Mareado, vomitando, con escaso pulso y de tono azulado. Así fue como encontraron los bomberos de la Generalitat a un excursionista el pasado 16 de junio en el Pic de l'Àliga, en Queralbs, Gerona, quien finalmente fue trasladado en estado grave al Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. ¿Las razones? Haberse comido la planta más tóxica de Europa, el anapelo azul. Él es un afortunado, ya que la ingesta de una mínima porción de esta flor es tremendamente mortal y no existe antídoto que anule su potente veneno.
Matalobos, vedagambre azul, tora blava, perdición de leopardo, gorra de soldado, casco de diablo, garbancillo, acónito, anapelo azul, aconitum napellus... Recibe muchos nombres, pero su función es la misma: matar a cualquiera que ose tocarla o comérsela.
El acónito es una planta perteneciente a la familia de las Ranunculáceas, que cuenta con distintas especies tóxicas, como la hepática. Su origen es europeo, aunque también se ha naturalizado en algunas regiones de América del Norte y Asia, especialmente en lugares húmedos y entornos montañosos. Es conocido tanto por su belleza como por su toxicidad, lo que la convierte en una de las plantas más llamativas y a su vez asesinas del mundo.
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Sus grandes hojas de color verde oscuro alcanzan hasta el metro y medio de altura y sus flores irregulares se caracterizan por su azul y púrpura intenso. "Una vez que ves un acónito, nunca lo vas a olvidar", indica a EL ESPAÑOL Manuel Pardo de Santayana, doctor en Biología especializado en Botánica por la Universidad Autónoma de Madrid.
Se encuentra de forma silvestre en algunas regiones montañosas de España, especialmente en el Pirineo catalán, aragonés y navarro, y en la Cordillera Cantábrica, aunque también vive en zonas céntricas del país como en la sierra de Madrid, en Ávila y en Toledo, entre otras.
Pese a su atractiva apariencia, mucho cuidado si te la encuentras en bosques o jardínes, ya que detrás de su belleza se oculta un peligrosísimo veneno. La planta produce una toxina llamada aconitina, que posee efectos neurotóxicos y cardiovasculares, lo que la convierte en la más común y letal y en un riesgo potencial para la salud humana y animal, provocando la muerte en caso de ingestión o contacto.
Su toxicidad
"Tan solo 2 miligramos de la flor matan a una persona", señala Pardo. En España, la Orden SCO/190/2004, de 28 de enero desarrolla que una de las plantas más venenosas es el acónito, y prohíbe y regula su uso de venta al público, ocupando el número dos de la lista de las especies más tóxicas del reino vegetal.
Uno de los motivos por los que la gente cae en la intoxicación por el anapelo azul es la repetitiva confusión con otro tipo de plantas, como el Apium graveolens (apio silvestre), el Taraxacum offi cinale (diente de león), el lirio azul del Pirineo o incluso el espárrago.
"La mayor parte de pacientes con intoxicación por acónito se presentan como una combinación de sintomatología neurológica, cardiovascular y gastrointestinal. El cuadro clínico se inicia a los 20-30 minutos de la ingesta, generalmente en forma de parestesias en los labios, la lengua y la boca, además de sialorrea y vómitos, sudoración, ataxia, midriasis y astenia intensa. (...) Las principales causas de muerte son arritmias ventriculares refractarias y asistolia", desarrolla el estudio del Ministerio de Sanidad de Infomes, Estudios e Investigación 2022 de Plantas Tóxicas.
En caso de intoxicación, se realizará un vaciado gástrico y la aplicación de carbón activado en las dos primeras horas de la ingesta. Sin embargo, no existe ningún antídoto que anule el veneno de la planta.
El anapelo azul como arma letal
A lo largo de la historia, el acónito o anapelo azul se ha usado como arma con intención de envenenar y asesinar a los enemigos. Se conocen registros de guerreros que utilizaron extractos de acónito como veneno para envenenar flechas, lanzas o alimentos con el fin de incapacitar o matar a sus enemigos en países como China e incluso Europa durante ciertas épocas históricas como parte de tácticas militares y herramientas de asesinato.
"Los acónitos son plantas venenosas y, en efecto, desde muy antiguo son conocidas estas propiedades, puesto que ya eran utilizadas para el envenenamiento de flechas o de latizas con fines nada caritativos. Los romanos acudieron con frecuencia al acónito para llevar a cabo envenenamientos. Ovidio dice que Medea se valía de esta planta para cometerlos. También se hacía beber esta planta a los sentenciados judicialmente, lo mismo que la cicuta. Los galos impregnaban sus flechas con los jugos de los acónitos. El acónito, en la antigüiedad, fue usado como veneno de prueba, empleándolo en los acusados de haber cometido crímenes, para lo cual se les hacía tomar preparaciones de esta planta, para ver si Dios les daba fuerzas para resistir a la acción del veneno, en cuyo caso no serían culpables", indica un documento de diciembre de 1941 del Ministerio de Agricultura de la sección Publicaciones, Prensa y Prograganda.
El 'garbancillo' no solo se usaba para envenenar a los humanos, también para los animales, en especial para controlar la plaga de lobos, de ahí una de sus denominaciones, 'matalobos'. "Es un nombre muy significativo porque implica que se usaba para eso", expone Pardo. "Aparte de su uso guerrero, las saetas enarboladas fueron empleadas para la caza del lobo", desarrolla Hurtado de Mendoza en su obra Guerra de Granada.
Dice el experto en Botánica que esta planta tóxica "también se utilizaba en el medievo, en Europa, no solamente China. Lo vemos hoy en día en zonas de la Amazonía y en diversas culturas indígenas, que con sus flechas cazan monos y demás animales. Pues en Europa esto era una cosa común".
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En la actualidad también se conocen casos sonados de homicidios por envenenamiento del acónito. Uno de ellos ocurrió en Londres en 2010, cuando Lakhvir Singh, una mujer de 45 años, asesinó a su pareja envenenando su curry al descubrir que él, Lakhvinder Cheema, iba a contraer matrimonio con otra fémina, según informaba Reuters. Ese veneno fue el acónito. A ella se la conoció como la asesina del curry.
Pardo expone que, además de asesinatos, el anapelo azul ha servido como método de suicidio. "En el Centro Toxicológico de Suiza hay casos registrados de ingesta por suicidio". Según el último informe toxicológico suizo de 2021, 702 adultos y 2.184 niños se suicidaron por una exposición a plantas tóxicas, como el acónito.
El 'matalobos' como medicina tradicional
El acónito también ha sido utilizado con fines medicinales, a pesar de su toxicidad. La sabiduría ancestral consideraba que el veneno podía convertirse en una cura si se administraba en cantidades adecuadas y bajo una preparación precisa.
En la antigua medicina china, el anapelo azul, conocido como Fuzi o Chuanwu, se empleaba para tratar dolencias relacionadas con el sistema circulatorio, enfermedades renales, dolores crónicos de tipo musculoesquelético, dolor abdominal, hematomas, fracturas, la artritis, el reumatismo... Los asiáticos creían que el Fuzi poseía propiedades para ayudar a mejorar la circulación sanguínea, aliviar el dolor y reducir la inflamación.
En la medicina indígena de América Latina, el acónito era utilizado en rituales y ceremonias sagradas. Los chamanes atribuían a la planta propiedades espirituales y la empleaban para purificar el cuerpo y la mente, creyendo que su veneno podía actuar como un catalizador para alcanzar estados de conciencia superiores.
En la India, las raíces del acónito se utilizan tanto para la medicina tradicional como para la homeopatía para aliviar la fiebre y el dolor reumatológico, "así como estimulante cardíaco, abortivo, afrodisíaco, antihelmíntico, antitusivo, envenenamiento por mordedura de serpiente, asma, vómitos y diarrea. La pasta de acónito se ha utilizado para tratar las neuralgias. El extracto de acónito se ha empleado tópicamente para aliviar el dolor de encías y para mejorar la embriaguez producida por el alcohol. Según los sistemas tradicionales de Medicina India de Ayurveda, Siddha y Unani, las raíces de acónito primero deben someterse a una desintoxicación antes de ser utilizados para su uso humano", concluye el estudio del Ministerio de Sanidad.