Valencia

Roberto Máñez es el único trabajador portuario del mundo que ha sobrevivido a una caída de 56 metros. El domingo 13 de septiembre de 2020 este estibador estaba trabajando en la grúa más alta del puerto de Valencia cuando la maniobra que realizó un barco de la compañía MSC derribó la cabina y cayó al vacío.

Roberto volvió a nacer aquel día porque está vivo de milagro. Pero la Seguridad Social le ha negado la incapacidad laboral total y tiene que regresar a su puesto de trabajo. Solo le han concedido una discapacidad del 20% y no puede reclamar ninguna indemnización.

¿El motivo? Según explica, la mutua de los trabajadores portuarios no solicitó a la Seguridad Social su incapacidad laboral total porque su recuperación ha sido muy positiva y, tras encadenar varias bajas y permisos para someterse a seis operaciones quirúrgicas, le han comunicado que está en perfectas condiciones para trabajar.

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"No se han preocupado del puesto que desempeño y directamente han solicitado el alta médica. Les dije que no podía volver a mi puesto de trabajo, tengo miedo y ansiedad, no puedo volver porque no estoy tranquilo en el trabajo", cuenta a EL ESPAÑOL. Su abogado ha presentado ahora un recurso contra el dictamen de valoración para que la Seguridad Social rectifique y que Roberto no vuelva a subirse jamás a una grúa a 56 metros de altura.

Mientras, la investigación penal abierta por un juzgado a raíz del accidente continúa y figuran dos personas como investigadas. Por el momento, Roberto no ha tenido derecho a percibir ninguna indemnización: "Ni siquiera me han pagado el teléfono móvil que llevaba cuando se produjo el accidente".

Profesión de riesgo

El estibador es el trabajador que realiza la carga y descarga de mercancía en los barcos y embarcaciones. Como operario portuario se encarga de todas las actividades que tienen que ver con la movilización de las pesadas mercancías hacia o desde los barcos

Los estibadores pueden paralizar la economía de un país con sus huelgas y trabajan con la tentación del dinero del narcotráfico que se mueve en los puertos de todo el mundo. Para muchos son el último reducto de la lucha obrera, pero para sus detractores son unos privilegiados que controlan un monopolio por las limitaciones de acceso.

Cabina en la que trabajaba Roberto hasta 2020. CEDIDA

Roberto trabaja para el Centro Portuario de Empleo de Valencia, una sociedad anónima mercantil privada con el carácter de centro portuario de empleo, al amparo de lo dispuesto en un Real Decreto aprobado en 2017 por el que se modifica el régimen de los trabajadores para la prestación del servicio portuario de manipulación de mercancías. Dispone de una plantilla de casi 1.500 profesionales estibadores de diferentes categorías profesionales que atienden tráficos tan diversos como el de contenedores, graneles, carga y descarga de vehículos sin matricular y rodado.

"La estiba tiene fama de muchas cosas, pero no se ve su peligrosidad. Si quieres dedicarte a esto, tienes que tener mucho sentido de la responsabilidad y estar muy concentrado para evitar posibles accidentes. Es un trabajo que tiene mucha siniestralidad. Muchas lesiones se producen por exceso de confianza y el hábito. Te crees que lo controlas todo y no controlas nada", afirma Roberto.

Roberto muestra las cicatrices de su cabeza. CEDIDA

El trabajo de estiba no es tan duro como antes porque hoy en día está muy mecanizado, pero sigue siendo muy sacrificado y tiene un índice de siniestralidad laboral muy alta. Solo en 2016, se registraron ocho accidentes mortales en España. El año pasado, otro estibador de 45 años del Puerto de Valencia falleció en un accidente laboral ocurrido en el Muelle Sur. El hombre fue aplastado por una máquina elevadora que volcó en las instalaciones de la empresa Terminal Marítima de Graneles (Temagra).

No obstante, la estiba del puerto de Valencia ha reducido un 13% los accidentes laborales durante el ejercicio 2022, según concluye la memoria anual de seguridad laboral del recinto. Además, el número de accidentes laborales dividido por las horas trabajadas, el llamado Índice de Frecuencia General, también refleja un fuerte descenso en la estiba del puerto de València, al pasar de 142 en 2021 a 131 el año pasado.

El choque del barco

Roberto no olvidará jamás el día del accidente. "Era un domingo por la mañana. Yo manejo la grúas y vi cómo el barco se aproximaba mucho al lugar en el que me encontraba trabajando. La maniobra no se hizo bien y la chimenea golpeó contra la pluma de la grúa. Cuando un barco de 400 metros de eslora y con toneladas de mercancías para aburrir empuja, no hay manera de pararlo pese a que se intentó dar la marcha atrás. Caí desde 56 metros de altura".

Altura de la maquina desde mi el puesto de Roberto. CEDIDA

Este estibador vio cómo se aproximaba el barco, pero no se dejó llevar por el pánico y en apenas unos segundos le dio a tiempo a avisar a los compañeros que estaban trabajando debajo de él para que salvaran su vida. 

"Me dije, 'mi vida se acaba aquí'. Pero me dio tiempo a avisar a toda la gente que estaba alrededor porque veía el barco aproximarse y sabía que me iba a tirar. Pensaba que me iba a morir y quería avisar a todos mis compañeros para evitar una masacre". En ese momento estaban trabajando unas 70 personas junto a la grúa.

Roberto cayó como un péndulo hacia abajo y fue consciente en todo momento del accidente y el traslado en ambulancia al hospital. A partir de ahí estuvo un mes en coma y su vida pendiendo de un hilo. Pero lo superó.

Estado en el que quedó la cabina tras el accidente. CEDIDA

"Me despierto y me encuentro en la habitación de un hospital un mes después de la caída. Le pregunté a un médico qué había pasado y me contó que había tenido un accidente. Estaba tirado en la cama sin poder mover ninguna parte de mi cuerpo y todo eran dolores insoportables. De repente, me noté la traqueotomía y que estaba conectado a un montón de máquinas. Lo primero que le dije a mi mujer es que no imaginaba que este tipo de accidentes pudieran ocurrir en el Puerto de Valencia".

Desde entonces, Roberto ha estado encadenando bajas y permisos por vacaciones no disfrutadas para evitar volver a su puesto de trabajo. Poco a poco ha ido recuperando la memoria y las circunstancias en las que se produjo el accidente. Por ello, no cree que esté preparado para volver a someterse a la presión que supone trabajar a tanta altura tras sufrir una experiencia tan traumática como la que le ha tocado vivir.

Roberto mientras se recuperaba en el hospital tras despertar del coma. CEDIDA

"Todos los recuerdos me han venido de golpe cuando he vuelto al trabajo. Ahora vuelvo a estar de baja porque el día 2 de marzo me tienen que volver a operar. Me van cambiando de puesto de trabajo, pero cuando voy me pongo muy nervioso y es como si estuviera cabreado con el mundo", reconoce.

Ahora, solo le queda esperar a que se revise su valoración para que la Seguridad Social le conceda la incapacidad laboral: "Estoy en un sinvivir". "Parece que me castiguen porque me estoy recuperando, poco a poco pero bien, y no me falta una pierna o un brazo. Soy el único superviviente del mundo en un accidente de esas características. Desde esa altura, no se ha salvado nadie".

La incapacidad total, le aseguraría una pequeña pensión y trabajar en otro sector para dejar atrás esta profesión. "Creo que me lo he merecido".