La comunicación con un ser superior puede darse de varias maneras. Hay quien decide orar en silencio, el que se sienta a meditar y quien necesita unos cánticos que canalicen ese diálogo con el más allá. Para el 'padre' Antonio Pileggi, existe otra vía más: la de los sintetizadores. Porque este devoto compagina su papel como eminencia religiosa con la de amante de la música electrónica, dos pasiones que suele desarrollar en Milán, donde sus seguidores se congregan a menudo para ser testigos de ambas disciplinas.
Antonio Pileggi es un sacerdote jesuita de 57 años que no solo reúne a los feligreses de la iglesia, sino a jóvenes que acuden a sesiones del Centro San Fedele, en esta ciudad del norte de Italia, donde es el responsable de la programación musical. Este devoto es además compositor, estudió en los conservatorios de Lyon y París entre 1988 y 1992 y es considerado una institución en la escena. Desde hace cuatro años, por ejemplo, es una de las figuras destacadas del festival Inner Spaces, que se organiza en este inmueble.
"No soy un apasionado de la música tecno, pero la escucho en algunas tiendas: desde lejos parece que sólo tiene bajos y luego, tal vez, cuando me acerco, oigo una voz, fragmentos de sintetizadores", explicaba al diario Il Giorno. "Cuando llegué a San Fedele, en 2009, me pidieron que fundara la sección de música. Al principio sólo hacíamos música instrumental, luego conocí a Giovanni Cospito, profesor de música por ordenador en el Conservatorio de Milán, y me convenció de que este género podía tener una gran profundidad", añadía.
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Pileggi ve en la música una "dimensión meditativa" y una forma de "crear conciencia". "Mientras que en un concierto estás cansado después de 25 minutos, en una experiencia de música electrónica pierdes la noción y entras en el tiempo de la conciencia", declaraba a esta publicación. El cura, eso sí, negaba su posible uso durante la misa.
"La música para la liturgia debe estar al servicio de la liturgia y no al revés. No se trata de música electrónica sino de música de autor, incluso la Missa Solemnis de Beethoven me parece más adecuada para un concierto que para una celebración", comentaba, confesando que sólo escuchaba música en conciertos, sitios que aportan el entorno perfecto para la "concentración".
En su plaza, la de San Fedele, sí que conviven armoniosos los versos de la Biblia con los ritmos de electrónica. El centro cultural donde actúa Pileggi reúne a gente de todo tipo y por allí han pasado Pier Paolo Pasolini, Federico Fellini y Marcello Mastroianni, entre otras celebridades italianas, aunque fueran por otras razones. Él, según cuenta The Guardian, empezó trabajando para el festival de música contemporánea Atempo en Caracas, Venezuela.
"Por aquella época no creía en Dios, incluso era un poco anticlerical", indicaba al rotativo inglés, "pero en un momento me encontré en una iglesia de París, un sábado por la tarde, durante la celebración de la misa cantada. No sabía por qué, pero volvía todas las semanas. Sentí que algo dentro de mí estaba cambiando". A los 32 años, apunta, se unió a los jesuitas y entonces le cambió la concepción de su oficio.
"Fui testigo de los hermosos salmos cantados en los monasterios y escuché la música de alabanza a Dios. Estaba aprendiendo otra forma de ver la música", detalla al diario. Pasó por Bélgica hasta que llegó a Milán. Y allí comenzó a organizar conciertos de nuevo, explorando la música antigua y los compositores contemporáneos, el jazz y las bandas sonoras en vivo de películas mudas.
Incluso montó el festival mencionado, el Inner Spaces. "Vimos una nueva audiencia con la que queremos interactuar", afirmaba, explicando que la "dimensión de la escucha es fundamental". "Nuestro sentido más importante es el oído. En la Biblia uno de los verbos más importantes es 'escuchar', la palabra de Dios hay que escucharla. Y he notado que la música puede tener esa función de estimular la atención hacia la escucha. Aunque no sea una música directamente ligada a lo sagrado, nos acerca a la dimensión de la interioridad, donde volvemos a nosotros mismos", reflexionaba, como conclusión a estas dos pasiones, unidas en una misma persona.