Llegan a los bares, piden, comen y se van. Sin pagar la cuenta, por supuesto. Las formas para no poner el dinero sobre la mesa son múltiples. Da lo mismo si es fingiendo un infarto, marchándose tranquilamente por la puerta o, incluso, los hay que hacen la Conga. Al final, acaban por repetir el modus operandi y se convierten en leyenda.
Este miércoles fue detenido en Alicante Aidas J., un ciudadano letón que desde hace meses come y bebe por la ciudad levantina gratuitamente. Era su vigésimo arresto. El varón, de 50 años, fingía un ataque al corazón o un desmayo una vez se encontraba en el tiempo de la sobremesa. Cuando le atendían los servicios de emergencias, se negaba a pagar la cuenta. Todos le conocen como el "gastrojeta".
En Zaragoza tienen a otro de estos personajes peculiares. Se trata del Rey del Simpa. Antonio Grimal (Barcelona, 1975) acabó en prisión hace poco más de un mes, después de realizar otra salida de un bar sin pagar la cuenta. Acumula más de seis años llevando a cabo la misma estrategia y su cara ya es conocida por todos. Incluso, se abrió un instagram.
Ellos son reincidentes, pero no son los únicos. Los reyes del simpa son unos cuantos más. Recordado es aquel evento en el que todos los invitados se fueron haciendo la conga justo antes de que se repartiera la tarta. Habían dado una señal de 900 euros y dejaron a deber unos 2.000 euros más después del convite.
Parecido fue lo que ocurrió en un parque de bolas, precisamente también en Alicante. En un cumpleaños infantil con más de 30 invitados —entre niños y adultos—, los mayores se fueron sin pagar la cuenta. Dejaron en el debe una multa de más de 400 euros sin abonar.
Valladolid también tuvo su rey del Simpa. En este caso, se trató de un ciudadano vallisoletano que estuvo hasta en una veintena de locales sin pagar ni una sola de las cuentas pendientes.
Pero no solo de pan viven estos individuos. Los hay que también han dormido en hoteles sin pagar la cuenta. Así lo hizo un ciudadano suizo en Palma de Mallorca durante un verano. 5.000 euros dejó en el debe.
En Ponferrada le echaron más cara aún. Hubo una cena con más de 10.000 euros de factura que los benefactores dejaron de pagar por un solo motivo: no les gustó el resultado de la comida. ¿Se imaginan no abonar la cuenta cada vez que el resultado del consumo es insatisfactorio?
El Rey del Simpa, a la cárcel
Obviamente, el resultado de este tipo de acciones cuestan mucho a los hosteleros. Piense que un restaurador pierde tiempo y dinero, además de dejar de ganar con otro cliente, con estas acciones. Sin embargo, lo que contabiliza es el montante estafado —en España estas acciones son cosideradas delitos leves de estafa—.
La pena por este tipo de estafas queda en multas. Muchos de quienes las realizan, además, se declaran insolventes, por los que acaban por no abonar lo que deben.
Precisamente esto fue lo que permitió la entrada del Rey del Simpa en prisión. Grimal acumuló tal cantidad de sanciones impagadas que, al final, cambió un día de cárcel por cada multa sin abonar.
La leyenda del catalán cuenta que cenó gratis, fue detenido, desayunó en los calabozos y, tras prestar declaración delante de la jueza, se fue a comer. No esperó, eso sí, a que le trajeran la cuenta.