Silvia Abril es un cascabelillo atado al tobillo en una tarde de verano, en uno de esos días en los que la vida sale a recibirnos y somos más jóvenes que nunca: qué mujer más tintineante, gentil y luminosa. Contagia su espíritu lúdico por los pasillos, por el set, y lo deja todo impregnado de su risa pura y traviesa, llena de inocencia. No para de jugar. A eso hemos venido.
Acaba de presentar Alimañas, una comedia "con muy mala leche" dirigida por Pep Antón y Jordi Sánchez, y acompañada de un reparto de excepción, pura gracia cañí: Carlos Areces, Loles León, Carmina Barrios, Antonio Resines... casi nada. Cómo nos gusta el humorcito negro manque pierda.
La historia arranca cuando dos hermanos muy distintos -aquí Areces y Jordi Sánchez, que también protagoniza el filme- ven enfermar a su madre y se empiezan a poner nerviosos por heredar un edificio propiedad de la anciana señora, una matriarca letal arropada por sus pizpiretísimas y entrometidas vecinas. Este finde ya está en cines. No se la pierdan. ¿Por qué renunciar voluntariamente a la alegría y al colmillo? Juntos son mejores.
P.- ¿Con cuántas alimañas te has encontrado en tu vida? ¿Cómo se reconocen?
R.- No he conocido demasiadas alimañas, pero vamos, las hay, obviamente. Las peores son las que cuesta reconocer, las que tienen un buen nivel de actuación. Son muy dadas a las peripecias, al fingimiento. Mira el personaje de Carlos [Areces], por ejemplo, cómo engaña en la película. Parece la víctima de la historia…
P.- Se hace el sumiso, el cuidador.
R.- Sí, pero esconde un trasfondo terrible. A veces la vida lo pone difícil con esas personas que van de víctimas y luego resultan verdaderas alimañas.
P.- ¿Y cómo se las quita uno de enmedio?
R.- Enviando mensajes muy claros. Poniendo distancia de por medio. Alejándote de esas personas tóxicas.
"Las peores alimañas son las que van de víctimas"
P.- ¿Tú has mandado a alguien “a la mierda”, al estilo Fernán Gómez?
R.- (Ríe) No, literalmente no, me cuesta mucho esfuerzo, pero tendría que aprender a hacerlo. Siempre resulto más sutil. Estoy muy en la línea de dejar de contestar a Whatsapp… y léelo, interprétalo, tío, que ya tienes una edad. La terapia no tengo que venir a hacerla yo. Si no lo pillas, es tu problema, pero hasta aquí hemos llegado.
P.- Así que haces ghosting.
R.- Sí, un poquito.
P.- Oye, ¿qué pasa en este país con las herencias, por qué hace que la gente se mate tanto entre sí…?
R.- Y mira que el Estado lo pone complicado, porque en Cataluña nos cuesta heredar un montón de pasta. Yo creo que en Cataluña debe haber menos conflictos de este tipo, porque va a comunidades, ¿sabes que en Madrid no tenéis el impuesto de sucesiones? Aaaamiga. Aquí puede haber muchos más conflictos de ese tipo que en Cataluña, porque allí cuesta tanto heredar que muchas veces las herencias se pierden y se las queda el Estado. Esto es una anomalía que espero que pronto cese.
P.- ¿Tú qué preferirías?
R.- Yo preferiría encontrarme con el conflicto de tener que resolver las movidas con familia y eso, pero no tener que pagar tanto (risas). Es una pena, pero llevamos alimañas dentro y el mal está instalado. El ser humano es un caso: fíjate cómo tenemos el planeta, patas arriba, somos nuestro peor enemigo y a pesar de que hayan pasado las cosas terribles que han pasado a lo largo de la historia, seguimos comportándonos de la misma manera o peor.
P.- Albert Pla decía que no iba a dejarles a sus hijos nada que heredar, que les dieran, que aboliría las herencias porque le parecen un anacronismo salvaje.
R.- Pues me parece muy bien lo que dice Albert, que espabilen y que se busquen la vida. Una herencia puede convertir en gilipollas a unos hijos.
P.- La gente ahora quiere que los padres se mueran para heredar, ¿no es terrible?
R.- Sí, es un poco lo que le pasa a los protagonistas de la película con su madre, que están deseando cargársela para repartirse el pastel. Esto habla de la miseria de la humanidad.
"En Cataluña, heredar nos cuesta una pasta de impuestos, así que nos peleamos menos por eso que en Madrid"
P.- ¿Tú le has hablado a tu hija de tu, esperemos que muy futura, herencia? ¿Le has dicho que no se vuelva loca con eso?
R.- No, no, no (ríe), entre otras cosas porque es pequeña, y también porque… vete tú a saber. Vete tú a saber lo que la vida nos depara. Mira, en mi casa somos cuatro hermanas, y algo que me dice mi madre siempre es que aquí no va a haber peleas por nada. Todos conocemos a familias, a hermanos que se han matado por una herencia, ¿no? Pues en mi casa no va a pasar, porque dice mi madre que no vamos a heredar nada. Y es una gran solución.
P.- Gastárselo todo en vida.
R.- Sí, yo creo eso, hay que gastarse lo que uno gana en vida y disfrutarlo en vida, y ni dejar herencias ni nada, que los volvemos tontos. Hay gente a la que le gustaría ser el más rico del cementerio, ¿para qué? Para nada.
P.- ¿Tú eres rica, Silvia?
R.- Yo soy rica en familia, en amistades…
P.- Hija, no me digas lo bonito, háblame en términos pecuniarios…
R.- (Ríe). Yo tengo el dinero suficiente para vivir con tranquilidad. No puedo dejar de trabajar, pero tengo para vivir tranquilamente. Tampoco querría dejar de trabajar, ¿eh? Me encanta mi oficio, tengo mucha suerte de dedicarme a esto y me siento afortunada.
P.- Esta es una comedia con muy mala leche. ¿Cuáles son ahora, en España, los temas delicados para reírse? Siempre ha habido temas más sensibles que otros dependiendo del sentir de la sociedad, ¿cómo ha cambiado este asunto en las últimas décadas?
R.- Yo creo que estamos en un momento de regresión. Yo recuerdo cuando hacía un espectáculo que se llamaba El Burladero, que era algo pequeñito de cabaret que hacíamos hacia el 2000, cuando la caída de las Torres Gemelas. Y ahí parodiábamos la actualidad, de lo político, sobre todo. Lo hacíamos con una libertad que ahora es impensable. Ni la soñamos. Antes sabíamos que el terrorismo era lo único de lo que no nos podíamos reír, al menos hasta dejar que pasara un tiempo… ¿ahora? ¿Ahora? Hay tantísimas cosas con las que tienes que ir con cuidado…
P.- ETA, el 11-M…
R.- Sí, pero ahora ya es la identidad sexual, el feminismo… todos los colectivos… mira, me acuerdo de cuando hacía el podcast con Toni Acosta. Ella se ríe de mí porque suelo tener mucha tendencia a meterme con colectivos, y siempre Toni me dice: “Con el podcast de hoy hemos ofendido… bueno, más en concreto, tú has ofendido a cuatro colectivos”.
"No se puede bromear en España con el feminismo o la identidad sexual… y yo tengo mucha tendencia a meterme con colectivos"
P.- Batiendo tus propios récords.
R.- (Ríe). Sí. Pues que vengan los colectivos… porque hoy en día todo el mundo pertenece a algún colectivo y todo el mundo se puede sentir ofendido. Hemos olvidado que son códigos. El humor es código. Antes nos podíamos reír de todo porque teníamos muy claro el código en el que estaba hecho ese chiste.
P.- De quién vienen las cosas…
R.- Sí, de eso también habla el código y es fundamental. Nena, esto te lo ha dicho Silvia Abril, que es una cómica, y te lo ha dicho en un contexto…
P.- No te lo ha dicho Santiago Abascal en un mitin, a ver si me explico.
R.- (Ríe). Pues no. Así que toda esta descontextualización ha hecho que nos hayamos perdido.
P.- Me da mucha pena, y vergüenza, cuando consiguen que los cómicos o los artistas pidáis perdón por una broma o un comentario. Esta cosa ya religiosa de “me inmolo, disculpadme”…
R.- A mí lo que más pena me da es haber perdido la frescura y la libertad plena. Cuando tú estás haciendo un monólogo o cuando quieres colgar algo de humor en las redes… y te lo piensas y te echas para atrás, ¡eso sí que es una pena! Estamos perdiendo comba. Es un retroceso en la creatividad, en lo colectivo, en cómo tendrías que abordar un proyecto.
P.- ¿Tú ahora crees que podrías volver a hacer humor de actualidad política, como hiciste en los dos mil, o ya sería siempre pinchar rueda?
R.- Yo creo que no podría hacer humor político con la misma libertad.
P.- ¿Qué pregunta le harías durante una cena a Sánchez y cuál a Puigdemont, así, de buen rollito?
R.- Ahora mismo no tengo ni idea de qué les preguntaría. A mí lo que más me preocupa es cuando yo me pongo a ser el altavoz que quiero ser, a hacer comedia, y veo que me pongo límites, joder, que esa palabra ya me fastidia. Siempre me he sentido libre y ahora no lo soy, quiero hacer comedia sobre casi todo, ¡de nuevo…! ¿Ves? Ese “casi” ya me molesta.
Almodóvar cuenta que los que vivieron la movida madrileña eran mucho más libres que nosotros ahora, y tiene razón. Las redes han hecho mucho daño, son un arma de doble filo, sabes que en cualquier momento publicas algo y la gente va a hundirte. Hablo con compañeros que han sido la pidamos por fragmentos de una entrevista sacados de contexto y han tenido que desaparecer, perder trabajos… han sido “cancelados”. Me acuerdo de las dos veces que he presentado los Goya con Andreu… ha sido horrible. Te tienes que cubrir de vaselina para que todo te resbale un poco.
P.- ¿De qué manera te ha afectado?
R.- Te llega a dar vértigo, ¿eh? No tienes el valor de salir. Pero siempre procuro no leer lo comentarios, me creo una pantalla protectora y me la acaba por sudar bastante. Lo siento mucho, lo tienen difícil conmigo, por más que entren a matar. Adelante, ya saldremos como podamos… pero los comentarios que más me han podido doler de los que me han hecho han sido de mis compañeros... en vivo y en directo, ¿sabes?
"Me jode que la gente me deje de seguir en redes por hablar en catalán: si tanto les cuesta entenderlo, hay un botoncito de ‘ver traducción’"
P.- Cómo que en vivo y en directo, ¿qué te han dicho?
R.- Una vez me dijeron “¿tú, qué pasa? ¿Que sólo sabes sonreír? ¿Eres así de gilipollas?”. Buf. Era para decirle “igual el problema lo tienes tú…”, pero ¡fue tan violento! No pude responder, me quedé cortada. ¿Qué problema hay en encarar la vida con una sonrisa? Falta nos hace. Me jode, por ejemplo, mucho, un tipo de comentarios que me llega por redes, y es la gente que se molesta porque me manifiesto en mi lengua materna, en catalán.
P.- ¿Cuál es la ofensa?
R.- No lo sé, pero me dicen “lo siento mucho, dejo de seguirte, me molesta que te comuniques sólo en catalán”… vamos a ver, primero, no me comunico sólo en catalán, como puedes comprobar, pero además hay un botoncito muy lindo en Instagram que s llama “Ver traducción”. Si tanto te cuesta traducir, ahí tienes el botoncito, dale “Ver traducción”. Cuando alguien cuelga algo en inglés, bien que lo leen. Eso no les molesta. Les molesta el catalán. No cuestionan a Meryl Streep por hablar en inglés… le dicen a Trump “fuck you”, pero, ¡ah…! No sé, es todo muy absurdo.
P.- ¿Crees que en el humor siguen funcionando los tópicos, los prejuicios? El catalán, agarrado; el madrileño, chulo, el andaluz, vago…
R.- ¡Ay, sí, pero son una parte más…! Por eso funcionan películas como Ocho apellidos catalanes, u Ocho apellidos vascos. Ahora han hecho una igual pero en Marruecos, sí, sí. Está a punto de estrenarse. Los tópicos siguen funcionando. Es una pena, pero siguen funcionando, y nos seguimos burlando de cosas que ya parecían superadas. Yo he ido al País Vasco y me he intentado reír. Dije que me iba a cortar el flequillo cortito, y tal…
P.- Flequillito abertzale…
R.- (Ríe). Sí. Hay tópicos a los que te puedes acoger como humorista. Clásicos de humor, pero ya está. También podemos innovar.
"Los tópicos siguen funcionando, yo he ido al País Vasco y me he intentado reír diciendo que me iba a cortar el flequillo"
P.- Hablando de la parte buena de las redes: hace poco se lió mucho contigo en Instagram porque subiste una foto y empezaron a decirte el cuerpazo que tenías, lo fibrada que estás… y saliste a decir que no te sentías para nada así.
R.- ¡Claro! A ver, yo dije que no tengo ningún cuerpazo, o sea, yo hago deporte por otros motivos y os he enseñado mi mejor versión con esa foto… pero ahora os voy a enseñar la chunga, la real, porque estoy llena de imperfecciones. Y subí mi brazo con mi chichilla. Todos elegimos muy bien lo que queremos enseñar. He visto a chicas de 18 años ya súper operadas que digo… joder, pero, ¿por qué quieren tener todas la misma cara? Hay un canon muy concreto, la gente se parece mucho entre sí. Y otra cosa que está pasando ahora es que las chicas de esta generación sube fotos… creyendo que se empoderan pero solo se cosifican, y se sienten libres cuando están siendo víctimas de otros patrones de belleza muy duros.
P.- Al final buscan la mirada masculina.
R.- Sí, yo quería desmontar eso, quería decir “hola, aquí hay una imperfecta”.
P.- Me imagino que en televisión tiene que ser horrible…
R.- ¡Lo es! Hay muchísima presión. yo la sufro. Sufro que no me quepa la ropa de los showroom. Bastante con que no te da un ataque. Y te pruebas una y otra y te sigue sin entrar nada porque no tienes una 36, porque tienes una 40 o una 41, y de esas hay pocas. Yo les digo: “¡Ah! Pues buscad alternativas!”. Lo siento. Ya buscaremos un vestido elástico, ¿sabes? Y me cago en la moda un rato. Están cambiando las cosas, pero va todo muy lento.
"Hay mucha presión a las mujeres en televisión, yo la sufro: no me cabe la ropa en muchos showrooms porque sólo hay talla 36. Me cago en la moda"
P.- ¿Has sentido el machismo en tu oficio?
R.- Yo he sentido que cuesta que haya proyectos liderados por mujeres. Tenemos que buscarnos nosotras mismas las oportunidades y luchar por ocupar sitios de responsabilidad. Pero lo que me da miedo es la cuota. La sensación de cuota, de que me llamen por ser mujer. Pero si me ha pasado… probablemente no me he enterado, porque soy una ‘happy’. No me gusta hacer lecturas perversas. Soy más naif en ese sentido.
P.- Hay una escena tuya curiosa con la policía en la película. ¿Cómo te llevas con los agentes? A mí alguna vez me han quitado una lata de cerveza de la mano en una plaza, pero poca ayuda más…
R.- (Ríe). No he tenido ningún percance con la policía, pero siempre me ha dado mucho miedo la gente que hace uso de poder… y abusan de él. Y mira, después de ver series como ésta que se ha puesto tanto de moda… la de El cuerpo en llamas… es un poco fuerte ver la policía por dentro, ¿no? Madre mía. Tenemos que tener cuidado con a quién le damos las correas.