“Ha sido tanta la sorpresa que ya no me hace falta tomar vitaminas, con esta es suficiente”, así de emocionada se muestra Beatriz Cuesta ante EL ESPAÑOL, después de ser contratada por el Ayuntamiento de Santander a sus 61 años. Llevaba casi dos en paro, una situación muy familiar para ella durante el resto de su vida, tal y como confirma a este diario: “Yo creo que llevo en el paro desde siempre”.
Pero su interés por seguir aprendiendo y formarse, han provocado que la hayan ido llamando en repetidas ocasiones a lo largo de los años desde el INEM. En esta ocasión, forma parte del grupo de los 78 parados contratados por el Ayuntamiento de Santander a través de un programa de corporaciones locales.
A ella le ha tocado un centro cívico de actividades en su barrio, donde ejerce tareas de administrativa y auxiliar: “Donde estoy yo, ahora hay inglés, estiramientos, zona de biblioteca… Entonces les ayudas un poco, abres o cierras el centro, pones las alarmas, atiendes a la gente que necesita gestionar una baja de una actividad…”.
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El contrato es por seis meses y, aunque el ayuntamiento intenta controlar las distancias para que los trabajadores no se tengan que desplazar demasiado hasta su puesto, va variando el centro donde ejercen sus funciones según las necesidades: “Yo no tengo problema de movilidad, aunque intentan que no te tengas que desplazar. El jueves, por ejemplo, me cambian a otro porque necesitan cubrir a otra compañera. Y yo sin problema, para allá que vamos. Y más ahora, que no tengo nada más que hacer”.
Las funciones, al final, son lo de menos para ella: “Casi siempre he trabajado de administrativa pero te vas adaptando a todo. Esta vez no me imaginaba que me fueran a llamar, ha sido toda una sorpresa y gracias a eso ya no me acuerdo del médico. Te viene muy bien para la cabeza, sales de la monotonía de todos los días de la casa, y encima los hijos ya son mayores. A mi edad, todo el mundo está jubilándose menos yo. Iba poco al médico, pero es que ahora ando en frasco”, cuenta animada a este diario.
La importancia de la administración pública
Para ella, la corporación local del Ayuntamiento de Santander ha sido esencial en toda su vida laboral y por ende, también personal. Siempre ha acudido a la oficina de desarrollo local que, según ella, funciona a la perfección. “Si yo creo que la oficina se fundó conmigo”, cuenta entre risas. “Depende del ayuntamiento y te ayudan a hacer curriculum, te informan de las lanzaderas, de los cursos… Funciona genial, el personal es bueno, incluso se lo dije a mi hijo de 25 años, que se quedó sin trabajo y después de acudir a la oficina de desarrollo local encontró un puesto, y además muy bueno”.
Como decíamos, la corporación acaba de contratar a 78 parados, pero no es la primera vez para Beatriz. “Llevo en el paro desde siempre, a lo mejor en algún momento se me ha olvidado renovar, pero me vuelvo a dar de alta. Soy de las que están renovando telemáticamente a las doce de la noche justas. Es que nunca se sabe y mira, al final tiene sus frutos, no cuesta nada, no es una cuota que tengas que pagar. Fichas cada tres meses y si tienes suerte, pasa lo que me ha pasado a mí”.
Beatriz destaca la importancia de estas ‘sorpresas’ con su edad: “Mucha gente tenemos ya una edad y esto nos viene muy bien porque es un trabajo relativamente tranquilo y muy agradable. Y luego la economía, que a todos nos viene bien que a final de mes cobremos. Cada uno tiene sus circunstancias en casa, pero estoy segura de que a todos nos viene bien”.
La lucha por seguir formándose
El caso de Beatriz es el de muchos parados de larga duración y edad avanzada. En su caso, casada, con dos hijos mayores, la suerte ha ayudado, pero también sus ganas de seguir aprendiendo. “Siempre me he esforzado, al final todo cuenta”, explica a EL ESPAÑOL.
Estudió una FP de administración y dirección de empresas que no pudo terminar por circunstancias familiares. Pero desde entonces no ha dejado de formarse con cursos públicos: “Antes incluso te pagaban por hacerlos, luego ya no, pero a mi me daba igual. Hice incluso uno de escaparatismo”.
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Casi todo en lo que se ha ido formando ha estado relacionado con la informática y la tecnología. “A cuenta de esos cursos es como he aprendido a meter mano a los ordenadores, porque cuando empecé es cuando comenzaba todo esto. La cosa ha cambiado y ahora puedes ir a muchos sitios a que te enseñen, pero por lo que veo, no se me ha olvidado mucho. A veces pregunto cosas a los hijos, pero nunca me ha hecho mucha falta”.
Méritos propios
La última vez que la habían llamado antes de esta sorpresa, fue en mayo de 2021. Por entonces, sí que tuvo que hacer un examen: “Ahora ya sabía de que iba la cosa, pero la otra vez nos hicieron examen. Y vas a ciegas, porque no sabes lo que te van a preguntar. Nos dijeron que había una prueba escrita para el ayuntamiento y… ¡saqué un 7,8! Eso no lo sacaba yo ni en EGB…”.
—A pesar de los períodos largos en paro, ¿nunca te has venido abajo?
—Es que no merece la pena, aunque te vengas abajo, no consigues nada, me apaño con lo que hay. Mi marido siempre ha tenido trabajo y no era malo, no era estupendo tampoco, pero para las circunstancias, no me puedo quejar. En algún momento sí he podido buscarlo más, pero al final siempre tienes cargas en casa y piensas que ya vendrá algo.
Su ilusión traspasa el teléfono cuando este diario conversa con Beatriz. “Vienes aquí y hablas con gente, te vistes, te arreglas, sales, entras. Tienes otro horario, ves a gente muy agradable, y no tienes problemas de que te den voces. Los jefes son estupendos, porque no tienes problema de cualquier cosa que te pase. Es un trabajo cómodo y bonito, a mi me gusta, y aunque te manden de un lado a otro, ves otras cosas, otras opiniones, otra forma de trabajar”.
Advierte que esto de la suerte está muy bien, pero que también es consciente de que “hay que estar”. La administración local funciona, pero no siempre es suficiente: “Tenemos que poner de nuestra parte, estar interesado y estar metido en ese ajo, no quedarte en casa, a lo mejor te llaman a la puerta, pero hay que estar en ello”.