El año 2022, ha sido una montaña rusa para Ion Aramendi. El presentador comenzó el año en RTVE en un concurso como El Cazador, volvió a Mediaset (tras su paso por Sálvame tiempo atrás) para presentar los debates de Supervivientes, y cerró 2022 al frente de otro concurso, Reacción en cadena, ya en Telecinco.
"Ha sido un año atómico. Es verdad que empecé siendo muy feliz con lo que estaba haciendo en RTVE, pero llegó una oportunidad que no es que estuviera esperando, pero sí de las que pasan una vez en la vida, como es volver a la casa que me vio nacer", confiesa Aramendi a EL ESPAÑOL. "Además, vino de la mano de la posibilidad de tener una continuidad en esta cadena, un sitio donde he sido siempre muy feliz, y de presentar Supervivientes el domingo, lo que me parecía un regalo. Y ahora era un momento en el que me apetecía hacer un concurso", reconoce.
El guipuzcoano es un apasionado de los deportes y la música. En Salamanca, jugó al baloncesto durante varios años, enfrentándose, incluso, al Real Madrid; pero también se aficionó al surf cuando vivió en Australia; y no duda en cantar con su grupo de amigos. Aramendi atendió a este diario para comentar su nueva etapa en el concurso Reacción en cadena y también para recordar sus andanzas con la pelota naranja, su infancia en Salamanca o su experiencia en Oceanía, donde se fue solo en busca de la aventura.
Aramendi recuerda que en el colegio era un estudiante de sobresaliente, sacando siempre muy buenas notas, aunque eso no le impedía ser "bastante golferas". Y es que el guipuzcoano confiesa que le echaban de clase con frecuencia porque siempre la estaba liando, no de meterse con nadie ni nada de eso, sino de hablar mucho, hacer imitaciones, bromas, chistes, risas… "Muchas veces lo que me pasaba en el colegio es que acababa muy rápido de hacer lo que pedía el profesor y, como me aburría y me sobraba tiempo, lo aprovechaba para hacer el gamberro. Era muy buen estudiante, porque no me costaba nada sacar las asignaturas, pero la actitud, digamos, no era la idónea".
Aramendi es el tercero de cuatro hermanos, con los cuales siempre se llevó muy bien, siempre cuando se respetara el rol que tenía cada uno asumido: "Mi hermano mayor siempre ha sido el líder, el que era la punta de lanza de todo, nuestro guía y nuestro maestro. Mi hermano, el segundo, siempre ha sido muy bueno, muy noble y muy tranquilo. Yo era el gamberrete, el trasto, el que, ya de más mayores más salía de bares. El pequeño era el pequeño de la familia en todo su esplendor", afirma el presentador.
PREGUNTA.– ¿Se peleaba mucho con sus hermanos?
RESPUESTA.– No nos peleábamos mucho porque no me atrevía a hacerlo con mis hermanos mayores, que me zurraban. Yo hacía piña con el pequeño. Digamos que los equipos eran los dos hermanos mayores y los dos hermanos pequeños. A los cuatro nos encantaba el deporte y jugábamos mucho al baloncesto.
P.– ¿Por qué decidió estudiar Periodismo?
R.– A mí las Ciencias siempre se me han dado muy bien. Las matemáticas, por ejemplo, no las he estudiado en mi vida pero siempre he sacado sobresaliente, pero me aburrían muchísimo. Como siempre me gustaba escribir, mi madre pensaba que podía ser escritor, y me tiraba mucho el mundo audiovisual. Me decanté por Periodismo. Los Reyes Magos nos trajeron una cámara de video cuando tenía catorce años y mi hermano y yo hacíamos cortos. Me di cuenta enseguida que no me importaba ponerme delante de la cámara y hacer el tonto, aunque no estudié la carrera pensando que iba a trabajar en la tele ni mucho menos.
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P.– ¿Podemos decir que su relación con las cámaras viene de lejos?
R.– Si, de los cortos que grababa con mi hermano, que eran muy divertidos, yo era su actorcillo principal, hacía todos los personajes curiosos que se le ocurrían, todo muy sobreactuado, claro. Recuerdo ser un peluquero cubano, un súper héroe extraño… Nos lo pasábamos genial. Es que me río mucho con mi hermano pequeño, tenemos mucha conexión.
P.– ¿Trabajaría como actor si se lo propusieran?
R.– No me veo capacitado, la verdad. Puedo tener ciertas dotes interpretativas, pero que sirven solo para reírme de mí mismo. No creo que pudiera llegar a ser ningún actor serio. Yo donde estoy encantado es en la tele. Es mi medio y donde más cómodo me siento.
Vivencias en Australia
En un momento de su vida, Aramendi decidió marchase a vivir a Australia para dar un giro muy importante en su vida. "Fue fruto de una situación personal, concretamente sentimental. Yo vivía en Bilbao y tenía una pareja con la que además trabajaba en su empresa familiar, la ruptura fue bastante dramática y tomé la decisión de dejarlo todo y empezar de cero", recuerda el presentador.
Entonces decidió irse lo más lejos posible para reiniciar su vida fuera de España, donde no conseguía centrarse, y se marchó a Australia. "Me fui completamente solo, a ver qué pasaba, a la aventura, tenía 500 dólares. Gracias a un amigo que me hice allí, al mes de llegar empecé a trabajar haciendo cafés en un restaurante y eso me sirvió para mantenerme un año. Ahí renací un poco después de una época muy complicada. Ya curado anímicamente, me volví a España", asegura.
P.– Ha comentado alguna vez que le gusta mucho hacer surf, ¿fue en Australia donde aprendió?
R.– Sí. Fíjate que, viviendo hasta los diecinueve años en Donosti, nunca me había acercado al surf y fue en Australia, porque tenía mucho tiempo libre, donde me lancé a probarlo. Compartía casa con un alemán que se compró una tabla y un traje de neopreno, un día se lo pedí prestado y empecé a entrar solo en el mar, de manera totalmente autodidacta empecé a aprender. Me picó el gusanillo y me flipó. Cuando volví de Australia, después de pasar un tiempo en Madrid, me instalé en Donosti para trabajar en la ETB y lo retomé. Me hice hasta una tabla a medida.
P.– Vamos, que es su deporte definitivo...
R.– Es el que más me ha gustado y más me ha enganchado, dejando a un lado el baloncesto. Lo malo es que ahora, viviendo en Madrid, a penas puedo practicarlo. Recomiendo a todo el mundo el surf: es un deporte en el que estás al aire libre, estás en contacto con el mar, solo, eres tú contra ti mismo, sin competir con nadie. Yo he llegado a llorar de la emoción por conseguir coger una ola espectacular. Con el baloncesto, pocas veces me ha pasado eso.
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P.– ¿Qué otras aficiones tiene además del deporte?
R.– La música. Me gusta básicamente el indie, el español y, sobre todo, el americano y el británico. Mi grupo favorito es Interpol, pero me gustan también The Strokes, Editors, White Lies… De grupos con más solera me flipan The Doors, The Clash, Blur y soy de Los Beatles desde muy pequeño. Era lo que se oía en mi casa.
P.– ¿Y en España?
R.– De grupos españoles en este monto me quedo con Viva Suecia, Rufus T. Fairfly y Ángel Stanich, que le conozco personalmente y me parece un genio. Básicamente me gusta Radio 3, la emisora que más me estimula y me da a conocer grupos que desconozco. Soy oyente activo: busco y selecciono lo que quiero escuchar. A mi hijo mayor le voy enseñando la historia de la música por décadas y por etapas según a mi me va gustando, aunque luego se lancé a escuchar reguetón. Mi semilla la he plantado para que tenga una base de conocimiento musical. De lo que no soy nada es de coleccionar objetos. No me gusta acumular cosas ni tener muchas posesiones. Como he hecho muchas mudanzas en mi vida, creo que he desarrollado una especie de súper poder para desapegarme de las cosas materiales. Te quitas un gran peso de encima.
De vuelta al concurso
Aramendi comenzó 2022 en un concurso y acabó el año… en otro concurso. Y es que el guipuzcoano estuvo de reportero en Sálvame de 2009 a 2016, tras pasar por varios programas, en 2020 fichó por RTVE para presentar Todos en casa y de ahí dio el salto a El Cazador, pero Mediaset volvió a cruzarse en su camino y le fichó para los debates de Supervivientes. A finales de 2022, Telecinco le entregó las riendas de Reacción en cadena, volviendo de esta manera al formato que tantas alegrías le había dado, un concurso.
P.– ¿Qué supone para usted Reacción en cadena? ¿Qué sensaciones tiene?
R.– Me parece que es un concurso sencillo, divertido y que no aspira más que a eso, a entretener al espectador y, encima, la gente puede llevarse dinero. Es, además, muy jugable desde casa. A la gente que está viendo el programa le está gustando. Estoy muy orgulloso del concurso.
P.– Es un formato nuevo que se enfrenta a un gigante como es Pasapalabra, ¿cree que eso les puede afectar a la hora de conseguir buenos resultados?
R.– Sí, desde luego. Estamos en una franja horaria que es posiblemente la más complicada de la televisión. Competir con Pasapalabra es muy difícil, es un charco muy grande el que tenemos que cruzar, pero estoy convencido que con tiempo y con paciencia tendremos nuestra oportunidad porque creo que el concurso merece de verdad la pena. Mi familia y la gente que me conoce lo ve y están de acuerdo en que les gusta, tanto es así que mi suegra, que es logopeda, me ha dicho que muchos de los juegos y de las pruebas del programa son muy buenas para niños y jóvenes que tienen dificultades con el aprendizaje, con la lectura… Son muy didácticas.
P.– Con su anterior concurso, El Cazador, también comenzó muy poco a poco a crecer en audiencia hasta convertirse en lo que es hoy, ¿piensa que puede pasar lo mismo con Reacción en cadena?
R.– Si, pasó exactamente igual. Al principio la gente que se asoma a los concursos nuevos son personas a las que les gusta mucho el formato concurso y luego se va enganchando nuevo público porque les resulta entretenido. Al principio hay que aprender a jugar hasta que la dinámica queda clara.
P.– Si participaran en Reacción en cadena grandes concursantes como David Leo, Erundino Alonso, Paz Herrera, Ruth de Andrés o Lilit Manukyan, a los que conoce muy bien de El Cazador, ¿quién cree que ganaría?
R.– Creo que estaría la cosa entre Paz y Ruth. En Reacción en cadena muchas veces lo evidente es lo correcto y David, por ejemplo, es un tío con una mente muy laberíntica, que piensa tanto todo que lo convierte en algo más complejo de lo que es, por eso creo que le costaría más adaptarse al programa. Erundino también es un poco revirado, en el sentido de que es tan listo que le da muchas vueltas. Paz y Ruth son personas que tienen muchísimo conocimiento e inteligencia, pero son más sencillas.