Las últimas cifras del INE arrojan una situación paradójica: existen en España 150.000 puestos de trabajo sin cubrir, pese a que la tasa de paro se sitúa por encima del 11%. Los sectores más afectados por esa falta de trabajadores son la hostelería, la agricultura y la construcción. Las causas son múltiples, aunque para la patronal del ladrillo tienen que ver, sobre todo, con el desprestigio de la profesión y la ausencia de relevo generacional para una mano de obra envejecida.
Mariano Sanz es secretario general de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) desde hace un par de años, cuando la organización renovó su cúpula. “Antes de explotar la burbuja inmobiliaria de 2008, el sector contaba con 2,4 millones de trabajadores y, aunque nos hemos recuperado un poco, actualmente tenemos 1,4 millones de personas trabajando en el sector”, asegura en conversación con EL ESPAÑOL.
La crisis expulsó del mercado de trabajo a cientos de miles de trabajadores. Y eso ha impedido que mucha gente quiera volver al ladrillo. “Te voy a hacer una pregunta: ¿a ti tus padres te hubieran aconsejado ser albañil?”, cuestiona. Para él, “se trata de una profesión muy estigmatizada, que ha sufrido un desprestigio tremendo en los últimos años, por lo que no hay jóvenes que se formen para ello”. La CNC calcula que sólo el 9% de los trabajadores de la construcción tiene menos de 29 años y apenas 1.600 alumnos terminan al año una Formación Profesional (FP).
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Sanz es ingeniero de Caminos y Puertos y en los últimos 30 años ha sido director técnico de una constructora en Baleares. “No es que falten obreros, falta de todo, también técnicos y especialistas”, como supervisores de obra, electricistas o delineantes. Según las cifras de la CNC, de los 1,4 millones de empleados, un 11% son mujeres. Es decir, unas 144.000, y de ellas, sólo 5.500 trabajan en obra. “En los últimos años hemos avanzado, pero necesitamos incorporar muchas más mujeres al sector”, defiende el secretario general de la patronal.
Otra de las soluciones por las que apuesta esta organización sería un aumento de la contratación de trabajadores extranjeros. Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) revelan que los inmigrantes representan el 25% del total de los empleados de la construcción -al igual que en la agricultura-, pero Sanz apuesta por una integración aún mayor. “Desde las empresas apostamos por ello, pero el Gobierno y los sindicatos prefieren rebajar la tasa de paro antes que incorporar a gente de fuera”.
La construcción es un sector en el que tradicionalmente ha existido una tasa considerable de economía sumergida. “Yo ahí no me debería meter, pero sí, a lo mejor hay gente a la que cobrar una subvención y hacer alguna pequeña chapuza de vez en cuando le sale más a cuenta”, reconoce el secretario general de la CNC.
La patronal de pequeñas y medianas empresas Cepyme calcula que esas 150.000 vacantes que estima el INE son en realidad muchas más, ya que según sus cuentas a un 71% de este tipo de sociedades les cuesta encontrar empleados. Esto, según Cepyme, ha restado productividad y ha hecho perder a la economía española unos 115.000 millones de euros. Y, en paralelo, ha provocado que un 40% de las pequeñas y medianas empresas reduzcan su contratación y un porcentaje similar haya optado por subidas de salarios.
“Falta personal cualificado”
Los sueldos en la construcción tienen poco que ver con los que se pagaban antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, esa especie de armagedón para el mundo del ladrillo. Pero fuentes del sector aseguran que un albañil sin cualificación puede empezar a trabajar en una obra por unos 20.000 euros brutos anuales, lo que representa un 25% más del salario mínimo interprofesional.
Nicolás Juárez es director técnico de Edma C.B., una empresa especializada en rehabilitación y reformas de viviendas con sede en Rivas Vaciamadrid (Madrid). “Tenemos muchísima demanda de trabajo, pero no hay de dónde sacar más personal. Actualmente somos unos 30 en la plantilla y resulta muy complicado encontrar gente”, asegura.
Según él, “encontrar un peón no es difícil, pero lo interesante es incorporar gente que vaya a aprender en la empresa y pueda progresar, y eso sí es complicado”. “Hay toda una generación a la que le ha dado miedo meterse a esto, por lo que nos falta sobre todo personal cualificado de obra”, agrega.
Curiosamente España se sitúa a la cabeza de la Unión Europea en sobrecualificación laboral. Un 36% de los titulados universitarios trabajan en empleos que requieren unos estudios inferiores, según los datos de Eurostat analizados en el último Observatorio trimestral del mercado laboral que presentó esta semana la fundación de estudios Fedea. España es uno de los países de la UE con mayor tasa de población con estudios superiores, pero esa escasa demanda de la FP de la que hablaban los constructores supone un lastre en términos de empleo.
En la empresa de Nicolás no se cumple esa escasez de trabajadores inmigrantes que mencionaba el secretario general de los constructores. “Mi jefe es rumano y cerca del 90% de la plantilla son extranjeros”, afirma el técnico. Él es la excepción, en este caso, aunque coincide en que a muchos trabajadores de su generación sus padres les han insistido para que “se integren en cualquier sector menos en la construcción”.