Los 'acordes' que acompañan a la terrible historia que le ha tocado vivir al músico Antonio Consuegra suenan a la violencia, la brutalidad y el ensañamiento con los que actuaron ocho vecinos de Abanilla, convertidos en una manada, para apalear a este veinteañero que es el vocalista del grupo: Solo nos quieren los domingos. El aparente móvil que desencadenó esta paliza fueron los celos de uno de los agresores porque su exnovia se puso a hablar con Antonio, justo después del exitoso concierto que su banda ofreció en el Pub Whiskería La Lonja.
"Uno de ellos me dio un 'punterazo' y me perforó el riñón, pero la adrenalina me hizo mantenerme consciente", tal y como explica Antonio, mientras atiende a EL ESPAÑOL, sentado en la cama de una habitación del Hospital Reina Sofía de Murcia donde ha vuelto a nacer. Todo ello, tras pasar cuatro días por la Unidad de Cuidados Intensivos y ser sometido a una operación de urgencia, debido a que padecía una laceración renal y una hemorragia interna. "Los médicos me dijeron que podría haber muerto", remarca este estudiante de un grado superior de Marketing y Publicidad.
"Había encontrado un trabajo, pero a la vista de las circunstancias no he podido incorporarme", se lamenta este joven, de 26 años, al que esta agresión en grupo le ha apartado del mercado laboral y de la pasión que siente por la música desde que siendo un crío, comenzó a afinar su oído escuchando a su abuela paterna, Genoveva, cantando fandangos y bulerías. "Desde muy pequeño he escuchado flamenco en mi casa".
Antonio empezó a formarse con 13 años, de la mano de un guitarrista de la familia de Los Piñana: una estirpe flamenca ligada al Festival Internacional del Cante de las Minas. Este veinteañero nunca ha descuidado ni los libros ni marcarse horizontes profesionales en el sector publicitario, pero el sueño de pisar los escenarios siempre ha latido en su corazón y hace un año montó un grupo con dos amigos: Solo nos quieren los domingos.
"Somos gente normal, con nuestros estudios y trabajos, con la ilusión de disfrutar de la música sin ninguna ambición: solo echar un buen rato". Esta banda de flamenco fusión la componen el mexicano Fede [guitarra eléctrica], el sevillano Toni [cajón] y el murciano Antonio [vocalista]. La idea de grabar un disco les motivaba y como cualquier grupo que empieza desde abajo, se estaban labrando un nombre a base de hacer pequeños bolos en locales de copas, chiringuitos, fiestas privadas...
"Este era nuestro primer año de vida y queríamos profesionalizarnos un poco para ver hasta dónde podíamos llegar". El sábado 7 de enero fueron contratados por el dueño del Pub Whiskería La Lonja, ubicado en el casco urbano de Abanilla: una localidad murciana, marcada por sus espectaculares paisajes de badlands y donde se puede decir que todo el mundo se conoce porque son poco más de 6.100 vecinos.
"El público se lo estaba pasando genial y cantaba con nosotros las canciones", apunta Antonio, sobre el buen ambiente que había en el local de copas. Durante la actuación, este trío musical lo dio todo en cada uno de los temas que interpretó de flamenco fusión y rumba, junto a algún cover de Dani Martín, Estopa, Bongo Botrako, incluso clásicos de La Guardia, como 'Cuando brille el sol'.
"La gente acabó el concierto cantando y saltando: había un buen rollo flipante", insiste este veinteañero, sin poder digerir cómo pasó de sentir el calor del público a ser apaleado en plena calle.
- ¿Cuál fue el supuesto detonante de la paliza que recibió?
- Antonio: Un grupo de chicas me gritaba desde el público: '¡Guapo!' '¡Lo haces muy bien!' Cuando acabó la actuación y bajé del escenario, ese grupo me empezó a felicitar. Esas chicas se acercaron para preguntarnos por la banda, de dónde éramos, y en qué sitio íbamos a volver a tocar porque les había encantado el concierto. Normalmente, cuando terminamos una actuación, nos mezclamos con toda la gente, chicos y chicas, hablamos y nos tomamos algo, así que fui a pasar un rato con ellas, como lo podría haber hecho con cualquier otra persona del público.
Tal situación se repite en cualquier local de España cuando se produce una actuación de alguna banda que está empezando, a fin de cuentas hay que promocionarse y para eso hay que conectar con el público: dentro y fuera del escenario. "Estábamos conociendo a las chicas y decidimos salirnos fuera con dos de ellas a fumarnos un cigarro", según prosigue con su relato Antonio, al tiempo que puntualiza que también le acompañaron a la calle sus compañeros en el grupo: Fede y Toni.
- ¿Qué ocurrió cuando salieron del pub?
- Cuando estaba fumando, noté cómo un brazo me cogía por el cuello y me lanzaba contra la carretera. A partir de ahí: todo lo que recibí eran palos. Hicieron un círculo entre ocho personas porque recuerdo que yo estaba recibiendo patadas y puñetazos, por delante y por detrás. Mis dos compañeros en la banda intentaron apartar a la gente que me pegaba. También trataron de zafarme de la agresión, agarrándome y arrastrándome por el suelo para sacarme del círculo, pero en ese momento, uno de ellos me dio una patada en el riñón.
- ¿Llegó a perder el conocimiento?
- No. Soy antiguo opositor de la Policía Nacional, con 18 años realicé cursos de defensa personal y sabía los puntos clave donde no me podían pegar porque me podrían dejar paralítico, por eso, lo único que hice fue protegerme. Si me llegan a enganchar bien, me dejan en el sitio.
El apaleamiento solo terminó cuando el dueño del pub salió a la calle y los dos amigos de Antonio lograron sacarlo de esa turba de violentos. "Una de las dos muchachas que estaba con nosotros en la calle, fumándose un cigarrillo, es la exnovia de uno de los que me apaleó y cuando terminó la paliza, ella me lo reconoció". A pesar de la gravedad de la agresión, este cantante -con alma de compositor- lamenta que nadie llamó a la Policía Local ni a la Guardia Civil, de forma que los agresores se fueron de rositas a sus casas.
- ¿Qué hizo cuando dejaron de pegarle?
- Tenía miedo de sufrir represalias y cogí mi coche. Iba conduciendo de la misma adrenalina porque no sabía que tenía el riñón perforado y que iba perdiendo sangre. Llegué a Urgencias con un dolor abismal.
El tiempo pasaba y los dolores de Antonio no menguaban, ni con analgésicos ni con fármacos con morfina. "Pasé ocho horas con el riñón perforado porque pensaban que tenía algo muscular". Cuando los médicos decidieron hacerle un TAC abdominal y otro craneal: saltaron todas las alarmas en el Hospital Reina Sofía. "Uno de los doctores dijo que no estaba bien y que tenían que llevarme a La Arrixaca para operarme de urgencia", recuerda este joven, todavía con miedo en la mirada.
"Podría haber perdido un riñón, pero Dios me ha guiñado un ojo". Aquella intervención fue un éxito y Antonio superó cuatro días muy duros en la UCI, antes de pasar a planta donde sigue entre algodones. "Padezco unos dolores infernales porque estoy a base de opiáceos y recibiendo atención psicológica por el estrés postraumático: todas las noches sufro pesadillas, no puedo descansar, sueño que me persiguen", expone sobre su parte médico.
De momento, este veinteañero suma 12 días ingresado y desconoce la fecha en la que recibirá el alta. Durante este tiempo ningún miembro del Ayuntamiento de Abanilla se ha puesto en contacto con la familia de Antonio para interesarse por su estado de salud. Pero lo que más le duele a este veinteañero es que todavía no se han producido detenciones y por eso hace un llamamiento público: "La gente del pub y del pueblo saben quiénes han sido, quiero hacer una llamada a la colaboración ciudadana con la investigación que ha abierto la Guardia Civil".
La familia del cantante ha puesto el caso en manos del conocido penalista Javier Verdú. "Me consta que la Guardia Civil ya ha identificado a seis personas vinculadas con la paliza", tal y como explica Verdú a EL ESPAÑOL. "Estamos pendientes de que le tomen declaración a mi cliente, cosa que no se ha podido hacer por su estado de salud, pero una vez lo haga, esperamos que comiencen las detenciones".
El abogado considera que del relato de Antonio se desprende un supuesto delito de tentativa de homicidio: "La diferencia entre un delito de lesiones y un homicidio, viene definido por dónde se producen las lesiones, y cuando tú golpeas insistentemente en la cabeza a un señor o le das patadas en la cabeza, como aquí ha sucedido, esa persona asume que el resultado no puede ser lesivo, sino más grave. Así que yo entiendo que podríamos estar ante una tentativa de homicidio".
Verdú recuerda que su cliente sufrió un golpe directo en el riñón que le provocó una laceración renal, con pérdida de hematíes, y eso le obligó a ser sometido a una embolización para no perder el riñón. "Además, Antonio está recibiendo atención en salud mental porque sigue en shock y con un trastorno con estrés postraumático".
Los presuntos autores de esta brutal agresión han privatizado sus cuentas en Instagram, además de borrar fotos y de publicar mensajes amenazantes para evitar que ningún vecino se vaya de la lengua. "En mi coro no hay chivatos", tal y como reza uno de esos mensajes -publicado en redes sociales-. De hecho, Antonio afirma a este diario que está "seguro" de que alguien grabó la agresión con el móvil, lo que le hace volver a solicitar "la colaboración" de los vecinos de Abanilla con la Guardia Civil.
- ¿Cómo espera que termine la investigación?
- Antonio: Espero que esta gente pague y que se haga Justicia para que esto no se vuelva a repetir porque estas personas se creen que son los dueños de la calle, de su pueblo y de las mujeres de su pueblo. Una mujer es libre de hacer lo que quiera si no tiene novio: ¿Quién es él o quiénes son ellos para decidir sobre la vida y las decisiones de otra persona?
- ¿Volverá a subirse a un escenario?
- En el grupo Solo nos quieren los domingos, tenemos muchos proyectos de canciones para hacer un disco. A mí, esta gente no me va a quitar las ganas de seguir haciendo música porque es mi manera de sentir y de expresarme. A mí, esta gente no me va a capar: no les tengo miedo.