Tras alrededor de seis años dando de qué hablar, el rey del simpa vuelve a las andadas. Esta semana, después de más de un año sin hacerlo, el catalán se ha dado un nuevo festín gratuito en Zaragoza tras más de un año sin hacerlo. Por ello, Antonio Miguel Grimal Marco, el nombre detrás del apodo del delincuente, ha vuelto a ingresar en el centro penitenciario de Zuera este pasado miércoles, 2 de agosto.
El rey del simpa, apodado así por los bares y restaurantes de la localidad, es el gran maestre de esta reprochable costumbre. Según la Policía Nacional de Zaragoza, este sujeto acumula en torno a 65 antecedentes desde 2016 por irse sin pagar de restaurantes y bares tras desayunar, merendar, cenar o comer en ellos.
Eso sí, sus fechorías se han acabado, al menos por unos días, pues el pasado miércoles, la Audiencia Provincial de Zaragoza decidió enviarlo de nuevo a prisión.
Sin embargo, esto no será por mucho tiempo ya que al tratarse de delitos leves, sus estancias entre rejas nunca son largas. De hecho, sale cada cierto tiempo de prisión hasta que se le vuelven a acumular más estafas e ingresa de nuevo.
Antecedentes
Antonio Miguel es un tipo sencillo que llegó hace años a Zaragoza, pero nació en Barcelona en el año 1975. Su última gran fechoría fue el verano pasado por la cuenta que dejó de abonar en la hamburguesería del Actur, a la que se había dirigido nada más salir del juzgado de guardia tras otro arresto.
Allí, un cliente advirtió a los camareros de que la persona a la que estaban sirviendo era el mismísimo rey del simpa. Acto seguido, el personal del restaurante llamó a la Policía, que lo volvió a detener y a conducir de nuevo al juzgado de guardia. Las andanzas de este delincuente culinario ya son de sobra conocidas, por lo que ya son muchos los hosteleros que prohíben su entrada a sus locales.
Antonio se aprovecha, asimismo, de no tener nada a su nombre. Es decir, no se le puede embargar y tampoco abona las cantidades que adeuda. De ahí que acabe por cumplir penas de cárcel.
Además, siempre pide cuantiosas comandas que nunca superan los 400 euros. Por lo tanto, el Código Penal establece que su forma de actuar es un delito leve de estafa. La pena es la multa que varía entre uno y tres meses. Asimismo, el importe del castigo depende de los ingresos de los condenados. La prisión para este tipo de delitos únicamente se recoge en caso de acumular dos cuotas no pagadas. Por cada dos cuentas sin pagar, un día de cárcel.