Por qué los barrios más peligrosos tienen números en su nombre en España: el mito de las 600, 3.000...
Las Tres Mil, Las Mil o Las Doscientas: la nomenclatura se repite y también los datos que hablan de pobreza y marginalidad entre sus márgenes. EL ESPAÑOL analiza las razones detrás de la problemática de estos barrios.
28 enero, 2023 03:04Aunque quizá el que más les suene sea el barrio de las Tres Mil Viviendas, en la periferia de Sevilla, a lo largo y ancho de España el bautismo numérico se repite: existen, al menos, las Mil Viviendas (también conocido como barrio de la Virgen del Carmen) en Alicante; Las 600 Viviendas de Albacete; Las 500 Viviendas de Almería; Las 400 Viviendas (también de Alicante) y Las 200 Viviendas de Roquetas, en Almería de nuevo.
Y todos estos distritos tienen en común, lamentablemente, unos altos índices de marginalidad y delincuencia, si bien algunos de ellos han mejorado notablemente en los últimos años gracias a sucesivas reformas. Otros, como Las Tres Mil sevillanas, figuran recurrentemente en el listado de los más pobres de España, según el Instituto Nacional de Estadística.
Pero, ¿por qué? ¿De qué forma influye su nombre en su particular idiosincrasia? Son varias las razones, tanto urbanísticas como sociales e incluso antropológicas. Pero, antes de abordarlas, vamos a dar un paseo por la particular fisonomía de estos lugares, elevando la vista a sus altos bloques y vagando por sus calles en cuadrícula.
Las Tres Mil Viviendas es el barrio más conocido de la lista y, para desgracia de sus vecinos, no precisamente por aspectos positivos. Las frecuentes reyertas que suceden en sus calles, el tráfico de drogas, la suciedad reinante y la elevadísima tasa de desempleo (que roza el 80%) pueblan los titulares de todas las cabeceras españolas. Algunos han sido tan desgarradores como el que contaba la muerte de Encarnación, una niña de siete años a causa de una bala perdida de un tiroteo entre clanes rivales, que la alcanzó en la puerta de su vivienda en el año 2013.
Y, aunque lo de las Tres Mil es una suerte de denominador común, en él se engloban seis barriadas, todas pertenecientes al conocido como Polígono Sur. Son Paz y Amistad, Antonio Machado, Martínez Montañés, Murillo, Las Letanías y La Oliva. Dos de ellas, Murillo (también llamada Las 800 Viviendas) y la de Martínez Montañés (con sobrenombre de Las 624 Viviendas), se consideran los barrios marginales más peligrosos de Sevilla. Todos guardan la misma línea urbanística de bloques altos, abigarrados y con una gran densidad de población. Y una nota común: en sus calles apenas hay servicios. Es necesario salir del barrio para casi todo, pues la ausencia de comercio en sus calles es prácticamente total.
Otra balacera con resultado mortal se produjo el año pasado aquí, en el barrio alicantino de Las Mil Viviendas. En este caso perdieron la vida tres hermanos del clan gitano de Los Capito durante un múltiple tiroteo. La noticia saltó a todas las portadas.
Desde su creación, en la década de los 50 del pasado siglo, Las Mil Viviendas ha liderado el raking de mayor índice de delincuencia de toda la ciudad. El narcotráfico y los robos y asaltos a viviendas eran tan habituales que el ayuntamiento y la Consejería de Obras Públicas tomaron cartas en el asunto y, a mediados de la década de los 90, restauraron el barrio. Se derribaron los edificios más antiguos y se construyeron nuevos, dándole un lavado de cara importante.
También se cambió su nombre a Virgen del Carmen, aunque en el imaginario colectivo sigue reinando la designación numérica de Las Mil Viviendas. Y, aun con todo, la medida no fue suficiente, pues la periferia del distrito sigue tomada por los narcotraficantes y, para luchar contra la cifra desbocada de delitos en la zona, se creó allí mismo la Comisaría Norte, pero tampoco así se ha podido dar por controlada la situación.
Las Seiscientas Viviendas (Albacete)
Este barrio albaceteño ostenta otro dudoso puesto de honor: aquí la renta neta media ronda los cuatro mil euros al año, según cifras del Atlas de Distribución de Renta de los Hogares. Es decir, cada vecino sobrevive con unos 350 euros al mes. Desde luego, para llegar a final de este tienen que realizar más de un milagro, aunque no provenga de ahí el otro nombre con el que se conoce el barrio: La Milagrosa.
Las 600, al este de la ciudad de Albacete, data también de los años 70, cuando se levantó para dar solución al creciente problema del chabolismo. Su vivienda social iba destinada a personas de rentas bajas, pero, como en el resto de barriadas de este corte, pronto se generó entre sus límites una situación de pobreza y exclusión.
En la misma época se levantó otra barriada obrera, en este caso en la capital almeriense, muy próxima al barrio del Zapillo. Se trata de Las 500 Viviendas, otro reducto de casas de protección oficial que, si bien durante un tiempo también destacó por su inseguridad y el tráfico de drogas que tenía lugar en sus calles, ha evolucionado gracias a la implementación de servicios como el centro de mayores o la creación de jardines públicos, además de un creciente comercio local que favorece la economía de la zona.
También en la ciudad de Alicante encontramos otro barrio con número en su nombre. Las Cuatrocientas Viviendas es una de las seis barriadas de la zona norte que nació con la llegada de inmigración a Alicante desde el resto de España, algo que sucedió a mediados del siglo XX. El Franquismo ubicó estos nuevos asentamientos humanos en la periferia, pero la calidad de sus viviendas fue escasa, por lo que aún hoy se están sometiendo a planes integrales de rehabilitación por parte del ayuntamiento.
Los vecinos de las 400 han denunciado en más de una ocasión los actos vandálicos que se suceden en su barrio, para lo que reclaman una mayor presencia policial que combata la inseguridad ciudadana.
Por último, en la localidad costera de Roquetas de Mar, en Almería, encontramos Las 200 Viviendas, donde un hombre de unos 30 años y procedente de Gambia acabó el pasado año con la vida de un compatriota durante una reyerta que tuvo lugar en plena calle, concretamente en la conocida como Plaza de Andalucía. También aquí son frecuentes los enganches ilegales (durante una operación llevada a cabo recientemente por la Guardia Civil se detectaron 239) y el cultivo y tráfico de droga. Por ello, el ayuntamiento también prevé una reforma integral que pueda mejorar la vida de los hastiados vecinos.
La explicación urbanística
Resumiendo, en todos y cada uno de los barrios anteriormente descritos se han formado guetos que favorecen la delincuencia y la marginalidad. ¿Cuál ha sido su detonante? El arquitecto, profesor y Premio Nacional de Urbanismo José María Ezquiaga lo explica en palabras muy llanas a EL ESPAÑOL: "El problema de estos barrios es que ahora sabemos que una excesiva homogeneidad social es también una fuente a la larga de conflictos. Hoy en día el pensamiento más extendido entre expertos sociales y urbanistas es que no conviene crear este tipo de barrios monofuncionales de vivienda social para realojar un tipo determinado de población porque se terminan formando guetos, y estos guetos terminan manifestando patologías como la inseguridad".
Ezquiaga asegura que la intención primera de todos estos barrios de vivienda social no fue, ni mucho menos, "malvada", pero en muchos casos se hizo "con poco conocimiento de la cultura y necesidades específicas de esos grupos de población", como sucede por ejemplo con la etnia gitana: "Se intentó resolver el problema del alojamiento de la manera más estándar posible.
El problema es que se generaron barrios de solo viviendas, sin actividades de otro tipo, con un grupo a veces muy homogéneo de población, gente de bajos ingresos y con presencia importante de minorías étnicas como la etnia gitana sin conocer tampoco mucho de su cultura, que es muy específica: no puedes mezclar linajes y familias que puedan tener conflictos entre sí, y esto no se tenía en cuenta, no se sabía suficiente de antropología para acertar en la manera de organizar las viviendas".
Desde el punto de vista meramente urbanístico, también hubo fallos, según aclara el experto: "Se adoptó la tipología de bloque y esta no favoreció la presencia de espacios públicos con actividades, y de lugares de encuentro". La razón detrás de esta decisión urbanística fue esencialmente económica: "La tipología de bloques es la más económica de promover y, como eran viviendas de bajos ingresos, se planteó una solución sencilla, pero con poca riqueza, poca variedad y poco interés urbanístico".
En este sentido, el urbanismo del futuro tiene que mirar en otra dirección: "Tiene que evitar formar guetos. Y todos estos barrios son candidatos a formar parte de las estrategias de regeneración urbana contempladas en los fondos Next Generation".
El comercio como solución
Comunitaria es una obra social perteneciente a Supervecina, empresa dedicada a dar servicios a comunidades de propietarios. Y en Comunitaria se dedican precisamente a crear un impacto social positivo en barrios desfavorecidos como Las Tres Mil Viviendas sevillanas o San Cristóbal, el que está considerado el barrio más pobre de Madrid. "Concurren varias circunstancias para que en estos barrios se produzca la pobreza recurrente, y una de ellas es puramente arquitectónica, pues son barrios de infravivienda creados en los años 60 y 70 y por lo general de viviendas pequeñas en bloques con pocos servicios y densidad relativamente alta de población.
Se sitúan por lo general en el extrarradio de la ciudad, y esa distribución de espacio y situación hace que sean viviendas con precios muy bajos", desarrolla en conversación con EL ESPAÑOL Miguel Prados, el CEO de Comunitaria e ingeniero de Caminos de formación. "Al tener estos precios tienen muy pocos servicios básicos y atraen inmigración que llega también evidentemente con pocos recursos, pero que se integra perfectamente en el barrio y en muchos casos genera un impacto positivo en la economía local al montar pequeños negocios, curiosamente".
Precisamente por esto, explica el experto, aquellos barrios que no tienen una red de pequeño comercio, como sucede en Las Tres Mil, están condenados a la falta de desarrollo: "La gente tiene que irse fuera del barrio a hacer sus compras a las grandes superficies y se produce lo que se llama un desierto alimenticio: no hay una microeconomía local que pueda funcionar". Por eso, en su opinión la solución pasa por fomentar este pequeño comercio subvencionando a aquellos que quieran dar un paso y levantar la verja de "pequeños locales de fruta y verdura, zapaterías…", algo a lo que ayuda también la creación de una moneda local.
En el caso de Comunitaria, ellos implantaron la moneda Illa (el nombre lo votaron los vecinos de los barrios en los que trabajan y por aclamación popular se bautizó la moneda con este diminutivo, tan extendido en la capital sevillana). "Si te dan 30 euros de ayuda social a lo mejor te los gastas en el supermercado Día, pero si te dan 30 illas solo las puedes gastar en tu barrio", dice con entusiasmo el CEO de Comunitaria.
La otra gran medida hacia la que apunta para impulsar estos barrios de viviendas sociales es la inversión pública, una asignatura que, asegura, por el momento suspenden todas las administraciones: "Hay estadísticas que demuestran que estos barrios se están quedando totalmente fuera de la revolución verde; por ejemplo el porcentaje de instalación de placas solares es del 10% en relación con otros barrios. Y esta inversión de infraestructura podría aportar muchísimos beneficios".
La identificación de los vecinos con su barrio, apunta también Prados, es fundamental. Y esta resulta complicada en los casos que estamos tratando en este reportaje: "El problema de nombrar a un barrio por su número es que lo estás despersonalizando, y al despersonalizarlo le quitas el alma. Es difícil sentirse orgulloso de decir ‘yo soy de las Tres Mil’. Por ejemplo, decir ‘soy del barrio de San Cristóbal’ ya tiene un componente más cultural, va unido a un santo, a una tradición, a una cultura. Pero ¿cómo te vas a identificar culturalmente con un número, las Tres Mil?".
A pesar de eso, y por poner una nota positiva, son muchos los cantaores que precisamente han salido de uno de los barrios con peor fama del país. Las Tres Mil saca pecho por haber criado entre sus calles a artistas reconocidos como Raimundo y Rafael Amador, Emilio Caracafé, Ramón Quilate, Luis de los Santos, José Jiménez, Rafael "el eléctrico" o Martín y Juana Revuelo. Es más, en 2003 se rodó en la barriada la película Polígono Sur (El arte de las Tres Mil), dirigida por Dominique Abel. En la cinta puede apreciarse cómo todos estos cantaores pioneros del flamenco emplearon el cante y el baile como revulsivo ante la falta de oportunidades que los cernía. Todos buscaron la alegría y el futuro a base de palmas y talento.
Sin embargo, y como apuntaban los expertos de este reportaje, sigue siendo imperioso que las administraciones desarrollen también proyectos de reforma. Solo así podrá lograrse el deseo de prosperar de los moradores de los barrios con nombre de número.