Paula no escribía así. Como muchos adolescentes, acostumbraba a un martilleo seco, un mensaje para cada frase. Cuestiones concretas, nada de reflexiones con palabras bien elegidas ni construcciones articuladas. Al menos eso es lo que solía recibir su familia cuando llegaba un WhatsApp de la chica. El jueves pasado, sin embargo, sobre las 15:30 horas, su madre leyó un texto completamente atípico. “No os preocupéis porque yo voy a estar bien”, se despedía, junto con tres besos. Desde ese momento, más de cuatro días después, su móvil no ha vuelto a estar encendido.
El mensaje era muchísimo más largo que esa escueta frase. “Hola mamá -comenzaba-, gracias por todo. Por criarme y cuidarme tanto y haber sido una buena madre para mí. Pero quiero ser ya independiente y arreglarme por mí sola a partir de ahora. Quiero luchar por lo que me gusta de verdad, que es la estética, esto auxiliar no me llamó nunca la atención para nada y estos días que me eh puesto a estudiar me eh agobiedo mucho, porque no es lo que me gusta de verdad. Con esto quiero decirte que quiero dejar auxiliar y hacer estética el año que viene, porque es lo que de verdad me gusta y tengo muchas ganas de hacerlo”. Hemos corregido algunas faltas de ortografía, pero mantenemos las erratas y la construcción de las frases tal cual.
El mensaje puede contener una reflexión meditada, pero de su redacción se puede deducir que está escrito en el móvil, sobre la marcha. La chica añade que se va a quedar con unas amigas que comparten piso en Oviedo para empezar a trabajar el año siguiente. “También quiero muchísimo a papá ah sido un buen padre también y lo quiero muchísimo😘😘, no os dije nada ni hablé con vosotros porque esto no lo ibais a entender, pero es mi futuro no el vuestro, entiendo que los padres se preocupen porque sus hijos estén en un sitio que se gane dinero, pero lo importante de todo es que te apasione lo que haces. Cuidaros mucho”. [sic]
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“Es que no es ella para nada, no la reconocemos a ella, ni su estilo ni nada de nada. Puede haber alguna cosa que haya escrito ella, como que quiere mucho a sus padres, pero en el resto pensamos que ha debido de tener alguna ayuda de alguien”, asegura Diana Fosar Torres, la hermana de la chica. Paula Ofelia Montes Torres -son hermanas por parte de madre-, de 18 años, había cogido esa misma mañana una mochila con un par de mudas y desapareció. Sin tocar el dinero ni avisar de nada más.
Como cada día, había salido de su casa en Infiesto, un municipio del concejo asturiano de Piloña, para coger el autobús con dirección a Oviedo a las 7 de la mañana. Tras 45 minutos debía llegar al Instituto María Inmaculada, donde estudiaba una FP de auxiliar de enfermería, pero en el trayecto le dijo a sus compañeras que no se bajaba del bus porque tenía una cita médica en el Hospital Universitario Central de Asturias. Después se descubrió que la cita médica no era real y la Policía tampoco ha encontrado ninguna pista entre sus amigas de Oviedo. Sólo se conoce el mensaje que le llegó a su madre pasadas las 3 de la tarde.
Una chica vulnerable
“Sí que había hecho otra FP básica de peluquería y estética, y allí había hecho amigas que vivían en Oviedo. Pero habían perdido el contacto y ella nunca había manifestado que quisiera volver a aquello, ni a ingresar en la Universidad ni a cambiar de profesión", sostiene su hermana. Tampoco había tenido ningún comportamiento anómalo ni había mostrado indicios de querer cambiar de vida. El día anterior había sacado al perro, recargó la tarjeta del autobús, cenó como todos los días y se fue “tan tranquila” a la cama.
En anteriores ocasiones sí que había llevado a alguna pareja a la piscina, donde había coincidido con su familia. Pero esta vez ni sus padres ni sus amigas saben de ningún novio ni ninguna otra persona ajena que pasara más tiempo con ella. “Mi hermana tiene una discapacidad cognitiva del 36%, que le hace ir un poco más lenta en los estudios, pero lleva una vida completamente normal. Lo que pasa es que esto le hace un poco más vulnerable, más influenciable y puede que se le manipule fácilmente porque tiene un carácter muy bueno y demasiado inocente”.
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Diana recalca que no saben nada más, que “la situación es muy desesperante porque han pasado muchos días, la movilización está siendo muy importante y ella sigue sin dar señales”. La organización SOS Desaparecidos ha iniciado una campaña en redes sociales para encontrarla, a la que se han sumado políticos y medios de comunicación. “Al principio pensamos que podía ser una chiquillada y tuvimos esa idea de que alguien la ayudó para salir de casa, pero ya no sabemos qué pensar o si el mensaje iba con segundas y era una despedida. No sabemos nada”, repite.
Paula mide 1,60, pesa 60 kilos, tiene pelos y ojos castaños y una sonrisa inocente en las fotos. La esperan en su casa sus padres, con los que siempre ha tenido “una buena relación”, y dos hermanos gemelos de 15 años. Ellos, su hermana Diana y sus amigas, continúan sin entender nada. La joven había quitado hace unos días la foto de su perfil de WhatsApp y bloqueó a algunos de sus contactos más estrechos. “Se nos está haciendo eterno, por más que le damos vueltas no sabemos cómo interpretarlo”, se cuestiona la portavoz de la familia.