El secretario de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León, David Cortejoso

El secretario de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León, David Cortejoso Cedida

Reportajes

“Los narcotizamos”: los peligros de las pantallas en tus hijos, según el psicólogo David Cortejoso

La comunidad académica debate sobre el uso de las tabletas en los colegios. Afectan a la atención y crean dependencia, opinan los expertos.

8 septiembre, 2023 02:52

8:40 de la mañana, hora de dejar de ver en el móvil a Ladybug, meter las cosas en la mochila y salir corriendo al cole. Los libros, los cuadernos, el estuche, algo para el recreo… y la tablet. Los niños en edad escolar pasan horas -4 de media, según algunos estudios- conectados a las pantallas en sus casas. Cuando lleguen a las aulas, muchos de ellos continuarán expuestos a la luz azul que emiten estos dispositivos. Al final del día, habrán pasado conectados 8 o 10 horas, las mismas que cualquier trabajador en su horario de oficina. “Pero si los adultos muchas veces somos incapaces de desconectar, imagínate niños y adolescentes, que no tienen estas habilidades desarolladas, cómo no se van a enganchar”, asegura David Cortejoso, psicólogo especializado en la adicción a las nuevas tecnologías

No en todos los centros educativos españoles se estudia con dispositivos electrónicos, depende de los planes educativos de las Comunidades Autónomas y de los propios colegios. Reina, sobre todo, en privados y concertados: dime si llevas una tableta en la mochila y te diré a qué clase socioeconómica perteneces. Es moderno y parece guay, se trata de un reclamo más para los padres a la hora de elegir colegio. Cortejoso, sin embargo, no lo recomienda: “Hace dos años formamos un grupo de trabajo orientado a la formación del profesorado y, aunque no les vamos a decir cómo tienen que desarrollar su profesión, no estamos de acuerdo con que se utilicen pantallas, sobre todo en primaria”. 

“Además, les aconsejamos a los profesores que por la tarde, fuera del horario académico, no incluyan actividades que impliquen más pantallas. El número de horas al que están expuestos es excesivo y si encima les sumamos más horas de deberes, tenemos más pantallas; y si luego en su tiempo de ocio lo que están prefiriendo hoy son más pantallas, pues todavía más. Hay diversos estudios que alertan sobre el impacto de las pantallas en sus cerebros, en su educación y, desde luego, no es positivo”, añade el psicólogo, que trabaja como secretario de la Junta de Gobierno en el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y Léon. 

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Esos efectos tienen que ver con aspectos físicos, psicológicos o con su capacidad de aprendizaje. Lo primero parece lo más evidente: los oftalmólogos advierten de que demasiado tiempo expuestos a la iluminación que desprenden estos aparatos puede causar daños en la vista. A esto se suma que el uso de dispositivos electrónicos lleva aparejado un sedentarismo que puede terminar derivando en sobrepeso u obesidad infantil. Cortejoso agrega que “existen estudios que están empezando a relacionar este fenómeno con el aumento de casos de déficit atencional, con el TDAH. Los chavales cuando pasan por un contenido que no les interesa lo pasan inmediatamente con el dedo, de éste pasan a otro, y a otro, de forma que no profundizan en los contenidos, no relacionan ni esquematizan. Aún es pronto para ver estos resultados, pero son preocupantes”. 

El 'ejemplo' sueco

Hace un par de meses la ministra de Educación sueca, Lotta Edholm, aseguró que su país pensaba replantear el modelo de clases digitalizadas. Suecia, visto siempre como ese paraíso escandinavo de la educación, el sistema de bienestar y el progreso, había sido pionero a la hora de introducir las tabletas en los colegios. Pero ahora ese sistema está en entredicho tras haber retrocedido en sus niveles de comprensión lectora en el informe internacional PIRLS.

Suecia todavía está por encima de la media de la UE, mientras que España no llega; pero el país escandinavo había empeorado en sus registros de 2021 en comparación con la anterior medición de 2016. ¿Significa eso que las tabletas son las culpables? ¿Que la modernización nos hace más tontos? Muy probablemente no, o no necesariamente. Pero sí hay señales de alerta. La noticia del sistema educativo sueco coincidió con el caso de un pueblo de Irlanda que, a modo de experiencia piloto, pensaba prohibir los móviles a menores de 12 años

David Cortejoso, en una charla

David Cortejoso, en una charla

La Academia Americana de Pediatría aconseja que los bebés menores de 2 años eviten por completo las pantallas, que hasta los 12 años no pasen más de una hora y siempre con un adulto delante, mientras que entre 12 y 15 años recomiendan un máximo de hora y media y alertan del peligro de las redes sociales. “A mí no me gusta hablar de las tecnologías como una droga, pero están narcotizando a los niños. Las desarollan empresas que ganan dinero gracias a eso: cuanto más tiempo pasemos, más datos generamos y más dinero ganarán ellas. Tienen un poder de atracción y enganche muy grande. Y si ya tenemos a adolescentes y adultos con verdaderos problemas de abuso, si se lo suministramos a los niños en los centros educativos desde edades muy tempranas, la situación puede ir a peor”, señala el experto en adicciones tecnológicas. 

Todo este discurso tiene un punto ludita o casi de negación de la realidad. Por eso, Cortejoso matiza que “el uso de tablets o de nuevas tecnologías en las aulas tiene un potencial educativo muy alto; tampoco podemos anclarnos en ese sistema educativo del pasado basado en la repetición de conceptos”. Si bien, considera que “esos aspectos positivos se podrían producir en secundaria, mientras que en primaria es todavía muy pronto para introducir estos dispositivos”. E insiste en que “es necesario también que el profesorado tenga la formación adecuada, porque no tiene sentido dar a los chicos una tableta si sus profesores no saben cómo emplear estos métodos”. 

Niños en clase con una tablet

Niños en clase con una tablet Europa Press

No es la forma, es el fondo

Su colega Beatriz Martín del Campo, también psicóloga y especializada en el ámbito de la enseñanza y el aprendizaje a través de la lengua escrita, coincide en que “todo depende del uso que se haga de la tecnología”, pero difiere en la mayor parte de su análisis. “Las tablets o los móviles de por sí no hacen nada, sólo tienen un efecto negativo si se utilizan únicamente para pasar el rato en las redes sociales o viendo vídeos de Youtube”, opina. Martín del Campo es profesora en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Castilla-La Mancha y afirma que todos sus alumnos -ya más mayores- utilizan ordenadores en las aulas y no va en detrimento de sus capacidades. 

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Opina, más bien, lo contrario. “Muchos de ellos llegan con un déficit muy significativo para acceder al conocimiento a través de las tecnologías. Controlan muchísimo las redes sociales, pero vienen en pañales a la hora de buscar información útil que los haga avanzar”, asevera. Según Martín del Campo se trata, por tanto, de educar en la tecnología, no educar sin tecnología. Y apunta de nuevo al aspecto socioeconómico de las familias: “si has crecido en un entorno en el que no te han enseñado a manejar bien esas tecnologías, estás vendido”. 

Alumnos en una clase digitalizada

Alumnos en una clase digitalizada Europa Press

Brecha social

Varios estudios, como uno reciente elaborado por la Universidad de Sendai, en Japón, señalan que los niños de familias con unos ingresos más bajos suelen pasar más tiempo delante de las pantallas. Suele ocurrir cuando sus padres pasan mucho tiempo fuera de casa trabajando y quizás tampoco tengan las aptitudes suficientes para educar a sus hijos en un buen uso de las tecnologías. María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), también destaca esa brecha social que se abre entre familias según su nivel de ingresos. “En algunos colegios te dicen que si no puedes comprar una tablet elijas otro centro, generalmente donde ya va gente con menos recursos, y así se crean desigualdades desde la base”, sostiene. 

Capellán insiste en que “en la pública el uso de tabletas y ordenadores todavía está muy poco implantado”. De modo que, independientemente de que sus efectos sean beneficiosos o no, la tecnología alimenta las disparidades dependiendo del tipo de centros. “Además, es que te piden que compres la tablet y también los libros, se está duplicando el gasto y muchas familias no llegan”, incide la presidenta de CEAPA. Según un informe de la OCU, el gasto medio de las familias para este curso es de 2.189 euros por hijo, aunque varía mucho de los 7.030 que se gasta en un colegio privado a los 1.060 de un centro público. Así, comprar una tableta puede resultar para muchos padres un lujo inaccesible. Existe un debate académico sobre cuándo, cómo y cuánto recurrir a las pantallas, pero puede que la educación que reciba tu hijo a través de la tecnología dependa antes que nada del bolsillo.