Mariset y 8 mujeres con cáncer contra el Hospital Torrecárdenas de Almería: "Morimos por su gestión"
Una decena de pacientes oncológicas del Hospital Torrecárdenas de Almería denuncian en EL ESPAÑOL errores en diagnósticos y tratamientos o ausencia de pruebas.
20 febrero, 2023 02:15—Hola, soy Mónica y llevo tratándome en el servicio de oncología del Hospital Universitario Torrecárdenas desde junio de 2016. Yo estoy vetada por la oncóloga Antonia Martínez. Estoy viva de milagro".
—Soy Clara y soy paciente oncológica. Todo fue fácil y rápido hasta que me encontré con la oncóloga Antonia Martínez. Todo gira en torno a ella, lo mueve todo.
—Soy Lidia, tengo 40 años y un cáncer de mama hormonal HER2 negativo. En Torrecárdenas he sentido un servicio deshumanizado.
—Soy Blanca y soy paciente de oncología del Torrecárdenas. Mi frustración es por la atención que recibimos de Antonia Martínez, que es una persona que te da el informe como si estuviese leyendo el periódico. Entro con dudas en su consulta y salgo peor.
Las que hablan, en realidad, no se llaman Mónica, Clara, Lidia ni Blanca. No quieren revelar su nombre por miedo a las represalias, ya que actualmente siguen en tratamiento. El hospital en cuestión es el Universitario Torrecárdenas, en Almería, y es público.
"Yo estuve ingresada a punto de morir. No vuelvo a pisar el Torrecárdenas, ahora subo al ensayo clínico de Javier Cortés en Madrid", dice Mariset. Ella es la única que se atreve a dar la cara porque ya no depende del Torrecárdenas. Si sigue viva es porque ha podido pagarse una clínica privada. Si ahora habla, es porque ha comprado su libertad de expresión. Almería convertida en Estados Unidos.
Mariset, de 33 años, tiene un cáncer de mama metastásico hormonal positivo en HER2. Esto último, lo del HER2, es de vital importancia: un positivo en él abre muchas líneas de tratamiento, es la gran esperanza de muchos pacientes de cáncer, como ha contrastado este periódico consultando a otros médicos. Sin embargo, en Torrecárdenas no le hicieron la prueba para comprobarlo.
"Tampoco me hicieron pruebas de extensión antes de iniciar el tratamiento para ver si tenía metástasis", cuenta. El resultado es que le pusieron una quimioterapia incompatible con la metástasis, lo que le provocó un fallo en el hígado porque, efectivamente, tenía metástasis y no lo sabía.
Después de 12 días ingresada por un fallo hepático y de que el hospital le alertara de que, si su hígado no se recuperaba, moriría, Mariset decidió irse a Madrid en busca de una segunda opinión: "Cuando me dieron el alta siguieron con ese tratamiento. Yo no podía entenderlo. En la Anderson me hicieron una biopsia y salí positivo en el HER2. 'Quítate ya ese tratamiento y ponte el del HER2', me dijeron".
Al trasladarle los informes de Madrid a su doctora en Torrecárdenas, Antonia Martínez, esta la derivó a otro oncólogo y "no quiso verme más". "Me dijo que a ella no le gustaba tratar a un paciente que ya se está tratando con otro médico, aunque yo solo había ido a pedir una segunda opinión".
Tras varios errores más —como, por ejemplo, una equivocación con la pastilla que tenía que tomarse para no ovular que, en vez de eso, le estaba subiendo los marcadores hormonales—, Mariset decidió cortar por lo sano con Torrecárdenas y publicar su historia en redes sociales.
Denunciar, un imposible
—Soy Vanesa y, por una mutación genética, las células cancerígenas en mi cuerpo se desarrollan con más rapidez. Después de poner patas arriba el Torrecárdenas me han mandado un par de pet tac para mayo. Tengo miedo de que se reproduzca rápido.
—Soy Isabel. Mi pareja tiene cáncer de recto. Tardaron casi un mes en darnos los resultados. La cita para el tratamiento era para tres semanas después. En ese tiempo empezó a encontrarse mal. Estuvimos en urgencias, pero le pusieron un nolotil y lo mandaron para casa. Es inhumano que jueguen con enfermedades como si fuera una tripa de salchichón.
Estas mujeres que prestan su testimonio a EL ESPAÑOL tampoco aparecen en su DNI como Vanesa e Isabel. Ellas se han animado a hablar con este periódico, aunque bajo condición de anonimato, inspiradas por la valentía de Mariset. Sin embargo, no cuentan con los recursos económicos necesarios para revertir su situación.
"Empecé a buscar para denunciar, pero tiene un coste muy elevado y yo tengo que estar subiendo a Madrid cada dos por tres, no podía asumir unos costes tan altos. Sí puse, como otras muchas mujeres, reclamaciones al hospital, pero no sirven para nada porque todo sigue igual", continúa Mariset.
Además, esta mujer afirma que fueron los propios abogados quienes le disuadieron de demandar al Hospital Universitario Torrecárdenas: "Es muy difícil ganar este tipo de casos porque entre ellos mismos se protegen", explica.
Mariset es paciente pero no víctima. Como mucho, si es víctima de algo, que sea del cáncer, pero tampoco a él le pelea cada milímetro de terreno, de vida. Así que pasó a la ofensiva contra ambos: se puso en manos del doctor Javier Cortés, referente mundial en cáncer de mama, y sacó a la luz las prácticas de Torrecárdenas.
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"Cuando hice la publicación en Instagram me llamaron de gerencia. Yo dije claramente que todo iba fatal, que no nos trataban bien. El director me dijo que es verdad que a Antonia le falta empatía. En la reunión hacían mucho hincapié en que no tenía que haber acudido a redes sociales, pero yo no me arrepiento, fue la única manera de que me prestasen atención y de que ellos se den cuenta".
"Me ha faltado al respeto"
—Soy Noelia. La historia se sitúa nueve años atrás. Mi madre tenía un cáncer de mama en fase inicial. Para reconstruirle el pecho, le pusieron una prótesis mucho más pequeña que su pecho, pero no le dijeron nada. Meses después se evidenciaba un hueco significativo en su pecho. Durante las revisiones no querían reconocerlo. El daño ha ido incrementando como consecuencia del desplazamiento de la prótesis y ya el año pasado, al acudir a Urgencias, se sorprendieron de la magnitud de la negligencia.
—Soy Patricia y tengo un cáncer de mama desde 2016. Le expresaba mi malestar a la doctora Antonia Martínez, pero ella decía que no era nada. Tuvo que pedir un préstamo para irme a clínicas de Madrid y Pamplona. Allí corroboraron lo que yo sospechaba: que el tratamiento no era el adecuado, que era escaso, que mi cáncer se podía haber prevenido mucho antes con las pruebas de extensión.
No les resultará difícil adivinarlo: estas mujeres tampoco se llaman en realidad Noelia y Patricia. Las historias de todas estas mujeres tienen particularidades, pero las que involucran al cáncer de mama confluyen en un punto: las críticas a la oncóloga Antonia Martínez.
Lidia cuenta que, en un primer momento, su lucha fue por la falta de estudios de extensión: "Eso me hizo sufrir mucho". La sensación de estar atrapada en un servicio deshumanizado lleva a la desesperación. "Acabé faltándole el respeto a Antonia, pero ella me lo faltó a mí primero", confiesa Vanesa.
Clara acusa de desconocimiento a la oncóloga: "Antonia me dijo que mi mutación genética no necesitaba de ningún tipo de seguimiento. Lo que pasaba era que no la conocía, no tenía ni idea. Después le pedí cambiar de oncóloga y me dijo que eso solo pasaría si ella quería. Su solución fue recetarme una pastilla para los nervios".
Mónica afirma que ella está "vetada" y que Antonia actúa con la impunidad que le otorga el respaldo del hospital. Para protegerla, dice, "se amparan en protocolos obsoletos", algo que Mariset confirma: "Si de verdad siguen esos protocolos, cosa que me extraña mucho, y las pruebas de extensión no las hacen por el tipo de tumor, esos protocolos tienen que cambiar. No pueden hacerte el estudio de extensión cuando ya estás comida de metástasis. En el cáncer de mama, encontrar una célula suelta en el momento preciso es muy importante".
"A mí me hicieron las pruebas de extensión cuatro meses después de operarme. ¿Por qué no me la hicieron antes sabiendo que era cáncer? Al realizarla cayó la noticia como un jarro de agua fría: tenía mucha metástasis en hígado y en pulmones", recuerda Patricia.
En ese momento fue cuando Patricia conoció a Antonia y todo se paralizó. Mientras tanto, el cáncer seguía avanzando, porque así es su naturaleza, la del cáncer, que se expande hasta que activa el pánico.
"Tuve que pedir un préstamo para irme a dos clínicas diferentes: una en Pamplona y otra en Madrid, la Ruber. Efectivamente, me corroboraron que estaban tratando mi cáncer de forma genérica, como si no tuviera metástasis", explica. Entregó ese informe a Torrecárdenas, pero "no era bien recibido". Además, desde Dirección Médica le dijeron que Antonia Martínez había pedido "renegar" de Patricia.
Ahora esta paciente no solo se enfrenta al cáncer, también a la incertidumbre: "Ya no tengo más dinero para ir a otras clínicas privadas. Si mañana hubiese un cambio en la enfermedad, en Torrecárdenas tardan mucho en reaccionar".
"Siendo plenamente conscientes..."
EL ESPAÑOL ha tenido acceso a algunas de las reclamaciones interpuestas al Hospital Torrecárdenas por Mariset, así como las respuestas de este. En una de ellas, Mariset se queja, además de la "mala aplicación de los tratamientos", de que Antonia se niega a ver a los pacientes con los que ha cometido algún fallo.
Describe un episodio ocurrido el día 14 de octubre de 2022 en el que la doctora no la recibe alegando estar afónica, algo "que es incierto porque esa misma mañana estaba pasando consulta al lado". Mariset considera esto como "una vulneración de mis derechos fundamentales y de mi libertad de expresión".
En respuesta, el equipo de Torrecárdenas le comunica que lamentan la situación, "siendo plenamente conscientes de la problemática a la que hace referencia".
Este periódico se ha puesto en contacto con el Hospital Torrecárdenas, preguntándole por la situación de la que alertan muchas de sus pacientes y pidiéndole explicaciones, siempre garantizando el anonimato de las mujeres que así lo han pedido. La versión del hospital, que desmiente las principales acusaciones y hace autocrítica en cuanto a la comunicación con sus pacientes, es la siguiente:
En ningún caso se han producido demoras en la atención ni en el tratamiento pautado por los oncólogos del hospital. El tratamiento suministrado a la paciente [Mariset] respondió a criterios clínicos y ha sido el adecuado en cada momento según la situación clínica.
Desde el hospital se revisó también la información ofrecida por los profesionales a la paciente durante todo el proceso, porque ella señalaba que había falta de información. Se habló con ella, y como esa sensación de la falta de información siempre creemos que es mejorable por nuestra parte, le explicamos que analizaríamos todo para proceder a mejorar los aspectos necesarios en la transmisión de dicha información.
Mientras tanto, Mariset, Clara, Isabel, Noelia, Patricia, Blanca, Lidia, Vanesa y Mónica, aunque pueden ser más, esperan que la sanidad pública sea reforzada y no debilitada: sus vidas dependen de ello.