo Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuatro de las instituciones educativas más prestigiosas del planeta.
"Cuando me lo dieron no me lo acababa de creer", confiesa a EL ESPAÑOL el joven cántabro, que tuvo que viajar a Boston para recoger su medalla. "En mi campo de estudio de la Física, que es la Física de Materiales, la MRS es la sociedad de investigación más importante a nivel americano. Y, por tanto, a nivel internacional en lo que se refiere a esta disciplina".
Su tesis se centra en el estudio de los materiales ferroeléctricos, que son aquellos que presentan una propiedad eléctrica llamada polarización de manera espontánea. Esta polarización se puede inducir en otros materiales mediante la aplicación de campos eléctricos, pero en el caso de los materiales ferroeléctricos, como el titanato de plomo o el titanato de bario, se presenta de forma espontánea debido a un desbalance de sus cargas atómicas.
"Lo que hemos descubierto, y es parte de la razón de ser del premio de Fernando, es que estos elementos presentan numerosas aplicaciones", añade el catedrático de la Universidad de Cantabria Javier Junquera, su director de tesis. "La primera es que podrían suponer una mejora drástica en la eficiencia de un dispositivo. Lo suficiente como para que pueda funcionar consumiendo menos energía. En un lenguaje muy cotidiano: es como si un determinado sistema que necesita tres pilas para funcionar pueda operar con sólo dos y la tercera sea el propio material, que amplifica el potencial eléctrico".
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El exceso de uso de energía provoca que muchos dispositivos electrónicos se sobrecalienten. Cualquiera recordará el ruidoso ventilador de la PlayStation, que giraba a pleno rendimiento para evitar que se convirtiese en un horno, o habrá padecido sofocos al colocarse un ordenador portátil sobre las rodillas en pleno verano. Todos disipan calor. Científicos como Fernando buscan materiales eficientes materiales eficientes que generen menos calor, y los ferroeléctricos que investiga podrían ser parte de la solución, ya que mejoran tanto la eficiencia energética como, además, la capacidad de memoria. Un dispositivo actual consume mucha energía cuando lleva información de una memoria a otra. Estos nuevos dispositivos abrirían la puerta a que las operaciones lógicas de los ordenadores sean más rápidas y consuman menos.
"El año que viene tendré que marcharme"
Fernando Gómez estudió un grado en Física y otro en Matemáticas en la Universidad de Cantabria. A partir de tercero de carrera ya empezó a decantarse por la Física de Materiales, que es lo realmente le apasionaba. Terminó un Máster interuniversitario en Química Teórica y modelización Computacional organizado por la Universidad Autónoma de Madrid, al que la Universidad de Cantabria se encuentra adscrito, y obtuvo una beca de estudio de tres meses en la Universidad de Brown, en Rhode Island. "A mí me gustan mucho las matemáticas. En otros campos de la física obviamente están presentes, pero la rama que más me llamaba era la topología, que es especialmente relevante en la Física de Materiales".
Desde 2019, Gómez goza de una beca ofertada por el ministerio de Universidades, la conocida como beca de formación de profesorado universitario o FPU. Gracias a ella lleva 3 años como investigador doctoral en la UC cobrando 1.500 € al mes en 12 pagas anuales. Sin embargo, en septiembre de 2023, cuando presente definitivamente su tesis doctoral, aquella que le ha valido la prestigiosa medalla de oro de la Materials Research Society, su contrato acabará y tendrá que lanzarse al mercado laboral.
"Esta carrera suele tener entre el 90% y el 100% de empleabilidad. Tanto Física como Matemáticas ofrecen grandes posibilidades de empleo. Tengo amigos trabajando en consultorías, finanzas, institutos, empresas privadas, etcétera. Pero mi idea es intentar continuar con la vida académica", añade Gómez. El problema, señala, es la falta de plazas existentes para poder cumplir su sueño. Por eso ve que muchos de sus compañeros emigran a otros países: no sólo porque haya más trabajo, sino porque fuera ofrecen mejores condiciones.
"El año que viene seguramente me tenga que marchar", confiesa Gómez. "No tengo destino todavía, aunque quizás elija Luxemburgo o Estados Unidos, donde el sueldo de un investigador puede llegar a ser cuatro veces mayor. Por eso me tendré que ir dos o tres años... para intentar volver. Está complicado. Las oportunidades de estabilidad son difíciles en la universidad pública".
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Él depende de dos contratos, los que ofrecen las ayudas Juan de la Cierva, que tienen como finalidad fomentar la incorporación de jóvenes en posesión del grado de doctor, o los de Ramón y Cajal, que promueven la incorporación de personal investigador, español y extranjero. "El problema es que son extremadamente competitivos y hay un tapón. Compites con gente que lleva ya 7 u 8 años de senior. Aunque la nueva Ley de Ciencia podría ayudar a que esto mejore...".
Javier Junquera considera que viajar a otro país durante la carrera científica es algo positivo. Él mismo anima a sus estudiantes a que se marchen durante un tiempo para formarse, conocer otros sistemas educativos, aprender idiomas y métodos de enseñanza alternativos. "El problema es que es fácil partir y muy difícil volver. Buscar una pista de aterrizaje en el sistema español que permita la estabilización es complicado. Las plazas que comenta Fernando son muy competitivas. Por una parte está bien, porque los pocos que las obtienen tienen una altísima valía, pero hay gente con capacidades muy altas, que están en el umbral de este tipo de contratos, que finalmente quedan excluidos", señala Junquera.
Un aldabonazo para la UNICAN
Este premio es, en palabras de Junquera, un "aldabonazo importante" para la Universidad de Cantabria, una institución "relativamente moderna" que celebra ya sus 50 años de existencia. "A pesar de su tamaño y de las condiciones de contorno que podemos tener, este reconocimiento supone demostrar que en grupos no tan visiblemente internacionales se hace investigación de primera línea al mismo nivel que en universidades punteras. Hablamos de una investigación de primer orden mundial".
Sin embargo, a pesar de haber logrado que uno de sus alumnos reciba un galardón internacional de tantísimo prestigio, Junquera confiesa que su grupo adolece de una falta de fondos. "El grupo en el que estamos padece una situación crítica porque el 31 de diciembre se nos acabó el proyecto en el que estábamos trabajando. Ayer salió la convocatoria de nuevos proyectos. En caso de ser financiados, comenzarán el 1 de septiembre. Estaremos 9 meses sin ningún tipo de financiación".
No es su único reclamo. "Llevo más de 20 años dando clase y hay cosas que me preocupan. Creo que el nivel con el que se llega a la universidad está decayendo. Hay estudiantes que pueden venir mejor formados en otras facetas, como por ejemplo los nativos digitales en cuanto a uso de tecnologías, pero desde un punto de visto de conocimientos básicos sí que percibo un bajón. Sinceramente, creo que a nadie le viene bien que los sistemas educativos cambien tanto. Sería deseable tener algo estable, que se llegara a un acuerdo transversal y diese igual quién gobierne".
Alumnos e investigadores brillantes como Fernando Gómez son los principales perjudicados por las deficiencias de un sistema educativo cambiante y por la falta de plazas en las universidades. Pulirlo y hacerlo brillar, confiesa Junquera, ha sido "un auténtico reto, un viaje, una gozada". Sin embargo, es posible que Gómez, como tantos millones de jóvenes, tenga que sumarse al éxodo de talento para cumplir su sueño. Un talento en el que se ha invertido muchos recursos públicos y que, lamentablemente, podría acabar siendo aprovechado por otro país que sepa retener a sus alumnos e investigadores más brillantes.