Observa embriagado la cámara fotográfica. De inmediato, arrastra hacia sí una pequeña silla de mimbre y gesticula excitado. Pide una foto. Otra. Otra. Y otra más. Sólo ansía posar para el aparato. Sentado, permanece serio. Pero escucha el disparo de la cámara y sonríe vivaracho. Otra más. Prosigue posando durante unos minutos más para la improvisada sesión fotográfica. El joven modelo, algo celoso por la aglomeración que repentinamente se ha formado, se acerca. Escribe en francés: "Mi nombre es Bathie Seck. Vengo de Senegal".
Y es que Bathie es uno de los 140 inmigrantes que llegaron, hace ya dos semanas, a Malpartida de Cáceres desde Canarias, y que ahora se encuentra hospedado, hasta dentro de dos o tres meses —de momento— en el Hotel Los Barruecos, a las afueras del municipio cacereño. Es en la entrada de este establecimiento donde el joven, de 22 años, se halla descansando.
Cada vez más ojos curiosos se aproximan. A esas horas, allí, casi nunca pasa nada. Pero han notado movimiento y risas. Son unos 20. Y todos quieren verse plasmados en la pantalla. Inmortalizar el momento.
Bathie se despide del resto de sus compañeros, que enérgicos piden selfies y números de WhatsApp por doquier. "Demos un paseo", expresa. Junto a Bathie caminan Aliou Thioune y Mouhamed Sy, otros dos senegaleses. Cuentan que van a por un café a uno de los bares de la Plaza Mayor de Malpartida. Pronto sus caminos se separan. Bathie rebusca, algo nervioso, en la galería de su móvil. Mientras, la cámara sigue disparando hasta que, a través de gestos, pide atención. "Necesito un trabajo". "Necesito dinero". Son dos audios traducidos al español que reproduce sin cesar. "Necesito un trabajo". "Necesito dinero".
A Bathie le gusta el color azul. Se señala el jersey y después apunta al cielo. "Azul, azul, azul", intenta decir. Comenta que le apasiona el fútbol, que su ídolo es Mbappé y que prefiere a Messi, antes que a Cristiano Ronaldo. Le gusta su jersey. Cree que le favorece. Pero no puede jugar así bien al fútbol, lamenta. "Necesito un trabajo". "Necesito dinero". Le gusta también salir de fiesta y hasta tiene un pub malpartideño favorito —ahora mismo cerrado— que muestra con orgullo.
La tertulia festiva desemboca en sus gustos musicales. Escribe en YouTube C’la Dictadure, una canción de Nitdoff, un cantante senegalés. Y más tarde reproduce Kitoko, un tema del artista Ngaaka Blinde. "Son algunas de mis canciones favoritas", comenta sonriente. Tras compartir algún que otro single, el joven se dirige hacia la Casa de la Cultura y, al pasar por un supermercado Spar, explica que en él se vende masa de pan, como la que hace su madre. Bathie echa de menos a su familia y amigos, pero reconoce que estar aquí es una gran oportunidad.
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Pregunta.- ¿Cómo se siente en Malpartida?
Respuesta.- Estoy bien. Me tratan bien.
P.- ¿Está consiguiendo adaptarse?
R.- Bueno, poco a poco. Es difícil al no tener amigos, pero así es la vida.
La cámara sigue disparando, pero Bathie empieza a ponerse intranquilo. "Cuidado con la carretera, debes andar por la acera", espeta. Durante el recorrido, el joven se cruza con varios vecinos a los que saluda animado. Comenta que quiere aprender español para adaptarse mejor, y que en estas dos semanas ha aprendido los números del uno al diez y objetos básicos del hogar: "Me entretengo con una aplicación que me enseña palabras en castellano".
Nuestro trayecto finaliza en el campo de fútbol, donde Bathie juega todas las mañanas y casi todas las tardes. También hay una cancha de baloncesto, dos pistas de tenis, una de fútbol sala y un pequeño gimnasio al aire libre. "Es para ponerme fuerte", expresa alegre mientras realiza un par de sentadillas. A Bathie le fascina en gran medida el césped del campo. Pide, de nuevo, encender la cámara: "Este sí es un buen sitio para hacer fotos". Recorremos el estadio y sus butacas.
De nuevo, saca su teléfono y muestra una fotografía. Es él junto a tres amigos después de un partido en Senegal. Los cuatros van vestidos con una equipación verde y blanca. Pero no hay césped en el campo. También tiene archivados álbumes con imágenes de su familia y demás amigos.
Más tarde, muestra vídeos en TikTok que grababa en el país africano. Aparece, en uno de ellos, con un gorro de hilo. "Es azul", comenta mientras ríe. La comunicación se enrevesa, pero en muchos de los vídeos aparece el senegalés en una especie de mercado abarrotado de zapatillas. Entre todos estos aparecen muchos otros sobre la crisis migratoria de Canarias: "Sé lo que está pasando".
Fue una sorpresa para todos los malpartideños cuando, inesperadamente, tres autobuses con 140 inmigrantes llegaron al Hotel Los Barruecos el pasado 17 de octubre. Ni siquiera Alfredo Aguilera, alcalde del municipio, había recibido este tipo de información. De hecho, no fue hasta el día anterior cuando Aguilera se enteró a través de un grupo de amigos de WhatsApp lo que sucedería en apenas unas horas.
"Me preguntaron cómo se las había apañado el Ministerio para traer a estas personas al hotel. Les dije que yo, como alcalde, no tenía aquella información. No entendía de lo que me hablaban", expresa. Inmediatamente, el malpartideño, perplejo, contactó con la directora del establecimiento, quien le informó que, efectivamente, estaban acondicionando el lugar para lo que ha sido la gran llegada.
Aguilera apunta que Malpartida es una localidad de 4.000 habitantes y que "posiblemente sea la proporción de inmigrante por habitante más alta de toda España, uno por cada 30". El alcalde señala que no se trata de que sean o no inmigrantes, pero explica que necesitan un servicio psicológico y de asistencia sanitaria, entre otras medidas asistenciales, y que son servicios que dependen del ayuntamiento. "No entiendo por qué no se coordinaron conmigo. El viernes anterior el Gobierno informó a ACCEM (oenegé que proporciona atención y acogida a las personas refugiadas e inmigrantes). Y se pregunta: "¿Por qué a mí no?".
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40 camas para 140 inmigrantes
El alcalde también se cuestiona por qué se eligió a Malpartida y no a otros municipios cercanos más grandes. Una razón, apunta, puede deberse a que en ese momento el hotel se hallaba vacío. "Los Barruecos tiene cabida para, únicamente, 80 personas. Cuenta con 40 habitaciones dobles. Hay sitios mejor preparados".
Aun así, Aguilera expresa que están haciendo todo lo posible para que estas personas se sientan cómodas y tengan cubiertas todas sus necesidades: "Tienen a su disposición las instalaciones deportivas, queremos realizar actividades para su inserción social y cultural y realizar campañas de sensibilización y de concienciación en la escuela. Queremos facilitarles las cosas y sé que la solidaridad malpartideña va a estar siempre ahí”.
Aguilera concluye en que la convivencia está siendo tranquila y llama a no generalizar y "evitar que los prejuicios vayan por delante de las relaciones humanas". También los vecinos malpartideños expresan que todo en la localidad está sereno, aunque admiten que sí puede existir una cierta inquietud. "Hay quienes llegan a pensar que pueden realizar la delincuencia en el momento en que se queden sin dinero o se aburran", comenta Pilar, una joven vecina. "Es un número demasiado grande que este pueblo no puede aceptar. Espero que se compense con otras zonas de Extremadura y quede en Malpartida un número más reducido", señala.
Como ella opina Isabel: "No tenemos los recursos suficientes para mantenerles, son demasiados. En Malpartida aceptamos a todos. También vinieron una vez inmigrantes ucranianos y todo el pueblo se volcó con ellos. Pero entonces eran 10 o 12. Aquí hablamos de 140 personas que nos necesitan".
Guillermo, otro joven de la zona, confía en que todo saldrá bien y no cree en futuros actos delictivos, pero también afirma que quizá es un número muy elevado con el que el pueblo no puede hacer frente: "Hacemos lo que podemos". Todos con los que este diario ha tenido la oportunidad de hablar dirigen sus molestias al gobierno por no haberles informado con tiempo. "Nos enteramos por las redes sociales", expresan sorprendidos.
Con todo, Bathie se siente afortunado. Es tarde. Ha quedado para jugar al fútbol. Se despide con un abrazo. Y los caminos de este diario con el senegalés se separan. Minutos más tarde aparece una notificación en el móvil. Es Bathie, y es un mensaje escrito en español: "Estoy contento por haberte conocido. Gracias.".