La Audiencia de Valencia inició este lunes el juicio por un crimen machista que conmocionó a la ciudad del Turia a finales de 2021. Alberto ha reconocido el asesinato y ahora un jurado popular tendrá que valorar si se trata de un asesinato con agravante de género o un crimen sin móvil aparente fruto de una enajenación momentánea que llevó a acabar con la vida de su novia.
Alberto Luján acabó con la vida de su novia Cristina a sangre fría la madrugada del 3 de diciembre de 2021. Un asesinato "deleznable" y con un ensañamiento de libro, según la Fiscalía, por las decenas de heridas que recibió por todo su cuerpo mientras dormía tras tomar un tranquilizante porque tenía problemas de ansiedad desde que falleció su padre en 2012 en un trágico accidente de coche.
Cristina era una joven de 30 años, simpatiquísima y extrovertida, llena de vida y con un futuro prometedor. Alberto es un abogado valenciano de 35 años, muy introvertido y controlador con su pareja, que impartía clases como profesor asociado en la Universitat de València (UV) y había pasado por los mejores despachos de la capital.
[Alberto mató a su novia Cristina con una piedra, cuchillos... Si ella no le quería "debía morir"]
Alberto le provocó más de 60 heridas repartidas por todo el cuerpo en apenas 5 minutos. Primero, usó una piedra para golpearle la cabeza y más tarde continuó segándole la vida con tres cuchillos y unas tijeras.
Por último, para asegurarse de que Cristina no viviera, cogió el cinturón de un batín y se lo colocó alrededor del cuello hasta que la joven falleció. La víctima murió por la hemorragia que le provocaron las heridas y por asfixia.
El asesino dejó clavado uno de los cuchillos en la sien de la joven que cruzaba el cráneo y se duchó. Minutos después, se lanzó desde un séptimo piso con la intención de quitarse la vida, según mantiene su defensa, pero cayó sobre una plaza de uralita del patio interior de un restaurante que amortiguó la caída.
En un principio, Alberto simuló que se trataba de un robo. 24 horas después el primo de Cristina, agente de Policía Local en un municipio próximo a Valencia, encontró el cadáver tirado al lado de la cama tras acceder a la vivienda preocupado porque la familia no sabía nada de la joven desde hacía dos días.
Su primo fue a la casa acompañado por el padre de Alberto, que tenía un juego de llaves, y la madre de Cristina, que le impidieron el acceso a la vivienda para que no se encontrara con el cuerpo de su hija cosido a puñaladas. "El padre de Alberto me pedía disculpas y que lo matara", declaró.
Pena máxima
La Fiscalía pide para el acusado la máxima pena posible, 25 años de cárcel. La acusación particular solicita la misma pena, pero con la agravante de género.
Por su parte, el abogado de Alberto admitió en el juicio que su defendido mató a su novia por un trastorno mental transitorio, pues tenía "la paranoia" de que le iba a dejar. No obstante, negó la premeditación: "Estaba fuera de sí, fue todo espontáneo, un brote". Por ello, pide que le rebajen la pena a 10 años de cárcel por asesinato con las atenuantes de obcecación y confesión.
Alberto ha llegado esposado a la Ciudad de la Justicia de Valencia y declarará en último lugar. Con aspecto desaliñado y algo desorientado, el acusado siguió la primera sesión del juicio sentado junto a su abogado, con la mirada perdida y dibujando formas geométricas en un folio en blanco casi sin parpadear.
Alberto no mostró ningún sentimiento mientras el secretario judicial leía el escrito de las acusaciones y el listado interminable de heridas que presentaba el cuerpo de Cristina. Era como si el caso fuese con él. Solo miró al presidente del tribunal en un par de ocasiones cuando el magistrado indicaba al jurado sus funciones en este juicio.
"La quería matar"
Alberto ha reconocido el asesinato y ahora la clave es determinar si existía o no un móvil y si el asesinato fue premeditado, además de corroborar que exista o no la agravante de género.
El abogado defensor expuso que el acusado, cuando tomó conciencia de lo que había hecho, se lanzó al vacío para tratar de suicidarse y que ahora está muy arrepentido y "solo quiere justicia".
Así, señaló que no puede pedir la absolución porque "nadie niega" que este crimen sea un asesinato, pero rechazó la agravante de género y que existiera una planificación anterior ni ensañamiento.
"Estaba fuera de sí y atacó a Cristina con varios golpes en la cabeza y a continuación cogió cuchillas, tres cuchillos y tijeras para seguir agrediéndole en su ceguera más allá de la muerte, pero ella ya estaba inconsciente, no quería causarle más dolor", afirmó.
Del mismo modo, reiteró que "no había un móvil racional que permita entender cómo en cinco minutos cometió un crimen tan atroz" e insistió en que lo realizó por "una idea obsesiva" que le hizo "explotar".
En cambio, la Fiscalía destacó que cuando cometió los hechos no se encontraba bajo los efectos del alcohol o las drogas y que tampoco presenta una enfermedad mental activa. A su juicio, cometió el asesinato con "alevosía y ensañamiento, tenía capacidad de conocer y de obras con conocimiento".
Para la acusación particular, Alberto "mató a Cristina porque la quería matar, no fue un accidente ni algo causal" y que "aumentó deliberadamente y de forma innecesaria el sufrimiento" con los fuertes golpes y cuchilladas que le propinó, que incluso le causaron lesiones en el pulmón.
Además, pide la agravante de género porque afirma que Alberto "la cosificó, percibió que ella no estaba enamorada y se iba agobiando por su actitud obsesiva y el control a la que le sometía y en un desprecio a la libre determinación para decidir con quién queremos compartir la vida".
"Lo que hizo fue una monstruosidad, no podemos premiar ni la ira ni la cólera", dijo dirigiéndose al jurado la abogada de la familia.
"Estaba agobiada"
Uno de los momentos más duros de la primera sesión llegó con la declaración como testigo de la hermana de Cristina. "Mi hermana era súper inteligente, simpática, dulce, nadie se merece esto", lamentó entre lágrimas.
La familiar relató que al principio de la relación Cristina estaba "contenta" y la trataba "bien". Pero empezó a "agobiarse" porque no estaba enamorada de él y Alberto ya hablaba incluso de matrimonio y que una día le pilló mirándole el móvil.
Según el testimonio de la hermana, Alberto se enteró de que en la inmobiliaria de ella había una vacante y quería trabajar allí. Su hermana volvió a tomar la medicación que le recetaron tras la muerte de su padre porque le generaba mucha ansiedad tener que explicarle que "necesita tiempo y espacio". "No quería estar las 24 horas con él".
El hermano del acusado también estaba citado este lunes para declarar, pero recurrió a la dispensa que le concede la ley para negarse a declarar contra un familiar directo, como es el caso. El juicio se retoma este martes.