'Yo me acosté con etarras': El Lobo y otros infiltrados hablan sobre el caso del policía y las 'indepes'
El caso de Daniel Hernández Pons ha puesto nuevamente de relieve las acciones de estos agentes. Interior lo ha destinado a una embajada.
4 febrero, 2023 02:26Tumbado en la cama, con ella al lado, su corazón trata de parar el galope. Con la mirada en el techo, los pensamientos inundan su cabeza. Todas las relaciones esconden alguna mentira piadosa, claro, pero nada similar a esto. Entonces, uno se plantea muchas cosas. En esos pocos segundos da tiempo hasta para pensar en si ella, militante anarquista, sonriente ahora junto a él, seguiría relajada si supiera quién es; si conociera realmente cómo ha llegado hasta allí y cuál era su anterior vida. Dijeran lo que dijeran la tinta de su piel y las paredes de su cuarto, él era un policía infiltrado.
Una situación como ésta —ficticia— bien le podría haber ocurrido a Daniel Hernández Pons tras algunos de los encuentros sexuales mantenidos con mujeres durante su trabajo como agente encubierto. Él, policía infiltrado en los movimientos anarquistas e independentistas catalanes, acabó por ser descubierto hace escasos días y tuvo que desaparecer para siempre de allí, tras algo más de dos años integrado en los círculos sociales de Barcelona.
Su verdadera identidad, camuflada hasta entonces, fue desvelada por el semanario La Directa en su último número. El caso ha desatado un gran revuelo en España. Las parejas sexuales del agente durante su infiltración denunciaron que nunca se habrían acostado con un policía y anunciaron que tomarían medidas legales, como ya han hecho. Cinco de ellas han interpuesto una querella en la que acusan a Daniel de, entre otras cosas, abuso sexual.
En el plano político, En Comú Podem registró varias preguntas a la Mesa del Congreso, antes de que ERC y Bildu exigiesen la comparecencia del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. La polémica ha provocado comentarios de todo tipo. El hecho, sin embargo, poco ha sorprendido a quienes más se han relacionado con la infiltración policial durante los últimos años.
"A mí me da risa la acusación de abuso sexual", dice Mikel Lejarza, popularmente conocido como El Lobo, célebre por su infiltración en la banda terrorista ETA. "Éste es tu trabajo. Son situaciones que se ofrecen y tienes que salvar todas esas barreras que tienes ante ti", comenta a EL ESPAÑOL sobre la labor de los infiltrados.
Él mismo narraba en su primer libro cómo mantuvo relaciones sexuales con una mujer durante su infiltración. Lo deja claro de nuevo cuando conversa con este periódico. "Hubo un caso en el que una chica de ETA me dice que quiere acostarse conmigo. Lógicamente, ¿qué le vas a decir? ¿Que no? Ella quería y yo no dije que no. Yo estaba haciendo mi trabajo y lo hice lo mejor posible. Es así; a lo largo de la historia ha sido así", cuenta.
Así son los infiltrados
Iñaki Sanjuán es otra de esas voces expertas en la materia de la infiltración. Inspector Jefe de la Policía Nacional en los servicios de Información como responsable de la sección operativa de terrorismo internacional, hace escasas fechas publicó su libro Operación Protector: la infiltración policial al descubierto. Ha participado en operaciones encubiertas y sabe a qué se debe enfrentar un agente en estos casos.
Explica de forma clara y concisa la diferencia entre un agente infiltrado y uno encubierto. "El primero no está judicializado y, por lo tanto, las informaciones que obtiene sólo pueden utilizarse a efectos de inteligencia. Es una figura complicada que carece en España de regulación. El agente encubierto está autorizado por un juez o un fiscal, está bajo su control, puede relacionarse con el entorno criminal de forma constante e, incluso, llegar a cometer delitos", compara. Daniel Hernández Pons era de los primeros y, por lo tanto, no necesitaba una autorización judicial, como hay quien le ha reclamado ahora.
En su libro, Sanjuán cuenta cómo se forman los agentes encubiertos. Detalla una serie de exámenes a los que se les somete, que son específicos para cada uno de ellos. "Las pruebas son muy duras, se trabaja la resistencia física y psicológica y ponen al límite al agente. Se trata de que un futuro agente encubierto sepa gestionar el estrés que genera vivir en una incertidumbre constante", cuenta a EL ESPAÑOL.
Y revela cómo debe actuar el agente para poder ser uno más —o aparentarlo— en el grupo social en el que se introduce. "Siempre digo que, en cualquier infiltración u operación encubierta, el éxito es la cobertura, que un agente tenga un pasado, un presente y un posible futuro, construido de forma sólida y a prueba de comprobaciones. Esto es algo de extrema complicación, pero es vital. El agente encubierto debe de comportarse de una forma idónea para entrar en el entorno de una forma efectiva. Para ello, en ocasiones, tienes que hacer determinadas cosas. Un agente encubierto vive en una mentira permanente, pero debes de actuar de una forma en la que todos crean que esa mentira es la única verdad, incluido el propio agente encubierto", señala.
Y presta todo su apoyo a Daniel. "La Justicia se encargará de decidir si su actuación ha sido correcto. Desde mi punto de vista personal, sin conocer los detalles del caso y únicamente por lo publicado en la prensa, no hay ilegalidad", valora.
Daniel y 'El Lobo'
Al pensar en los agentes infiltrados más célebres de la historia reciente de España, rápidamente aparece el sobrenombre de El Lobo. Mikel Lejarza habla con EL ESPAÑOL sobre lo que le ha ocurrido a Daniel. Y le parece una infiltración "bastante interesante, en la que debe haber conseguido mucha información".
"Lo que no entiendo es por qué lo han quemado o cómo. Eso, para él, significa un cambio total en su vida. A partir de ahora no podrá hacer ningún trabajo que requiera infiltrarse en nada, lo han quemado del todo", apunta. El nuevo destino del agente, tal y como ya informó EL ESPAÑOL, es una embajada.
El Lobo piensa que este tipo de infiltraciones son necesarias. "Las tecnologías suplen ciertas necesidades, pero no podemos evitar el factor humano en ciertos temas de terrorrismo y crimen organizado; no podemos prescindir de él".
Comenta Lejarza que antes de infiltrarse, el agente debe estar "preparado para todo". "Tienes que tener claro que hay barreras que no puedes traspasar, lógicamente. Pero, dentro de eso, tienes que estar preparado para todo", comenta.
Ese trabajo tan oscuro ha llevado a Lejarza a vivir situaciones, a priori, inenarrables. "Al principio, había tanto interés que mi jefe me llegó a decir: 'Si se te pone Franco por delante, te llevas por delante a Franco'. Tienes que ser consciente de lo que puedes y no puedes hacer. En aquel momento, ese hombre nos decía eso porque nos interesaba una barbaridad para salir adelante y punto", recuerda.
"Tú tienes que ser consciente de que hay miles de barreras y tienes que buscar la manera de salir limpio y que no puedan juzgarte luego por un fallo que hayas cometido. Dentro de tu trabajo no puedes vulnerar la ley. A no ser que, realmente, en el caso de que haya una judicialización, se te permita", valora.
Lejarza alude a los agentes encubiertos, quienes, según la legislación española, podrían cometer ilícitos penales, siempre y cuando tengan autorización judicial para ello y no sean los promotores de la ilegalidad. El caso de Daniel es diferente. "El suyo es otra historia", compara El Lobo.
Relaciones sexuales y espionaje
"Una cosa son las relaciones consentidas, en las que están de acuerdo una y otra parte, como es este caso —comenta Lejarza—, y en las que no hay ninguna violación de ningún tipo. Ellas mismas [las denunciantes del policía] lo dicen claramente... No ha hecho daño a nadie, porque la otra persona estaba de acuerdo; y él tiene que estar preparado para una cosa de estas".
Su opinión es clara a este respecto: "A mí lo de abuso sexual me da risa… Ellas estaban totalmente de acuerdo. E, incluso, yo creo, enamoradas. Si estaban encantadas de estar con él... Que ahora hayan descubierto que era un infiltrado no quiere decir que puedan denunciarle por abuso sexual. Me parece de locos".
Señala Lejarza, no obstante, que no siempre es necesario mantener relaciones sexuales en una infiltración. "Pero puede ocurrir que te toque saltar esa barrera", subraya. "Porque el único objetivo que debe tener un infiltrado es obtener información", insiste. El resto, agua de borrajas.
"Puede ser que la otra persona te desee... Tú vas a recabar información. Y es cuando te acercas, lógicamente, cuando más facilidad tienes para recabar información. Al fin y al cabo, estamos hablando de espionaje y es así. Para conseguir la información, tienes que estar con el enemigo; y es una cuestión que ocurre desde que el hombre es hombre", señala.
'Trampas de miel'
Lo cierto es que la infiltración no es nada nuevo. De hecho, a las prácticas de seducción dentro del espionaje se les suele denominar como trampas de miel y son recurrentes. Los ganchos son tanto hombres como mujeres. Piénsese en Mata Hari, por ejemplo. "Ha habido agentes femeninas infiltradas también. Si a agentes femeninas les toca una historia como ésta, tendrán que hacer frente a ello. No creo que, por eso, el contrario les tenga que acusar de violación", compara.
Iñaki Sanjuán también hace mención a las agentes infiltradas durante la entrevista. "Se habla muy poco de ellas y son verdaderas heroínas. Realizan infiltraciones que, en muchas ocasiones, les obligan a desarrollar unos papeles, digamos, muy desagradables. Son extraordinarias", ensalza.
Lejarza tampoco se sorprende en absoluto por lo ocurrido con Daniel y su infiltración en entornos independentistas. "El trabajo de espionaje es así. Cuántas espías ha habido capaces de llevar a hombres a la cama para sacarles información... Y al revés también, pero nunca de manera forzada", recalca.
El final de la operación
Una vez descubierto, el agente debe abandonar el ambiente en el que se infiltró de la manera más rápida posible. Iñaki Sanjuán lo describe así: "Es uno de los momentos más difíciles y complicados; se debe de extraer al agente, y mantenerlo bajo seguridad". La extracción de un agente encubierto siempre es complicada. A su vez, hay que tratar de proteger a los que han ayudado a penetrar en ese entorno.
"Si, encima, dicha extracción se debe a que el agente encubierto ha sido mordido [descubierto] —como parece haber podido ocurrir en este caso—, todo debe acelerarse sobremanera", avisa.
En Operación Protector, Sanjuán narra una situación que podría pasarle a cualquier agente encubierto o infiltrado: encontrarse por azar con una persona inesperada y que eso eche por tierra la continuidad de la operación. "En el libro, hay una situación real sobre eso que no dejará indiferente a nadie", avanza.
Con ello, llega el final de la infiltración. Al menos, la de este agente. No queda otra. Pero esta técnica, frecuente a lo largo de la historia de los servicios de Inteligencia y de información, no cesa cuando finaliza la vida útil del topo. Ni la sustuirá el avance de la tecnología.
Mikel Lejarza recalca que la infiltración cuenta con un "factor humano, con una manera de conseguir información de forma directa que los aparatos, más fríos, no logran"
"Con la infiltración se consiguen los sentimientos, la forma de pensar; lo consigues todo de la persona; y es que somos personas y no máquinas". Eso sí, insiste en que siempre se debe "garantizar una correcta intervención". "Siempre que tenga un fin y que no vulneres nada ni te saltes una barrera que no debas", advierte.
La polémica con ha suscitado el caso de Daniel tiene otros motivos, a su juicio. "No podemos echar tanta mierda encima de un agente que ha vivido infiltrado, que ha hecho su trabajo perfectamente...", lamenta.
"Tenemos que ver lo que realmente le ha tenido que costar salir adelante y lo difícil que es esta situación, todo lo que conlleva... Un cambio total de vida. Vivimos en un momento en el que todo vale con tal de hundir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado", concluye.