A sus 42 años, Dani Güiza sigue haciendo lo que más le gusta: jugar al fútbol. El delantero jerezano es un humilde currante de esto que llaman balompié, pero a su pesar no es uno más en el CD Rota. No puede serlo por mucho que él quiera. Lo nota uno rápidamente cuando lo ve con la pelota en los pies. Los contrarios se tensan y todos contienen el aire para ver por dónde sale. "Este no se pone nervioso...", advierten desde la grada, donde le conocen y tiran de clásicos para halagarle: "La calidad no se pierde nunca...".
El ariete andaluz ha jugado en la élite del fútbol y es campeón de Europa, tal y como recuerdan los mayores en la grada: "A este lo he visto yo jugar con la Selección", dicen a los más jóvenes. Otros son aún más certeros en los corrillos futbolísticos formados tras la portería visitante: "Cucha —escucha en andaluz—, que fue el último pichichi español de la liga, eh. 27 goles marcó con el mejor Mallorca de la historia y no tiró ni un penalti". Lejos queda aquello, en 2008, pero grabado en el papel: fue bota de plata y premio Zarra además.
De aquella Selección Española campeona de Europa sólo quedan en activo cinco jugadores: Sergio Ramos, Raúl Albiol, David Silva, Pepe Reina y Dani Güiza.
Este último hace una semana y media firmó por el CD Rota, del Grupo X de Tercera RFEF, actualmente la quinta categoría del fútbol español. Llega procedente del CD Algaida, un equipo sanluqueño de una división menos que lucha por el ascenso. Los verdes le han firmado para que les ayude a salvarse del descenso. "Seguimos disfrutando del fútbol, es lo que siempre me ha gustado y ya está", apunta el jerezano.
El gitano —como le conocen muchos compañeros— se ha acoplado a la perfección a su nuevo equipo. "Con el vestuario muy bien, ya conocía gente y estoy muy contento de haber firmado aquí", dice un Güiza que ha ido 'destapándose' conforme ha pasado la mañana.
Si alguien piensa que ha venido aquí a retirarse, se equivoca. Güiza pelea y briega por cada balón. Cuando no le llega, incluso baja a la línea de defensa para buscarlo y sacarlo desde atrás. La ocasión más clara de su equipo la propicia él, pero su compañero no acierta a hacer el tanto.
La diferencia entre el Dani de antaño y el de ahora es que "ahora estoy más tieso", bromea. "Ahora juego de media punta y me encuentro más cómodo ahí que de nueve", dice ahora sí en serio sobre las diferencias. El tiempo para nadie pasa en balde y las bromas vuelven cuando se le pregunta por sus 27 goles. "Con cinco me conformo", dice entre risas.
Su nueva casa
Son las 10.15 horas de la mañana en el estadio Navarro Flores de Rota. Anselmo Rodríguez, el presidente del CD Rota, recibe a los primeros periodistas en llegar. "Dani no va a hablar, el resto de compañeros lo que quieran", dice el mandatario, que trata de mimar a su estrella.
A esa hora, muchos compañeros acaban de llegar al campo. Güiza ya está allí y mira desde lejos al reportero de EL ESPAÑOL. Se va con sus compañeros y, cuando tiene que pasar por al lado de las cámaras, todos le protegen.
En el rezo y la arenga previa al partido, el capitán y también delantero Luis Lara le hace de escolta. "Vamos, Dani, vamos", le anima.
Está claro que el fichaje del 'gitano' es un golpe mediático sobre la mesa, hoy hay más público que en otras ocasiones en el Navarro Flores de Rota. La sensación que causa Güiza es tal que, mientras él sigue disfrutando de la pelota, niños que ni siquiera le vieron en su mejor momento alucinan con que esté ante ellos. "Ha venido El Chiringuito porque está Güiza", dicen antes del partido. Luego, estos pequeños ultras de 10 años corean el nombre de su nuevo ídolo.
Güiza ha pasado por estadios que han sido infiernos, como en su etapa turca, y por otros cuyas instalaciones están mimadas hasta el más mínimo detalle. Nada tiene que ver con la situación en la que se encuentra ahora.
El dinero aquí es lo de menos. En esta categoría no se come del fútbol. Güiza quiere seguir sintiéndose futbolista en un club que tiene 160.000 euros de presupuesto, según su presidente, "el más bajo de la categoría". "Intentamos traer los mejores futbolistas que podemos con el mínimo dinero", dice Anselmo. No ha trascendido la ficha del jerezano, pero nada que ver con los 15 millones que firmó en el Fenerbache turco.
Un club entregado
Güiza ya no juega de 9. Ahora tiene el 10 a la espalda, juega de media punta y la pelea con los centrales se la deja a Luis Lara, capitán del conjunto verderón y luchador incansable en el área. Su capitán aún se sorprende a veces de tenerle al lado. "Hace nada lo tenía en los cromos y ahora miro al lado y está él", comenta.
Lo mejor de tener a alguien como Güiza en el vestuario está en su aporte fuera del verde. "Lo hemos recibido con los brazos abiertos, su trayectoria lo dice todo. Es una bellísima persona en la que los más jóvenes nos podemos mirar y aprender muchas cosas en el día a día. El tío es un espectáculo, es igual que nosotros. Cuenta muchas anécdotas, le preguntamos y es fabuloso. Es chapó", le elogia su compañero.
Aquí la competencia por un puesto es lo de menos. Todos quieren jugar, pero nadie se enfada una vez pasados los 90 minutos. "Yo no lo veo como una competencia, sino como un compañero que viene a jugar", dice su compañero. "Lo importante es sumar los tres puntos. Nosotros no vivimos de esto, cada uno tiene su trabajo y miramos por el equipo para que siga en Tercera. Vienes de trabajar y lo que quieres es echar un buen ratito con los tuyos", recalca el otro delantero jerezano.
Germán González, entrenador del CD Rota, le da la razón a su capitán. "Es una persona que hace vestuario, al contrario de lo que dice la gente por ahí. Llega el primero y se va el último, ayuda, trabaja... Viene a sumar y lo tiene claro. Él me lo dijo: yo vengo a disfrutar del fútbol".
El fichaje de Dani Güiza por el CD Rota se fraguó de manera rápida. "Lo llamé un martes y el jueves estaba entrenando. Hablé con él y me dijo que sin problemas, que él lo que quería era entrenar y disfrutar del fútbol".
Entrenar a un campeón de Europa es "un sueño" para su entrenador. "Ver un futbolista de esas características, los movimientos que hace... Tiene mucha movilidad sin balón y nos ha dado arriba esa pizca que nos faltaba. Saca el movimiento, el hueco, ve el pase donde a otros les cuesta... La semana que lleva entrenando está muy integrado. Siempre ayuda a la gente, sobre todo a los chavales. Es una persona que suma en todos los aspectos".
Un equipo repleto de canteranos y gente joven agradece siempre el aporte de los más veteranos. Este es un equipo muy familiar, donde el presidente lo mismo está hablando con la prensa que en la taquilla, colgando carteles o en la cabina del speaker. Bienvenidos al fútbol popular.
Anselmo Rodríguez se deshace en elogios hacia Güiza. "Se acopló rápidamente. Le gusta el deporte y es futbolista. Esto es un equipo familiar, todos nos conocemos. Él lo que quería era eso: jugar y encontrarse a gusto. Se ha adaptado muy bien y lo protegen todos. Él es muy llano, todo el que lo conoce lo dice, que es muy competente. La repercusión parece que ha sido buena. Es que es internacional, es el último máximo goleador de la categoría".
Vida y obra
Daniel González Güiza se crio en una de las zonas más humildes de Jerez de la Frontera. Lo hizo en una de esas plazoletas donde ser gitano es un orgullo incomparable y el balón, muchas veces, algo más que un amigo.
Su vida la cambió el fútbol. Ser el mejor en el alambre del fuera de juego, según los que saben de balompié, le dio tanto dinero que pudo alquilar un avión privado para trasladar a los cuatro perros que recogió de la calle en Turquía. Porque hay cosas que el barrio te graba a fuego: el dinero viene y va, pero por los tuyos —también los animales— se da todo y más.
Su figura siempre fue controvertida. Aprendió lo que sabe de fútbol en el campo de albero de La Liberación, intentando correr lo mínimo posible para marcar lo máximo. Esa mentalidad de artista le trajo una gran cantidad de logros en los que muchos no reparan cuando escuchan su nombre. Quizás sea por esa filosofía de vida que nunca perdonan los que no aprecian el arte. Y no se engañen, la calle lo enseñará antes, pero al final lo aprenden todos: el pianista tampoco corre alrededor del piano.
Los moralistas siempre le reprocharán a Dani Güiza muchas cosas sin haberse puesto en sus zapatos. Sus mayores pecados capitales ni siquiera los protagonizó él. Su vida extradeportiva daba alas a quienes querían ponerle el lunar. Él marcaba goles, sí, pero su alrededor hablaba por él. El delantero callaba y tragaba para no avivar el fuego, se refugiaba en el fútbol. ¿Qué culpa tenía el ‘gitano’? ¿Qué hay que pedirle a un delantero aparte de goles?
Madridista acérrimo, llegó a jugar en la cantera del FC Barcelona. Debutó en el Xerez CD y él mismo declaró su anticadismo, pero sobre el césped acabaría dando un ascenso a Segunda al Cádiz CF. Sus mejores años los dejó en el Getafe, el Mallorca, Fenerbache (Turquía) y el Cerro Porteño, de donde se volvió por problemas personales justo antes de que el equipo se hiciese con la Libertadores.
A sus 42 años, Güiza acumula dos décadas de carrera y sigue haciendo lo que más le gusta. Algunos de sus compañeros ni siquiera habían nacido cuando él ya marcaba goles y lo celebraba como el arquero. Tras perder por 0-2 por segundo partido consecutivo con el CD Rota y tener que retirarse con un pinchazo en el muslo, tiene claro que deben corregir errores para salvarse. Una vez concluye el encuentro, habla ya amigable con la prensa. No pierde la sonrisa porque un domingo más ha hecho aquello con lo que soñaba de pequeño: darle patadas al balón.