Marianne espera en la cama a Connell, temblando de los nervios helados. Es la primera vez que se va a acostar con Connell, a decir verdad es la primera vez que se va a acostar con alguien. Connell la besa, "¿podemos quitarnos ya la ropa?" le pregunta Marianne, toda impaciente. Lo que sigue es sexo desnudo y atropellado como es el sexo de los martes o de los sábados. Sexo que empieza mucho antes y acaba mucho después de lo que preceptúan las películas y las series. Sexo incómodo, adrenalínico, feliz, tonto; con las persianas medio bajadas y la lamparita encendida, sexo contradictorio como la vida.
Y, sin embargo, todo es una coreografía. "Si te duele y quieres que paremos", le dice él, "dudo que quiera hacer eso", le responde ella. Más de seis minutos de escena íntima. Nunca antes se habían visto en un programa de la BBC tantas escenas de sexo como en Normal people, que así se llama la serie. En total, 41 minutos de la ficción correspondían a escenas sexuales (el equivalente a que dos episodios de los 12 estuviesen compuestos íntegramente por esta cascada de hormonas y fluidos), todas diseñadas por Ita O’Brien, coordinadora de intimidad.
El trabajo de O'Brien en Normal people hizo que Lucía Delgado y Tábata Cerezo, fundadoras de IntimAct, se diesen cuenta de que las escenas íntimas podían ser diferentes de cómo nos las habían mostrado. "Fue una de las razones por las que conocimos la figura del coordinador de intimidad", cuenta Delgado, "Normal people, Euphoria, Puede destruirte, Secretos de un matrimonio... las producciones que cuentan con esta figura obtienen mejores resultados", apostilla Cerezo.
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Desde el año pasado, Cerezo y Delgado tienen la única empresa en España que se dedica íntegramente a esto. De hecho, están prácticamente solas. "La figura es muy nueva en todo el mundo, pero en España más aún: están Lucía, Tábata y poco más", cuenta en un parón de rodaje Enric Ortuño, un alicantino afincado en Reino Unido desde hace 12 años y referente mundial en la coordinación de intimidad (ha trabajado en Los Bridgerton, Ted Lasso, Adult material o The Girlfriend Experience).
El trabajo de estos tres profesionales consiste en gestionar las escenas íntimas de sexo o desnudo en una producción audiovisual. "Hacemos el paralelismo con los coordinadores de acción: por un lado, nos ocupamos de la seguridad de los actores a nivel físico y mental en la preparación de las escenas; por otro, diseñamos una coreografía que sea creativa, realista y hable de los personajes", define Delgado. Dicho así, parece tan lógico que lo llamativo es que este oficio no existiese hasta ahora. Sin embargo, no han tardado en aparecer sus detractores y, con ellos, la polémica.
¿Mejores escenas sexuales?
Esta figura nació cuando distintos profesionales empezaron a desarrollar una técnica para coreografiar las escenas de sexo a imagen y semejanza de las escenas de acción o de bailes. En 2019 el MeToo puso en el centro del debate público el consentimiento de los artistas, lo que supuso el impulso definitivo para que la coordinación de bienestar se consolidara en las producciones.
Fue entonces cuando Sean Bean, conocido por sus interpretaciones de Boromir en El señor de los anillos y Eddard Stark en Juego de tronos, alertó de que una nueva ola de puritanismo disfrazada de coordinadores de intimidad acechaba a las ficciones audiovisuales: "Me cohibiría más porque es llamar la atención sobre las cosas. Que alguien diga: 'Haz esto, pon las manos ahí...' estropearía la espontaneidad. Creo que la forma natural en que se comportan los amantes se arruinaría si alguien lo redujera a un ejercicio técnico".
Según Bean, las oleadas de sexo que zarandearon los instintos de los espectadores convirtiendo Juego de tronos en un éxito mundial no habrían existido si por los rodajes se hubiesen paseado esos supuestos verdugos de la espontaneidad. Una hipótesis que choca contra las acusaciones de "porno gratuito para televisión" que se lanzaron contra Normal people o contra series como Los Bridgerton, coordinada por Ortuño y caracterizada por su buena dosis de sexo.
—Lucía, ¿corren peligro las escenas de sexo?
—Mucha gente piensa que venimos para hacer menos escenas íntimas y es todo lo contrario: nosotras nos dedicamos a esto porque nos gustan las escenas íntimas. Soy consciente de que ha habido mucho miedo a modificar productos tan míticos como puede ser Élite (es coordinadora de intimidad de la nueva temporada, aún por estrenar) y para nada es nuestro objetivo. Lo importante es que todo se haga con el consentimiento absoluto de todas las partes y que todo el mundo trabaje a gusto.
En Élite, que es un producto tan característico por sus escenas íntimas, quiero pensar que nadie va a notar un cambio para mal por nuestra presencia. Sin embargo, sí noté que los actores lo agradecían. Estamos al servicio de los directores, y nosotras siempre proponemos y aportamos realismo, pero son los directores quienes deciden cómo quieren que quede o el nivel de detalle. Yo todavía no he visto el montaje final.
La intención de los coordinadores de intimidad es que, como explica Ortuño, se amplíen los horizontes de lo que se ha venido mostrando en la pantalla tradicionalmente, sin perder por ello el erotismo. "Al diseccionar estos momentos se hacen más interesantes y reales, ya no es lo típico. Me gustaría pensar que vamos a cambiar la representación del sexo en la pantalla: los mitos de que las dos personas terminen al mismo tiempo, los orgasmos solo por penetración, sexo anal sin lubricación...", explica.
Desde este punto de vista, el coordinador de intimidad vendría a ser al cine lo que el VAR al fútbol. El principal argumento que esgrimen quienes, como Sean Bean, se sitúan a la contra, es que va a quitar picante al tema. Pero, del mismo modo que el VAR no ha eliminado las polémicas tertulias en los bares ni los asaltos de boxeo en los grupos de WhatsApp, el sexo sigue presente en las ficciones.
"Acabamos de rodar para Atresmedia Zorras, una adaptación a serie de la novela de Noemí Casquet, y me siento muy orgullosa. Va a ser revolucionario en cuanto al contenido íntimo", confiesa Delgado. "Zorras saldrá dentro de poco y va a ser un gran ejemplo de que consigue la coordinación de intimidad. Vamos a ver escenas de sexo como no hemos visto nunca en España", dice Cerezo para terminar de poner los dientes largos.
El consentimiento
Elizabeth Siddal fue una modelo del siglo XIX que estuvo a punto de morir por neumonía tras posar durante horas en agua helada para que John Everett Millais pintase su Ofelia. El resultado es un cuadro tan magnífico como doloroso: nunca debió de haberse pintado; al menos, nunca debió haberse llevado a Siddal a ese extremo. Esto es lo que piensan Ortuño, Delgado y Cerezo sobre algunas de las escenas íntimas más icónicas de la historia del cine: que nunca deberían haber existido; al menos no de la forma en que se realizaron.
Es el caso de, por ejemplo, el famoso cruce de piernas de Sharon Stone en Instinto básico (1992). "¿Me pasas tus bragas? Se transparentan y no deberías llevarlas, pero no se verá nada", le pidió el director de la película Paul Verhoeven a Stone, y Stone quedó para siempre atrapada en ese cruce de piernas en el que se le vio todo.
"Con nosotras jamás pasaría algo como lo de Instinto básico. Un pilar básico de nuestro trabajo es la información. El consentimiento tiene que ser informado, reversible y entusiasta. El actor tiene que saber de manera muy específica cuál va a ser el plano. Estamos luchando para que en España quede reflejado por contrato y no haya forma de engañar a los actores, algo que ya se hace en Inglaterra o Estados Unidos", explica Cerezo. "Traemos el consentimiento al entorno laboral en cuanto a niveles de desnudez y que quede claro dónde se puede tocar, lamer, morder, y que nunca más haya malentendidos", zanja Delgado.
No en vano, la formación de coordinador de intimidad consta en buena parte de teoría del consentimiento, de qué es válido y qué no, diversidad sexual, resolución de conflictos, mediación y trabajo con menores, además de teoría sobre cómo mitigar el riesgo en un rodaje. La parte práctica de coreografías de escenas íntimas es solo una parte más que llega después de todo lo anterior.
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"Es como coreografiar una pelea, los actores primero tienen que sentirse seguros. Si se pacta, siempre puede haber cierto espacio para la espontaneidad si así se ha acordado, pero nunca pondrías a dos actores a improvisar que se pegan navajazos. Con las escenas de sexo pasa lo mismo, todo queda definido y ensayado antes de rodar", argumenta Delgado.
Escenas difíciles
"Cada uno se busca la vida como puede": así definía en 2006 Eduard Fernández la manera en que se grababan las escenas de sexo en España. La única regla, se decía, es que no hay reglas. Algo que Enric Ortuño pone en duda: "El problema es que, cuando no hay reglas, el que tiene el poder impone sus reglas y las otras personas no pueden decir nada".
El director es la persona que tiene el poder en la dictadura que es un rodaje. Contaban por los pasillos de las 'majors' en los años que en Hollywood no se ponía el sol que, durante el rodaje de Rebeca, Hitchcock abofeteó a Joan Fontaine hasta hacerla llorar para añadir intensidad a la escena. "Si yo hubiera estado presente, y hubiera visto que afecta a la salud mental de la actriz, habría intervenido", afirma Delgado.
A veces, mediar con este tipo de directores se convierte en la gran batalla de los coordinadores de intimidad, "aunque lo normal es que no haya problemas, porque tú vas allí porque te contratan, se entiende que hay una predisposición". "Para llegar a un acuerdo hace falta mano izquierda. Si hay algún momento en el que la actriz o el actor no están contentos, hay que intentar entender lo que el director quiere mostrar para buscar alternativas que transmitan lo mismo, por ejemplo, desde un punto de vista físico diferente, que satisfaga al actor", cuenta Ortuño.
El coordinador de intimidad aporta naturalidad y acompañamiento ante situaciones normales para las que antes los actores no tenían respuesta. "Cuando alguien tiene una erección hay que entender que es algo normal. El cuerpo humano no sabe que estás fingiendo y reacciona de manera innata a un tocamiento, una caricia, un roce. Ayer, a una chica le bajó la regla antes de una escena de sexo y se adaptó la coreografía sin ningún problema", recuerda este coordinador.
Del mismo modo, ellos son los responsables de que los nuevos 'cruces de piernas' en el cine parezcan tan reales como el de Stone, sin traumatizar a nadie por el camino. "Hoy en día las prótesis son increíbles. En plataformas, siempre que veamos un pene erecto es una prótesis. Si está relajado puede ser real, pero los penes son los que más prótesis llevan habitualmente", desvela Delgado, pero hay más: "En Pam y Tommy, ella lleva prótesis de pecho".
Mucho más comunes son los dobles de cuerpo. De hecho, Ortuño nunca ha utilizado prótesis, más allá de los protectores para cubrir genitales (aunque le han contado que en Blonde, la película sobre Marilyn Monroe, hay varias prótesis). "Hay actores que utilizan dobles para su cuerpo y lo pone en contrato. Dobles para traseros, pechos... es una figura muy habitual. En el rodaje actual tenemos tres dobles".
Más allá de opiniones y creencias personales, el futuro del sexo en el cine pasa por esta nueva figura. Todas las grandes plataformas internacionales ya trabajan obligatoriamente con coordinadores de intimidad.
—Lucía, ¿cómo sería la famosa escena de la violación con mantequilla de El último tango en París si hubiese habido coordinador de intimidad? (Maria Schneider, la actriz, confesó antes de morir que esa escena no estaba en guion y le obligaron a hacerlo).
—Eso jamás habría pasado, y sería mejor película. Habría sido una escena mucho más rica porque la actriz se habría sentido libre y con el poder y la confianza para actuar. Su trabajo es actuar, no sufrir.