El número 29 de la calle Salvador Martínez Lozano de Madrid se despertaba con gritos en la madrugada de este domingo. Procedían de un vivienda de la segunda planta donde generalmente reinaba la calma. Pedro (54 años) y Gustavo (35 años) discutían y se oían gritos. "Te voy a matar", escuchaba un vecino, que no pensó nunca que aquello estaba a punto de producirse.
El silencio llegó a los pocos minutos. Gustavo sacó entonces su móvil y comenzó a grabar desde el pasillo hasta el salón. Se sentaba junto a una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y pronunciaba: "Lo siento mucho". La cámara graba cómo sonríe y el vídeo finaliza.
La Policía Nacional y los servicios de Emergencias llegaban, a las pocas horas, alertados por los vecinos de esta calle del Distrito Puente de Vallecas. Al llegar a la vivienda, encontraron a Gustavo, argentino, que no opuso resistencia a su detención y aseguró haber tomado estupefacientes. Se trataba de un hombre corpulento, cultivado en el gimnasio, al que le gustaba mostrar su cuerpo en las redes sociales, donde se le puede ver presumiendo de tatuajes y músculos.
[Paco Naval, futbolista de 24 años, asesinado de una puñalada en el tórax por otro joven en Chipiona]
Pedro, español, yacía muerto con un ojo y el pecho apuñalado. Uno de los destornilladores aún estaba clavado, aseguran fuentes policiales. Él mismo se catalogaba como una "buena persona". Eso mismo narran de él en el vecindario, donde sólo le conocían en el patio de vecinos en el que vivía y en el que fue asesinado.
El levantamiento del cadáver se llevó a cabo alrededor de las 13 horas, ante la atenta mirada de los vecinos y las cámaras de televisión. La mayoría no daba crédito a lo que acababa de suceder.
Anteriormente, los agentes se llevaban esposado al menor de los dos hombres, que eran pareja según los vecinos. Los vecinos apuntan que hace unos meses que mantenían una relación, aunque no consiguen recordar la fecha exacta. Eso sí: vivían juntos y eran una pareja de lo más normal. "Nunca han puesto problemas ni nada", dice un vecino a EL ESPAÑOL. "Gustavo iba y venía en Uber siempre, pero vivía ahí. El dueño de la casa era Pedro", apunta otro.
La Policía Nacional trata de descubrir si realmente mantenían los dos hombres una relación sentimental. De confirmarse, el argentino se podría agravar la pena por el delito cometido.
En el salón de la casa, los agentes encontraron sal sobre el sofá y ropa tirada. Las primeras investigaciones hablan de algún rito esotérico y religioso. Según relataron algunas agencias, los agentes al ver la cruenta escena le preguntaron: "¿Pero cómo has podido hacer algo así?".
Los vecinos tampoco daban crédito por la tarde a lo ocurrido. Gustavo pasará a disposición judicial en los próximos días.