Cerca de Sigüenza, en Guadalajara, hay un pueblo en el que viven menos de diez habitantes. Quizá, si no fuera por el hotel y restaurante Molino de Alcuneza Relais & Châteaux este municipio pasaría totalmente desapercibido e iría decayendo en la inexorable despoblación que sufre esta zona manchega. En cambio, la oferta hotelera y gastronómica que ofrece el enclave, galardonada con una estrella Michelin y un Sol Repsol, aporta la vitalidad suficiente para volver a poner a Alcuneza en el mapa, al igual que lo estuvo hace más de 500 años con el gran molino harinero ahora recuperado por los dueños del comercio hostelero y en el que se inserta el hotel y sus diferentes prestaciones.

Un contrato de arrendamiento del cabildo de Sigüenza que arrendaba el molino a un vecino de Alcuneza por 64 arrobas de trigo cada año es lo que hace que Blanca Moreno pueda constatar la historia de este lugar tan llamativo. Ella, junto a su hermano Samuel, son los actuales propietarios del restaurante y hotel con una estrella Michelin y un menú de 75 euros: “Cuando estudiamos la estructura del molino, tanto en planta como cimientos, vimos que todo el desagüe que pasa al río, por debajo de la casa, tiene estructura de bóveda de cañón y la estructura parece que data del siglo XII, a pesar de que la última documentación sea de hace cinco siglos”, añade ella.

Esa teoría concuerda con el hecho de que la catedral de Sigüenza se empezó a construir en esas mismas fechas, así que para alimentar las bocas de los cientos de trabajadores era necesario construir un molino de tales características. Estuvo en funcionamiento hasta los años 70 del siglo pasado, cuando tras pasar por diferentes propietarios, los padres de Blanca, Juan y Toñi compraron la finca a principios de la década de los 90.

Molino de Alcuenza.

“Pensaban construir una casa familiar, pero era muy grande. Se metieron en obras y en mitad del proyecto se enredaron y se acabó convirtiendo en un bed and breakfast en mitad de campos de cereal”, añade Blanca. Aquello ocurrió en 1996, hace casi tres décadas, un tiempo en el que la hospitalidad siempre ha estado presente en el negocio.

Samuel estudiaba cocina y Blanca estaba interesada en turismo. Viajando y estudiando estuvieron hasta 2006, momento en el que los dos hermanos deciden volver al hotel y dar el relevo generacional a sus padres. “Yo me hice cargo de la dirección del hotel y del restaurante y Samuel se metió en la cocina para convertirse en el director gastronómico, esa mente creativa que ha creado los menús”, relata la hermana.

El crecimiento previo a la crisis

La cosa iba bien, así que en 2009 finalizaron la ampliación del complejo que les hizo pasar de 10 a 17 habitaciones, así como tener un spa y piscina. A pesar de que la crisis económica ya había empezado a brotar, en Alcuneza todo seguía su curso, al igual que el río por debajo del molino. “Teníamos mucho músculo pero sí nos afectó en 2012, así que decidimos tomar un cambio de rumbo y no hacer lo que otros hoteles de la misma categoría hacían, que era rebajarse al low cost”, añade Blanca.

En el Molino pensaron que lo ideal sería subir un escalón más, por lo que se integraron en el selecto club internacional de hoteles Relais & Châteaux, entre los que se encuentran otros españoles como el hotel y restaurante Akelarre, de Pedro Subijana; Atrio, de Jose Polo y Toño Pérez; y el Echaurren, en Ezcaray, La Rioja.

Salon bodega molino de Alcuneza.

Ese fue el empujón definitivo para que el Molino de Alcuneza abriera su restaurante al público general y no fuera privativo de aquellas personas que se hospedaban en él. Remontaron como nunca se hubieran imaginado, pues a finales de 2018 los dos hermanos fueron a la gala Michelín: “La sorpresa fue cuando nos conceden la distinción, nuestra estrella Michelín, no nos lo podíamos creer”, aduce Blanca. Poco después llegó el Sol Repsol y este 2023, la misma compañía les ha otorgado el Sol Repsol Sostenible por su trabajo y desempeño en la conservación del entorno. “Está en nuestro ADN y queremos cuidar del territorio y dejar un lugar mejor para las generaciones venideras”, dice la propietaria.

Trabajar la sostenibilidad económica y social de la zona, además de una obligación casi moral, en este caso se torna una necesidad extrema. Cuando pusieron en marcha el negocio, Alcuneza contaba con medio centenar de vecinos y ahora solo quedan ocho, según informa Blanca. “Esto es la serranía norte de Guadalajara y Sigüenza, que está cerca, tan solo cuenta con unos 4.000 habitantes. Estamos en una de las zonas con menos densidad de población de toda España”, incide.

Guardianes del territorio

Por eso, desde el Molino de Alcuneza se esfuerzan por apoyar a los pequeños productores de la zona y potenciar el consumo local mediante una carta con “mucha raíz y arraigo, basada en el recetario tradicional reconceptualizado, pero siempre con la mirada puesta en que son nuestros pequeños productores los que también hacen que esta zona siga viva”, completa Blanca.

Ahora que se han convertido en referente, tanto ella como su hermano Samuel quieren convertirse en el altavoz de los productos locales y sostenibles que se elaboran en esa zona. “Nosotros les llamamos los guardianes del territorio porque estamos en una situación de despoblación extrema y si generan, a lo mejor, dos puestos de trabajo, pues ya son dos familias que se quedan a vivir por aquí”, reflexiona la propietaria del negocio.

Molino de Alcuenza.

Su oferta gastronómica, por otro lado, incluye siete tipos de panes distintos y una variada bollería realizada con harina que muelen en el propio molino, recuperado tras años sin funcionar. Para ellos, es su forma de acercar el paisaje del que están rodeados, campos de trigo y cereal, a la mesa. “Y todo es gracias a Despelta, una harinera local que ha recuperado trigos antiguos”, apuntilla la directora del negocio.

A esta mentalidad se suman algunas iniciativas más tangibles, como los cargadores eléctricos, placas solares y el huerto propio que posee el enclave, algo que contribuye a la reducción de la huella de carbono de su desempeño diario.



Pese a su afán de vertebrar el territorio mediante el consumo local y la posibilidad de dar empleo, Blanca confirma que les es difícil encontrar trabajadores que puedan cubrir nuevos puestos o bajas que se produzcan entre sus 25 empleados. “Es complicado encontrar personal cualificado que quiera venirse a un pueblo así. Casi todos viven en Sigüenza y siempre ayudamos a las personas que quieren venir a trabajar para facilitárselo de alguna forma”, agrega Blanca.

Servicios exclusivos para los huéspedes

La situación idílica en la que se asienta el Molino de Alcuneza, que cuenta con entre dos y tres hectáreas, hace que los sábados sea imposible reservar una mesa en el restaurante si no es con mucha antelación, aunque Blanca afirma que para los demás días suele haber algún hueco. Los afortunados podrán elegir entre tres menús degustación, uno de 75 euros, otro de 90 y el más elevado, de 105 euros por persona.

Los clientes que se alojen en sus dependencias, además, pueden disfrutar de bastantes servicios exclusivos, como el circuito de spa, el restaurante bistró que abren por las noches o el servicio en la piscina, cuando es temporada. En este sentido, el precio medio de la habitación ronda los 250 euros.