Valencia

Ruzafa es el barrio más dinámico de Valencia y uno de los más divertidos. Sus calles están repletas de terrazas, marcha y vida nocturna. Pero el alboroto que causan miles de personas cada fin de semana ha provocado que vecinos se sientan expulsados de este barrio popular, convertido desde hace años en la zona cero de la fiesta y la gentrificación de la ciudad.

Por ello, los locales de ocio de la zona han contratado a vigilantes como guardianes del silencio, una figura que pretende reducir los niveles de ruido y mejorar la convivencia ante las continuas denuncias de los vecinos.

"Nuestro trabajo consiste en estar en la calle y controlar que cuando la gente salga del local no haga ruido. Trabajamos todo el año y los gastos los asume la propia discoteca", explican Ximo y Víctor, dos trabajadores de Picca, antes llamado Piccadilly, un club muy conocido en la noche valenciana ubicado en la calle Tomasos, junto al mercado de Ruzafa.

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Se encargan de vigilar al público que sale a la calle desde las 12 de la noche hasta las siete de la madrugada. Además, prohíben el acceso a sus instalaciones a todas aquellas personas que con sus ruidos en la calle alteren el descanso de los vecinos o no sigan sus instrucciones.

"Nos encontramos de todo. Siempre hay personas que en situaciones normales te haría caso, pero de fiesta no tanto. Hay veces que es complicado que guarden silencio, pero el sistema funciona y al final lo gestionamos bastante bien", afirman.

EL ESPAÑOL les acompaña en el inicio de una noche de fiesta para conocer su trabajo. "Como te podrás imaginar, estamos todo el rato con el tssssss para que no molesten. Es de madrugada y lo que queremos es que la gente disfrute de una noche de fiesta y tener una buena convivencia".

Esta medida lleva años en marcha, pero los locales de ocio reforzaron la presencia de los guardianes del silencio durante la última Navidad, la primera sin restricciones por la pandemia. "Están todos los fines de semana y se acercan a las terrazas para que la gente no levante la voz", explica el propietario de un restaurante de la calle Carles Cervera, en el corazón del barrio. Su trabajo está muy bien valorado por el público y empresarios, aunque de madrugada todo el mundo no reacciona igual.

Un cartel colocado en el acceso a una discoteca de Ruzafa.

"A las siete de la mañana todo se ve distinto. Nos preocupamos de que la gente no se quede amontonada en la calle, aunque siempre quedan rezagados que van más tocados que otros. Los vecinos tienen derecho a descansar. Les decimos que no es por nosotros, sino por las personas que viven aquí, y la mayoría lo entiende", apunta Ximo.

Zona ¿saturada?

En 2021, el Tribunal Supremo confirmó el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Valencia que obliga al Ayuntamiento a iniciar los trámites para que el barrio de Ruzafa sea declarado Zona Acústicamente Saturada (ZAS) si así lo aconsejan las mediciones de ruido solicitadas por la asociación de vecinos Russafa Descansa.

Esta consideración implicaría un endurecimiento de las normas para abrir bares o discotecas o un recorte en los horarios de cierre del barrio, una iniciativa que rechazan los empresarios.

El Ayuntamiento midió los niveles de ruido tras la sentencia, pero la plataforma vecinal Russafa Descansa acusó al Gobierno de Joan Ribó (Compromís) de "cocinar" el estudio para no declarar la zona acústicamente saturada. El colectivo denunció que las mediciones se tomaron en zonas alejadas de los lugares más conflictivos del barrio.

El ruido es, junto al aparcamiento y los alquileres, el principal problema de los vecinos, según un estudio realizado por la Asociación de Vecinos y Comerciantes de Russafa (Russafí) sobre la percepción de la situación del barrio. Su reforma urbanística y la posterior expansión de los locales de ocio han provocado muchos cambios en el día a día y muchos vecinos se han sentido expulsados.

Alberto es uno de ellos. Tiene 42 años y vivió 15 en Ruzafa. En 2015, decidió hacer las maletas y mudarse a la avenida del Dr. Waksman, cerca del barrio y lo suficientemente alejada para evitar molestias. "Vivir en Ruzafa tiene cosas buenas. Años atrás me encantaba, hay mucha vida nocturna y el día a día es muy divertido. Pero llega un momento que cansa. Los nuevos bares y discotecas no han sabido controlar la masificación y la afluencia de gente".

Fachadas del barrio de Ruzafa.

Alberto asegura que ese fue el principal motivo por el que varios de sus amigos y él se marcharon. "La hostelería, y también la vida nocturna, creció muchísimo cuando arreglaron el barrio". Los guardianes del silencio son conscientes de las quejas y sus esfuerzos se centran ahora en evitar más problemas.

"Nunca nos hemos enfrentado directamente a los vecinos, pero lógicamente se quejan al Ayuntamiento y la Policía Local. La semana pasada, por ejemplo, tuvimos una inspección de sonido. Los agentes midieron el sonido y comprobaron que estaba todo correcto. No hubo ningún problema", afirman los vigilantes.

Nuevas propuestas de ocio

Los esfuerzos de los empresarios para intentar reducir los niveles de ruido van más allá de los guardianes del silencio. En Picca impulsan desde hace años el modelo de discoteca en silencio y en una de sus salas no suena la música por los altavoces.

"La gente baila en silencio al ritmo de la música que oye a través de unos cascos inalámbricos con diversos colores que pinchan los dj". Este método está en una de sus pistas y precisamente se puso en marcha después de una denuncia de los vecinos que acabó en multa.

Una joven en la sala sin música de la discoteca.

La Federación Empresarial de Hostelería de Valencia concedió un premio a la sala en 2016 por esta original propuesta. 

El Ayuntamiento de Valencia defiende que la declaración de una ZAS en el barrio de Ruzafa supondría un grave perjuicio para los hosteleros de la zona y apuestan por la mediación y el incremento de inspecciones."Queremos evitar de todas las maneras que Russafa se sume a la lista de ZAS que ya hay decretadas en otros barrios de Valencia", afirmó la concejal de Espacio Público, Lucía Beamud (Compromís), tras la primera sentencia del TSJ que recomendaba declarar el barrio como zona acústica saturada.

Una terraza del barrio valenciano de Ruzafa.

Un estudio de campo realizado en 2022 por la ONG Controla Club, y elaborado para la plataforma Convivir Russafa, integrada por hosteleros, vecinos, comerciantes y asociaciones culturales, ha observado un cambio de tendencia en las celebraciones sociales y los vecinos valoran el dinamismo delbarrio. El análisis concluyó que las despedidas de solteros han descendido un 54,6 % con respecto a 2019, así como también el número de participantes de los grupos que asisten a algún tipo de celebración.
Cuando a las personas encuestadas se les preguntó sobre si son conscientes que ciertos comportamientos en la vía pública ocasionan molestias, como gritar por la calle o llevar música, el 66,6% admite que sí pero que no se da cuenta. Mientras, el 20% respondió que no lo había pensado hasta el momento que se le recordó. El 13,3% señala que sí es consciente, pero le da igual.