A Roque de las Heras siempre le gustó formar a las personas. Siempre tuvo “vocación docente”, ha reconocido a EL ESPAÑOL. Tal vocación fue la piedra angular que ha sostenido, desde 1977, al Centro de Estudios Financieros (CEF), convertido hoy en el mejor centro educativo para opositores de España. Pero esa pasión por educar no empieza y acaba en Roque, sino que sus hijos y otros familiares han dedicado su vida a la formación de las personas.
De ahí que hoy en día Arturo de las Heras (Madrid, 1973) y Arancha de las Heras (San Sebastián, 1974), los dos vástagos de Roque, presidan, respectivamente, el CEF y la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) –aunque copresiden el Grupo–. De esa manera, ambos profesionales cuidan con esmero una de las patas maestras que sostienen este proyecto educativo: el liderazgo “indiscutible” desde hace 25 años en el número de aprobados a las diversas oposiciones para acceder a los diversos empleos públicos en España.
Ese liderazgo ha provocado que en la actualidad “en torno a 30.000 funcionarios de la Administración Pública hayan sido alumnos del CEF”, explica a este diario Ángela de las Heras (La Horra, Burgos, 1957), hermana menor de Roque y coordinadora general de Oposiciones del CEF. Ya ven. Queda todo en familia. Los De las Heras, desde hace tiempo, se han especializado en preparar a todo tipo de opositores logrando que un alto porcentaje de ellos consiga su plaza en el funcionariado.
Ejemplo de ello es que, según los últimos datos a los que ha podido acceder este medio, un 75% de los aspirantes que superaron la oposición de Interventor y Auditor del Estado se habían formado en el CEF. O, también, el 57% de los aprobados en la oposición de Técnico de Auditoría y Contabilidad habían estudiado en este centro. Son sólo dos ejemplos de la convocatoria de 2020 –la última con el proceso concluido–, pero que sirven de termómetro para testar el éxito del CEF en el campo de la formación.
Aun así, el CEF imparte más de 30 oposiciones para la función pública. “Pero los cuerpos generalistas, que son los que más instancias suelen tener, son los que suscitan mayor interés. Por ejemplo, el de Gestión de la Administración Civil y del Estado”, explica Ángela antes de añadir que el centro, pese a todo, “está especializado en las oposiciones de Hacienda: Inspectores de Hacienda, Técnicos de Hacienda, Interventores y Auditores del Estado…”.
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Y, según Arturo, presidente del CEF, la especialidad del centro educativo es la preparación de las oposiciones del Estado más altas y difíciles, “las A1”, aunque reconoce que también tienen su talón de Aquiles: “Somos transparentes y aunque tenemos altos porcentajes de aprobados en muchas oposiciones, tradicionalmente las de judicatura no han sido nuestro fuerte”.
El origen del éxito
Como se ha venido contando, el CEF se ha especializado a través de los años –entre otras– en las oposiciones relativas a las Agencia Tributaria. Algo que no es casualidad, pues el fundador, Roque de las Heras (La Horra, Burgos, 1944), se formó desde joven en temas de contabilidad. “Estando en la mili me hacía pasar por maestro. Me gustaba enseñar y, al volver de ella, aprobé la oposición de Contador del Estado”, recuerda el actual presidente de honor del Grupo CEF-UDIMA.
Roque acumulaba entonces tan sólo 24 primaveras cuando empezó a formar a sus compañeros por su “vocación” de enseñar. Así surgirían los cimientos del CEF en 1975, con la preparación de Roque a sus compañeros. “Como todos aprobaron, me regalaron una pluma”, dice. Entretanto, el dictador Franco moría y los vientos de cambio soplaban sin cesar con el alumbramiento de la nueva democracia.
“En 1976, corrían rumores de que se suprimían ciertos cuerpos, entre ellos, al que yo había accedido, y que se creaban otros en Hacienda. Así empecé a preparar oposiciones en 1977”, rememora Roque. Nacería, por fin, el CEF, con el mismo ánimo de formar opositores que perdura hoy de la mano de Arturo y Arancha de la Heras.
–Roque, ¿por qué su centro era diferente a otras academias de oposiciones?
–Porque dábamos algo que otros centros no daban: las notas teóricas. Entonces había un montón de ejercicios, pero no había notas teóricas y nosotros, desde el principio, hacíamos tales notas con sus ejercicios prácticos. Era lo que marcaba la diferencia con otros centros de enseñanza.
Esas notas, no obstante, eran made in Familia de las Heras. Todo emanaba de la colaboración de Roque, su mujer y sus dos hijos en una suerte de sistema fordiano de producción de apuntes: Roque, el padre, escribía los apuntes de las oposiciones. Aurora García, la madre –ya fallecida–, los transcribía a máquina para hacer copias y los pequeños Arturo y Arancha ordenaban las copias. Todo en una perfecta cadena.
“Antiguamente las fotocopias eran de hoja en hoja. Entonces teníamos 20 hojas de la uno, 20 de la dos… y así sucesivamente. En casa teníamos una mesa redonda e íbamos dándole vueltas para coger una de cada taco”, recuerda Arancha, mientras su hermano, sentado a su izquierda, asiente. Tenían “unos 5 ó 7 añitos”, pero ya echaban una mano en el negocio familiar.
Cosa de familia
La misma mano que echaban también los padres de Roque y Aurora, los abuelos de la familia. Sus nombres: Francisco de las Heras y Víctor García. Ellos eran los encargados de ir con sus nietos Arturo y Arancha a los almacenes del CEF a ayudar a “poner sellos y ensobrar en vez de estar enredando en casa”, ríe Arancha. De septiembre a junio, estudiaban en el colegio. De junio a septiembre, aparte de descansar y jugar, Arturo y Arancha echaban una manita.
Y así fueron creciendo, aprendiendo y colaborando. Roque, entretanto, seguía al frente de una institución que sumaba hitos: en 1981, lanzaba la primera revista de Contabilidad y Tributación con el ánimo de profundizar en la formación de los opositores; en 1986, el CEF abría sede en Barcelona; en 1998, en Valencia… y una lista de hitos que, en ningún caso, desvirtuaban la capacidad del centro de seguir sumando funcionarios a la administración.
Fue precisamente en 1986, el año de la apertura de la sede de Barcelona, cuando Ángela de las Heras, que “trabajaba en el ámbito de las clínicas estéticas”, se sumó al proyecto del CEF. Empezó a trabajar en información y, tras estudiar Derecho, comenzaría su especialización en el mundo de las oposiciones llegando a coordinarlas a nivel general. Como una pieza clave en el engranaje del CEF. Otra pieza que provocaba que fuera todo cosa de familia.
Arturo y Arancha, mientras tanto, seguían formándose, hasta que con 16 ó 17 años empezaron a colaborar de manera más seria como comerciales. “Mi padre, cuando estaba en COU, hacía que viniese a abrir el centro cada sábado a las 8 de la mañana. Así, los viernes me iba antes para poder cumplir”, recuerda Arturo.
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Las nuevas generaciones
Todo ello respondía a una estrategia. Roque quería enseñar a sus hijos Arturo y Arancha el valor de la responsabilidad y del trabajo. Un día serían ellos, como segunda generación, los que lideraran el CEF. Por ello, los dos hermanos tras terminar Derecho en la Universidad CEU-Luis Vives estudiaron un Máster en Recursos Humanos. “Era importante aprender a dirigir personas”, reconocen.
Pero luego sus destinos se separaron. Arturo estudió un Máster en Tributación y Arancha un Máster en Edición. No obstante, nada era casualidad. Él lo había hecho para acceder al CEF “de manera profesional” como coordinador y jefe de estudios del Área Jurídico Fiscal –era 1998–. Y ella para trabajar, desde el 2000, en la editorial propia que tiene el Grupo. Los dos seguían en el CEF, al igual que Roque y Ángela, pero cada uno con sus funciones.
La UDIMA, cuya idea había nacido con el nuevo milenio, vio la luz en 2008. “Era poco operativo iniciar antes por los planes de estudios que introdujo Bolonia”, explica Arancha, que tomó las riendas de la universidad en 2014. El mismo año en el que Arturo comenzó a presidir el CEF. Roque, por edad, y tras muchos éxitos cosechados dio un paso al lado para dejar a sus hijos la dirección. Pero él seguiría siendo el presidente de honor del mejor centro para estudiar las oposiciones en España.
“Uno de los éxitos de mi padre [Roque] es que ha influido en el cambio de percepción de las grandes empresas sobre los opositores. Antes, al que no lo conseguía, se le podía ver como un fracasado. Ahora, han pasado de descartarlos a buscarlos porque saben que son personas, normalmente, constantes y válidas. Cuando se acercan los últimos ejercicios de las oposiciones A1 nos llaman y nos dicen: ‘Oye, ¿ha suspendido algún alumno que quiera dejar la oposición y trabajar? Mándanoslo’”, explica Arturo de las Heras.
De hecho, por esta razón, el CEF ha desarrollado a través de los años una bolsa de trabajo que puede ayudar a aquellos opositores que no tengan la suerte de engrosar la cifra de 30.000 funcionarios formados en el CEF. “Con esa bolsa, ayudamos a los alumnos a confeccionar sus CV; poner en valor sus conocimientos y sus cualidades de constancia y trabajo, muy demandadas por muchas empresas. Incluso llegamos a expedir títulos propios que acrediten sus aptitudes, que para conseguirlos, eso sí, han de superar exámenes internos”, concluye Arancha.
–¿Les gustaría que la tercera generación de la familia De las Heras continúe con el negocio familiar?
–Roque: Yo no sé si seguirán o no, pero, por ejemplo, le mandaron a mi nieto Víctor hacer un trabajo sobre algún empresario de éxito y me puso como ejemplo. Y mis nietos siempre han hecho sus trabajos sobre este centro. Creo que les gusta.
–Arturo: Nosotros estamos afiliados a la Asociación de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM ) y ahí nos hablan de ser familia empresaria, es decir, establecen un protocolo que dice que las nuevas generaciones, según van cumpliendo edad, van sumándose a la empresa, al igual que nosotros lo hicimos en su momento teniendo acciones siendo más o menos jovencitos. Ahora, lo importante: si ellos quieren, que no es obligatorio para nadie. Debe ser algo natural y, además, en el protocolo viene que hasta los 27 años no pueden trabajar con nosotros, con lo cual, puede que lleguen esa edad y quieran dedicarse a otras cosas.