La comunidad motera gallega llora este fin de semana la muerte de uno de sus más queridos miembros. Se trata de Manuel Díaz Pontón, un lucense de Oural de 57 años que, afincado en Sarria desde hace tres décadas, falleció este miércoles en un accidente de tráfico.
Sucedió pasadas las nueve de la noche, en la carretera LU-P-5701 que tantas veces había cabalgado a lomos de su moto. Manolo, como era conocido, chocó contra un camión que circulaba en sentido contrario. La tragedia se cebó tanto con Manolo en sus últimos años de vida que el accidente lo presenció su padre, que, justo detrás de él, conducía un coche.
Sus allegados han declarado a La Voz de Galicia que "no había nada en el mundo que quisiese más" que a su esposa. Y era su amada Harley Davidson, sobre la que disfrutó de sus mejores días, la única capaz de acercarse.
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Porque la muerte hace algo más de un año de María Luisa, su mujer, lo sumió en la pena. Sucedió el 30 de mayo de 2022 en el municipio de Láncara. La mujer, de 50 años de edad, perdió la vida tras salirse de la carretera y volcar el tractor que conducía.
Y no sólo eso, no sólo la pérdida tan reciente de su mujer y su padre como testigo de su propio deceso. En tan sólo dos años, también perdió a su madre y a su suegro. No hace falta que sus amigos hayan declarado al medio citado lo "muy difíciles" que fueron sus últimos años para imaginarlo. Sin embargo, y esto también es importante, el hombre jamás prescindió de "una actitud que transmitía siempre alegría".
"Cirujano de zapatos"
Manolo regentaba la zapatería que llevaba su nombre desde hacía unos 25 años. Su negocio era un clásico en Sarria. Y también punto de encuentro con sus amistades, que iban a visitarlo "porque sabían que o estaba en la zapatería o estaba de paseo en la moto", comentan. Él mismo bromeaba con que no era zapatero, sino "cirujano de zapatos", denominación que pendía de un cartel aún colgado en el escaparate de su tienda.
Manolo era un auténtico fanático del motociclismo y de las motos de gran cilindrada. Y también promotor desde su juventud de eventos para los amantes de las dos ruedas. A sus eventos acudían hasta moteros de fuera de Galicia.
Fernando, al frente del concesionario de Harley Davidson en Vigo, era uno de sus grandes amigos. "Estamos destrozados. No nos podemos creer que haya pasado algo así. Es una pena muy grande", declaró, conmocionado, al medio citado. Este hombre fue, además, quien le vendió la moto con la que falleció hace unos 15 años. La compra no fue una mera transacción mercantil, sino que cimentó su amistad.
"Yo le decía: 'Manolo, que me queda muy lejos Vigo de Sarria para ir a verte, tenemos que montar algo'. Y la verdad es que la idea de los encuentros salió genial. Llegamos a juntar a más de 150 personas", arengaba a su amigo, que este viernes fue enterrado en su tierra con las ráfagas al cielo.