A su primer evento en una cafetería fueron ocho personas y ahora sueña con una Business Social Cup que llene el Bernabéu durante una jornada en la que miles de emprendedores se impregnen de los valores que él profesa. Tomás Garnelo, natural de Pontevedra, a sus 27 años, se encuentra inmerso en tres proyectos empresariales que le han proporcionado una forma de ganarse la vida, a pesar de haber abandonado la carrera de Derecho con tan solo seis asignaturas pendientes.
Su primer sueño fue ser tenista y, aunque se vio truncado, la experiencia que tuvo de los 14 a los 16 años en un centro de alto rendimiento le dejó un poso en su capacidad y esfuerzo posterior. Ya en Bachillerato, ese ímpetu lo volcó en los estudios, así que sus resultados académicos terminaron con una mención honorífica. “Luego estudié Derecho porque era un poco lo que se me decían en casa. Imagino que esto lo sufren muchos jóvenes, que lo estudiamos porque tiene muchas salidas”, añade el propio Tomás.
Una “revelación” en último cuatrimestre de la carrera hizo cambiar de rumbo a este alumno ejemplar que iba para abogado a los 21 años. “Sentí que no estaba haciendo lo que quería y me di cuenta de que estaba estudiando lo que mi padre hubiera querido estudiar en su momento y no pudo”, explica. Por eso, a pesar de tener una buena nota y que tan solo le quedaran seis asignaturas para poder graduarse, Tomás decidió dejar Derecho.
Ahí llegó uno de los momentos más complicados que el joven tuvo que enfrentar: “Decirle a tus padres que vas a emprender, promover valores y cambiar la educación a tu manera es difícil”, remarca. Pero Tomás lo tenía claro. Tan claro que no le importó empezar de cero. Sus inicios se materializaron en los ratos muertos de algunas cafeterías de Vigo, unos momentos que Tomás aprovechaba para decir a sus dueños si le podían ceder el espacio y traer a un grupo de personas a las que impartir su charla.
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Vivir Brillando, la empresa de Tomás
El “movimiento social”, tal y como él mismo lo denomina, que creó se expandió a Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante y, claro, Galicia. “Poco a poco, empezó a venir más gente, primero 100 personas, luego medio centenar más, hasta llegar a superar las 200”, cuenta Tomás. Todavía no podía vivir de su nuevo sueño, pero sí era una forma de ver cómo su mensaje llegaba a los jóvenes.
Una vez superados los peores momentos de la pandemia que obligaron a reducir el contacto personal hasta el extremo, Tomás sentía que la sociedad quería conectarse más que nunca, así que planteó un evento para emprendedores. Aquello creció muy rápido. El primer centenar de personas que acudieron se convirtieron en medio millar cinco meses después, una cifra que más tarde alcanzaría las 1.000 personas. Según incide este joven, “lo increíble llegó cuando juntamos en la Caja Mágica de Madrid a 2.600 emprendedores. Y todo aquello sin patrocinios ni sponsors porque ni siquiera sabía cómo hacer para llegar a ellos. Todo se sufragó con las entradas de los asistentes”, en sus propios términos.
De aquel show, llamado Antídoto, que duró una jornada completa en la que se sucedieron las mesas redondas, charlas de referentes y espacios de networking, llegó su empresa: Vivir Brillando. “Ese es mi proyecto más gordo, en lo que estoy más enfocado”, determina el protagonista de esta historia. Su empresa Vivir Brillando, por el momento, está más enfocada a eventos exclusivos con referentes de prestigio. Por ejemplo, el que este mayo organiza en Sanxenxo y en el que los inscritos convivirán durante dos días con algunas personas que les puedan inspirar esos valores que Tomás persigue. Tal y como él mismo describe, “más que una charla, este concepto está ligado a la exclusividad, a la cercanía”.
Valores humanos en juego
Aunque ese sea su proyecto principal, no es el único en el que Tomás está inmerso. “Ahora estoy poniendo en marcha la Business Social Cup. Quiero llegar a crear en España un punto de referencia a nivel mundial para hablar de valores humanos”, explica. Y es que Tomás no deja de soñar, porque esta suerte de liga la quiere hacer en un Bernabéu a rebosar de gente, “y que Coldplay cierre el evento”. Por soñar que no quede.
Esta Business Social Cup, enfatiza, será una competición de valores y emprendedores con un impacto social en los principales doce sectores empresariales para promover la docena de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU). “Es un mundial que se hará en Madrid en 2024. La idea es reunir a unas 4.000 personas allí y entre uno o dos millones de personas más que lo sigan por streaming”, desarrolla el propio Tomás. Además, este proyecto, asegura, tendrá fines benéficos para apoyar proyectos de impacto social en España sin perder de vista otra idea que le ronda la cabeza: expandirlo a otros países.
“Tendrá de todo: competiciones de fútbol y de pádel entre emprendedores procedentes de estos doce sectores empresariales, mesas redondas, charlas de referentes, espacio para gastronomía y restauración, y una parte artística también”, se explaya. Todo eso con la idea de promover unos valores, ¿pero cuáles? Tomás responde: “Yo he tenido la suerte de tener un padre y una madre que han sido un ejemplo para mí, y luego también muy buenos referentes desde pequeño, así que promuevo valores como el trabajo, el esfuerzo y la humildad, algo que creo es básico en nuestra generación”.
A tenor de lo expresado por este joven emprendedor, la sociedad sufre una gran crisis de valores, ya que se han perdido algunos de ellos como la honestidad, la transparencia y la humildad. “Yo lo que quiero es promover buenas personas. El concepto de éxito que existe está algo confundido. Deberíamos trabajar en un contexto de buena gente, no solo de buenos profesionales”, subraya.
La incógnita del éxito
Todavía queda otra rama más de su negociado, aunque esta diferente a todo lo anterior. Se trata del Aquakarting, una actividad íntimamente relacionada con el ocio y el entretenimiento. “Tenemos el primer aquakart del mundo, que está en Galicia. Es un invento de aquí que hemos patentado y que ya ha llegado a Dubái y Marrakech, y queremos implantarlo en Madrid”, incide. Como su propio nombre indica, ni es un kart en una pista de carreras ni una moto de agua, sino un kart acuático.
Pese a su éxito laboral, Tomás desconoce la receta que te lleva a él: “Hay que tener unos objetivos y afrontarlos con ilusión. Trabajar mucho, meterle muchas horas, ser atrevido y valiente e ir a por ello. Yo no digo que siempre salgan bien las cosas, pero si lo haces así es muy probable que aumenten tus posibilidades”.
De todas formas, a él no le ha ido mal. En el evento que organizó en la Caja Mágica de Madrid facturó unos 200.000 euros, y en el que se hará en mayo en Sanxenxo, va por 70.000, aunque habría que quitarle los costes. Con el Aquakart, dice, las ganancias anuales se sitúan en unos 30.000 euros. “Las previsiones de la Business Social Cup se sitúan en los 600.000 euros de ganancias, aunque será benéfico y se donará”, concede.
Las redes sociales, por otra parte, han sido las grandes valedoras de un Tomás que hace años empezaba a hacer sus primeros pinitos. “Al principio me apalanqué en Instagram. No tenía muchos seguidores, pero compartía un mensaje de valores, subía mis entrenamientos, lecturas y reflexiones, y opiniones sobre diversos temas. Eso generó alguna interacción y lancé mi primer evento, al que vinieron ocho personas”, completa Tomás.
Esa cifra fue aumentando con el paso del tiempo y su nombre, cada vez más, sonaba con mayor repercusión. “A veces no hace falta tener dinero, sino una idea y poder comunicársela a la gente que sí te puede dar voz y, así, conseguir entrar en otros sitios”, concluye el joven emprendedor.