En el año 2011, el proyecto Google Business Photos —que luego se denominó Google Business View, para llamarse finalmente Google Street View Trusted—, revolucionó la forma en que las empresas podían presentar sus locales comerciales a través de Internet. Su objetivo era permitir que los negocios mostraran el interior de sus locales en Google Maps, proporcionando a los usuarios una visión más detallada y real de la distribución y decoración de los mismos cuando los buscaban a través de la red.
En ese momento, Google comenzó a buscar fotógrafos locales independientes en ciudades de varios países de Europa. Uno de estos fotógrafos es Miguel Rosán, que por entonces se encontraba en una situación económica difícil debido a la crisis de 2008 que afectó a muchas profesiones, incluida la fotografía.
Y es que, a pesar de sus 20 años de experiencia en fotografía de arquitectura e interiores, Miguel no estaba facturando casi nada. "Había tenido que vender hasta mi equipo fotográfico para poder sobrevivir. Me encontraba en una situación más que ruinosa", revela el fotógrafo en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Pero un día, el destino llevó a los coordinadores de Google, encargados de buscar fotógrafos autónomos para su proyecto, a toparse con la web profesional de Miguel. "Se pusieron en contacto conmigo. Al principio pensé que podría tratarse de una estafa, pero no lo era", cuenta Rosán, quien, al haber vendido su equipo, no tenía el material necesario para comenzar a trabajar en el proyecto —necesitaban una cámara, una óptica, un trípode, una rótula y demás accesorios homologados por Google para que todos los fotógrafos del mundo trabajasen en el programa en las mismas condiciones—.
Así que, en julio de 2012, se vio obligado a pedir dinero prestado para poder comprar el material que le permitiese incorporarse al programa. "Nunca había pedido dinero a nadie. Se lo pedí a seis personas que confiaron en mí. 500 euros a cada una. Les prometí devolverles el dinero antes de un año. Pero lo pude devolver todo al mes siguiente", asevera.
Así, después de pasar unas pruebas técnicas para comprobar sus conocimientos y habilidades de fotografía, obtuvo la certificación como fotógrafo de Google. "Por aquel entonces no podíamos divulgar información sobre el proyecto, excepto la estrictamente necesaria para vender el novedoso servicio a todos los negocios que tuviesen un local comercial; es decir, un trabajo casi infinito", explica.
Desde el primer día, a Miguel le resultó sencillo vender sus servicios a las empresas. "No había tarifas ni precios pactados. El precio lo poníamos los fotógrafos. Así que pasé de no facturar casi nada durante meses a ganar hasta 20.000 euros al mes. Además, la facturación que generábamos por estos servicios era íntegramente para nosotros", revela el fotógrafo, quien llegó a realizar una media de tres producciones diarias, "incluso en un día hice los recorridos virtuales de ocho empresas diferentes”, cuenta.
Debido a las necesidades de su nuevo trabajo, Rosán comenzó a viajar por todas partes del mundo. "Este proyecto comenzó limitando nuestro radio de acción a la provincia en donde Google nos había certificado a cada uno. Sin embargo, debido a mi gran producción, se me concedió en pocos meses movilidad nacional y, después de un año, licencia internacional".
Desde entonces, ha tenido el privilegio de viajar a diversos países como Alemania, Polonia, Portugal, Grecia, Dinamarca o Colombia, este último para hacer la producción del recorrido virtual del interior de varios barcos de crucero.
“Embarcábamos en una isla y nos movíamos en crucero hasta otra”, recuerda Miguel, quien estuvo durante varios meses viajando en barco por las costas de Jamaica, Islas Caimán, Bahamas, Cartagena de Indias, Haití, Puerto Limón y otros destinos paradisíacos del Caribe. “Cambiaba de ciudad casi a diario para cubrir todos los encargos”. Una aventura que pudo realizar, sin duda, debido a su situación personal. “Nadie me esperaba en casa para cenar”, revela.
Auge y caída
Su trabajo consistía, básicamente, en capturar imágenes en 360 grados del interior de los locales, editarlas online y publicarlas en las fichas My Business de cada negocio. El objetivo principal era brindar a los usuarios una experiencia virtual inmersiva, permitiéndoles explorar los establecimientos desde sus teléfonos móviles.
“Era una forma de mostrar el ambiente, la decoración y los productos de cada negocio de una manera interactiva y atractiva”, explica. Además, conectaban las fotografías 360 de los negocios con las fotografías de Google Street View, lo que permitía a los usuarios realizar visitas virtuales tanto dentro de los locales como en las calles circundantes.
Según los coordinadores, ya desde el primer mes, la producción de este fotógrafo valenciano superó todas las expectativas. Tanto es así que, en 2013, le otorgaron el Premio al fotógrafo más productivo de Europa. Un premio que supuso un trampolín para él dentro del proyecto. “Mi nombre pasó a encabezar la lista oficial de fotógrafos certificados en la página oficial de Google, ya que aparecía destacado con las menciones de los distintos premios, tanto nacionales como internaciones, que me dieron”.
Eso le proporcionó que firmas como BMW, Adidas, Vitaldent o Adolfo Domínguez, cuando consultaban el listado de profesionales, seleccionasen a Miguel para fotografiar sus localizaciones tanto dentro de España como en otros países. Durante tres años consecutivos (2013, 2014 y 2015), Google le otorgó el Primer Premio de Europa. “Si actualmente hubiesen en España 50 Miguel Rosanes, el proyecto estaría funcionando a la perfección”, decían los coordinadores del proyecto en las diversas reuniones celebradas.
Pero finalmente, el proyecto de oro que cambió la vida de Miguel, terminó con la avaricia de unos pocos. “Aunque contábamos con unos precios orientativos que nos facilitó Google, no existían tarifas ni precios pactados. Así que, algunos fotógrafos, en lugar de intentar hacer muchos servicios, prefirieron inflar los precios con la intención de aumentar las ganancias”, explica.
Ante esto, Google comenzó a certificar también a empresas de publicidad y marketing para que, con sus propios fotógrafos, respondieran a la amplia demanda. Así, los fotógrafos independientes empezaron a ver a estas empresas como “el demonio” que les iba a quitar “el chollo caído del cielo”, explica Rosán.
Al final, Google, al comprobar la competitividad tóxica que se estaba generando, decidió acabar con esa exclusividad y abrió Street View Trusted a todo aquel que quisiera hacer, con sus propios medios y de forma no profesional, una vista virtual de su propio negocio, reduciendo enormemente el mercado a los profesionales.
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“La codicia de la mayoría de los fotógrafos independientes acabó con este proyecto tal y como lo planteó Google, brindándonos una oportunidad de negocio única que muy pocos supimos aprovechar”, comenta el fotógrafo.
Y es que, a pesar del cambio de rumbo del proyecto, Miguel continúa haciendo las producciones y macroproducciones por el interior de algunas grandes empresas (que prefieren contratar sus servicios) para Google Maps. Sin embargo, esta labor la tiene que compaginar con el trabajo para otra plataforma, para la que realiza producciones similares a las de Google pero en 3D, dirigida al mercado inmobiliario, hoteles y concesionarios de automóviles. “Comenzar a trabajar para Google me ha abierto las puertas a todo lo que ha venido después. Me cambió la vida”, concluye.