Hugo en su caseta de la Cuesta de Moyano y con el camión de la basura.

Hugo en su caseta de la Cuesta de Moyano y con el camión de la basura. Jose Verdugo.

Reportajes

La doble vida de Hugo Prestel: basurero por las mañanas y librero por las tardes al lado del Retiro

En su establecimiento puede uno encontrar, principalmente, libros dedicados a la historia del arte, la filosofía y el ensayo.

8 marzo, 2023 02:55

Cuenta Andrés Trapiello en su libro 'Madrid' que en sus años de juventud paseaba por la Cuesta de Moyano mirando libros viejos. Y añade que "ha puesto uno más fe e ilusión en los libros viejos que en los nuevos, porque a la mayor parte de ellos se les ha ido ya toda la impostura y tontería, si la tuvieron, y lo que han de decir, lo dicen en voz baja". Es cierto que, algo de eso ocurre cuando uno va y viene por la Cuesta hojeando libros, se le va a uno la chulería pensando en la que cantidad de libros que aún quedan por leer.

Por esta calle, la única en el mundo dedicada exclusivamente a la venta de libros, paseó cantidad de veces Pío Baroja, cuya estatua corona esta pendiente, así como un sinfín de escritores e intelectuales españoles, una cosa extraordinaria. Otro de los grandes milagros que ocurren en este lugar, es que los libros son inmortales, pues pasan de mano en mano y viven por los siglos de los siglos

En una de estas casetas, más concretamente en la 17, es donde tiene su librería Hugo Prestel, empleado en Moyano desde el año 2000. En su establecimiento puede uno encontrar, principalmente, libros dedicados a la historia del arte, la filosofía y el ensayo. Lo que hace única la historia de Hugo es que por las mañanas trabaja como conductor de un camión del servicio de recogida de basura del Ayuntamiento de Madrid, y por las tardes es librero en Moyano. Un relato de amor a los libros, y a una tradición familiar.

Hugo con el camión en el que trabaja.

Hugo con el camión en el que trabaja. Jose Verdugo.

La jornada laboral de Hugo empieza muy pronto, él se levanta a las 5:20, pues vive en un pueblo a las afueras de Madrid. Hacia las 6:30 llega al aparcamiento donde duermen los camiones, y a las 7 comienza, junto con sus compañeros, la ruta por diferentes puntos de la capital recogiendo la basura. Suelen terminar hacia las 2 y media del mediodía, pero Hugo continúa trabajando por las tardes.

Ese tiempo lo dedica a su librería en la cuesta de Moyano. Como él se encarga de la compra de libros, y del catálogo que luego se vende allí, suele aprovechar estos ratos de la tarde para ir a ver bibliotecas a casas de posibles clientes. Trabajando como basurero ha acumulado algunas anécdotas. Como esta en la que un día le compro a una mujer varios libros de su biblioteca, y pocos días después paso por la puerta de su casa con el camión. Cuando Hugo le saludó la mujer se quedó muy sorprendida.

Así empezó todo

EL ESPAÑOL ha podido conversar con Hugo, para que nos cuente los detalles de su oficio de librero, y porqué decidió coger el camión de la basura como empleo complementario. "Yo empecé en la cuesta en el año 2000 a raíz de un accidente de tráfico. Yo trabajaba en una empresa de reparto, y siempre había tenido la Cuesta de Moyano un poco abandonada. En el año 95, estuve trabajando con mi tío en su librería de la Calle Ibiza. Después, me fui a hacer el servicio militar, y a la vuelta no quise seguir trabajando con la familia, y dejé un poco de lado el tema de los libros. Pero tuve un accidente de tráfico, estuve muy fastidiado, dejé de conducir, y decidí que tenía que buscar una salida laboral, y como teníamos la librería del abuelo, me apeteció empezar allí a trabajar", declara a este periódico.

Hugo con el camión en el que trabaja.

Hugo con el camión en el que trabaja. Jose Verdugo.

Esto fue en mayo del 2000, y en diciembre de ese mismo año le surgió la posibilidad de trabajar en el servicio de recogida de basura de Madrid. Esto le permite tener un sueldo estable todos los meses, y poder emplear a una persona en su caseta. Actualmente, Hugo trabaja por las mañanas en su camión de recogida de residuos, y por las tardes se dedica a los libros. En su caso, más a la labor de comprar y organizar lo que luego se ofrece en su caseta.

Cuando se le pregunta por cómo es este proceso relata que, "a la librería viene mucha gente a ofrecer sus libros. Desde personas que sus hijos se han ido de casa y los padres no tienen más espacio, a gente que ha fallecido y sus familiares nos venden sus libros. Al principio me lo llevaba todo. Lo bueno lo defendía, y lo malucho lo intentaba vender rápido. Ahora procuro seleccionar más, si voy a una casa que tiene 1.500 libros intento comprar solamente lo vendible".

En ese trasiego de libros, Hugo acumula una cantidad ingente de anécdotas relacionadas con los libros y con las vidas de sus dueños. "Ayer precisamente estuve en casa de un señor que mantenía una relación epistolar con Max Aub, y me enseñó un libro dedicado por el escritor a él y a su mujer. Otro libro muy curioso que vendí fue uno que estaba dedicado por Martin Scorsese. La gente me preguntaba como podía autentificar que fuera su firma, yo solo puedo decir que el que me lo vendió me dijo que era de él. Y yo creo que es así, de una vez que estuvo Scorsese en Valencia", cuenta Hugo a este diario.

Hugo en su caseta de la cuesta de Moyano.

Hugo en su caseta de la cuesta de Moyano. Jose Verdugo.

¿Cómo está la Cuesta?

Cuando se le pregunta a Hugo por el estado actual de la Cuesta de Moyano nos relata la diferencia que se ha producido en la venta de libros de un tiempo a esta parte. Ahora, en un buen día de ventas en la Cuesta, los lectores pueden llevarse unos 50 o 60 libros, una cantidad muy inferior a la de tiempos pasados. “A nosotros nos ha afectado mucho el que haya que pagar para aparcar, la peatonalización de la calle, y sobre todo, la diversificación de las ventas de libros. Antes solo se vendían en las librerías, luego pasaron a vender los grandes almacenes, las gasolineras, los quioscos, ahora también la venta por Internet. Hay mucha competencia de gente que ni siquiera son libreros, gente que tiene libros en su casa y los vende a través de páginas web”, declara Hugo a EL ESPAÑOL.

Este librero también nos dice que le gustaría que todas las casetas estuvieran abiertas, pues hay algunas en las que sus dueños fallecieron, y actualmente permanecen cerradas. También cree Hugo que sería positivo que desde el gobierno municipal se les diera más visibilidad, con medidas como mejorar la señalización de la calle y su iluminación, o la construcción de un café literario, proyecto que en su momento estuvo encima de la mesa.

En 2025 se celebra el centenario de la Cuesta de Moyano, y para recuperar todo su vigor, antes de esta fecha, se ha creado la asociación civil Soy de la Cuesta, apoyada por gentes anónimas pero también por periodistas, escritores o intelectuales de renombre. Hugo confiesa que para ellos esta iniciativa es muy importante, afirma que, "Soy de la Cuesta para nosotros ha sido un trampolín, que nos está ayudando abriéndonos muchas puertas a nivel municipal, nosotros somos comerciantes, y no estamos acostumbrados a organizar eventos. Todas las actividades que se hacen desde Soy la Cuesta son de un gusto exquisito. Habría que ponerles un monumento junto a Pío Baroja."

Hugo en su caseta de la Cuesta de Moyano.

Hugo en su caseta de la Cuesta de Moyano. Jose Verdugo.

—Oye, Hugo ¿cuáles son los motivos que te empujan a seguir siendo librero de la Cuesta de Moyano?

—Tengo dos, el primero por la nostalgia de continuar con lo que comenzó mi abuelo. Y el segundo, porque me gustan los libros. Me gusta ir a las casas, y ver las bibliotecas de la gente. Comprar libros usados es muy enriquecedor, es vida de otras personas. Puedes conocerles muy bien a través de sus gustos literarios. Hace muy poco compre la biblioteca de un acto lírico, que estaba en nómina en el Teatro Real, y era una biblioteca buenísima.

—¿Y que hace tan especial a este lugar?

—En la Cuesta vas a encontrar el libro que no estás buscando.