Javier Romero, el cocinero superviviente: del paro a tener casi un millón de seguidores en YouTube
Llegó a pedir trabajo en una gasolinera y no se lo dieron. Se reinventó en YouTube y hoy su programa de cocina se emite en 52 provincias.
15 agosto, 2023 02:53Aquel 2007 pasó algo más que una crisis económica: la vida cerró para muchos. Fue como si hubiéramos estado esperando para subir a una atracción en la feria y de golpe ésta echara el cierre en nuestras narices, justo cuando ya nos tocaba el turno. Mucha gente perdió su casa. Muchos, su empleo. Javier Romero, el protagonista de este reportaje, perdió su sustento. Dirigía por aquel entonces una empresa de servicios, entre ellos un catering, y también daba servicio de seguridad a varias empresas. Pero el cataclismo financiero provocó que todos sus clientes entraran en ERE. Tocaba empezar de cero.
"Con 52 años no me daban trabajo en ningún sitio. Pedí emplearme en una gasolinera y me dijeron que no estaba preparado, y soy una persona que aún hace multiplicaciones de dos cifras de cabeza, o sea que para servir gasolina me parece que sí estaba capacitado…". Así empieza la historia de este cocinero superviviente, de este valedor del dicho ‘a la fuerza ahorcan’. Porque Javier, ante todas las puertas que entonces se le cerraban, decidió entrar por una ventana, por estrecha que ésta fuera.
Primero trabajó en un pequeño canal de televisión de Arnedo (La Rioja) junto a un conocido que le propuso grabar un programa de cocina local: "Le dije ‘déjame que me lo piense… Sí’", relata con humor. Al poco de comenzar, las críticas recibidas le envalentonaron: "La gente me decía: ‘Oye, qué bien lo haces’, aunque yo me veo ahora y digo ‘qué mal’. Pero cuando no tienes ni idea y estás desesperado haces lo que haga falta". Cuando llegaron a los 100 programas, Romero decidió que era el momento de dejar ese camino, porque no cobraba nada por lo que hacía. Era el momento de lanzarse aún más en la piscina.
El salto digital
Fue entonces cuando Javier decidió montar una web a su nombre y empezar a cocinar allí. Pero la cosa, como él dice, "no iba ni p’alante ni p’atrás". Así que se lanzó al invento del momento, un canal de Youtube que bautizó como aún se llama: Cocina Familiar, aprende a cocinar con Javier Romero. Corría el año 2013 y no era tan habitual stremear como ahora. Y menos para un cincuentón como él, como se le consideraba. "Mi hijo me empezó a grabar con una camarita pequeña en un soporte fijo. Me puse también en Facebook, y como siempre se me ha dado bien relacionarme con la gente, hablaba con unos y con otros, y los espectadores me ayudaron muchísimo al principio", rememora.
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Desde aquellos comienzos complicados hasta hoy han pasado más de 2.600 recetas (Javier sube una cada día, religiosamente) y su cuota de seguidores roza el millón: 843.000 al cierre de este reportaje. Desde 2016, tiene también su propio canal de cocina en la televisión autónomica de La Rioja y éste se ve en 52 provincias españolas a través de canales autonómicos privados y locales. También ha vendido los derechos a América y se emite ya de facto en Ecuador, Costa Rica y República Dominicana. Próximamente, si todo va bien, también podrán verle cocinar desde Estados Unidos y Canadá. ¿La clave de su éxito? Así la define él: "Yo no engaño a nadie: estoy aquí para ganarme la vida. Pero he mantenido siempre una máxima, y va a misa: mi cocina es honrada, yo jamás he publicado un vídeo en el que lo que se ve no sale. Y si me sale mal también lo muestro y digo: ‘Para que veáis que no sólo a vosotros os pasa’".
Al hilo de esta última reflexión, el cocinero carga contra lo que considera intrusismo en su oficio y las "falsificaciones de recetas" que dice que abundan en la red: "Hay mucha gente que se piensa que montando un blog de cocina te forras, así que muchos no tienen ni idea de cocinar y ¿qué es lo que hacen? Entran en un sitio de alguien que consideran que cocina bien, ven un vídeo de una receta, lo varían un poco para que no les puedan decir que lo han copiado y ya está. Pero no tienen en cuenta que una receta, depende de cómo la varíes, te la has cargado". A él, continúa, le gusta cocinar de forma precisa, y pesa al gramo cada uno de los ingredientes, algo que considera crucial para el resultado final del plato: "Esto en cocina salada igual no se nota tanto, pero en repostería es flipante".
Estómagos agradecidos
¿Les apetece conocer el menú? El día que EL ESPAÑOL hace esta entrevista con Javier Romero ha cocinado dos platos: un osobuco a la jardinera y un bacalao en tiras, "frito como si fueran calamares rebozados crujientes, con una especie de masa orly". Sus seguidores celebran cada una de sus recetas, que acumulan centenares de comentarios.
A Javier le gusta saber qué piensan sus seguidores, y trata de ofrecerles siempre una cocina familiar, como el propio nombre de su canal indica: "Yo nunca he copiado una receta, salvo una mousse de turrón de Arzak. Aunque sean de otra persona las llevo siempre a mi terreno buscando la sencillez y la facilidad para que la gente las pueda replicar en casa. No encontrarás una sola receta mía en la que sea difícil encontrar los ingredientes".
Con más de 2.600 referencias, Javier es uno de los cocineros mediáticos que más recetario tiene publicado. ¿De dónde sale la imaginación? "No es imaginación, al final de recetas habrá unas 1.000 y el resto son variantes. Y me queda mucho por hacer, no creas. Calculo que mínimo otras 1.000. Ten en cuenta que la cocina va variando constantemente y que yo también hago mis variantes. El osobuco por ejemplo ya lo tenía grabado, pero a la italiana, y ahora lo he hecho a la española: la carne es la misma, pero varían las verduras".
Tras tantos años tratando con el público, aunque sea a través de una pantalla, las anécdotas se le acumulan. Una de las que Javier rememora para EL ESPAÑOL es agridulce, como alguno de sus platos: "A mí una señora mexicana me dijo que le había salvado su matrimonio, lo cual es bonito, pero no la razón por la que supuestamente lo había salvado", comienza Javier. Aquella seguidora de su canal le explicó que su marido la empezó a valorar más desde que su cocina era más rica, a lo que nuestro protagonista añade: "Es que no sé qué palabra emplear. Me parece desastroso que un marido valore a su mujer por eso".
También le preguntamos por los haters, esos que pueden amargar cualquier plato y dar con él al traste. Pero Romero tiene ya mucho callo y sabe cómo lidiar con estos grinch de las redes: "Yo no tengo los famosos haters, simplemente porque cuando aparece uno le tiro besitos, y ya le dejo sin armas. Buscan montar follones, y yo no monto follones".
Sus orígenes culinarios
¿Cuándo y cómo se forja un cocinero? ¿Se nace con el don que el oficio requiere? ¿Se adquiere? "Para comer bien, la manera más fácil que yo conozco es cocinar bien, y por eso siempre me he molestado en hacerlo, porque me encanta comer", responde con simpatía. Y, aunque en cierto modo ha sido autodidacta, y ha aprendido mucho de la observación y la práctica, tuvo unas primeras maestras: "Yo aprendí a cocinar en casa, con mi madre y mi abuela. Mi abuela pasaba mucho tiempo con nosotros. Le quedaban nueve hijos hijos de los 16 que tuvo. Y juntaba en su casa los domingos a buena parte de la familia. Y claro, hacer patatas rebozadas para tanta gente era muy barato, pero también llevaba mucho trabajo, así que colaborábamos un poco todos". Las patatas rebozadas son, por tanto, el plato de la niñez de este riojano de casi 63 años.
Ya de mayor le arrebataron otros, y en el podio estuvieron durante mucho tiempo "la tortilla de patata, la paella y el flan de huevo como postre", pero su bagaje gastronómico ahora le pone mucho más difícil elegir. En cuanto a referentes, lo tiene más claro: "Me gustaría conocer a Pedro Subijana, estrecharle la mano y darle un abrazo si es posible, porque a casa de ese señor sí que me iría a comer tranquilamente. Es el que más admiro por todo el trabajo que ha realizado. Lo sigo desde hace mínimo 30 años".
El espinoso asunto de los impuestos
Durante la conversación que el cocinero riojano mantiene con EL ESPAÑOL sale el tema de los impuestos. De los youtubers que saltan una frontera para pagar menos contribución. Y también aquí Romero se muestra contundente -como sus platos- en la respuesta: "Si yo estuviera soltero me iría también. Por una sencilla razón: el Gobierno gana más que yo. Yo trabajo una media de 15 horas al día y no tiene ningún sentido que sea así. Hay gente que se piensa que todo el mundo es el Rubius, el Rubius gana mucho dinero, pero como él en España a lo mejor hay una docena".
El cocinero se levanta entre las 4 y las 5 de la mañana, y no cierra su chiringuito hasta las 9 de la noche. Así de lunes a domingo, con algún descanso puntual los sábados. Tanto trabajo le ha brindado una reputación y ha podido montar el plató en su propia casa desde 2015. Concretamente, en el ático de esta. Y aunque -ya lo ha dicho- la aventura del autónomo no le parece fácil ni justa, anima a todo el mundo que atraviese una situación como la que él pasó durante la crisis a hacer lo mismo.
R.- Lo que yo le diría a alguien que esté en la que fue mi situación es muy fácil. Lo primero, si no entiende de Internet, es que busque algún hijo o nieto que entienda y que le ayude. Y luego que mire a ver qué sabe hacer muy bien, y que lo cuente. Lo graba y lo pone. Y a partir de ahí Dios dirá. Pero lo que no puede hacer es quedarse lamentándose… Lo subes a la red y el público decide.
P.- O sea que les aconsejarías el salto digital.
R.- Pero además claramente. Los jóvenes saben lo que saben. Y la gente mayor sabemos mucho más por lógica, porque hemos vivido más tiempo. No es que sepamos más porque seamos más listos, sino porque tenemos más experiencia. Pues contémosla.
Contemos nuestra experiencia. Desde alguien que sabe reparar muy bien lavadoras en casa, o ganchillo… Pues bien, grábalo. Si te pones a mirar en Internet hay absolutamente de todo, yo creo que es cuestión de encontrar un hueco.
Al futuro Javier sólo le pide lo mismo que no le ha faltado en estos últimos años: trabajo. Así concluye: "Pedir dirigentes que no miren para ellos y miren para el pueblo es una quimera. Así que pediría simplemente que me dejen trabajar. Hasta los 70 si Dios quiere espero seguir. En el momento en el que deje de trabajar me voy a la mierda. Soy de los que piensa que hay que mantenerse activo para seguir estando bien. Si yo dejo de trabajar, mi cabeza no sé dónde irá".