La aparición de Inga Nuke es cuanto menos sorprendente. Tras nueve días sin rastro, la mujer de 52 años fue hallada ayer por la mañana en Arucas, Gran Canaria, cuando se acercó a los vecinos para pedirles agua. Natural de Letonia, había sido vista por última vez el pasado 29 de julio en Las Palmas de Gran Canaria en su domicilio, después de que presuntamente su pareja la hubiese echado de casa.
Según denuncian los familiares, la actual pareja de Nuke la echó de su casa impidiéndole que se llevara sus pertenencias, entre ellas su teléfono móvil y su documentación. Su hija mayor, Elina, cuenta que al día siguiente volvió con unas heridas en el brazo para pedirle a su compañero sentimental que le diera sus objetos personales.
La desaparecida aseguró a los vecinos que ha sobrevivido los últimos nueve días en una especie de caseta y a base de pedir comida y bebida, desconociendo que era buscada y completamente desorientada. La mujer fue localizada cuando fue a pedir agua a unos vecinos de las medianías del norte de Gran Canaria, en buen estado de salud. Estos fueron quienes llamaron a la Guardia Civil, que acudió para trasladarla al cuartel a tomarle declaración y avisar a sus familiares.
Asimismo, la mujer aseguró que había sido agredida por su expareja, un hecho que fue recogido en una denuncia como presunta víctima de violencia de género a la espera de certificar su declaración en los próximos días. El caso queda ahora en manos de la Policía Nacional, quien se encuentra a cargo de la investigación.
Desaparición
A los días de la ausencia, la familia interpuso una denuncia ante la Policía Nacional al no saber sobre su paradero. La información que daba el cartel de su búsqueda difundido por SOS Desaparecidos indicaba que medía 1,65 metros, era de complexión delgada, pelo rubio y corto, y ojos azules. Asimismo, se señalaba que vestía un pantalón pirata de color gris con líneas de colores y camiseta a rayas rosa y blanca. Y añadía que era de nacionalidad letona, pero que hablaba un español perfecto.
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Los equipos de investigación rastrearon la zona, sin suerte. Conforme pasaban los días, las probabilidades de encontrarla con vida eran menos. De hecho, la familia ya barajaba diferentes hipótesis como que se hubiese quitado la vida o que alguien la pudiera haber matado.