Prisión de Koh Samui, en Tailandia.

Prisión de Koh Samui, en Tailandia. Cuentos de Koh Phangan

Reportajes

Celdas de hasta 45 presos y comida "maloliente": así es la cárcel en la que está Daniel Sancho en Tailandia

Se trata de la prisión Koh Samui, en el sur del país. El chef no podrá recibir visitas de sus familiares hasta pasados 10 días por el protocolo anti Covid.

9 agosto, 2023 16:31

Al escuchar hablar de una cárcel tailandesa, la primera imagen que viene a la mente es la de presos apilados en alguna celda en las condiciones más precarias que la imaginación pueda llegar a alcanzar. Sin duda, lo que más hace sufrir a los familiares de los presos, entre otras muchas cuestiones, son las visitas y el trato de las autoridades y la alimentación de los rehenes.

Estos días el caso que suena en todos los medios es el mismo. El español Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, ha ingresado este lunes en la prisión Koh Samui, en el sur de Tailandia, tras confesar que asesinó a Edwin Arrieta Arteaga. La policía del país afirmó que Sancho confesó el crimen y dijo que lo descuartizó "por celos" por el temor "de que le engañara".

Las alarmas se activaron de inmediato la noche del pasado jueves, cuando el joven de 29 años, denunció en la comisaría de Koh Phangan la desaparición de su amigo, el cirujano plástico, Edwin Arrieta Arteaga. Ese mismo día, el cuerpo descuartizado del colombiano fue hallado en bolsas de basura en un vertedero de la isla de Koh Pha Ngan.

Presos en la celda.

Presos en la celda. Cuentos de Koh Phangan

Después de conocer el encarcelamiento de Sancho, surge la duda de cuáles serán las condiciones en las que se encuentra el chef. Pues bien, en la prisión de Koh Samui, se pueden recibir visitas de lunes a viernes. Daniel Sancho, no podrá ver a sus familiares hasta pasados los 10 días que establece el protocolo sanitario contra la Covid-19. Hasta entonces, solo puede recibir la visita de su representante legal.

En esta prisión conviven alrededor de 800 reclusos entre los que se encuentran presos convictos y encarcelados en prisión preventiva. La imagen de las celdas es la de salas, no muy amplias, en la que comparten suelo hasta 45 personas, en algunos casos.

Está claro que cada prisión cuenta con unas instalaciones diferentes, y no hay ni que mencionar el trato que reciben los presos. El portal tailandés de noticias sobre Koh Phangan, Cuentos de Koh Phangan, detalla cómo es el día a día y las instalaciones en las que el chef está pasando los días encarcelado mientras espera a ser juzgado. Contando además con el relato de dos expresidiarios, que explican cómo fue su día a día.

El día a día

En la prisión de Koh Samui, el día comienza a las seis de la mañana, no con la salida del sol, sino con el sonido del silbato del capitán. Éste despierta a los presos, que tienen media hora más tarde las puertas de su celda abiertas. A las 06:45 horas se realiza el primer recuento de los presos. Estos recuentos se producen también a las 11:00, a las 12:00 y a las 16:00 horas durante la semana. Posiblemente este es uno de los momentos más caóticos del día, ya que se produce la hora del aseo en el que los rehenes tienen que competir por utilizar el retrete y, si tienen suerte, ducharse.

A las 8 llega el momento del canto nacional tailandés, al que le siguen una serie de oraciones budistas. El proceso es siempre el mismo, todos los presos bajan las escaleras y a las 08:00 horas en punto, tocan el himno nacional con flautas dulces. En esta hora del itinerario se produce el segundo recuento de los presos. Los reclusos se colocan en filas de unos 40 prisioneros y se realiza el conteo de todos. Después de este segundo recuento, se reparten los uniformes. Azul, para los presos convictos, y marrón, para aquellos que están en prisión preventiva.

Menú de la prisión.

Menú de la prisión. Cuentos de Koh Phangan

Alrededor de las 08:30 horas los rehenes desayunan. Sin duda, el menú se aleja mucho del que podría tomar Sancho en el hotel Haad Salad Villa, donde presuntamente acabó con la vida de Arrieta. Arroz “de aspecto desagradable” y caldo “maloliente” con algunos huesos. Tal y como explican algunos de los expresidiarios consultados por el citado portal, “a veces tienes suerte y encuentras algún resto de pollo aún pegado a los huesos”.

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Cuando el reloj marca las 11:00 horas se produce el tercer recuento. Los presos, distribuidos en una fila, gritan su número en tailandés. Cuarenta y cinco minutos más tarde, se sirve el almuerzo. Éste consiste en arroz, al igual que en el desayuno, y huesos de pollo. La buena noticia para los reclusos es que, en la hora del almuerzo tienen la opción de pedir comida del exterior.

Llegan las 13:00 horas y se lleva a cabo el cuarto recuento. Una vez finalizado, los presos tienen que aprovechar el momento de las duchas, que esta zona solo permanece abierta para los presos dos veces al día. Cuando hablamos de las duchas, nos referimos a unas instalaciones formadas por 16 duchas y dos pilas para beber agua. Para finalizar la alimentación, la cena está servida a las 15:00 horas. Los platos se colocan sobre las mesas y el preso debe sentarse en un sitio del comedor y comer el mismo menú que en la comida.

Tiempo para el ocio

Por la tarde, los rehenes tienen diferentes opciones para matar el tiempo. Pueden ver la televisión, que se trata de un televisor común que emite únicamente programas tailandeses previamente descargados en USB y “de vez en cuando alguna película”, detallan en el portal tailandes. Por otro lado, para aquellos que quieren hacer deporte, la prisión dispone de un área improvisada de gimnasio, aunque ésta es muy limitada ya que el equipo deportivo está confiscado.

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Y como última actividad, pueden dedicar un rato a la lectura. "Podemos llevar libros a la habitación y/o ver la televisión, a veces con subtítulos en inglés, pero la mayoría sin ellos", aseguran.

Para finalizar el día, a las 21.00 horas se ordena el silencio. "Las luces nunca se apagan, dormir es una pesadilla. Los que están en la parte elevada de la celda tienen suerte; solo ocho pueden subir allí", aclara un expresidiario. A lo que añaden la dificultad que supone encontrar una manta para poder dormir.