Murcia

Desde la adolescencia era su mejor amigo. Pero a ella, su conciencia la atormentaba a diario con la idea de que no era normal lo que sucedió en su coche porque un buen amigo no te arranca la ropa interior para violarte y te dice cosas que causan escalofríos: 'A ti hace tiempo que no te follan, se te nota en la cara'. Tal frase forma parte de las diligencias judiciales a las que ha accedido en exclusiva EL ESPAÑOL y que podrían provocar un terremoto en la Guardia Civil porque la víctima de esta supuesta agresión sexual señala como autor a un cabo primero del Instituto Armado.

La mujer ha tardado más de dos años en denunciarle porque era su mejor amigo, no quería destrozarle su carrera profesional, ni su relación de pareja, y él se aprovechó de ese vínculo tan especial, haciéndole chantaje emocional, cada vez que ella le enviaba un WhatsApp, atormentada por lo sucedido dentro del coche del guardia civil. De hecho, esos códigos de amistad mal interpretados, llevaron a la víctima a intentar pasar página, hasta que el 23 de septiembre de 2021, mientras era atendida en el CAVAX, le confesó a uno de sus profesionales que estaba lista para tirar de la manta.

Así lo expone la Unidad de Atención a la Familia y Mujer de la Policía Nacional, al inicio de su atestado de 86 páginas: "Se recibe llamada del Centro de Atención Integral a Víctimas de Agresiones y Abusos Sexuales (CAVAX) de Murcia, comunicando que desde hace un tiempo prestan asistencia a una víctima de agresión sexual, la cual no quiso formular denuncia cuando sucedieron los hechos, si bien, a día de hoy se ha decidido a interponer denuncia por dicha agresión". Nada más recibir aquella desconcertante llamada del CAVAX, lo primero que hizo uno de los agentes fue localizar a la víctima para tomarle declaración en Comisaría.

"Lo conozco desde que tenía 17 años, nuestra relación es de amistad, en alguna ocasión me ha dicho que le atraía sexualmente, insinuándose con ir a los Baños de Mula o a otros lugares, cuando estábamos a solas, pero rechacé esas insinuaciones, restándole importancia, ya que no me atraía", según explica esta mujer a la Policía Nacional, antes de remarcar que nunca se planteó mantener nada con su amigo. "Además, conocía a la novia, por lo que siempre he sido muy respetuosa".

El hilo conductor de su relato desgrana una larga amistad, mancillada por una supuesta violación, durante una noche de música en directo y de fiesta por varios pubs. Todo transcurre en un fin de semana de mediados de marzo de 2019, cuando la pandilla de amigos quedó en una sala de un pueblo de la Comarca Oriental para ver un concierto de homenaje al difunto Antonio Vega: un icono de la movida madrileña.

Antonio Vega (i) junto a su primo Nacho García Vega (d), integrante del grupo Nacha Pop, en una foto cedida por la editorial Espasa

En teoría iba a ser una noche de fiesta más, pero la triste realidad es que lo acontecido entre el sábado 16 y el domingo 17 de marzo marcará de por vida a este grupo de colegas. María [nombre ficticio] solo se bebió una copa aquella noche porque estaba tomando antibióticos, pero se contagió del espíritu de farra que embriagaba a su mejor amigo: Manuel [nombre falso].

Este guardia civil -fuera de servicio- consumió varias copas de ron hasta que se marchó a otro pub del pueblo, para hacer tiempo antes de ir a Murcia a recoger a un amigo para seguir de juergaA las cuatro de la madrugada, María decidió dejar su coche en la sala de conciertos y le pidió a su exnovio que la acercase al local de copas, para seguir la fiesta junto a su mejor amigo: el cabo primero Manuel que estaba quemando la noche

Aquel reencuentro en el pub con Manuel fue el inicio de una madrugada de pesadilla para María porque descubrió la cara -supuestamente- más perversa de su mejor amigo: "A las 6 de la madrugada, aproximadamente, Manuel me propuso marcharme de allí, no recuerdo si era para llevarme hasta mi coche o para dar una vuelta". La cuestión es que ella aceptó.

"Una vez dentro del vehículo, me monté en el asiento del copiloto, Manuel circulaba hacia la carretera del Fenazar, le pregunté el motivo, él no me hizo mucho caso y continuó la marcha, comentándome por el camino que la camarera del pub le había dado tres condones de colores". Ese comentario no le gustó ni un pelo a la chica y menos gracia le hizo que parase el vehículo en un pequeño descampado, próximo a la citada carretera secundaria que conecta la Comarca Oriental con Molina de Segura.

"Al parar el coche, me dijo: 'A ti hace tiempo que no te follan, se te nota en la cara'. Y yo le contesté: 'Eso no es verdad, porque entre otras cosas estoy recién follada'", tal y como relata la mujer a los miembros de la UFAM, al tiempo que les aclara el motivo de la contundente respuesta que se inventó: "Le contesté de esa manera para evitar que se acercara. Entonces, fue cuando él comenzó a ser más insistente con mantener relaciones sexuales: 'Yo quiero y a ti se te nota que estás deseando'. Yo le contestaba con intención de evitarlo: 'Tú eres como mi hermano'".

Vista aérea de la Carretera del Fenazar.

De nada servía que María apelase al espíritu fraternal de su amistad. Tampoco surtía efecto que le recordase que tenía que ir a Murcia a recoger a su colega o que le advirtiera de que por esa carretera solía pasar su exnovio: otro miembro de la pandilla. Manuel no movía el coche del descampado y no paraba de acercarle su cara a los labios de ella. Tal era la supuesta presión que le ejercía que terminó por cederle un beso: "Me sentí obligada a darle uno". La reacción del guardia civil fue tirarse encima de su amiga con la supuesta intención de satisfacer por la fuerza su libido.

La declaración de la víctima ofrece tantos detalles sobre lo que sufrió dentro de aquel coche, en mitad de la noche, en un descampado recóndito, que su contenido causa un nudo en el estómago. "Manuel sacó su pene y me sujetó por el cuello, a la vez que decía: 'Quiero que digas mi nombre, repite... quiero que me folles a pelo'...".

"Mientras estaba encima mía, intenté abrir la puerta del coche, pero estaba cerrada, y él impedía cualquier movimiento para que pudiera salir. Al ver que no desistía de intentar penetrarme, y viendo que cada vez se ponía más violento, intenté persuadirle con palabras, diciéndole que estaba enferma… No conseguí que me soltara, me bajó las medias a la fuerza...".

"También me bajó las bragas a la fuerza. Viendo que no tenía escapatoria, para intentar que no me hiciera más daño, le dije: 'Si lo vas a hacer, ponte un condón'". A Manuel no le contentaba nada porque durante la supuesta violación le llegó a reclamar una felación: "Me dijo que se la chupara, en repetidas ocasiones, agarrándome del brazo por la fuerza. Yo comencé a llorar, le dije que me quería marchar […]".

Solo ese llanto desconsolado evitó que prosiguiera la presunta violación. A las ocho de la mañana, el cabo primero llevó de vuelta a la sala de conciertos a la que hasta entonces había sido su amiga, para que cogiera su coche. Las palabras de despedida de Manuel a María fueron una advertencia de que lo que ocurre en el Fenazar se queda en el Fenazar. "No olvides que tú te has montado en mi coche voluntariamente: de esto ni una palabra".

María entró al local y lloró hasta quedarse sin lágrimas. Bebió para olvidar, pero no pudo. Fumó para calmar la ansiedad y tampoco lo logró porque su corazón latía al mismo ritmo que consumía sus cigarrillosAl final, la chica le confesó lo sucedido al propietario de la sala de conciertos: un hostelero que guardaba amistad con ella y con el guardia civil.

Una pareja de agentes de la Policía Nacional tramitando un atestado.

El consejo que le dio el dueño del local fue el más imparcial que le podía ofrecer: denuncia la violación. Sin embargo, María confiesa a los policías nacionales que se marchó a casa porque no se quitaba de la cabeza que pondría a los pies de los caballos a su mejor amigo: "Me dijo que le denunciara, pero en ese momento no decidí ir al médico ni denunciarlo porque estaba bastante confusa y no sabía qué hacer".

La agresión solo trascendió porque María sufría lesiones físicas y se vio obligada a acudir a un centro de salud para tratarse los dolores que padecía en la zona lumbar. En aquella consulta, el médico observó que tenía moratones en el muslo y al preguntarle por su origen, ella le contó lo sucedido. Por segunda vez, le recomendaron que acudiese a una comisaría, pero esta mujer volvió a anteponer la relación de amistad.

"Me aconsejó que denunciara los hechos, pero no estaba segura de querer hacerlo ya que la amistad con Manuel me hacía dudar y sabía que le haría mucho daño, por lo que no lo hice", según admite en su declaración. De modo que el facultativo aplicó el protocolo y solicitó que un forense la evaluara en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia.

María acudió a la cita con el forense y el 26 de marzo de 2019 emitió su diagnóstico: 'Sospecha de agresión sexual'. El parte médico se notificó de oficio al Juzgado de Instrucción número 1 de Molina de Segura y esta mujer, por tercera vez, presa de un sentimiento de culpa por situar a su amigo ante un juez, volvió a frenar el proceso. Así lo recoge un auto: "Que atendidas razones personales, no desea presentar formalmente denuncia en este momento, reservándose el derecho a formularla con posterioridad".

A lo largo de todo este tiempo, el tratamiento psicológico que ha recibido en el Centro de Atención Integral a Víctimas de Agresiones y Abusos Sexuales ha jugado un papel clave para que María no sintiera remordimientos por denunciar a su mejor amigo. El 23 de septiembre de 2021, a raíz de su relación con ese centro, algo hizo click en su cabeza, y le aseguró a un trabajador que quería acudir a la Policía Nacional.

Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia al que acudió la supuesta víctima de la agresión para ser evaluada por un forense.

Nada más poner en marcha la investigación, la Unidad de Atención a la Familia y Mujer aclara que no supone un impedimento legal el tiempo transcurrido desde que se produjo la supuesta violación: dos años y medio. "El delito no ha prescrito ni se encuentra en archivo definitivo, es por lo que no solo se inicia, sino que se continúa con la investigación de los hechos denunciados", tal y como refleja el atestado de la UFAM.

Una de las pruebas que María aporta a los agentes para demostrar la veracidad de su declaración es su WhatsApp, donde almacena mensajes reclamándole una conversación cara a cara a Manuel, pero el guardia civil le hace chantaje emocional. "En una de las últimas conversaciones le decía que le iba a denunciar y él me dijo que no lo hiciera, que le iba a arruinar la vida, que estaba intentando tener un hijo y que pensara en su pareja", según expone la supuesta víctima de la violación.

- María [nombre falso]: Me trataste fatal.

- Manuel [nombre falso]: ¿En qué sentido?

- María: En el sentido de que te volviste loco, te dije que me quería ir, que me estabas cogiendo del cuello, me empezaste a decir 'eres mi puta' […]. Cómo me chillabas tío, cómo me estabas cogiendo del cuello y ahorcando. No sé tío, no me lo esperaba para nada, yo te dije que eras mi hermano […].

- Manuel: Pero si eso es dentro del juego del sexo.

- María: Es que eso no es ningún juego. Es que no me puedo mover. Es que el lunes pasado puse los pies en el suelo y tengo un dolor en la espalda […].

- Manuel: Yo tengo el rollo así, me gusta la caña, dime esto, dime lo otro, no sé si me explico bien.

- María: A ver si te explicas bien, si tú le estás diciendo a una tía, puta, que me digas que yo soy tu puta y yo te estoy diciendo que eso no me gusta, que yo no soy la puta de nadie y tal, y tú sigues, y cuando me cogiste del cuello, tío, pensaba que me ahorcabas.

- Manuel: Hay muchas cosas que no me acuerdo. Te lo juro. Yo creo que me echaron algo en el vaso, porque yo no nunca tomo nada, no tomo nada de drogas. Y hay cosas como que no me acuerdo. De lo que me estás diciendo tú: hay cosas que ni me suenan. 

Una imagen de archivo de un agente de la Guardia Civil.

De la página 41 a la 86 del atestado, los agentes de la UFAM transcriben decenas y decenas de conversaciones de WhatsApp que María y Manuel mantuvieron después de aquella truculenta madrugada, en la que ella le narra que ha perdido diez kilos de peso, que ha dejado de ir a su trabajo porque psicológicamente está machacada… Pero donde ante todo, una y otra vez, la mujer le expone a este cabo primero de la Guardia Civil que lo sucedido dentro de su coche no fue sexo consentido.

- María [nombre falso]: Me tiraste del pelo. ¿También vas a decir que no te acuerdas? Te dije que me estabas haciendo daño.

- Manuel [nombre falso]: No me acuerdo.

- María: ¿De verdad? Me decepciona un montón porque sé que te acuerdas, porque he salido contigo mil veces de fiesta.

- Manuel: Nunca en la vida me he comportado así.

- María: Tú siempre te acuerdas de todo.

- Manuel: Ya, por eso te digo que es como si me hubieran echado algo en la copa. Porque no me acuerdo de nada, bueno de muchas cosas me acuerdo, pero de algunas cosas que estás diciendo: no. ¿Cómo crees que me siento ahora mismo cuando tú estás diciendo eso? ¿Tú te crees que yo me siento bien? Estoy superavergonzado ahora mismo. Por eso, lo primero que te he dicho es que te pido disculpas.

- María: Me estabas ahogando y yo te estaba diciendo: 'Me estás asfixiando'. Y tú me estabas ahogando y tú solo decías: 'Dime que eres mi puta, eres mi puta'. Me tenías la mano echada en el cuello y me estabas ahogando [...].

Uno tras otro se suceden los mensajes hasta que ella le envía uno demoledor, como antesala de lo que finalmente ocurriría: el arresto de este cabo primero de la Guardia Civil y la apertura de diligencias judiciales.

- María: Yo te estoy diciendo que tú me violaste porque yo no me quería acostar contigo.