Mar Gutiérrez Puget empezó a sentir fuertes dolores de cabeza la semana del 12 de septiembre, pero ni ella ni su familia le dieron demasiada importancia. El jueves el dolor persistía, y al día siguiente Estefanía, preocupada por la salud de su hija, decidió llamar a su médico de cabecera para pedirle una cita médica. No llegó a ver al facultativo. La misma madrugada del sábado 17 al domingo 18 se desplomó en el suelo del baño. Sus padres la llevaron de inmediato al Centro de Especialidades 'La Longuera', en Chiclana. Había sufrido un derrame cerebral, pero nadie, ni siquiera los médicos, fueron capaces de detectarlo en un primer momento. Así comenzó el infierno: con un diagnóstico erróneo de otitis.
Su madre relata lo que vivió aquella noche. Hace breves pausas para retomar el aire. Fue el último fin de semana de vida de su hija. Aunque han pasado más de seis meses, rememora cada segundo, cada rostro, cada informe y cada diagnóstico con viveza. Cada recuerdo es como un latigazo; una dolorosa dosis de realidad imposible de olvidar. ¿Qué fue lo que falló en el Servicio Andaluz de Salud, al que hoy denuncia por negligencia, para que nadie pudiera salvar la vida de su hija?
Estefanía y su marido llevaron a Mar a La Longuera después de desplomarse. El médico le hizo una exploración neurológica hacia las 6:21 de la madrugada. No le gustó lo que vio, y la mandó al Hospital de Puerto Real, en Cádiz, donde fue atendida a las 6:56. "Desde el minuto cero todo empezó mal", explica la madre de joven fallecida. "Si vio signos de alarma debería haberla mandado en una ambulancia y que la monitorizaran. Tendrían que haber activado el protocolo para ictus". En aquel momento, ella no imaginaba que su hija, de 18 años, muy deportista y sin problemas de salud ni patologías conocidas, estuviera sufriendo un derrame cerebral.
"La llevamos a Puerto Real y, con el informe médico en la mano, le miraron el oído. Le pusieron un calmante en la vía de suero y una inyección para los vértigos. A la media hora nos llevaron a una sala de vulnerables y estuvimos esperando un rato. Casi una hora después, nos dan el alta con un diagnóstico de otitis y un tratamiento con gotas para el oído. La niña se había hecho pipí encima varias veces, en la silla de ruedas y en la camilla, pero no le dieron importancia".
Tal y como señala Estefanía, trató de poner a su hija en pie, pero sus piernas no respondieron. La abrazó para que no cayera al suelo. "Me estaban viendo desde la sala de enfrente; había un grupo de sanitarios, enfermeros y auxiliares, pero no nos hacían caso. Hasta que grité que, por favor, me ayudasen. Vinieron y me preguntaron qué pasaba, que la niña tenía ya el alta. Les dije que no me la podía llevar a casa porque ni siquiera era capaz de ponerse en pie. Salieron dos chiquillas. Creo que eran médicos residentes. La miraron y dijeron que la iban a volver a ver. De nuevo, nos hicieron esperar. Cada minuto corría en su contra".
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Mirar hacia atrás ahora no tiene sentido. ¿Se habría salvado Mar si la hubiesen atendido más rápido? ¿Qué habría pasado si el diagnóstico hubiese sido el acertado desde el primer momento? "Con un ictus cada minuto corre en tu contra". Es la respuesta, escueta, de Estefanía. Después de que las dos médicos viesen a su hija, le dieron un diagnóstico similar al original. Siempre según la versión de la madre, vino un otorrino, que se la llevó a su consulta. Recuerda que le dijo: 'Mar, hija, háblame porque no sabemos qué te pasa'. Pero no podía articular palabra.
"Tenía pérdida de control de esfínteres, convulsiones y sudoración grave. Cuando la ve el otorrino, la mandan de nuevo a la sala de vulnerables hasta que hay un cambio de guardia. Eran ya las 8:00 de la mañana cuando entró un médico muy jovencito. Mira a mi hija, le hace dos o tres preguntas y se marcha. Y cuando veo que se va, le suelto: 'Perdona, pero mira la niña cómo está. No habla y tiene convulsiones'. Y él me dijo que no, que lo que tenía era una tiritera de escalofríos".
La desesperación hizo que Estefanía llamase a un familiar, también sanitario, para contarle lo que estaba pasando y suplicarle que intercediera. Llamó furioso al hospital preguntando por qué nadie le había hecho un TAC craneal a Mar. "Eso produjo cierto nerviosismo, y de repente salió un médico adjunto. Cuando vio la situación en la que estaba la niña empezó a regañarle al médico joven. 'Esto no son tiriteras, son convulsiones', reconoció. Pidió de forma urgente un TAC craneal, se llevaron a la niña y me dieron el diagnóstico".
El resultado fue demoledor: trombosis con derrame cerebral en estado muy grave. Los médicos de Puerta Real enviaron a la familia, ya de urgencia, a otro hospital, el Puerta del Mar, para que fuese operada de urgencia por un neurocirujano. Pero ya era demasiado tarde. La tarde posterior a la intervención Mar experimentó una ligera mejoría, pero a lo largo del día siguiente la salud de la joven se fue deteriorando y, el 20 de septiembre, martes, fallecía en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Mar quería ser enfermera
Estefanía recuerda con profundo cariño a su hija, quien, paradójicamente, quería ser enfermera. Había terminado un curso de auxiliar de enfermería y realizado sus primeras prácticas en el Hospital Puerta del Mar, donde fallecería meses después. "Era una niña muy especial. Noble, alegre, muy sensible y humana. Ha dejado mucha huella entre sus amigos. Me contaba que cuando estaba de prácticas sentía mucha pena por los pacientes. Los trataba con mucho cariño". Hace un parón. Se emociona.
"Ha sido una mala praxis, malísima. ¡Cómo hay sólo un médico residente, que aún no es doctor, al frente de un servicio de urgencias! Denuncio la mala praxis y el abandono. La falta de empatía. La falta de calidad humana. Fue... brutal. Un abandono total. La denuncia la interponemos en su memoria, porque a ella le hubiera fastidiado mucho haberse enterado enterado de un caso similar. Queremos evitar que esto vuelva a pasar".
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Estefanía y su marido han contratado al Bufete Ortiz Abogados para canalizar su denuncia. Señalan directamente al Servicio Andaluz de Salud por presunta negligencia en su protocolo de actuación, que pudo haber sido el responsable de haberle costado la vida a la joven Mar Gutiérrez. Su madre denuncia que los médicos que la atendieron en el Servicio de Urgencias "no tenían mucha experiencia" y que tampoco había "ningún tutor para supervisar a los residentes".
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con el Hospital Puerto Real, pero el centro no ha ofrecido declaraciones y ha remitido directamente al departamento de prensa del Servicio Andaluz de Salud. Desde allí remiten, a su vez, a las palabras de la Consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, Catalina García, quien esta mañana, en una rueda de prensa, desveó que el hospital "ha abierto una investigación" para esclarecer los hechos. También ha transmitido su "pésame" a la familia. "Les ayudaremos en lo que podamos. El hospital investigará [el caso] a fondo para ver qué es lo que ha pasado".