Utrillas

José Antonio González (1962) no es un nombre conocido en Utrillas (Teruel). Los vecinos de la que fuera su barriada, en Los Colorines, no saben de quién se les habla. Cerca del lugar donde estuvo abandonado su coche varios años, se preguntan entre ellos por la identidad de este señor, porque "a mí no me suena de nada". Le decían El Boniato y murió en 2014, ¿quizás así le recuerden? El teléfono suena y alguien le dice a la vecina: "Mi marido dice que la hija está casada con Pepe -nombre ficticio para guardar su identidad-". En realidad, es su hermana la que está emparejada con este vecino, la única familia localizable.

"¿Quién es El Boniato?", pregunta una vecina en este lugar ya para salir de dudas. José Antonio González, conocido en este pueblo como El Boniato, fue un vecino turolense que murió el 9 de agosto de 2014 en Barcelona. Se precipitó por una de las laderas de Montjuïc tras haber sido perseguido por tres miembros de la Guardia Urbana: Rosa Peral (a la que hirió), Albert López, la única persona con vida que le vio caer, y un tercer agente que moriría en un accidente de moto un año más tarde.

El nombre de El Boniato ha vuelto a la palestra en 2023 a causa de los últimos estrenos de Netflix en relación con el Crimen de la Guardia Urbana. José Antonio González murió por las lesiones causadas en su caída por aquella ladera. La investigación, en un primer momento, apuntó que López le empujó y por eso cayó. La declaración de Rosa en el juicio fue crucial: ella le vio caer solo. Sin embargo, en 2018, ya en prisión, Peral contó a una compañera de celda que López había matado anteriormente por ella.

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El caso se reabrió por entonces. El Juzgado de Instrucción número 31 de Barcelona llamó a declarar a López y Peral como imputados por la muerte de González. Ella aseguró en el juicio anterior que López, tras lo ocurrido, le dijo: "Lo he matado yo... No soporto que nadie te toque".

Muchas incógnitas

El atestado policial de aquel día recoge una primera versión de lo ocurrido a José Antonio González. Rosa, y el agente 26.356 persiguieron a El Boniato, que en teoría estaba vendiendo CD's en la zona. Ambos iban de paisano.

Llegados a una explanada, los agentes alcanzan al turolense. En un momento dado, El Boniato intentó sacar una navaja, según el atestado, e hizo una herida de cinco centímetros y otra de 3 a Rosa, además de golpearle en la cabeza. 

Albert López se abalanzó sobre el supuesto mantero, que trató de seccionarle el cuello y lanzó otro ataque a la altura del estómago, según los agentes. López se zafó desplazándose hacia atrás y trató de disuadir a González. Se colocó en posición de seguridad e hizo amago de sacar el arma. 

Rosa Peral y Albert López en una imagen de archivo.

El atestado apunta sobre aquellos hechos: "Que en ese instante y en presencia de los tres agentes intervinientes, dicho individuo (José Antonio González) dio un grito y saltó de espaldas hacia unos matorrales por encima de la barrera que limita el camino de tierra".

Además, añade: "Que esos matorrales dan hacia un cortante perpendicular de unos 20 metros de altura por el cual cayó el individuo rodando hasta un muro de contención que da a la parte baja de la montaña".

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Llegan entonces algunas contradicciones. Una versión expuso que El Boniato trató de agredir a los agentes cuando llegó al suelo. Otra que intentó levantarse y que gateó hasta ser detenido.

Lo cierto es que cuando los servicios de emergencias llegaron, González estaba esposado en el suelo, tumbado, había entrado en parada cardiorrespiratoria. Los grilletes tenían una explicación, según el cabo Juan José Leal, a cargo del operativo desarrollado frente al Hotel Miramar. Fue él quién le puso las esposas. O eso dijo. El mantero, según este agente, llevaba la navaja cerrada en la mano y por eso tomó esa medida.

El Boniato llegó con vida al hospital, pero murió horas después. La autopsia atestiguó que la muerte fue debida las lesiones que le provocó el accidente. 

Otras versiones

La mañana en la que El Boniato se despeñó por la ladera de Montjuïc, Rosa Peral expuso que le vio lanzarse cuando fue interrogada, al igual que sus compañeros. Sin embargo, en el juicio por el crimen de la Guardia Urbana, señaló que no vio nada.

Ella misma lo contó con las siguientes palabras: "Tuvimos también una actuación en Montjuïc. Un hombre me vino con una navaja y me dio en la pierna. Él salió corriendo detrás de ese hombre y cuando yo llegué abajo, con sangre en la pierna, el hombre estaba muerto. Pregunté qué había pasado. Él me dijo que lo había matado. Que no quería que nadie me tocara. Que no quería que nadie se acercara a mí. Son cosas que a lo mejor me dijo para vacilarme. A lo mejor el hombre simplemente se murió. No sé".

Esta segunda versión contradecía a la del atestado en dos aspectos: Rosa no mencionó una pérdida de conocimiento, sino que no vio lo ocurrido.

Contradice también al atestado policial: "Que en ese instante y en presencia de los tres agentes intervinientes, dicho individuo (José Antonio González) dio un grito y saltó de espaldas hacia unos matorrales por encima de la barrera que limita el camino de tierra".

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Las declaraciones de Rosa Peral quedan en mera anécdota hasta 2018. En frebero de 2018, el juzgado de Instrucción número 31 de Barcelona ordena la reapertura del caso para investigar si los agentes tuvieron responsabilidad directa en la muerte de El Boniato. La motivación de la reapertura se sustentaba en una información que propició el juzgado de Villanova, que llevaba el crimen de la Guardia Urbana.

Lo que había propiciado la apertura era una declaración de Rosa Peral a otra interna en la cárcel de Rad-Was. "Alberto mataba por ella, como cuando lo del mantero, que dijeron que él solo se lanzó y no era verdad", explicó su compañera de prisión. Además, relacionó los dos casos en los que por entonces estaban implicados: el móvil de la muerte de Pedro se basaba en que éste sabía que López empujó a 'El Boniato'.

Albert López Ferrer, condenado por asesinato.

La juez citó a declarar a Peral y López nuevamente. Él mantuvo la versión, mientras ella aportó una tercera: era cierto qué él le dijo aquello de "lo he matado yo... no soporto que te toquen", pero pudo ser "una broma". En la misma, recuperó que no vio nada debido a un golpe y que perdió la conciencia. 

La familia de José Antonio González se personó en aquella causa. Según El Periodico, querían conocer "la verdad".

En junio de aquel mismo año, la causa quedó archivada. La catalogada como "muerte del mantero de Montjuïc" se quedó con la misma verdad judicial: 'El Boniato' murió en el hospital debido a una muerte accidental. Los resultados de la investigación habían sido infructuosos como para contradecir la versión policial.

Cuatro personas fueron testigos de lo que ocurrió. Dos de ellas fueron Albert López y Rosa Peral; otra es el propio González. El cuarto testigo presencial y tercer agente involucrado en los hechos falleció en 2015, en un accidente de moto en Andorra, un año después de la muerte del mantero.

La historia de González

En un primer momento, la muerte de José Antonio González no trascendió en la opinión pública. El teletipo emitido por Europa Press el 11 de agosto, decía: "Los Mossos d'Esquadra han abierto una investigación para esclarecer las circunstancias de la muerte de un vendedor ambulante que resultó herido grave el sábado al protagonizar un altercado con la Guardia Urbana de Barcelona y caer por un terraplén de unos 30 metros en Montjuïc al huir".

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En Utrillas aún no tienen claro lo que ocurrió, ni siquiera relacionan los casos. "Ese es el chico que murió en Madrid, que se cayó por un terraplén", dicen cerca de Los Colorines, el barrio donde vivía. Se equivocan: murió en Barcelona, aquel fatídico 9 de agosto de 2014.

González coqueteó con las drogas durante algunas etapas de su vida. Aunque siempre vivió en Utrillas, cada cierto tiempo viajaba a Barcelona. Allí se encontró con Rosa Peral y Albert López. Solo ellos saben la verdad de cómo murió 'El Boniato'.