El método de Gregorio, el profesor capaz de saber si tu hijo va a fracasar al 90%: ya lo usa en su cole
A través de la inteligencia artificial, el algoritmo diseñado por este malagueño será capaz de adelantarse a las posibles dificultades que un alumno pueda tener en cada una de las asignaturas que cursa.
19 enero, 2023 03:00La tecnología ha sido siempre la gran pasión de Gregorio. De hecho, durante sus 33 años de experiencia como docente, este malagueño ha tratado de exprimir al máximo sus conocimientos y trasladarlos a sus alumnos de la forma más eficaz y entretenida posible. En la época de la pandemia, logró que pudieran utilizar los teléfonos móviles en las aulas como una herramienta de trabajo más. Y a pesar de ser una práctica poco habitual, consiguió convertir los smartphones en un aliado más para los estudiantes del IES Sierra Blanca de Marbella, donde imparte clase desde hace más de diez años.
Pero aunque fue capaz de llevar la tecnología y la digitalización a las aulas, lo cierto es que a Gregorio Gutiérrez le quedaba un deseo por cumplir antes de alcanzar su ansiada jubilación: llevar la inteligencia artificial a la Educación Secundaria. Por ello, se puso manos a la obra y, de forma completamente autodidacta, comenzó a empaparse de todos los conocimientos que le ofrecía Internet. “He hecho cursos online, tutoriales… Hay muchísima información”, asegura en conversación con EL ESPAÑOL.
Años después, han sido precisamente esos conocimientos los que le han llevado a desarrollar un proyecto que ya ha presentado de forma oficial a la Junta de Andalucía. Se trata, nada más y nada menos, que de un algoritmo desarrollado con inteligencia artificial que permite adelantarse con un 90% de exactitud al fracaso escolar detectando el motivo principal de las dificultades que puedan tener los alumnos en cada una de las asignaturas que cursan.
El procedimiento es sencillo. En la actualidad, un total de 30 profesores de 10 centros diferentes rellenan unos cuestionarios en los que incluyen información relativa a las faltas de asistencia de los alumnos, la realización de los deberes, la falta de tarea, las evaluaciones diarias o las notas de los exámenes. Lo que ahora se analiza de forma manual, se pretende que pueda ser captado por el algoritmo y que, junto al diagnóstico que determine el profesor, logre encontrar una relación y hacer un pronóstico.
“Eso sería el curso que viene. Este curso primero recabamos toda la información de los profesores que participan. El primer gran desafío es poner los datos en el mismo formato. Luego hay que desarrollar el algoritmo cuando ya tengamos los datos y, posteriormente, pasaremos a la frase de entrenamiento”, explica Gregorio.
En dicha fase, al algoritmo se le entregará toda la información, salvo un pequeño porcentaje. Se le ofrecerán los datos del profesor, pero no se le trasladará el diagnóstico. “El algoritmo empezará a buscar relaciones entre los datos del profesor y el diagnóstico que sí conoce, y él estima un error en su pronóstico. Va comparando lo que él calcula con lo que realmente obtiene”.
Y lo cierto es que, aunque tal y como el propio Gregorio explica no se conseguirá nunca una exactitud del 100%, su eficacia podría llegar hasta un 90% o 95%. Una vez se recopilen todos los datos este año, el algoritmo comenzará a arrojar el próximo curso si existen o no indicios de que un alumno vaya a tener un determinado problema y con qué porcentaje de posibilidades podría ocurrir.
Poder contar con un algoritmo como este en las aulas es todo un privilegio para los centros educativos. Según Gregorio, los primeros días de clase los profesores son capaces de intuir los problemas que tendrán los alumnos en el futuro. Sin embargo, a pesar de fiarse de su intuición, no cuentan con argumentos ni documentación suficiente que respalde las posibles afirmaciones que puedan arrojar.
“Cuando realmente tenemos un respaldo documental es cuando se produce la evaluación trimestral. Y en ese momento ya es tarde. Esa intuición que tienen los profesores, que cuanto más experiencia tienen más válida es, este algoritmo la puede respaldar con datos numéricos y decir que el profesor intuye que el alumno tiene un problema y que matemáticamente sabemos que tiene este problema con un 60% de exactitud. Si ese diagnóstico lo haces 20 días después de empezar el curso, la información es valiosísima”, cuenta.
En un primer momento, los compañeros de Gregorio se mostraron agnósticos ante el proyecto. “Pensaron que una máquina no iba a ser capaz de emitir un juicio tan complejo, porque hay que tener en cuenta muchos factores”, explica en conversación con este periódico. Pero, finalmente, fueron cerca de una tercera parte de los docentes de su centro los que mostraron su apoyo a la idea.
Idea de futuro
Sobre el futuro, Gregorio prefiere ser prudente y aunque asegura ser complicado, lo cierto es que espera que su algoritmo pueda expandirse por toda Andalucía. Sin embargo, la falta de estabilidad en los docentes en esta comunidad autónoma hace que sea complicado que el proyecto pueda llegar a todas las escuelas. “Los profesores cambian de centro con mucha frecuencia. Nosotros tenemos en el centro más del 50% de la plantilla nueva cada año. Es difícil plantear estos proyectos. Es una dificultad añadida y que se extienda a otros centros dependerá de que los profesores que participen permanezcan en su centro como mínimo dos años para que les dé tiempo a convencer a sus equipos directivos de la idoneidad de este proyecto”, añade.
A pesar de ello, algunos ya han mostrado interés en poder utilizar en un futuro el algoritmo en sus escuelas. Y aunque Gregorio cree que se quedará en un ámbito más local, la realidad es que la expansión sería lo que podría conseguir una eficacia de hasta un 99%.
“Nosotros estamos entrenando el algoritmo con pocos miles de alumnos, entre 3.000 y 6.000, más o menos. En Andalucía hay cientos de miles de alumnos. Los algoritmos de inteligencia artificial se alimentan del big data, que son grandes cantidades de datos. Si pudiéramos alimentar al algoritmo con los datos de todos los alumnos de Andalucía, el resultado sería brutal”.
Polémica con ChatGPT
Cada año, los docentes de los centros educativos españoles se ven obligados a adaptarse a la llegada de las nuevas tecnologías. Y a pesar de que no suelen afrontar con miedo el reto, la realidad es que la incertidumbre y el desconocimiento se apodera de la gran mayoría. En las últimas semanas, ChatGPT se ha convertido en lo más comentado en las conversaciones de a pie. Este sistema de inteligencia artificial es capaz de responder a cualquier cosa que le pidas. Y lejos de ser visto como una herramienta de ayuda al estudio, muchos centros educativos — sobre todo en Estados Unidos — han hecho saltar las alarmas anunciando incluso su prohibición por el mal uso que pudieran hacer de él en las aulas.
Sin embargo, otros, como es el caso de Gregorio, lo ven como una herramienta válida para utilizar en las aulas, siempre y cuando se utilice de la forma correcta. “Yo ya la estoy usando con mis alumnos de 2º de la ESO. Vemos un tema, lo debatimos y hacemos ejercicios. Cuando conocen bien el temario les planteo una serie de preguntas para que ellos respondan con ayuda del GPT. Ellos les hacen una pregunta al GPT y les suelta un rollo de 10 o 15 líneas. Su desafío es que, de todas esas líneas, tengan que decir solo una frase, la que más tenga que ver con lo que hemos visto en el tema”, explica Gregorio.
Tal y como él mismo asevera, se trata de un ejercicio muy práctico, ya que en caso de que el alumno no haya estado pendiente, el alumno no será capaz de resolver la actividad de forma correcta. En caso contrario, al estudiante le resultará muy fácil encontrar palabras clave relacionadas con lo visto y ser capaz de construir una frase con todo lo que el GPT le ofrezca.
Para Gregorio, la inteligencia artificial cambiará por completo el modo de dar clase. Sin embargo, bajo su punto de vista, los docentes deberán ser capaces de adaptar estas nuevas herramientas que les ofrezca para que los alumnos hagan un buen uso de ellas. “Si el profesor plantea actividades sin tener en cuenta que los alumnos tienen acceso al GPT, evidentemente los alumnos van a hacer uso de él y las actividades no les van a servir”, añade.
Por ello, y aunque diga alto y claro que las tecnologías son su gran pasión, lo que este malagueño tiene claro es que no son ni buenas ni malas, sino que, como todo en la vida, dependen del uso que se haga de ellas.