La tortilla francesa es una de las comidas más simples y sencillas de preparar. La tortilla francesa se elabora con huevos batidos y cocinados con algo de aceite para evitar que se pegue en la sartén. Además, es una de las elaboraciones que más se prestan a introducir multitud de alimentos durante el cocinado.
Su origen puede datar de la prehistoria debido a la simplicidad de los ingredientes necesarios para cocinarlo, ya que es una de las comidas más habituales en las casas de todo el mundo. Aunque, a pesar de lo que pueda indicar su nombre, su denominación no proviene de Francia, sino de España, dónde se empezó a popularizar su famoso nombre.
Los historiadores sitúan el origen del nombre en la provincia de Cádiz durante la primera década del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia. En 1810, mientras Napoleón asediaba las poblaciones de San Fernando y de Cádiz, comenzaron a escasear las patatas, alimento imprescindible para realizar la tortilla española. Esta circunstancia obligó a los españoles a realizar tortillas más simples sin patatas, situación que dio lugar al nombre que todos conocemos: la tortilla a la francesa o la tortilla cuándo los franceses. A lo largo de los siglos, el nombre ha ido modificándose hasta hacerse más simple; tortilla francesa.
Esta elaboración sustituyó durante años a la, tradicional y mundialmente conocida, tortilla de patatas, especialmente durante los años de crisis derivados de la guerra, en los que los alimentos escaseaban y aumentaron su coste, haciendo de las patatas un bien de lujo.
Poco a poco, ambas elaboraciones han sabido convivir y han sufrido cambios, modificaciones y nuevas versiones. La tortilla francesa se abrió a la introducción de rellenos como jamón, chorizo o queso… Por su parte, la tortilla de patatas también se enfrentó a la innovación con nuevos rellenos o diferentes interpretaciones.