"Soy un peligro para mí mismo y para terceros". La frase tiene 23 años. La pronunció en sede judicial Francisco Javier Almeida en el año 2000. El juez revisaba, conforme a ley, la posibilidad de revocarle la prisión condicional. Habían pasado dos años mientras esperaba la revisión de la condena, recurrida y que no era firme, por la agresión sexual y el asesinato de María del Carmen López, perpetrado en 1998.
Tras aquella frase, e incluso con la avenencia del abogado defensor, la autoridad judicial no tuvo que pensarlo demasiado y lo dejó en prisión: el mismo acusado estaba renunciando a su posible puesta en libertad por lo que había hecho. Ya en el juicio por el asesinato de la agente inmobiliaria, el asesino reconoció que tenía "un instinto que no puedo dominar".
"El señor Almeida no es reinsertable", dijo este lunes el fiscal en la primera jornada del juicio por agresión sexual y asesinato del pequeño Álex, el niño de 9 años al que subió a su casa mediante engaños en octubre de 2021 en Lardero (La Rioja). Le agredió sexualmente y acabó con su vida estrangulándolo. En su intervención, el fiscal cree que Almeida no puede reinsentarse socialmente porque "lo que busca es la dominación".
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En este juicio, tanto la Fiscalía como acusación particular piden la prisión permanente revisable, porque "la vida de Álex ya no es recuperable, pero sí podemos evitar que cause nuevas víctimas". De hecho, el niño es la tercera. Dados sus antecedentes, y por el escaso tiempo en que, entre condena y condena vuelve a reincidir, las frases del asesino, de hace más de 20 años, cobran especial relevancia.
Su primera condena por abuso sexual fue por agredir a una niña de trece. Era su vecina: fue el 5 de octubre de 1989, en Logroño. El modus operandi fue muy similar al que repitió con el pequeño Álex en 2021. La interceptó en la calle y la llevó a su piso, engañada, para asaltarla. A la menor la ató en una silla y rodeó su cuello con una cuerda, dando varias vueltas con la mano hasta que perdió el conocimiento. Posteriormente, abusó de ella oralmente. Fue condenado en 1993 a siete años de cárcel. Solo cumplió cuatro y en mayo de 1997 ya estaba en la calle.
Quince meses después acabó con la vida de María del Carmen López, a quien violó y apuñaló hasta la muerte. También ocurrió en una casa y mediaron engaños: estaban allí porque la agente inmobiliaria le estaba enseñando, a petición de Almeida, un piso que realmente nunca pensó en adquirir.
"Principio de cautela"
Por este crimen fue condenado en el año 2000 a 20 años por asesinato con alevosía, más otros 10 por agresión sexual. En la prisión de El Dueso (Cantabria) pasó 21 años y disfrutó de 39 permisos de salida sin conflictos con la oposición de la Fiscalía. Pero en febrero de 2020 fue trasladado a la cárcel de Logroño, prácticamente al mismo tiempo que accedió al tercer grado penitenciario.
Previamente, Instituciones Penitenciarias había retrasado durante tres años su progresión al tercer grado aplicando el "principio de cautela", pese a que el interno había cumplido las tres cuartas partes de la condena en 2017.
Por ello, en 2020, la Junta de Tratamiento de El Dueso, en un informe, había rechazado entre fuertes divisiones que el interno accediera al tercer grado al considerar que todavía no se había rehabilitado. Pero Francisco Javier Almeida pidió revisar el informe e Instituciones Penitenciarias le dio la razón en función del cumplimiento de tres cuartas partes de la pena, a su buen comportamiento y a los permisos concedidos sin incidentes. En esta ocasión la Fiscalía no se opuso.
Tres años antes de que cumpliera la pena, 8 de abril de 2020, Francisco Javier Almeida López de Castro, a sus 54 años, cruzó la verja de salida de la cárcel de Logroño. Llevaba 21 años, 7 meses y 13 días en privación de libertad.
Un año y siete meses después —568 días justos— y cuando aún no había quedado libre de su condena por del asesinato y violación de la agente inmobiliaria, "un instinto" irrefrenable, como verbalizó en el año 2000, le hizo salir de su domicilio en Lardero, engañar al pequeño Álex para que subiera a su casa, agredirlo sexualmente y acabar con su vida.
Cabe reseñar que en enero de este año la Audiencia Provincial de La Rioja comenzó a emitir resoluciones sobre rebajas de condenas por la aplicación de la Ley del sólo sí es sí. Se presentaron 55. La primera de ellas rebajó de 10 a 8 años la pena impuesta: era la de Francisco Javier Almeida por la agresión sexual que cometió en 1998, por la que salió en libertad antes de tiempo. A continuación, acabó con la vida del niño.
Responsabilidad del Estado
La Asociación Clara Campoamor, personada como acusación popular en el juicio que ha comenzado esta semana en Logroño, solicitará ante la Audiencia Nacional las responsabilidades que pudieran tener las personas que autorizaron que Francisco Javier Almeida estuviera en la calle. La abogada de la entidad, Alicia Redondo, ha insistido "quien le dio el permiso, que fue el juez que firmó esa libertad, no se va a ir de rositas".
"Cuando un juez decide con un elemento como este que tiene buena conducta... sabemos que su comportamiento en la cárcel de este tipo de gente es bueno porque no hay mujeres ni niños a los que violar. A ese director de la cárcel, ese equipo de tratamiento y ese juez que firmó ese permiso les vamos a llevar a la Audiencia Nacional como responsabilidad del Estado".
La abogada ha advertido que "no es la primera vez que lo hacemos y lo hemos ganado en todas las ocasiones. El Estado se ha equivocado porque ha puesto a un peligroso violador y asesino en la calle. El culpable es él, pero los responsables son todos ellos".
"La maldad existe"
"Álex murió sin posibilidad de defensa alguna, fue asesinado, no pudo defenderse de ninguna manera", sostuvo ayer el fiscal en la primera jornada del juicio. "Demostraremos por los forenses psiquiatras que Almeida está perfectamente, hace lo que quiere, puede evitarlo, pero no quiere, lo que ocurre es que la maldad existe".
La acusación pública ha reiterado al jurado que "está en sus manos que no vuelva a ocurrir y estoy convencido de que ustedes van a hacer justicia". Durante el juicio, la estrategia de la defensa se ha vertebrado en que el acusado, el día de autos, había consumido alcohol, y refrendó este argumento en la aparición de cinco litros de cerveza, vacíos, en la cocina del domicilio de Almeida el día que atacó al niño y fue detenido.
El mismo acusado ha sostenido, en su primera declaración hasta la fecha, que ese día "bebí mucho. Yo creo que no me acuerdo de nada por el alcohol", extremo que ha sido desmentido rotundamente por los agentes de la Guardia Civil que han declarado en el juicio: ni titubeaba, ni olía a alcohol. Al llegar los agentes, Almeida "entendía la situación, lo que estaba pasando".
Pese a afirmar que no lo recuerda, Almeida ha volcado parte de lo ocurrido en una supuesta colaboración de Álex, de 9 años de edad, pues ha subrayado que el niño lo hizo todo "voluntariamente". "Hay cosas que no soy capaz de responder. En mi dormitorio estuvo, pero no le quité la ropa. Se bajó los pantalones él solo. Yo no empleé violencia".
Los agentes han detallado posteriormente las lesiones que tenía el niño: presentaba "moratones en la boca, en la encía superior y el labio interior", unas marcas que evidencian que hubo "violencia extrema". El asesino ha abundado en que, tras agredirlo sexualmente "ya no recuerdo. Alex empezó a chillar. Yo le eché las manos y ya no sé lo que pasó".
Durante la vista se ha proyectado el vídeo de seguridad de las cámaras del edificio, en el que se ve cómo a las 20.07 sale Almeida de su casa y regresa a las 20.38 horas, seguido por un niño disfrazado con una túnica.
Las imágenes recogen también cómo el hombre le indica a Álex que vaya por las escaleras mientras él sube en ascensor hasta su domicilio, situado en el tercer piso. El agente de la Guardia Civil que extrajo las imágenes de la cámara de seguridad que enfoca al ascensor ha señalado que en ningún momento, mientras está en el portal, toca al menor ni suben juntos en el ascensor "porque [el acusado] sabe que hay una cámara".