En el año 2000 no paraban de sonar en las radios y en todos los chiringuitos de playa Melón Diesel, Miranda Warning, 'N Sync, Thalía, Lara Fabian, King África, Carlos Núñez, Anabela, Robbie Williams, Ronan Keating o Maná. Todos ellos fueron números uno de las listas de éxitos. Entre todos ellos, no obstante, se coló un joven cantante vitoriano que cautivó a todo el mundo, Raúl Fuentes, que con su tema Sueño su boca hizo bailar a los españoles aquel verano de comienzos de siglo, y lo sigue haciendo hoy en día.
En estas más de dos décadas, el artista no ha parado de cantar y de actuar, siendo uno de los pocos cantantes que tiene un disco de diamante al conseguir vender más de un millón de copias. EL ESPAÑOL ha contactado con Fuentes para saber qué es de su vida en la actualidad, hacer un repaso de su extensa trayectoria profesional y sobre los recuerdos más destacados de aquel verano que ‘Sueño su boca’ le sacó del anonimato para siempre.
Su historia comenzó cuando decidió presentarse al concurso Eurocanción 2000 que organizó Televisión Española para buscar al representante de España en el Festival de Eurovisión de ese año (uno antes de que se estrenara Operación Triunfo). Entre los artistas que se presentaron, aparte del vitoriano estaban el dúo formado por David Domínguez y Anabel Conde, que quedó segunda en Eurovisión en el año 1995, y David Domínguez; también estaban Alazán o Serafín Zubiri, quien finalmente sería el ganador con su Colgado de un sueño, dejando en segundo lugar a Raúl.
Eso no impidió que el vitoriano triunfara, ya que Sueño su boca fue una de las canciones de ese verano, fue nominada a un Premio Amigo, ganó un Premio de la Música como artista revelación, y la canción se editó por toda Europa junto a Baila, otro de sus exitosos singles.
PREGUNTA.– ¿Qué recuerda de aquel año 2000 y del éxito de su canción? ¿Cómo lo gestionó?
RESPUESTA.– Recuerdo mil cosas como, de repente, pasar de ser una persona totalmente anónima y desconocida a no poder pasear por la calle, ir a un bar o al cine. Fans durmiendo en la calle para entrar las primeras en los conciertos, muchos viajes, o cuando me decían que era número uno en una emisora u otra. En ese momento era consciente de lo que era, pero no sabía muy bien lo que significaba, no era realmente conocedor de lo que eso implicaba, no sólo en mi vida personal, sino también en mi vida profesional. Hasta dos o tres años después no fue cuando eché la vista atrás, empecé a ver lo que había pasado y lo que habíamos conseguido. En aquellos tiempos me dejaba guiar porque era un mundo complicado que no conocía, yo me dedicaba a trabajar y a intentar disfrutar.
P.– ¿Algo de lo que arrepentirse?
R.– Sí que es verdad que me hubiese gustado vivir las cosas un poquito más intensamente y no tan acelerado, pero eso se gestiona con el tiempo. Cuando te tomas un tiempo libre es porque lo necesitas y porque el cuerpo te lo pide. Llegó un momento en el que estaba tan sumamente cansado que incluso la propia discográfica me decía que me dejaban tranquilo durante dos o tres días para que reposara. ¡Me estaba quedando en los huesos! No me daban las horas del día para hacer tantas cosas.
P.– Logró un Disco de Diamante por vender más de un millón de copias. ¿Dónde lo tiene?
R.– Lo tengo en Vitoria, en casa de mi madre. Es muy bonito, no obstante siempre me pareció un poco todo farsa eso de que sacabas un disco y, de repente, ya tenías vendidas las 100.000 copias y era Disco de Platino. Pensaba: '¿En una semana se han vendido?'. Bueno, eso era mucho marketing y mucha promoción, pero que es verdad que se llegaba a esa cifra, a lo mejor no en el momento preciso en el que se decían, pero sí que es verdad que se vendían.
P.– ¿Y qué sintió al hacerse con el galardón?
R.– Cuando te dan el primero, el de Oro (50.000 copias) sientes muchísima ilusión, aunque ese no me lo entregaron porque directamente pasamos a las 100.000, luego el de las 200.000, 300.000, 400.000, 500.000... Cuando llegabas al millón era el Disco de Diamante, que era muy bonito, pero sabías que era una especie como de truco de marketing para que la gente lo viese. Tuve la sensación de que todo se hacía por la promoción, por engrandecer al artista, aunque cuando me lo dieron me hizo mucha ilusión, pero también perdí esa esencia de realidad. Realmente es un cuadro con las portadas de los discos y porque pone Disco de Diamante, si no pensarías que es cualquier otra cosa. Queda bonito en la pared.
P.– ¿Cómo fue grabar la banda sonora de la película de animación Spirit?
R.– Fue una fantasía. La discográfica me llamó para contarme que se habían puesto en contacto con ellos Dreamworks, la productora de Spielberg en aquella época, que querían que cantara unos temas que son un tanto pop rockeros, no me dijeron nada más. La información era mínima y los contratos de confidencialidad eran de 500 páginas, una barbaridad. Luego me dijeron que iba a hacer en español las canciones que Bryan Adams cantaba en la versión original y pensé: '¿Qué locura es esta?'. No me enseñaron absolutamente nada de la película, no sabía bien de qué iba, solo las 7 u 8 canciones que sonaban a lo largo del filme. Recuerdo que uno de los directivos de aquella película que se encargaban de los dibujos de la animación era de Barcelona y en la premiere de Spirit me regaló una lámina exclusiva de la creación del caballo, firmada, dedicada por él. Esa fue la única experiencia que he tenido, musicalmente hablando, en el cine.
P.– ¿Cómo eran los fans en los 2000? ¿Qué le dicen ahora por la calle?
R.– Ahora hago una vida totalmente normal. Salgo a la calle, voy al supermercado, al cine y a cualquier lado. A veces, no digo habitualmente, si ves a personas que se dan entre ellos un codazo y dicen: 'Ese es Raúl', o gente que se acerca y te pide una foto. No hay ningún problema en atender a la gente cuando vienen con educación. Ahora, si alguien se te acerca, generalmente lo que te pide es una foto. En los 2000 me sorprendía mucho que hubiera gente que llevaba su cámara de fotos 24 horas al día, cualquier día de la semana, metida en el bolso para hacerse una foto conmigo. Pero en general las peticiones eran de autógrafos.
P.– Pero imagino que habrá cambiado respecto a hace veinte años
R.– Antes era un clásico firmar en un sujetador o directamente en un pecho, era la emoción del momento y les parecía divertido. Pero sí, en ropa interior me ha tocado firmar autógrafos en muchas ocasiones. He llegado a hacerlo en una mano, una muñeca… Sabiendo que eso no va a ningún lado, pero si lo querían… El lugar más curioso donde he firmado uno, y además ha sido hará unos dos meses, fue en un sombrero de paja súper elegante y bonito de una señora. Cogió un rotulador y me dijo que se lo firmara, le contesté que se lo iba a estropear, pero no le importó, se lo firmé, se hizo la foto y tan contenta.
Continúa en los escenarios
Han pasado más de 20 años de su primer éxito, pero Raúl no se ha cansado de la música y de hacer felices a sus fans, que siguen acudiendo a sus conciertos a bailar sus temas más conocidos como Sueño su boca, As de corazones o Prohibida. Eso sí, ahora sus seguidoras, que antes acudían en masa a verle y dormían en la calle para entrar las primeras a sus conciertos, ahora van a ellos con sus hijas, para ver en directo al artista que protagoniza la banda sonora de sus vidas.
Pero él, como aficionado a la música, siempre que puede acude a algún concierto: "Recuerdo que al primero que fui fue a uno de Camela en una sala muy pequeñita de Vitoria con una amiga. El último al que he ido, a ver a Pet Shop Boys", afirma el cantante.
P.– ¿Cómo es su vida en la actualidad?
R.– No ha cambiado tanto mi vida desde entonces hasta ahora. Evidentemente estoy mucho más tranquilo, pero sigo dedicándome única y exclusivamente a la música con la misma ilusión que el primer día. Sigo haciendo mis conciertos, sigo sacando singles ahora en lugar de CD's completos porque es la nueva forma de de consumir música. Todos los años hago mis giras de conciertos, pero también me dedico más a viajar, a estar con la familia, con los amigos, pero desde una posición un tanto cómoda porque no tengo que levantarme todos los días temprano para ir a trabajar, sino que al final me gestiono el tiempo de otra manera para llevar una vida más relajada.
P.– ¿Cuál es el último single que ha publicado?
R.– El último ha sido uno con la artista Supremme Deluxe que se llama Divinamente, es un tema muy divertido que habla de romper esa relación que ya no te aportaba nada.
P.– ¿Cómo ha tenido el verano de conciertos?
R.– Llevo varios meses actuando, he estado en el Love the 90’s de Madrid y durante todo este verano he estado de gira por España haciendo conciertos porque en estos meses hay bastante trabajo.
P.– ¿No se ha llegado a bajar de los escenarios durante todos estos años?
R.– Parece que cuando un artista que ya no tiene tanta repercusión mediática o ya no está tanto en el candelero la gente cree que ya has cambiado de profesión o has dejado de cantar y realmente no es así. Son muchos años trabajando en el mundo de la música y al público le hace ilusión volver a verte en escenarios. Sigo al pie de cañón, a lo mejor desde un segundo plano, pero sigo dedicándome a la música al 100%.
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P.– En sus conciertos no puede faltar Sueño su boca
R.– Es imposible hacer un concierto y que no suene Sueño su boca. Ten en cuenta que al final es mi sello, todo el mundo me conoce por esa canción, aunque luego haya sacado otras diez más que te pones a escucharlas y te suenan, como Baila, As de corazones, Prohibida, Sigo vivo, Susana… Al final el público te identifica con un gran hit y a lo mejor no es consciente de ello. Incluso en los primeros álbumes, no todas las canciones estaban únicamente vinculadas a lo que era un estilo y un ritmo como el de Sueño su boca, sino que, además, intentaba meter algo de pop, baladas…
P.– ¿Cuál suele ser su preferida?
R.– Cuando les preguntas a mis mayores fans cuál es su canción favorita, no te dicen que es esa, sino Días de lluvia o Volar contigo, que son baladas relajadas que estaban escondidas en los álbumes y que de repente les llegaban de una forma diferente. Es verdad que te vas un poco adaptando a las nuevas producciones, a los nuevos estilos, pero al final hay ciertas cosas que no se van a cambiar. Tengo el lujo y el gusto de poder hacer lo que me apetece.
P.– ¿Cómo ha cambiado el público de sus conciertos?
R.– Seguidoras mías me han contratado para sus bodas y a los dos o tres años son mamás y vienen a los conciertos con sus bebés. Eso es muy bonito. Pero de mis inicios ya había madres que venían a mis conciertos con sus niños pequeños y que a día de hoy se presentan con sus hijos que están a punto de casarse (risas). Voy pasando de generación en generación. Recuerdo que en esa época no solo tenía un público adolescente, sino que había una carencia musical a nivel infantil bastante importante y los niños se agarraban a lo que más sonaba en ese momento, que en los 2000 no estaban los Cantajuegos, y yo, con mis coreografías, les sorprendía, les llamaba mucho la atención. Ese público que en aquella época tenía 3, 4, 5 o 6 años, pues ahora mismo está casi en los 30.
P.– ¿También ha vivido su momento fan con algún artista?
R.– Desde muy joven he sido seguidor de Alejandro Sanz. Pude conocerlo en una gala de la Hispanidad en Sevilla y recuerdo que fui a su camerino con mi manager y mis bailarinas, que querían conocerle también. Allí estaba toda la familia de Alejandro Sanz: sus padres, sus tías, sus primas... un montón de gente. En cuanto entré, me agarraron sus tías y primas por banda para hablar conmigo mientras mi manager y mis bailarinas se hacían fotos con mi ídolo en la otra punta de la habitación. Al final pude hacerme una foto con él que también tengo guardada en casa de mi madre. Me encantaría alguna vez subirme al escenario y poder cantar algo con Alejandro.
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Hoy Raúl vive en Madrid, pero siempre que sus compromisos laborales se lo permiten, se escapa a Vitoria para ver a su familia: "En mi día a día lo que hago es estar pendiente de mis seguidores en redes sociales, organizo los conciertos y eventos. También hago deporte y me gusta mucho cocinar. Y también quedar con los amigos, claro", comenta el artista.
Su mayor afición la ha encontrado en la naturaleza: "Llevo varios años haciendo mucha montaña. Somos un grupo que nuestra vía de escape del mundo es la montaña, pero subiendo a picos, no son un paseíto campestre. Hemos ido a Picos de Europa y toda la zona de la Pedriza en Madrid nos la hemos recorrido".