Murcia

Un año, 9 meses y 29 días. Este es el tiempo que la Audiencia Provincial de Elche ha tardado en emitir un auto donde se archiva el procedimiento contra Farkhad Abassov: un magnate de Azerbaiyán que se enfrentaba a una petición de 26 años de cárcel y al pago de 6 millones de euros, por diversos delitos, como administración desleal o apropiación indebida. El plazo de tiempo de la resolución judicial puede parecer razonable, de no ser porque el magnate murió el 4 de septiembre de 2021 por culpa del coronavirus y no ha sido hasta el 3 de julio de 2023, cuando se ha extinguido definitivamente su responsabilidad penal.

"La Justicia que no es rápida, no es Justicia", reflexiona Javier Verdú, el letrado del difunto y que no ha parado de batallar por su cliente, incluso tras su fallecimiento. De hecho, el abogado informó a la Audiencia Provincial sobre el deceso del encausado el 9 de septiembre de 2021, pero Verdú explica que la "resolución exculpando a Farkhad" y "apreciando la prescripción de los hechos" no se ha producido hasta pasados un año, nueve meses y 29 días de la muerte de este magnate de Azerbaiyán.

"El fallo es que a Farkhad no le dio tiempo a ver su nombre limpio", se lamenta el penalista murciano Javier Verdú, después de que la Audiencia Provincial haya extinguido la responsabilidad penal sobre su difunto cliente.

El caso de este magnate azerbaiyano que se instaló en Rojales, pone de manifiesto que la lentitud de la Justicia, en ocasiones, rebasa los límites temporales que son razonables para una instrucción judicial. Prueba de ello es que el difunto Farkhad ha permanecido imputado 22 largos años, murió sin poder defender su inocencia en los juzgados y encima continuó encausado una vez que recibió sepultura.

En el auto de la Audiencia Provincial se recoge que "los hechos descritos ocurren en 1999" y se admite que "son múltiples los periodos de tres años en los que el procedimiento ha estado parado, sin remontarnos a la fase de instrucción". Valga como botón de muestra que el auto de apertura de juicio oral se dictó un 14 de noviembre de 2008 y la diligencia emplazando a las defensas no llegó hasta el 15 de diciembre de 2011, aunque el juicio nunca se celebró porque se suspendió en cuatro ocasiones.

El prestigioso letrado murciano Javier Verdú. Badía

El origen del drama judicial de este magnate de Azerbaiyán que acabó en la ruina fue un cruce de querellas. Todas ellas se interpusieron después de que Farkhad y un empresario ruso pagasen 170 millones de las antiguas pesetas al dueño de un astillero, para hacerse cada uno con el 25% de dos sociedades dedicadas a la construcción, reparación, mantenimiento y venta de embarcaciones. La operación incluía la concesión administrativa de un taller en el puerto de Guardamar del Segura.

Aquella operación fue desastrosa porque se saldó con un cruce de querellas debido a que en las mercantiles había préstamos hipotecarios pendientes; una deuda con proveedores de 214 millones; se debían los salarios a cincuenta empleados... 

La querella que el magnate azerbaiyano presentó contra el dueño del astillero, por apropiación indebida de 1,2 millones de euros, no llegó a ningún sitio: fue sobreseída. Por contra, el empresario del astillero vio prosperar sus cuatro denuncias y Farkhad acabó arruinado porque todo su patrimonio fue embargado durante un proceso judicial que se eternizó. Una de las claves para que la instrucción se demorase se debió a que las querellas se presentaron en distintos juzgados de Elche y Torrevieja en 1999, pero no se unificaron en un solo proceso judicial hasta 2002.

De modo que el pobre Farkhad sufrió un retraso tras otro en la instrucción judicial que le afectaba. Otro ejemplo de esta disparatada demora es la década que transcurrió para que la Audiencia Provincial se pronunciase sobre las pruebas admitidas al juicio. Tan desesperado estaba por ser juzgado que este magnate arruinado recurrió a EL ESPAÑOL para denunciar su caso. "Llevo esperando 22 años a que me juzguen", tal y como criticó en este diario: "Quiero que se celebre ya el juicio".

Uno de los barcos de lujo fabricados en las sociedades que son objeto del proceso judicial. Badía

Finalmente, Farkhad murió por el coronavirus y no logró ser juzgado, a pesar de que llegó a presentar una queja ante el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) "por deficiencias" en el funcionamiento de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Elche. Su muerte no extinguió automáticamente la causa, pero su abogado, Javier Verdú, demostrando una gran profesionalidad, prosiguió con su defensa hasta que ha logrado que se archiven las actuaciones contra el difunto magnate. 

"Para concluir, haciendo nuestro el informe del Ministerio Fiscal aludido, en atención a las razones de economía procesal, y atendiendo a lo anteriormente expuesto, acordamos el sobreseimiento libre y archivo de las actuaciones respecto del acusado, con reserva expresa de las acciones civiles", tal y como expone el auto de la Audiencia Provincial.

El abogado Javier Verdú tiene un sabor amargo tras recibir esta resolución judicial: "El mal endémico de la Justicia que es el retraso, es el resultado del desinterés de nuestros políticos por la mejoría de la Administración de Justicia que a pesar de que lleva en una situación crítica desde enero, en ningún partido político se ha hecho mención alguna en su carrera electoral. Todo ello, pese a que sin Justicia no hay convivencia".