“No sé què dir per no cagar-la” (“No sé qué decir para no cagarla”), dijo Toni Soler en medio del polémico gag humorístico sobre la Virgen del Rocío en el programa ‘Està passant’ de TV3. Si su intención era realmente esa, no lo consiguió: la broma se salió de madre y provocó la reacción de representantes políticos como el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, la líder de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez, o el presidente de Aragón, Javier Lambán. Todos coincidieron en una cosa: desde la televisión pública catalana se hace mofa de los andaluces.

Soler, director del programa y dueño de la productora Minoría Absoluta, que sólo en 2022 facturó 5,6 millones de euros de TV3 a través de varios programas, exigió disculpas a quienes arremetieron contra él, contra su compañero Jaïr Domínguez y la actriz que representó a la Virgen, Judit Martín: "Es mentira, es irresponsable y es demagógico", dijo, en referencia a quienes les acusaron de burlarse de los andaluces.

Por su parte, el ente público trató de salir al paso de la polémica el pasado martes al asegurar que “la sátira es síntoma de calidad democrática”. La dirección se posicionó así ante las reacciones suscitadas por el espacio humorístico, que también motivó quejas de varias entidades —incluidos algunos obispos catalanes— y una denuncia de la Fundación Española de Abogados Cristianos por lo que consideran también un ataque a los sentimientos religiosos. “La cadena ha hecho siempre humor sobre todo, y seguirá haciéndolo. Y no quiere entrar en declaraciones y contradeclaraciones”, rezaba el comunicado.

Pero más allá del debate sobre los límites del humor, lo que ha puesto de nuevo en el candelero la broma de Soler y su equipo es el uso de TV3 como monopolio del independentismo para promover la causa separatista y, según sus principales críticos, para atacar a símbolos, colectivos y partidos políticos que no empatizan con ella.

“TV3 es un instrumento clarísimo para promover el independentismo bajo la excusa de una televisión pública”, dice Eva Parera, abogada y actual candidata a la alcaldía de Barcelona por el partido Valents, y quien durante cinco años fue miembro del CAC, el Consell Audiovisual de Catalunya, la autoridad reguladora independiente del ámbito de la comunicación audiovisual pública y privada en Cataluña, dependiente de la Generalitat.

“En mi etapa en el CAC no había un sólo día en que no hubiera un sólo programa no denunciable por sesgo ideológico o falta de pluralidad”, dice Parera, quien esta semana también ha interpuesto una queja formal al organismo del que formó parte sobre la parodia de la Virgen del Rocío. En esta queja, su partido hizo notar “el elevado número de quejas y polémicas que acumula el programa de Toni Soler y Jair Domínguez, por no hablar de las evidentes muestras de odio hacia todo aquello que signifique España”.

"Instrumento" independentista

TV3 se fundó en el año 1983, tras la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña en el año 1979. La creación de una televisión pública catalana era una antigua demanda del movimiento nacionalista. Sin embargo, no fue hasta la llegada de la democracia y la aprobación del Estatuto cuando se hizo realidad. La televisión pública catalana era una de las prioridades de Jordi Pujol para construir las bases sociales y un relato nacional de lo que desembocaría, poco menos que 30 años después, en el ‘procès’ independentista.

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Los primeros años de TV3 estuvieron marcados por una programación destinada a recuperar la cultura catalana y a promover la lengua. La emisión de películas, series y programas infantiles en catalán fue una de las principales novedades que introdujo TV3. También se apostó por la producción propia de programas y series, lo que contribuyó a consolidar una industria audiovisual catalana.

Entre la parrilla, nacieron espacios de gran calidad televisiva como ‘30 minuts’, de documentales de actualidad, o unos informativos con un gran despliegue en coberturas internacionales que la hicieron merecedora de varios premios y que marcaron una enorme distancia con cualquier otra televisión autonómica. TV3 se convirtió en un referente en Cataluña, hasta el punto que llegó a ser la cadena más sintonizada ininterrumpidamente entre 1997 y 2003, y entre 2010 y 2016.

“Como todos los catalanes, yo me crié viendo TV3. Pero bajo el manto de promover la cultura ya había una clara intención de CiU de convertirla en un instrumento clave para abonar el terreno para lo que sucedería en octubre de 2017. Con la excusa de la integración, siempre se ha producido en paralelo una radicalización de los postulados políticos independentistas”, asegura Parera. Con la llegada de Artur Mas al Gobierno de la Generalitat, la denuncia de Parera se hizo cada vez más evidente. 

La clave de la escora política de la cadena es su estructura legal. TV3 es un medio de comunicación público que depende de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), un ente autónomo que se encarga de gestionar tanto TV3 como Catalunya Ràdio. La CCMA es una entidad que cuenta con un Consejo de Administración, un Director General y diferentes departamentos y secciones.

Eva Parera, durante una entrevista en Crónica Global, medio asociado a El Español. Lena Prieto

El Consejo de Administración de la CCMA es el máximo órgano de gobierno de la corporación. Está formado por 13 consejeros, que son elegidos por el Parlament. El Director General es el máximo responsable ejecutivo de la corporación y es nombrado por el Consejo de Administración.

Los 13 consejeros se nombran en proporción al número de diputados de cada fuerza política. En la actualidad, y por la composición del arco parlamentario catalán, sólo tres miembros de la dirección, del PSC, no forman parte del bloque independentista formado por Junts, ERC y la CUP.

“Con esta composición, es imposible que TV3 sea una televisión de servicio público, porque está en manos de los partidos independentistas. Pero peor que eso, han conseguido que TV3 funcione por sí sola. La dirección no tiene ningún poder. Sólo hace falta pasearse por los estudios y platós para ver lazos amarillos y proclamas independentistas. No hay nadie dentro de la Corporación que no sea independentista. El que no lo es, calla y obedece para no perder el puesto”, denuncia Parera. Por eso, ve con escepticismo las intenciones de la nueva dirección del ente público. 

“Despolitización”

Sigfrid Gras asumió la dirección temporal de la cadena en mayo de 2022, y fue ratificado en el puesto en septiembre, tras la abrupta salida de Vicent Sanchís, anterior director, y Saül Gordillo, anterior subdirector. Para muchos, ellos fueron los artífices de la línea más dura de Junts dentro de la Corporación.

[El estallido de Carlos Herrera contra TV3 por el gag del Rocío: "¿Por qué no imitan a su madre?"]

Gras se mostró su intención de “despolitizar” la programación y “cambiar esta línea poco a poco”. “La política cada vez interesa menos y debe estar circunscrita a los espacios informativos”, dijo en la misma ocasión en una comparecencia en el Parlament.

En enero de 2023, un gráfico que asoció al PSC con una esvástica en el también programa de humor ‘Zona Franca’ provocó el despido del humorista Manel Vidal, responsable del mismo. Después de que Heineken retirara la publicidad del programa y de una queja interna del PSC, la dirección de la cadena decidió tomar cartas en el asunto. Fue la gota que colmó el vaso.

Al contrario de lo sucedido con el gag de la Virgen del Rocío, Gras aseguró que se habían “cruzado todas las líneas del humor” y tomó la medida de suprimir el nuevamente polémico inicio del programa durante la temporada actual. El presentador al frente de ‘Zona Franca’ abría todos los días este espacio televisivo con un “Bona Espanya i puta nit”, alterando el orden de las palabras en un sobreentendido para decir “Bona nit i puta Espanya”. El ‘castigo’ se produjo a instancias de los tres miembros del Consejo del PSC.

Díaz y los demás colaboradores del programa dimitieron en tromba tras la actuación de la dirección de la cadena y se añadió un capítulo más en la guerra interna del independentismo que se vive en el seno la televisión pública entre ERC y Junts. Para los segundos, el control de ERC persigue suavizar el mensaje independentista desde el ente público y sólo servir sus propios intereses.

Sede de TV3 en Sant Joan Despí (Barcelona). Archivo

Un ejemplo de ello es cuando la dirección también tomó medidas hacia otro programa, 'Planta baixa', que el mismo enero superpuso una imagen del expresidente autonómico Carles Puigdemont, con la canción de Paquita del Barrio, cuya letra arranca con un “Rata inmunda..”. Junts salió en tromba a denunciar el ataque al miembro de su partido.

A pesar de estos gestos, para el lado no independentista del arco parlamentario, TV3 necesita una refundación desde la raíz. “No sólo hablamos de un claro sesgo político y de un incumplimiento sistemático de su propio libro de estilo, sino de una maquinaria de financiación para productoras y programas afines con dinero público, con una partida presupuestaria que aumenta sistemáticamente año tras año”, se queja Parera. 

Sólo en 2023, el presupuesto de la cadena ha sido de 336 millones de euros, una cifra que se aleja del resto de televisiones autonómicas. Sólo las teles públicas de Galicia, País Vasco y Andalucía superan los 100 millones de euros de financiación y no traspasan en ningún caso los 200.

“La televisión pública es necesaria, pero tiene que cumplir su función de servicio a la ciudadanía y garantizar el pluralismo. TV3 no lo hace desde hace muchos años y, para que esto cambie, es necesario que haya despidos y cambiar la programación. Tiene que intervenir la Unión Europea y se tienen que aplicar sanciones a todos los programas que no garanticen el derecho a recibir una información veraz o que insulten sistemáticamente a colectivos que forman parte de la sociedad catalana”, concluye Parera.