En la taberna hay en torno a una decena de personas. La mayoría están en la barra, otros pocos están sentados más alejados. Juan Frommknecht coge el pincho de tortilla y lo coloca en la mesa del fondo, de espaldas al mundo. El reportero llega con las bebidas y, una vez sentados, comienza el baile. La mesa de al lado se vacía y el bar acaba por convertirse casi en un solar en minutos. Una madre con un bebé y un repartidor de Amazon son los únicos que quedan en este lugar de Etxarri Aranatz (Navarra). "Tú lo has visto, ¿no?", le pregunta al reportero el único concejal de UPN en un pueblo donde el resto son de Euskal Herria Bildu.
El bar es casi al completo de madera, de estética vasca. Para que se hagan una idea de dónde estamos, las servilletas rezan "Etxea" (casa), con el símbolo utilizado para pedir el acercamiento de los presos de ETA a País Vasco y Navarra. "Ya ni siquiera es eso —todos han sido ya acercados conforme a derecho—, ahora se usa para pedir la amnistía", dice Juan, edil dentro de poco de esta localidad y abogado de víctimas de la banda terrorista.
Etxarri Aranatz es una burbuja en tiempos de paz. En un paseo por aquí, uno puede ver un pasado que en la mayor parte de Navarra y País Vasco parece haber quedado atrás en aras de la convivencia.
[Bildu. De las armas a las urnas en el 28-M]
Las calles de Etxarri Aranatz están llenas de pintadas a favor de los presos de ETA. Las más suaves son murales. Las más cruentas son graffitis de poca monta que quizás el Ayuntamiento debería tapar a la mayor brevedad posible.
Todo esto no es nuevo. El botón que más significa el lugar donde nos encontramos es la casa abandonada de los Ulayar. En la fachada hay una pintada que parecen haber intentado borrar con pintura blanca sin demasiada fortuna. "Borroka Armatua!". En español: "¡Lucha armada!".
Para quien no lo recuerde, en esta casa vivió Jesús Ulayar, asesinado por un etarra delante de su hijo frente a la vivienda familiar. El terrorista Vicente Nazábal le disparó tres veces en la cabeza y luego le dio otros dos disparos de gracia. Era el 27 de enero de 1979.
Después de eso, cualquier homenaje a los Ulayar ha sido boicoteado. Incluso, en el lugar donde le mataron se llegaron a poner unos bombos de basura. El último incidente fue en 2019. Los familiares regresaron al pueblo y pusieron flores en la puerta de la casa. Acabaron por el suelo.
España parece haber avanzado en el proceso de paz, pero hay quienes no quieren abandonar las trincheras. "Fuerzas de ocupación", dice una pintada sobre el centro de salud. La casa de los jóvenes tiene cuatro banderas en la puerta. Tres de ellas son las mismas que aparecían tras los etarras en los comunicados: la ikurriña, la bandera de Navarra modificada y el Arrano Beltza.
El águila negra se puede ver por distintos bares del pueblo, incluso con la ikurriña de fondo en uno de ellos. En la plaza del pueblo domina la ikurriña y en uno de los kioscos municipales está dibujado el plano de Euskal Herria, coloreada con los colores de la nación. En estas calles se han celebrado el Tiro al facha o el Día del Inútil, para burlarse de la Guardia Civil.
Juan y el reportero caminan lastrados por las miradas en este pueblo. Ni siquiera quienes conocen al futuro edil le saludan. Él, incluso, le pregunta a un par de viandantes por el cementerio y la respuesta amable de una mujer da síntomas de que no todo está perdido. Hasta que dos recorridos distintos acaban en calles sin salida. Por ahí no se iba.
Resultados electorales
Etxarri Aranatz se encuentra entre las sierras de Aralar y Urbasa, al norte de Navarra. Esta localidad tiene en torno a 2.500 habitantes. Solo han presentado listas para las municipales EH Bildu, UPN y PP, estos dos últimos con candidatos que no pertenecen al pueblo. Con una participación del 62%, el pasado 28-M votaron 871 personas a Bildu, 81 a UPN y 53 al PP. No acudieron a las urnas 717 personas.
Juan cree que hay un dato clave para conocer el miedo que hay entre los vecinos del pueblo a ser 'constitucionalista'. "Mira los resultados de las regionales", apunta. Este pasado 28-M, Etxarri Aranatz dio 655 a EH Bildu para el parlamento, 327 a Geroa Bai, 69 al PSOE y 66 a UPN. "¿Por qué no presenta lista al pueblo el PSOE?", se pregunta Frommknecht.
Durante el paseo, Juan va reflexionando sobre cómo algunos vecinos viven con miedo, quizás más por lo que han vivido que por lo que ahora puedan vivir. Él mismo reconoce que tiene miedo.
—¿Lo ha sentido?
—He tenido miedo cuando me he presentado por UPN y cuando he sido director general de UPN. Mis compañeros cayeron en las listas de ETA y con mi nombre también aparecieron papeles. Claro que pasé mucho miedo. Respeto sí, pero en esta vida lo fundamental es superar el miedo. ¿No tienen miedo los vecinos de Etxarri Aranatz que no son de Bildu? ¿Los dejamos tirados? ¿No tienen miedo los de Leiza que no votan a Bildu? ¿No se sienten solos, olvidados? ¿Qué voy a ser yo? ¿Uno más de los que los olvida? Lo siento, pero mi conciencia no me lo permite.
—Casi nadie le ha felicitado por su elección. ¿Hay algo malo en haber salido concejal?
—No soy un ingenuo. Llevo en esto mucho tiempo y me va a costar muy malos ratos. Voy a pasar miedo. Voy a tener problemas de muchos tipos, que voy a seguir siempre con la incertidumbre de si le va a pasar algo a mi coche… Físicamente no tengo miedo. Que me vayan a insultar, a agredir… No sé, no creo. Pero tengo miedo de que el riesgo exista. ¿Lo peor? Lo peor es no haber podido meter a gente de Etxarri en esa lista por el miedo que tienen. Eso es lo peor. Yo no quiero ir a Etxarri a pasar miedo. Yo quiero que nadie pase miedo, ni los unos ni los otros, y que se saluden por la calle.
—Dice usted que se presentó porque "decidí que mi compromiso me tenía que llevar, si el partido así lo veía, al lugar más duro, al más complicado, y el más complicado es Etxarri Aranat".
—Es difícil hacer un ránking de sitios complicados. Si le preguntas a cualquier Guardia Civil que haya prestado sus servicios en Navarra, les preguntas por un ránking, Etxarri va a estar y va a estar también arriba. Leiza tampoco es un sitio fácil, Arbitzu es complicado… Lo que quiero es que gane quien gane en las siguientes, estos sitios dejen de ser complicados y haya mucho respeto. Yo no voy a olvidar a todas las personas que han sufrido ese miedo. Porque han sido policías, han sido políticos, porque han sido extorsionados, porque han sido Guardias, militares… Esto lo hago en homenaje a ellos.
—¿En qué se basa su programa?
—Mi programa es muy claro: recuperar la convivencia y conseguir las mejoras que necesita el pueblo. Tienen problemas con los pediatras, no han estado bien, hay que luchar por eso, hay que luchar por Etxarri más sostenible, por el problema de la vivienda, como en todos lados, hay que luchar por tener las mejores infraestructuras… Yo quiero entrar en el día a día de la política municipal. También no nos olvidemos que es competencia municipal la limpieza viaria. ¿Has visto cómo están las calles? ¿Has visto las pintadas? Ese va a ser mi trabajo.
—¿Qué opinión le merecen las pintadas?
—Me parece malo para Etxarri. Es una muestra de una falta de convivencia y una falta de respeto de unos hacia otros y de una falta de recuerdo nostálgico de una violencia que puede acabar. Mientras haya alguien que recuerde esa violencia ensalzándola, la paz no es posible. Para tener comunidades con paz es necesario gente con mentalidad de paz. Las personas que ponen esas pancartas, las personas que no quitan esas pintadas, no están demostrando su mentalidad de paz. Tal vez buscando el acercamiento, el diálogo, el hablar, nunca nos vamos a poner de acuerdo, pero tal vez lleguemos a mínimos éticos que hagan que esto no ocurra. Cuando yo me vaya, quizás Etxarri tenga el doble de pintadas que ahora. O tal vez tenga dos menos. Ese habrá sido mi éxito.
—Es curioso porque muchas de las pintadas se refieren al acercamiento de los presos de ETA. En realidad, ya están todos en Euskal Herria…
—No. Ni están en País Vasco ni están en Euskal Herria. Euskal Herria no existe. Algunos están en País Vasco y otros tanto en Navarra, pero Euskal Herria no existe. Luego hay otros que están en Francia.
Juan Frommknecht ha visto cómo el norte de Navarra se ha teñido de verde Bildu. Tanto que en algunos sitios es imposible distinguir casi en qué comunidad autónoma se encuentra uno. Él piensa que los navarros no van a renunciar nunca a sus símbolos, por mucho que aquellos que creen en Euskal Herria lo intenten. Sin embargo, reconoce que eso mismo es una derrota de los navarros.
"Hay que hacer una autocrítica política muy grande porque hemos abandonado esa parte Navarra y a esa parte de los navarros. El norte de Navarra es una mancha verde de Bildu porque son muy trabajadores y muy constantes, hay que reconocérselo. Nosotros hemos tenido mucho miedo, con razón, y muchas dificultades para mantener equipos. Y ya no te digo nada para hacer listas. Nos han echado a base de una cosa que ahora se estudia en las universidades muy bien y que se llama violencia de persecución", explica.
Los porqués de Juan
Juan Frommknetch vive en Pamplona. Él mismo reconoce que no se conoce el callejero de Etxarri Aranatz. Eso sí, es un apasionado de su tierra y de la mitología y la historia del lugar. Sabe reconocer al asesino de cualquier víctima de ETA por la calle; te puede decir nombres y fechas de cualquier atentado o crimen, también aquellos que están sin resolver y en los que actualmente trabaja en su despacho.
Su lucha comenzó muy jovencito. Cuando apenas tenía 15 años, el grupo terrorista ETA mató a su amigo Alfredo. "Una bomba en la bajada Javier, el 30 de mayo de 1985". Él decidió hacer algo contra eso. "Siempre he tenido un compromiso importante con la libertad y contra la presión y la violencia que hemos sufrido en esta tierra", apunta.
Acabó por convertirse en abogado. Luego se alistó a UPN. En los 2000, cuando nadie quería llevar las acusaciones particulares contra ETA, él y otro compañero se metieron en faena. "Ese compromiso, una vez que ETA desaparece, no cesa. Sigo teniendo procesos abiertos contra determinados comandos en ciertos crímentes sin resolver aún".
Él pensaba que esa lucha contra el terrorismo era un deber para "todos los ciudadanos". "Pero el miedo impedía totalmente manifestar un apoyo o una solidaridad con esta gente. Habremos cometido muchos errores, pero estábamos donde teníamos que estar", dice.
De toda esa lucha acabó por ver en 2023 que aún le quedaba pelea, que todo no estaba hecho. "Intuí que Bildu iba a subir mucho en el Norte de España. Eso podía suponer que en algún sitio concreto, no en todos (porque no es lo mismo la gente de Bildu en un sitio que en otros) podía suponer un recorte de libertades y decidí que mi compromiso me tenía que llevar, si el partido así lo veía, al lugar más duro, al más complicado, y el más complicado es Etxarri Aranatz".
"Lo planteé, tengo buenos amigos que apoyaron la lista e ir en ella", comenta. "El número 2 es Julio Bidaurre, víctima de ETA. A su padre lo mataron junto a un amigo en la plaza San Francisco. Me preguntó si sabía lo que suponía y le dije que sí, me lo imaginaba. No va a ser fácil. Vimos que estaba muy difícil. Se presentaba también el PP y nuestra idea era que saliera uno de los dos para que estos vecinos tuvieran voz".
Resume la situación que se vive a diario en el pueblo. "Mucha gente que no está en la coordenada de Bildu, que no está en la coordenada de la izquierda abertzale, tiene miedo hasta de saludarte por la calle. Por la calle te hacen un gesto y poco más. Quizás no por cómo está la situación ahora, sino por todo lo vivido hasta ahora. Han vivido cosas muy duras, muy radicales".
Juan llegó a vivir 14 años de su vida con escolta. Ahora, sin embargo, apunta al futuro. "Toca convivir, hacer una labor pedagógica sin abandonar nunca las posiciones de firmeza contra aquellas atrocidades, pero intentar aportar a Etxarri Aranatz, intentar aportar a la sociedad, intentar aportar, aunque sea duro para mí llegar a trabajar por un pueblo... Y con ellos, que pueden estar enfrente o al lado, pero queremos buscar una nueva convivencia".
Su idea es que la base de la nueva vida en Etxarri sea "una autocrítica que no han hecho". "Aquello estuvo mal y no se puede volver a repetir. Cada vez que sale un preso y se le hace un homenaje, se está alabando no solo a la persona, sino a lo que hizo la persona. Porque si no hubiera hecho aquello no se le estaría poniendo una pintada ni un homenaje. Hasta que la izquierda abertzale no se dé cuenta de eso, no estaremos preparados para un futuro de paz y convivencia de verdad".
Pactos con Bildu
La banda terrorista ETA disolvió todas sus estructuras completamente en 2018. Así lo anunció en una carta Euskadi Ta Askatasuna tras haber abandonado la lucha armada en 2011. Su último atentado mortal se produjo el 30 de julio de 2009. En 2010, ETA mató por última vez, esta vez en territorio francés, a un policía en un tiroteo. ETA, afortunadamente, no existe en 2023.
No obstante, la memoria sigue viva. EH Bildu, por ejemplo, incluyó en sus listas para el 28-M de 2023 a 44 exmiembros de la banda terrorista. 7 de ellos tenían implicación directa en delitos de sangre y uno, incluso, se presentaba en el pueblo de su víctima. Tras conocerse la noticia se armó un revuelo tremendo y ellos mismos afirmaron que renunciarían a sus actas, legalmente obtenidas, en caso de resultar electos.
Juan Frommknecht cree que en esos gestos reside el gran problema de Bildu: no han hecho autocrítica. "Aquí quiero decir otra cosa", apunta. "Hay gente muy joven en Bildu que no vivió nada de esto. Cuando ETA dejó de matar ellos tendrían 17 o 16 años. No se les puede achacar haber apoyado esa violencia. Pero el control de la mesa nacional está en Sortu. Y en Sortu están los duros, que tenían relación con Herri Batasuna y Batasuna, que fueron declaradas partes de ETA".
El concejal de Etxarri Aranatz remarca: "Esa autocrítica que Bildu no ha hecho como tal y que sería muy sana y que hay mucha gente que la haría sin problema… ETA sí la ha hecho. Mucha gente en ETA sí la ha hecho. Hay presos de ETA condenados por multitud de crímenes terribles, que han dado los testimonios más claros contra lo que fue la violencia y contra lo que ellos mismos hicieron. A partir de ahí, a partir de que una persona pide perdón, reconoce sus errores y se compromete a que nunca más vuelva a pasar, las situaciones personales de cada uno las tendrá que gestionar cada uno, pero la convivencia será posible. A mí me gustaría eso".
Eso es lo que quiere para su nuevo pueblo, al que tendrá que acudir al menos cada tres meses para asistir a los plenos del Ayuntamiento. Allí será un llanero solitario ante el resto de concejales de Bildu, y sin remuneración económica. "Me gustaría que dentro de cuatro años (si aguanto) la gente pueda convivir mejor en Etxarri. Pero hay cosas que no puedo dejar de ver o mirar para otro lado. Las pintadas, las banderas que no son de mi comunidad, el tiro al idiota… Aparte de que me parece una falta de respeto, siguen recordando aquellos tiempos, siguen perjudicando a la convivencia en el propio Etxarri, no en el resto de España. No puedo mirar hacia adelante. Me gustaría ser crítico con eso. Me gustaría ser mucho más que ser crítico con esas actuaciones sumamente desafortunadas que tanto daño hacen a las víctimas".
Por eso, apunta, "Bildu no puede decir que quiere cambiar y que quiere ir a una sociedad democrática al mismo tiempo que mete a 44 tíos que han estado en ETA en las listas, 7 con cargos de asesinato. O lo uno o lo otro. Que es un partido legal, sí. ¿Democrático? Desde el punto de vista legal, sí; desde el punto de vista moral y ético, no. Entiendo que cuando metes a alguien que ha hecho una atrocidad en las listas… ¿A quién metes en las listas? A los mejores, a la gente que crees que te representa, a los que crees más ejemplares".
—¿Hay que ilegalizar a EH Bildu?
—No. Son los jueces los que tienen que decidirlo. Existe una ley de partidos de 2002. Vigente esa ley, se planteó la ilegalidad de Bildu. El TS dijo que era ilegal y el TC revocó. Por lo tanto, en este momento, Bildu no es una organización ilegal. Si alguien hiciera una ley para ilegalizar a Bildu en el momento actual, podría encontrarse con varias cosas: primero con que el TC dijera que es inconstitucional y segundo con que podría potenciar al propio Bildu.
Se han dado pasos por la convivencia en País Vasco y Navarra. Una ilegalización, impedir a un ciudadano el voto, es una decisión que tiene que estar tasada y meditada. En el TS y el TC hace años tomaron un criterio de contaminación de la lista. Cuánta gente contaminada estaba en la lista. Llegaron a la conclusión de que debía ser una cuarta parte. Ahí se podría llegar a ilegalizar una lista, pero tendríamos que pasar por otra cosa: desaparecida la banda terrorista, ya no se puede decir que hay gente en relación con esa banda terrorista. Que la tuvo en el pasado, sí, pero a nivel legal y te hablo como abogado penalista, conocedor de los temas de ETA, no se puede ilegalizar a Bildu.
Lo que se tiene que hacer es lo que se hace en otras democracias: se tiene que aislar a aquellos que no cumplen con unos mínimos democráticos. En Alemania hay un partido que no rechaza claramente el nazismo. No es comparable ETA con el holocausto y no es una comparación que quiera hacer, pero allí cuando salen los paneles de voto no cuenta ni para la izquierda ni para la derecha. Aquí fue así hasta hace muy poco, hasta el año 2019. En el año 2019 se acepta la abstención de Bildu como posibilidad para que el PSOE gobierne y a partir de ahí se pactan cuatro presupuestos con ellos. Una cosa es la ilegalización y otra es la relación de las constantes fuerzas políticas con ese partido.
—¿Etxarri es el ejemplo clave de por qué Bildu aún tiene trabajo por delante?
Sí. Bildu tiene que hacer una autocrítica y tiene que avanzar mucho todavía. Sobre todo una parte de Bildu, otra ya lo ha hecho. Bildu está formado por varias agrupaciones. Incluso dentro de Sortu hay sensibilidades distintas. Esto es importante entenderlo. Todos deben ir a la línea de autocrítica, de nunca más aquellos horrores. Para nadie. Para eso hay que decir: lo hicimos mal y pedimos perdón. El perdón es algo que debería tener la víctima, pero al menos tener ese gesto de decir: no, apoyamos algo injusto y no lo volveremos a hacer.
El final de ETA fue táctico. Tan táctico que, presuntamente, la persona que lee el comunicado del fin de ETA es un alto funcionario de Sortu en Navarra. Este señor, en 2011 da una rueda de prensa con la caperuza y hoy da las ruedas de prensa sin caperuza en la sede de Sortu. Jefe de ETA, no hablamos de un etarra común… Hay cosas que duelen. Pero que duelen a la democracia.
Hay que recordar el miedo que pasaban tantos policías nacionales, tantos guardias civiles, tantos militares cuando los destinaban aquí. Tenemos que recordar lo mal que se trataba a esta gente cuando los mataron y a sus familias. El olvido de la sociedad, el aislamiento en tus pueblos. Muchas veces se fueron los acosados de los pueblos. Tenemos 200.000 vascos menos en País Vasco por ETA. Eso nadie lo niega y lo hemos tomado como algo normal.
El propio Bildu tiene ahora un problema: tiene su propia disidencia. ATA, Jarki, las SGK… Entre ellos tienen sus conflictos y llaman acomodados a Bildu por haber renunciado a las ideas primigenias. Recuerdan más a la primera ETA, mucho más política, mucho más leída, mucho más por así decirlo adoctrinada y culta, que degeneró luego en una falta de ética absoluta. Las juventudes reaccionarias estudian y son muy críticas. Ahí se les está abriendo una pequeña brecha. De momento no es grande, pero a su vez existen problemas de convivencia en pueblos de gente que son de Bildu y gente que son de la disidencia. Cuándo vamos a terminar con esto y vamos a poder convivir en estos pueblos.
Los jóvenes y Bildu
El propio Juan ha dejado claro que los jóvenes no tienen culpa de los crímenes cometidos por ETA. Sin embargo, hay algo que parece ser obvio: Bildu capta mucho voto joven, a pesar de que, como dice Juan, haya incluso disidentes a los que les parecen acomodados.
—Cada vez hay más jóvenes que votan Bildu. ¿A qué cree que se debe?
—A los jóvenes no los puedo culpar de falta de memoria. Di unas charlas sobre esto en la Universidad de Navarra. Cuando les hablaba de un atentado terrorista se acordaban del 11-M. Qué les vas a pedir. Ellos no han conocido esto. Desde el año 2007, que hubo una tregua, hasta el atentado de la T-4, hubo unos años donde no hubo muertos. Ahí fueron muy pocos los asesinatos. Ellos no vivieron los años de plomo de los 80 o 90. Nosotros sí hemos visto los cuerpos en las calles. He sufrido la muerte de Alfredo y de otros amigos míos. Todas las víctimas siempre han sido y serán mis víctimas, porque todos murieron por lo mismo. Yo no culparía a la juventud, ellos son la esperanza de que aquello no se vuelva a repetir. Para eso, sus mayores tienen que hacer autocrítica. Somos muy pequeños. Por qué no vamos a convivir en paz si solo hay que querer eso, dar un paso adelante.
—¿Cómo se puede avanzar hacia esa convivencia?
Pues recordando lo que ocurrió desde un punto de vista objetivo. Quizás que sean las víctimas las que lo cuenten. Tal vez los propios miembros de ETA que renunciaron deban dar sus propios relatos y porqués porque es impresionante. Hay que demostrar que moralmente aquello fue un horror, no que estratégicamente y técnicamente no valió, que por eso acabó ETA. Que nunca nadie pueda repetir eso para conseguir un fin político, ni la independencia de País Vasco ni el soberanismo de España sobre no sé qué. No. Con violencia no. Y me gusta ver en las listas de Bildu gente de 26 o 28 años con otro aspecto al que había antes y que, cuando tratas con ellos, ves otra sintonía personal. Antes era el no hablarte, las miradas de odio… Ahora no está en todos los casos. Los jóvenes han entendido en una mayoría que hay que convivir. Tienen sus ideas y son abertzales, independentistas, y ahí entraremos a ver qué punto debe tener la importancia del euskera, sobre quién debe tomar la transitoria cuarta… Salvo este tipo de leyes y cosas se pueden ver.